EL SÍNDROME DE BARTLEBY

   
  
                                                                                                                                               Foto cortesía González Zapata
    

              "Es maravilloso el no porque es un centro vaciado, pero siempre fructífero. A un espíritu que dice no con truenos y relámpagos, el mismo diablo no puede forzarlo a que diga . Porque todos los hombres que dicen  mienten;..."

                                 Carta de Melville a Hawthorne, citada en Vila Matas, p 153


         Este año se celebra el bicentenario de Herman Melville, autor al que ya le hemos dedicado artículos tanto en este blog como en Antropocinema: aquí hablamos de Typee, su primera novela, que le reportó fama y fortuna, y en Antropocinema de Moby Dick, su gran e incomprendida obra. Es ahora el momento de dedicarnos a homenajearlo con un personaje que nuestro querido escritor Vila - Matas usó para nombrar a un síndrome y para buscar en la historia de la literatura escritores afectados por él en una u otra forma. Acabaremos hablando de una Bartleby muy especial, no recogida en la antología de Vila Matas, pero un gran ejemplo y una obra que está por estudiar en profundidad; ella no es otra que Carmen Laforet, de quien también hemos hablado en nuestros blogs.

    BARTLEBY, EL ESCRIBIENTE. UNA HISTORIA DE WALL STREET.-


   No abundaremos en la biografía de Melville, dado que ya se puede consultar en los enlaces sobre el autor que se facilitan al final de la entrada, pero recordaremos lo esencial para contextualizar la obra que nos ocupa.

     Melville se embarcó como marinero en 1839, en un mercante; luego en un ballenero, y tras haber sido desembarcado en las Islas Marquesas por una truculenta historia de amotinamiento, tuvo que volver a los Estados Unidos sirviendo en la marina de su país. A su regreso - 1844- escribió sus aventuras por los mares, y cobró fama con las dos primeras -Typee y Omoo-, pero las dos siguientes-Mardi y Red Burn- no tuvieron el mismo éxito, y en 1850 se muda con su familia a Massachusetts, donde entabló amistad con Nathaniel Hawthorne, y da un giro a sus escritos, que se vuelven más oscuros, crípticos, interesados por el tema del mal, el destino, la locura. Con estas premisas e interesado en explorar lo más profundo de la naturaleza humana, publica Moby Dick en 1851, y es un fracaso absoluto que lo deprime profundamente. Aun así, en 1852 publica Pierre o las Ambigüedades, otra obra que no cosecha más que críticas negativas, y el mismo autor se cuestiona ahora su propia valía como tal; piensa que no tiene talento, y se dedica a escribir relatos cortos que va publicando en revistas. Bartleby, el escribiente. Una historia de Wall Street es uno de ellos publicado en el invierno de 1853, en plena crisis vital y creadora de Melville; Vila Matas aventura que en este momento en el que Melville duda de su capacidad creadora, y opta por no volver a escribir, escribe el relato de Bartleby, y este lo impulsa a seguir escribiendo, en una suerte de paradoja.

                                                                                                                                           Nathaniel Hawthorne.
    El relato está enmarcado en la época histórica del siglo XIX en Estados Unidos, cuando los cambios económicos y sociales son vertiginosos. Melville escribe sobre una nueva clase surgida de  esta nueva forma de economía, los escribas, oficinistas y pasantes. En 1817 se creó la New York Stock Exchange y pronto sobrepasó en importancia a la de Filadelfia. Las transacciones se hicieron muy rápidas gracias al uso del telégrafo, invento de 1844, y  este mundo en expansión comenzó a necesitar una enorme cantidad de mano de obra procedente del medio rural, acostumbrada a trabajar en espacios abiertos y que ahora se veía obligada a estar encerrada entre paredes, en ambientes claustrofóbicos, como el descrito en este relato. Es una muestra del trabajo alienado tal como lo expresa Marx: se produce en un medio alejado de la naturaleza -"el cuerpo inorgánico del ser humano"-, extraño al hombre; en compañía de personas a las que nosotros no hemos elegido y con quienes convivimos durante largas jornadas compartiendo un espacio cerrado, y todo ello para generar un producto que no les pertenece .

                                                                                         Herman Melville.

      La historia que Melville relata sucede en un bufete de abogados de Wall Street a mediados del siglo XIX. El narrador es un Abogado anónimo que habla de ese nuevo grupo social que acababa de surgir: el de los escribas. En este caso, el personaje principal es Bartleby, una personificación de la Negación, de la resistencia pasiva, de la desobediencia, de una conciencia autónoma y un ser hermético que admite todas las interpretaciones posibles por su misma impenetrabilidad. Incluso Vila Matas, siguiendo a Deleuze, admite que puede ser una tremenda broma de Melville; el relato admite su lectura como una gran comedia.  Este empleado que llega a la ofician del Abogado cuando el trabajo aumenta solo se hace visible por la gran cantidad de trabajo que realiza y bien, siendo el sueño del capitalismo; sin embargo, a los pocos días, y al ser requerido para realizar una revisión de trabajo, se niega, de una forma suave y educada, pero firme detrás de su motto: "I would prefer not to",  una fórmula que usa tanto para el trabajo como para hablar de su vida personal. Esta es la paradoja: es una estrategia de resistencia del empleado frente al empleador, la pesadilla del capitalismo. Por ello, es lógica la sorpresa que se lleva el Abogado cuando recibe esta primera negativa:

       Esta fue exactamente la actitud con la que me senté cuando lo llamé, indicándole deprisa lo que quería que hiciese, a saber: revisar conmigo  un breve documento. Imaginen mi sorpresa  - mejor dicho, mi consternación - cuando, sin moverse de su rincón, Bartleby, con una voz particularmente suave pero firme, me contestó: 

       "Preferiria no hacerlo"  (p 56)

   El perplejo Abogado cree que no ha oído bien, pero Bartleby sigue repitiendo esta frase y negándose a realizar la tarea. El Abogado piensa en despedirlo inmediatamente, pero como es muy eficiente, intenta razonar antes con él, sin ningún éxito. A pesar de todo, sigue manteniéndolo en su puesto, en parte como una acción caritativa.

    Un domingo, camino de misa, el Abogado pasa por la oficina, y allí encuentra a Bartleby, quien le ruega que le deje unos minutos antes de abrir la puerta. El Abogado lo hace, y al entrar, ve que el empleado ha desaparecido, y él aprovecha para mirar en su escritorio, encontrando unas pocas posesiones personales del Bartleby; deduce que vive en la oficina, y piensa en su inmensa soledad y siente pena por él. Al día siguiente se interesa por su familia y relaciones, pero Bartleby es impenetrable, como los muros de la oficina, como la misma Wall Street, y sigue escondido detrás de  su frase : "Preferiría no hacerlo".

   Después de esto, Bartleby deja de trabajar en absoluto, y pasa la jornada mirando por la ventana. Entonces el Abogado lo despide, dándole un billete de 20 dólares. Pero el lunes siguiente vuelve a la oficina y devuelve el billete. Por supuesto que ante la pregunta de por qué no se ha ido, su respuesta es la de siempre. El Abogado entonces decide mudarse de oficina, dejando atrás al empleado. Pero cuando lo hace, el casero le dice que Bartleby se ha quedado allí, y el resto de inquilinos está inquieto por esta presencia, y que si él no actúa, tendrá que llamar a la policía para que se lo lleve. Todos los intentos del Abogado por hacer entrar en razón a Bartleby son inútiles, y finalmente la policía lo detiene, conduciéndolo a una cárcel conocida como "la Tumba". El Abogado le da dinero al cocinero de la prisión para que le de una comida mejor al empleado, pero Bartleby, en una última negación, "prefiere" no comer y muere de inanición. Melville incluye entonces un rumor que oyó el Abogado: antes de llegar a su oficina, Bartleby había trabajado en la Oficina de las Cartas Perdidas, quemándolas.
                                             

         Si analizamos la frase con la que Bartleby se identifica, ese "Preferiría no hacerlo", vemos que se trata de un juicio infinito, tal como Kant lo expone en la Analítica Trascendental, juicio del que deriva la categoría de Limitación. En inglés queda más abierto todavía "I would prefer not to", una forma abrupta de acabar - igual que la historia que nos ocupa. Este tipo de juicios simplemente niegan una posibilidad, pero no aportan nada acerca del abanico que queda abierto, y por ello las posibilidades de interpretación son casi infinitas: ¿qué es lo que no prefiere Bartleby?¿Revisar los escritos u obedecer a cualquier orden? ¿Prefiere no trabajar con los compañeros?¿Por qué? Es el lector, en un juego que será muy querido al Postmodernismo y a la Deconstrucción el tratar de interpretar la historia de un modo coherente, pero el autor, el escritor, está desaparecido y "prefiere no" ejercer de voz autoritaria.

        Este uso de la negación como elemento central relaciona el relato con la Dialéctica hegeliana, pero sobre todo con la marxista: la negación hace avanzar la Historia - y nuestra historia - a fuerza de contradicciones. Recordemos que ya hemos señalado elementos marxistas en el relato, puesto que la oficina donde se desarrollan los hechos es un ejemplo de trabajo alienado y de la lógica del capitalismo, desde su mismo corazón: Wall Street.

        Este análisis del lenguaje de la obra y el poder de la negación enlaza con un tema destacado de la obra: la soledad y la imposibilidad del lenguaje. El lenguaje se presenta como otro muro más de los muchos que aparecen; el lenguaje es un biombo que esconde las identidades, puesto que ninguno de los otros personajes se presenta con su verdadero nombre: el Abogado queda en un anónimo bajo la categoría general; Turkey y Nippers son motes que aluden a su carácter, como si fueran unos meros arquetipos sin personalidad. Recuerda a Moby Dick y la imposibilidad de alcanzar el conocimientos verdadero, escondido tras el muro del lenguaje igual que en las profundidades más insondables del mar. En Bartleby no hay verdadera comunicación, y el remate de esta tesis es conocer el anterior destino del escribiente: la Oficina de las Cartas Perdidas, es decir, donde van a parar las palabras que nunca cumplirán su función, puesto que nunca serán leídas ni por sus destinatarios ni por nadie más. Y las veces que produce lenguaje - cuando escribe - es una mera copia de lo que otros han comunicado. Eco o nada.


2.- VILA - MATAS CREA EL SÍNDROME BARTLEBY.-


        Enrique Vila Maas nació en Barcelona, en 1948. Estudió Derecho y Periodismo. Su carrera literaria comenzó en Melilla en 1971, donde fue a realizar el Servicio Militar y escribió Mujer en el espejo contemplando el paisaje, que a partir de 2001 volvería a recuperar su primer título: En un lugar solitario. Su carrera prosigue en París entre 1974 y 1976 con La asesina ilustrada y dos libros más, hasta culminar en 1984 con Imposturas, momento en el que dará un giro a su escritura.

      Con Historia abreviada de la literatura portátil (1985)  comienza la época en la que se mezclan ficción y realidad, su propia vida y la de los personajes, muchos de ellos escritores,, con una gran abundancia de referencias literarias. Es una época de ingente producción que sigue hasta hoy en día, donde, además de sus trabajos de ficción, escribe para El País, entre otros medios; este mismo año - 2019 - ha publicado Esta bruma insensata, que trata de las citas literarias, la identidad y su característica mezcla de vida y ficción.

        La obra que nos interesa hoy traer a colación es la novela de 2001 Bartleby y compañía, sobre la imposibilidad de escribir, y que, junto con Doctor Pasavento y El mal de Montano componen una trilogía sobre la escritura y sus patologías.

     En "Aguarde, estoy ocupado", la introducción que hace el escritor a la edición que Penguin Classics ha hecho este año de Bartleby, el escribiente por el bicentenario del nacimiento de Melville, Vila Matas sugiere que en 1853, tras los fracasos de Moby Dick y Pierre o las Ambigüedades, se llegó a tachar a Melville de loco, y que Bartleby sería un alter ego del escritor en ese momento vital, cuando llegó a cuestionarse su tarea creadora. Vila Matas cree que al escribir sobre la depresión de Bartleby hizo que Melville se sacudiera su propia inactividad, y "...descubre de pronto que escribir acerca de esto le anima en realidad cada vez más a no renunciar a la escritura y por tanto a renovar su fe en ella" (p 15)

     Pero es en Bartleby y compañía donde Vila Matas convierte la personalidad del escribiente y de su autor en un síndrome que han padecido muchos autores y de diversas formas a lo largo de la historia de la literatura.  En esta misma introducción, y sobre su Bartleby y compañía dice Vila Matas:

    "En ese libro relacioné al empleado de Wall Street con los bartlebys, con aquellos escritores que, aun teniendo una conciencia literaria (o quizás precisamente por eso), no llegaron a escribir nunca, o bien escribieron uno o dos libros y luego renunciaron a la escritura, o bien, tras poner en marcha sin problemas una obra en progreso, quedaron un día literalmente paralizados para siempre" (p 18)


            Según Vila Matas en todos estos escritores lo que habita es "una profunda negación del mundo"; son escritores tocados por el mal, escritores del NO, sufridores de una pulsión negativa. Y pasa a hacer un repaso de los más destacados bartlebys.

   Ella primero de ellos es Robert Walser (1878 - 1856), autor de títulos como Jakob von Gunter, Los hermanos Tanner o El Paseo, una obra y un silencio de 28 años que hablan de la vanidad de lo fugaz, lo infraleve, y un autor que quería ser olvidado. El trasfondo de este autor es la advertencia que ya hizo Platón en su Carta VII o Lévi Strauss en la introducción a Mito y Significado: lo que se escribe y se publica es vulnerable, vuela solo y debe defenderse por si mismo.; por ello, quizás sería mejor no escribir. Walser, como Bartleby también trabajó en una oficina de copista, pero mientras Bartleby era un empleado rebelde, Walser acataba la tarea sin protestar.

    Los orígenes de este mal de escritores lo sitúa Vila Matas en la Carta a Lord Chandos de Hugo von Hofmannstahl (ver en este mismo blog:https://anthropotopia.blogspot.com/2015/01/la-obra-de-hvon-hofmannsthal-y-el.html ), quien tras haber sido un autor muy precoz, en 1902 siente que las palabras "se le deshacen en la boca como hongos podridos", y se calla hasta que luego imprime un nuevo y exitoso giro a su carrera literaria de libretista de ópera. Pero Chandos quedó siempre como la sospecha de que el lenguaje no es un medio adecuado para expresar la realidad, y por tanto, cuestiona la tarea de los escritores.

     Entre los primeros bartlebys que repasa Vila Matas están Juan Rulfo y Augusto Monterroso, también trabajadores de oficina, como Walser o Kafka. El caso del precoz Rimbaud es un tanto diferente: a los 19 años tenía obras excelentes, pero después se dedicó a vivir la vida alegremente. Entre estos bartlebys, Rulfo ponía una curiosa excusa: se le había muerto su tío Celerino, quien le contaba las historias para escribir; muerto el tío, se acabaron las historias. Un caso parecido al de Sócrates, que no escribió absolutamente nada y decía que estaba inspirado por su daimon, el equivalente al tío de Rulfo. Otro ejemplo de este hombre improductivo lo encontramos en El hombre sin atributos de Robert Musil.

      ¿Qué razones aducen los bartlebys para no escribir en absoluto o para frenar su producción?

- En algunos casos es porque caen en la locura, como le sucedió a Hölderlin.
- Porque se consideran nadie, como Pepín Bello, tenido por el cerebro aglutinador de la Generación del 27, quien a pesar de ser reconocido como un artista muy activo, no dejó atrás obra ninguna, ya que él no les concedía ningún valor y, o bien las rompía o las perdía.
- Para otros no hay posibilidad de escribir nada nuevo, sino que solo queda hacer notas a pie de página de lo ya escrito, como Bobi Bazlen, tal como lo cuenta Del Giudice en El Estadio de Wimbledon.
- Autores como Primo Levi escriben para no olvidar.
- Muchos autores dejan de escribir porque no les llega la inspiración.
- En el caso de Gil de Biedma la poesía se convirtió en una forma de crear una nueva identidad, y afirma que "creía que quería ser poeta, pero en el fondo quería ser poema".
- Muchas veces el miedo al vacío de la página en blanco paraliza al autor; no se sabe por dónde empezar. Y otras veces no se sabe cómo captar lo esencial. Ambas situaciones impiden la escritura.
- Un autor como De Quincey escribe para huir de la droga, pero paradójicamente, convierte la droga en literatura.
- El silencio es especialmente atronador en literatura: Wittgenstein lo pedía tras haber dinamitado la filosofía desde dentro en una de sus dos obras publicadas en vida, el Tractatus Logico Philosophicus y afirmando que si se llegara a escribir un solo libro de Ética, este acabaría con todos los libros anteriores. En el mismo sentido, Susan Sontag afirma que "la actitud realmente seria es aquella que interpreta al arte como un medio para lograr algo que quizás solo se puede alcanzar cuando se abandona el arte" (p 74).
- Está el caso que cita Borges: hay algunos poetas que tienen una gran maestría, pero prefieren la inacción y el silencio.

        Este último caso expuesto por Borges, se puede hacer extensivo a todos los creadores en general, y no solo a los poetas, y ello nos lleva a considerar un caso que no trata Vila Matas en su obra, pero que es un buen ejemplo de lo que significa ser un Bartleby.

3.- CARMEN LAFORET BAJO EL SÍNDROME DE BARTLEBY.-
      

         En este blog y en Ateneas. Mujeres para la historia ya hemos repasado la obra de Carmen Laforet, centrándonos en su espléndida Nada tanto como novela antropológica (https://anthropotopia.blogspot.com/2016/02/nada-novela-antropologica.html ), como novela feminista ( https://mujeresparalahistoria.blogspot.com/2016/02/nada-de-carmen-laforet-antropologia-y.html ), una escritora que a los 24 años ganó la primera edición del Premio Nadal, y luego publicó poco, a pesar de su gran talento y lo encarecidamente que le rogaba Ramón J. Sender seguir haciéndolo. Precisamente en el epistolario entre los dos escritores (Puedo contar contigo) es donde podemos rastrear las razones del silencio de Carmen, que no es ausencia total de escritura, pero sí de falta de compleción de todo lo que hubiera podido dejarnos.

       Después de publicar Nada en 1945, un gran éxito de crítica y público, casarse con el periodista y crítico Manuel Cerezales y tener cinco hijos, publicó obras como La Isla y los demonios (1950), La  mujer nueva (1955) y La Insolación (1963), el primer volumen de lo que iba a ser una trilogía Tres pasos fuera del tiempo) que nunca llegó a acabar. Escribió también un libro de ensayos, Mi primer viaje a USA (publicado en 1985, aunque el viaje lo hizo en 1965, y allí conoció a Ramón J. Sender), y novelas, libros de cuentos y narraciones de viajes. Casi toda su obra tiene como denominador común el choque entre el idealismo juvenil y la mediocridad del entorno, una vida gris y "áspera" en la posguerra española y los años de dictadura.


        Ramón J. Sender, ya exiliado en Estados Unidos lee Nada de Laforet, y le envía una carta elogiando la obra en 1947, felicitándola y deseando que siga escribiendo, pero ella no le contesta hasta 1965, después de su viaje a aquel país, periodo de tiempo en el que lee Crónica del Alba de Sender, y confiesa su admiración por el escritor. Pero al volver a España, con el ambiente que reinaba aquí, Carmen pierde la vitalidad escritora; no es suficiente acicate las palabras de Sender en una carta del 4 de marzo de 1966 :

    "Lo que digo es que Nada es la primera obra maestra femenina que hay en nuestras letras. La Pardo Bazán y otras a veces están bien, pero todas quieren ser grandes hombres". 

    Este aspecto feminista, o de escritura femenina que ha detectado Sender en Laforet tiene una explicación por parte de Carmen en una carta del 10 de febrero de 1967, en la que muestra una proyección feminista que encaja muy mal en el ambiente represivo y cerrado de la España de la época: en ese momento Carmen trabaja con ganas en una serie de artículos "muy bien pagados", pero quiere hacer novela, acabar la trilogía de La Insolación , y dedicarse a un proyecto personal y nuevo: una novela feminista, El mundo del Gineceo :

     "...es el mundo que domina secretamente la vida. Secretamente. Instintivamente la mujer se adapta y organiza unas leyes inflexibles, hipócritas en muchas situaciones para un dominio terrible.... las pobres escritoras no hemos contado nunca la verdad, aunque queramos. La literatura la inventó el varón y seguimos empleando el mismo enfoque para las cosas. Yo quisiera intentar una tradición para dar algo de ese secreto, para que poco a poco vaya dejando de existir esa fuerza de dominio, y hombres y mujeres nos entendamos mejor, sin sometimientos, ni aparentes ni reales, de unos a otros...tiene que llover mucho para eso. Pero, ¿verdad que está Vd de acuerdo, en que lo verdaderamente femenino en la situación humana las mujeres no lo hemos dicho, y cuando lo hemos
intentado ha sido con lenguaje prestado, que resultaba falso por muy sinceras que quisiéramos ser?" (p 97).

     Sender le contesta que es un proyecto muy novedoso, y quizás demasiado elevado para la España del momento, y que en sus escritos ya muestra esa escritura y espacios femeninos, y la anima a seguir escribiendo, ya que es valiente y tiene talento. Y fue valiente en lo personal, ya que en 1970 se divorció de su marido, y empieza una época en la que tiene ideas, e intenta plasmarlas, pero también tiene que mantenerse, y para ello escribe artículos para el ABC, cambia frecuentemente de domicilio (quería alquilar una casa en el campo), buscando sobrevivir con sus medios económicos, y también dedicada a sus hijos que ya han crecido, pero que siguen cuidados y protegidos por su madre.

                                                                                          Ramón J. Sender

     Sender le habla de la posibilidad de ir a EEUU a dar clases en un colegio de monjas cerca de donde él vive, y Carmen hace todos los preparativos, pero finalmente - ¿otro gesto Bartleby? - no lo hace, ya que las condiciones económicas no son ventajosas. Sender siguió insistiendo - su tono siempre es de admiración hacia Carmen, de verdadero deseo de encontrarse con ella - en buscarle unas clases en la Universidad, pero ya Carmen prefiere estar cerca de sus hijos y hasta de sus primeras nietas. Aunque no siempre está en España, que le quita las ganas de escribir: va a Roma, donde conoce a Alberti y su mujer y a Paco Rabal y la suya. Es 1973, una de sus hijas se casa con Benito Rabal, y desde allí le escribe a Sender diciéndole que ha retomado la idea de acabar la trilogía iniciada con La insolación, pero estaba releyéndola para reconciliarse con los personajes. Este es un gesto muy bartleby, según lo tipificado por Vila Matas: su perfeccionismo y su rigor le impiden acabar algo que no ve en su mente. A ello le sumamos su continuo peregrinar de Italia a España, y dentro de España, Gijón, Alicante...sus deseos de ir a París. En una carta de septiembre de 1973 le dice a Sender precisamente eso, que está en racha de escribir, pero estos cambios continuos y sus problemas económicos no la ayudan a seguir haciéndolo; le dice que para ella es necesaria ..."soledad o, mejor dicho, independencia, y una habitación donde a las horas de escribir tenga calor". Es una cita y una carta en general con grandes ecos de Virginia Woolf: la habitación propia - en el caso de Carmen, ya sin marido, pero con obligaciones para sus hijos y nietos - y sobre todo la independencia económica. Si a ello le añadimos la época en la que vivió y "el césar pequeñito", tal como Ramón denominaba al dictador Franco y su ideología de los caminos prescritos para la mujer, podemos hacernos una idea de las razones del silencio de Carmen Laforet, una gran escritora afectada por este mal que analizamos.

4.-EPÍLOGO.-

       Ya hemos dedicado también una entrada a Miguel Ángel Hernández (https://anthropotopia.blogspot.com/2018/06/miguel-angel-hernandez-etnografia.), un magnífico escritor murciano que ha imprimido una gran calidad a la narrativa española actual, con un lenguaje muy depurado y unos planteamientos éticos que no dejan indiferente. Su tercera novela, El dolor de los demás, un auténtico ejercicio de perfección literaria y desnudo del alma del autor, ha cosechado innumerables y muy merecidos premios. Precisamente en ella hay un importante "instante Bartleby" del autor/narrador: cuando tiene posibilidades de conocer los detalles más escabrosos del crimen que pide ser contado en la novela, el autor declina con la expresión que ya conocemos todos: "I would prefer not to".

      No es el único libro en el que Miguel Ángel rinde tributo a Melville en esta forma, ya que en sus dos primeras novelas, Intento de Escapada e Instante de peligro también la usa. ¿Cómo? El lector debe verlo por si mismo, ya que ahora ..."I would prefiere not to".


- FUENTES EN PAPEL:

1.- Melville, H.: Bartleby, el escribiente. Una historia de Wall Street.  Introducción de Vila Matas: "Aguarde, estoy ocupado". Penguin Classics. Penguin Random House Grupo Editorial. S.A.U. Barcelona, 2019.

2.- Laforet, C., Sender,R.J.: Puedo contar contigo. Correspondencia. Colección Austral.Editorial Planeta , S.A. Barcelona 2019 (2003)

3.- Vila Matas, E. Bartleby y compañía. Biblioteca Anagrama. RBA Coleccionables. Barcelona, 2000.

FUENTES ONLINE:

https://es.wikipedia.org/wiki/Enrique_Vila-Matas. Consultado 2 octubre 2019

Ben Florman and Justine Kestler. Litcharts Editors (2019). LitCharts on Bartleby, the Scrivener. Retrieved  September29,2019.

- ENLACES DE ESTE Y OTROS BLOGS RELACIONADOS:

https://anthropotopia.blogspot.com/search?q=typee TYPEE, de Melville,

https://anthropocinema.blogspot.com/search?q=Moby+dick MOBY DICK , de Melville

https://anthropotopia.blogspot.com/search?q=nada NADA, de Laforet




Comentarios

  1. María Lorenzo, que es una lectora siempre muy atenta a las novedades del blog, a la que agradecemos de todo corazón que lea y comente siempre, nos ha dejado este mensaje:
    Felicidades por la entrada, que es muy intereresante (el libro de Vila-Matas es increíble)

    Pues sí, el libro de Vila Matas es un imprescindible. Gracias, María.

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  2. Pues esta es una entrada impresionante. Me sorprende enormemente que Vila Matas no se detuviese más en las Bartlebys. Por lo que he podido comprobar, menciona brevemente a la poeta Marianne Jung, del s.XIX, y a Klara Whoryzek . Me parece incomprensible que silenciase a Laforet, un caso que tenía bien cerca, mucho más conocido e interesante para nosotros, así que enhorabuena a la autora de la entrada por colmar esa laguna.
    Copio las impresionantes reflexiones de Laforet que se recogen en el texto: "Pero, ¿verdad que está Vd de acuerdo, en que lo verdaderamente femenino en la situación humana las mujeres no lo hemos dicho, y cuando lo hemos intentado ha sido con lenguaje prestado, que resultaba falso por muy sinceras que quisiéramos ser?" (p 97).
    En cuanto a Ramón J. Sender, su obra tiene más sustancia antropológica de lo que parece a primera vista. A mí me encantó La tesis de Nancy, la historia de esa ingenua norteamericana que viene a estudiar la ideosincrasia española y que es el espejo perfecto para vernos reflejados desde fuera y desde lejos, con la lente antropológica del extrañamiento. A lo mejor si Carmen le hubiese hecho caso y hubiese viajado a USA, se habría abierto la espita de su escritura infinita otra vez. Nunca lo sabremos. Pues nada, las autoras de Tinieblas en el corazón tenemos mucho, y sobre cosas muy interesantes, que escribir, así que no podemos permitirnos ser Bartlebys. Al menos no de momento...

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  3. Por cierto, sobre la inolvidable portada del libro de Vila Matas, hay un detalle antropológico total. Se trata de una fotografía de Westerwald, de 1912. Tuvimos la suerte de ver una exposición de su obra en el Palau de la Virreina de Barcelona y nos pareció interesantísima. Lo curioso es que pretendía hacer un gran fresco de las profesiones y los grupos humanos en Alemania,en su época y lo hizo en un período bastante prolongado. La foto del libro se llama "Jóvenes campesinos". A Vila Matas le gusta mucho este fotógrafo porque repitió en El mal de Montano. Pues Westerwld, otra figura a estudiar.

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  4. Muchas gragrac a María por leer y comentar

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  5. Bartleby es una gran obra, la parálisis es su dimensión dominante, pero no la única... Te felicito, por tu brillante análisis. Comparto el fundamento de mi comentario. https://carlosvaldesmartin.blogspot.com/2015/01/resumen-y-analisis-de-bartleby-el.html

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