EL CORAZÓN NEOLÍTICO DE ESCOCIA.

Las islas Orcadas, al norte de Escocia, albergan un impresionante tesoro de restos arqueológicos que merecieron, en 1999, su reconocimiento como Patrimonio de la Humanidad. El número de poblados, tumbas, un vasto complejo religioso y su excepcional estado de conservación, nos obligan a buscar la solución a un gran enigma: ¿qué estaba pasando en este remoto rincón de Europa hace más de 5000 años para convertirse en un foco importantísimo de civilización? En pos de la respuesta descubriremos la necesidad de cambiar paradigmas largo tiempo asentados sobre el desarrollo de la Europa prehistórica. Os invitamos a acompañarnos en este viaje por la historia y la antropología.

 Las islas Orcadas.
Las Orkney, su nombre en inglés, constituyen un archipiélago de unas 70 islas, de las que solo 20 están habitadas. Su población es de poco más de 21.000 habitantes. Es un lugar muy bello pero bastante apartado del turismo masivo, aunque la capital de la isla, Kirwall, un antiguo asentamiento vikingo, es un puerto visitado por los cruceros por el mar del Norte. Pero en el siglo XIX las Orcadas debían de ser uno de los lugares más recónditos de Gran Bretaña. Por eso Mary Shelley escogió una de sus pequeñas islas como refugio apartado de todas las miradas para la frustrada creación de la novia de Frankenstein. Lo comentamos en este enlace: https://anthropotopia.blogspot.com/2019/07/las-geografias-de-la-revolucion-y-del.html

Unos hallazgos sorprendentes.
Los primeros pobladores llegaron a las islas hace unos 8.500 años. Aprovecharon que la corriente del Golfo garantiza unos inviernos suaves, la fertilidad del suelo, que aprendieron a estercolar, y la riqueza de recursos marinos, para una eficaz explotación agrícola, de la pesca y el marisqueo. Su ubicación, a medio camino entre los territorios escandinavos y el sur de Europa, las convirtieron en un enclave comercial y religioso de primer orden, hasta el punto de que, en el 3100 a. C. ya contaba con importantes monumentos megalíticos que son más antiguos que Stonehenge o las pirámides de Egipto y nos hablan de una próspera civilización. Se trataba de una sociedad que disfrutaba de una riqueza tal que podía dedicar a muchos de sus miembros a la construcción de grandes y complejos centros ceremoniales. Estaban compuestos por círculos de megalitos como las Piedras de Stenness, las más antiguas, y el Anillo de Brodgar; un gran y lujoso poblado con enormes casas de techos de pizarra, paredes decoradas con alegres colores y muros de 4 metros, el Ness de Brodgar; o un vasto túmulo funerario elevado dominando el territorio, Maes Howe. 

Aquellos constructores del norte tallaron cantidades ingentes de piedra arenisca y las transportaron varios kilómetros a un área pantanosa entre dos lagos, en la que situaron ese extraordinario complejo arquitectónico cuya finalidad todavía dista de estar clara. Aunque nosotros tendemos a parcelar las funciones de nuestros edificios (administrativas, mercantiles, civiles, religiosas…), quizá las suyas eran multiusos: centros de comercio, de hermanamiento y encuentro de pueblos o para festejar el paso de las estaciones. Pero estos extraordinarios hallazgos no son los únicos tesoros neolíticos en las islas, que albergan otras muchas tumbas de cámara, el poblado mejor conservado de toda Europa septentrional, Skara Brae, o un asentamiento de los pictos después ocupado por los invasores nórdicos. Todo un festín para los apasionados por el pasado perdido entre las brumas. Vamos a realizar un rápido repaso de estos monumentos y de otros extraordinarios restos que tuvimos la oportunidad de visitar en la tierra firme, la Mainland de Escocia.

El corazón neolítico de las Orcadas.
Comienzo por las Piedras de Stenness, datadas hacia el 3100-3000 a. C., el henge más antiguo en las Islas Británicas. Se encuentran situadas en la ribera sur del río que conecta con los lagos de Stenness y Harray. Originariamente eran 12 piedras, altas y delgadas. Tienen un grosor de 30 cm pero una altura de hasta 5 metros. Muchas de ellas presentan una forma de pico que no es debida al tallado primigenio sino a la manera característica en que se fractura naturalmente esta roca. 



Están dispuestas en forma de elipse con 32 m de diámetro y se hallaban rodeadas de un foso de 2 m de profundidad y 7 m de ancho. Se supone que estaría lleno de agua, sobre la cual las antorchas producirían fascinantes reflejos en la noche. Al recinto se accedía por la única entrada situada al norte. Fuera del círculo, en dirección noroeste, se encuentra la llamada Watch Stone o Piedra Vigía, con una altura de más de 5 metros aunque los basamentos demuestran que inicialmente eran dos megalitos gemelos. Dentro del recinto de Stenness se halla un hogar cuadrangular para prender el fuego.
 Existen muchas leyendas asociadas a estas fantásticas rocas, que producen una sensación óptica de anamorfosis.


 La llamada Piedra de Odín, con un agujero circular en el centro, se asociaba a ritos matrimoniales y votos solemnes. Aunque consiguió asombrar al novelista Walter Scott, en 1814 el adquirente del terreno no lo pensó dos veces antes de destruirla. Afortunadamente, el escándalo causado entre los lugareños impidió que el insensible propietario continuase deshaciéndose de las restantes piedras.
A 1,2 km al noroeste se encuentra el Anillo de Brodgar, cerca de la estrecha franja de tierra que separa los dos lagos. Ha sido datado entre 5.500 y 5000 años. En el origen eran 60 megalitos, de los que solo quedan 27. Son de menor altura que las Piedras de Stenness: entre 2,1 y 4,7 m. En cambio, el diámetro del círculo que forman es enorme: 103,6 metros, el tercero más grande en Gran Bretaña. Las piedras fueron colocadas en una zanja de 3 metros de profundidad y 9 de ancho y el recinto tenían dos entradas opuestas, al noroeste y al sureste. También el Anillo de Brodgar está rodeado de leyendas, como la que imagina que eran gigantes a los que la caída del sol sorprendió bailando y los convirtió en rocas.

Ness de Brodgar.
Entre los henges de Brodgar y de Stenness apareció un asentamiento neolítico excavado desde 2002 y que está ofreciendo sensacionales descubrimientos. Contiene edificios de uso doméstico y otros rituales, y disponían de tejados aislantes de pizarra, lo que constituye algo realmente extraordinario para la época. Las paredes estaban ricamente decoradas con diseños abstractos que van desde formas geométricas como rombos y espirales a cazoletas. También hay muestras de policromía en rojo, amarillo y blanco, un elemento decorativo excepcional para aquel entonces. Han aparecido restos de una enorme muralla de piedra de 100 metros de largo y 6 metros de anchura. Es muy poco lo que se ha excavado hasta ahora pero el yacimiento está generando unas expectativas muy elevadas. El lugar está abierto al público, que puede presenciar las tareas de recuperación arqueológica in situ. Hasta ahora han aparecido valiosas piezas como cabezas de maza ceremoniales, hachas de piedra pulimentada, cuchillos de sílex, figuras antropomórficas y alfarería. 

Merece la pena mencionar una clase singular de artísticas piedras de unos 4000 años de antigüedad. Puede que, como las cabezas de maza, se considerasen objetos de prestigio para usos rituales. Se conocen unas 800 piedras de estas características, la mayoría encontradas en Escocia, que tienen un tamaño similar a una pelota de tenis (unos 7 cm de diámetro). A veces muestran tallas muy elaboradas y tienen un número variable de protuberancias, aunque habitualmente son seis. Del mismo modo, es significativo que en este lugar se originó un estilo de cerámica acanalada que acabó expandiéndose por toda Gran Bretaña, lo que refuerza la tesis de las Orcadas como foco civilizador de primera magnitud.
Aunque no lo visitamos, en las inmediaciones de este Ness se encuentra otro asentamiento neolítico muy relevante, Barnhouse, a orillas del lago de Harray, cuya ocupación se  inició hacia el 3000 a .C. Descubierto en 1984, se han hallado unas 15 casas, similares a las de la fase temprana de Skara Brae, un yacimiento clave del que luego hablaremos. Las casas se construyeron en torno a un área central abierta donde había espacios destinados a la fabricación de cerámica.
El lugar fue abandonado en torno al 2600 a. C. pero, curiosamente, después de esa fecha se añadió una gran estructura, la número 8, con amplios muros y una entrada al noroeste por la que, a través de un pasaje, penetraba la luz del crepúsculo en el solsticio de verano, como en algunas tumbas de cámara, y que estaba alineada con otro famoso enterramiento, Maes Howe, del que pasamos a tratar. 

Se construyó hacia el 2800 a. C., a medio kilómetro al sureste del lago de Harray y pertenece a un modelo de tumba exclusivo de las Orcadas. Fue excavada en 1861 y, aunque hoy es un montículo redondo, en su día tenía forma cónica. Se trata de una de las tumbas de mayores dimensiones de las islas, con 35 metros de diámetro y 7,3 metros de alto (11 metros en origen), y está rodeada de un foso de 14 metros de ancho. Cuenta con una cámara central y tres laterales. El material utilizado para su construcción fueron 30 toneladas de losas cuidadosamente talladas. Se calcula que el tiempo invertido en erigirla fue entre 40.000 y 100.000 horas de trabajo, lo que debe darnos una idea clara de la impresionante organización social que tenía aquel pueblo constructor. De modo similar a lo que ocurre en Newgrange, en Irlanda, la tumba está alineada de forma tal que el muro trasero de la cámara central se ilumina en el solsticio de invierno, el momento de mayor oscuridad del año, a través de la luz que penetra por un pasillo de 11 metros de largo. Aquí puede verse el fenómeno: https://www.youtube.com/watch?v=9L2UJmetx-Y
Para entrar en la tumba es preciso agacharse porque el dintel tiene menos de un metro de altura. Como curiosidad, en el interior se conservan 30 inscripciones rúnicas que constituyen la mayor colección conjunta de las mismas en el mundo. Los vikingos debieron de quedarse sorprendidos por la magnificencia del túmulo y dejaron sus grafitis en recuerdo. 

Lamentablemente, por problemas de tiempo no pudimos visitar este extraordinario recinto funerario pero sí otro incluso más antiguo, ya que data del 3000 a. C., con un diseño similar aunque de dimensiones más reducidas y la entrada muy angosta, en Cuween Hill. La cámara tiene 2 metros de alto en la actualidad aunque originariamente era más elevada porque los arqueólogos del siglo XIX penetraron por el techo, que luego fue reconstruido a menor altura. En el lugar solo aparecieron restos de 8 enterramientos. Ese número tan exiguo de sujetos sugiere que la tumba se limpiaría periódicamente y que solo quedarían expuestos los restos de los fallecidos más recientes o los de mayor rango social. Es importante también el hallazgo de huesos de 24 pequeños perros, similares al lobo gris europeo, un detalle que informa de la domesticación de animales en el III milenio a. C. y su uso para prácticas ceremoniales.
En South Ronaldsday, una isla del archipiélago, al borde de un acantilado, se encuentra otro enterramiento importante, la Tumba de las Águilas, con numerosos huesos de aves, entre ellos muchos del águila de mar, que da nombre al lugar.


Retornando a Maes Howe, una senda conecta la tumba con una impresionante aldea neolítica al borde del mar, Skara Brae, la mejor conservada de todo el norte de Europa. Apareció prácticamente intacta, cubierta bajo la arena de las dunas, tras una feroz tormenta que asoló la bahía de Skaill en 1850. Su perfecto estado de conservación le ha granjeado el título de la “Pompeya escocesa”. La única perdida a lamentar es que el bravo mar se ha tragado parte de las casas del poblado, de las que solo se conservan ocho. El lugar fue excavado inicialmente por el señor de Skaill y, en 1927, por el célebre arqueólogo australiano Gordon Childe, entonces profesor de la Universidad de Edimburgo.
Los tejados de las casas en Skara Brae estaban cubiertos de tierra para hacerlas impermeables y se enclavaron sobre un montículo de restos domésticos compuestos de huesos de animales, excrementos humanos, plantas o conchas de moluscos procedentes de otra ocupación anterior, lo que ayudaba a dar estabilidad al suelo y actuaba también como un aislante contra los fríos invernales en las Orcadas. 

Las casas, pensadas para un máximo de 15 personas, medían unos 40 metros cuadrados, con una gran habitación cuadrangular en cuyo centro había un hogar para encender el fuego y cocinar. A ambos lados se situaban los lechos, delimitados con lajas de piedra. El de la derecha, más grande, era supuestamente para el cabeza de familia y el de la izquierda, quizá para la mujer, más pequeño. También había receptáculos menores marcados con piedras que se cree que serían usados como bañeras. Hay también asientos y lugares de almacenamiento. La puerta de entrada era baja y estaba encuadrada por jambas de piedra. Las casas se comunicaban entre sí con pasadizos y la aldea contaba con un sistema de drenaje, lo que da idea de su sofisticado diseño. Sus habitantes se dedicaban a la agricultura, la ganadería, la pesca y el marisqueo. Se cree que la ocupación del lugar comenzó hacia el 3180 a. C., hasta que fue abandonado alrededor del año 2500, puede que tras un cambio climático que hizo el ambiente se volviese más húmedo y frío. En Skara Brae también aparecieron, además de algunas de esas misteriosas piedras talladas, ocre que se utilizaría para la pintura corporal y adornos y artefactos de todo tipo.
Pero la cuestión más difícil de interpretar es el uso que en realidad tenía un mueble de piedra con estanterías que se ubicaba justo enfrente de la entrada y que era lo que cualquier visitante vería nada más entrar. Desde nuestra óptica funcionalista actual lo más fácil es concebirlo como una especie de aparador para guardar enseres o para preparar la comida. Pero el hecho de que aquella construcción tardíamente añadida a Barnhouse con aspecto de cámara funeraria cuente con un “mueble” de esas características, apunta a un uso ritual, que quizá en su economía de medios podría alternarse con otros fines más prácticos.
Toca ahora recapitular la cronología neolítica de las Orcadas antes de continuar nuestro viaje: la aldea de Skara Brae comenzó a ser ocupada hacia el 3200, las Piedras de Stenness se erigieron en torno al 3100, el poblado de Barnhouse fue construido hacia el 3000 y se usó hasta el 2600, la tumba de Maes Howe se construyó alrededor del 2800 y, de todo este conjunto, el monumento más reciente es el Anillo de Brodgar, levantado hacia el 2500. A estas alturas del recorrido ya estamos en condiciones de plantearnos qué significado pudo tener este destacadísimo complejo arquitectónico, que ha sido etiquetado como el “Egipto del Norte”.

Un “paisaje ritual”.
Este concepto, formulado en los años 80, se refiere a un espacio arqueológico dedicado a fines ceremoniales durante el neolítico y la Edad de Bronce temprana (3500-1800 a.C.). En el caso de las Orcadas, aunque los diferentes monumentos mencionados fueron considerados inicialmente de manera aislada, lo cierto es que en un espacio reducido, de 5,2 km cuadrados, se concentran dos círculos de piedra, 4 tumbas de cámara, numerosos monolitos (standing stones) en grupo o aislados, cairns o tumbas de piedras apiladas, túmulos y montículos funerarios, lo que evidencia sin lugar a dudas ese propósito ceremonial. 


La Declaración de Significación efectuada por la Unesco en 1999, al reconocerlos como Patrimonio de la Humanidad, afirma que “los monumentos en el corazón neolítico de las Orcadas y Skara Brae proclaman los triunfos del espíritu humano en edades tempranas y lugares aislados. Fueron casi contemporáneos de las mastabas del periodo arcaico de Egipto (primera y segunda dinastías), de los templos de ladrillo de Sumeria y de las ciudades de la cultura Harappa en la India, y 100 o 200 años más antiguas que la edad de Oro en China. Increíblemente delicadas para tan temprana época y  con una destacable riqueza de restos persistentes, estos yacimientos permanecen como símbolo visible de los logros de los pueblos primitivos lejos de los tradicionales centros de civilización”. Y, en efecto, la envergadura del conjunto y el largo periodo en el que sus partes integrantes permanecieron en uso, sugiere que las Orcadas fueron uno de los nodos importantes de las rutas mercantiles del norte y que su economía fue tan floreciente que permitió esas operaciones constructivas complejas.

El final de una era.
Sin embargo, hacia el 2300 a. C. todo ese esplendor se había acabado, quizá por el cambio climático o porque no estuvieron en condiciones de adaptarse, por los limitados materiales disponibles en el entorno, a las necesidades de fabricación de útiles y armas en la Edad de Bronce y a la nueva cosmovisión que acompañó ese cambio tecnológico. Esa tesis podría sustentarse en la escasez de restos arqueológicos de la Edad de Bronce en las islas. Como pone de relieve el artículo publicado en National Geographic en 2014, parece que hubo un gigantesco banquete final en el que se sacrificaron 400 cabezas de ganado, suficientes para miles de comensales. Solo dejaron las tibias, las pusieron en pilas alrededor de la base del templo, colocaron carcasas de ciervos muertos en el centro de la cámara y un cráneo de bóvido y una gran piedra con un grabado, demolieron los edificios y los enterraron bajo toneladas de escombros. Todavía queda mucho por descubrir en las excavaciones del Ness de Brodgar y quizá algún día sepamos cómo y por qué acabó aquella esplendorosa civilización.

Otros muchos tesoros arqueológicos.
Antes de abandonar las islas Orcadas aún hay restos arqueológicos de enorme interés que destacar, como el Brough de Birsay. Birsay es una isla solo accesible a pie cuando baja la marea. “Brough” quiere decir “fuerte” y, de hecho, fue una fortaleza de los pictos, los primitivos habitantes de Escocia, entre los siglos VII y VIII. En el lugar se conserva un cementerio picto y una de sus extraordinarias estelas. La original está en el Museo Nacional en Edimburgo, donde también pueden verse las piedras talladas que antes hemos descrito. 

La estela muestra una procesión de tres pictos con largas túnicas y lanzas, espadas y escudos cuadrangulares, junto con símbolos de esta cultura, tan temida por los romanos. La  obra corresponde al período en que los pictos fueron cristianizados. También hay restos de una iglesia románica. Pero en el siglo IX llegaron los hombres del norte al lugar y, para el siglo XI, Birsay ya se había convertido en la sede principal de Jarl Thorfinn el Poderoso. A esta época corresponde la construcción de la catedral de San Magnus en la capital de la isla, Kirwall, una maravilla que nadie debería perderse. La isla perteneció a Noruega hasta que en el siglo XV fue concedida por Christian I como dote de su hija Margaret, casada con James III de Escocia. 
En Birsay también puede contemplarse uno de los preciosos faros construidos por la saga de los Stevenson, cuatro generaciones de ingenieros que van desde el abuelo al tío y los primos del aventurero y genial novelista Robert Louis Stevenson.

 Los brochs son asentamientos de la Edad del Hierro que se caracterizan por una torre central elevada, como un castillo de piedra de forma cónica, en cuyo interior residirían los líderes del poblado aunque quizá también tenía una finalidad religiosa. Alrededor del broch se desplegaba el poblado y las tierras de labranza y ganadería. 


En Orcadas se encuentra el Broch de Gurness, cuyo uso comenzó alrededor del año 500 antes de Cristo y del que queda una torre con 3,6 metros de altura y 4,1 m de ancho. Pero no fue este el que pudimos visitar sino el de Carn Liath, en Sutherland, en la costa este de las Highlands. El lugar ya fue ocupado en la Edad del Bronce, entre 2300 y 1900 a. C. pero el broch data, como en el caso de Gurness, de la Edad de Hierro, que en esta zona de Europa se sitúa entre el 800 a. C. y el año 100 de nuestra era. La torre tiene unas murallas de doble piel que se apuntalan una en la otra y hacían posible que estos edificios alcanzasen gran altura. Así, el de Mousa, en las islas Shetland, es el más elevado que todavía se conserva, con más de 13 m. 


El broch de Carn Liath tiene un diámetro externo de 19 metros e interior de 10 metros y cuenta con un pasillo de entrada de 4 m de largo. En la torre había una especie de garita para un vigilante. Alrededor se localizan los basamentos de casas y construcciones para almacenamiento. Existen unas 570 construcciones de este tipo por toda Escocia.

 Y, para finalizar, hablaremos de las Clava Cairn, cerca de los Campos de Culloden, donde los jacobitas, defensores de Bonnie Prince Charlie, hijo de Jacobo III, que pretendían restaurar en el trono inglés a los Estuardo, fueron derrotados por los Hannover en una sangrienta batalla en 1746. Ello supuso el fin del sistema feudal de clanes en Escocia y la prohibición de sus signos de identidad. Muchísimos años antes de que esta terrible derrota sucediera, el lugar estuvo habitado en la Edad de Bronce y los restos que quedan son tres cámaras funerarias circulares formadas con piedras apiladas (cairn), aunque en los alrededores de Inverness hay cerca de 50 de estos túmulos. 


Dos de los cairn son tumbas de corredor con bóveda con piedras en voladizo. El pasaje es corto y cubierto y la entrada se orienta al suroeste, que es por donde se pone el sol en invierno. El cairn central es anular y, por tanto, carece de acceso desde el exterior. Además, cada uno está rodeado por un círculo de piedras, las más altas situadas en la entrada y las más bajas en el lado opuesto, al noroeste, y proyectan sombras como rayos. En las piedras puede encontrarse decoración en forma de cazoletas. 
Todo esto y mucho más puede verse en Escocia, un territorio muy fértil para pensar el pasado más remoto e insólito de Europa.
Como una imagen (en movimiento) vale más que mil palabras, este corto y simpático vídeo ilustra algunos de los lugares comentados: https://www.youtube.com/watch?v=Ho7lF89UzN4

Old Man of Hoy

Fuentes consultadas:
-Smith, Roff: “Antes de Stonehenge”. En National Geographic, septiembre de 2014.
-entradas Wikipedia: Standing Stones of Stenness, Ring of Brodgar, Barnhouse, Maeshowe, Cuween Hill, Skara Brae, Ritual landscape, Clava de cairn, Brough of Birsay, Broch of Gurness, Carn Liath.

Cabezas de mazas y piedras aparecidas en Skara Brae

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