PSICOPOMPOS. LOS QUE GUÍAN LAS ALMAS

Por José Losada

Joahim Patinir: El paso de la laguna Estigia. Museo del Prado

Recuerdo mi primer día de colegio. Mi madre me acompañó hasta un monumento del siglo XVII, entregó unas fotografías tamaño carnet a un profesor que estaba en la puerta y me despidió. También me acuerdo del último, casi una década después. Ayudé a un compañero a llevar el equipaje hasta la parada del coche de línea de Lugo y nos despedimos; nunca lo he vuelto a ver. Para entonces me movía por aquel gran edificio lleno de historia y de obras de arte como si de mi casa se tratase. Sin embargo, en aquel primer día ya lejano era un mundo lleno de misterios. 


Supongo que a la imaginación le es grato pensar en que alguien conocido y amable nos acompañe en el tránsito hacia lo desconocido. Por ejemplo, en nuestro paso hacia el otro mundo, a lo que nos espera después de la muerte. Solo así se explica que personajes con esa función aparezcan en muchas culturas a lo largo de los siglos, con nombres distintos y adoptando formas muy variadas, pero siempre con el matiz de tratarse de seres que acompañan a las personas sin juzgarlas. Son los llamados psicopompos, el acompañante en el tránsito entre la vida y el más allá. En mi opinión tienen como rasgo común la circunstancia de que no propician ni provocan el “exitus”, sino que se limitan a escoltar a quien abandona el mundo de los vivos, permitiéndole que se enfrente a ese inevitable desenlace de manera más serena.
La palabra “psicopompo” es de origen griego y puede  traducirse como “guía de las almas”. En unos casos se trata de representaciones antropomórficas y en otros adoptan la forma de animales: perros, chacales, lobos, monos, caballos, toros, vacas, ciervos, ballenas, delfines, búhos, lechuzas, cuervos, tiburones … 


Nos ocuparemos en primer lugar de Anubis, el dios-chacal de la mitología egipcia, cuya misión era acompañar a las almas de los difuntos ante Osiris para que su corazón fuese pesado.  Una función similar se atribuía a la diosa Hathor, protectora de los amantes; ayudaba a las mujeres a dar a luz, recibía a las almas en el inframundo y les daba de comer y de beber.
 En la mitología de Mesopotamia, Namtar, un dios por otra parte horroroso y responsable de las enfermedades, fue enviado a un banquete por la reina Ereshkigal como representante del inframundo.
Babalú Ayé es el orisha de las pestes y de la miseria; lo veneran en Nigeria, aunque su culto proviene de Dahomey (Benim). Entre otras características es el responsable de la selección de los muertos.


En las sociedades tribales del mundo entero  existen expertos en la exploración del mundo invisible del espíritu, reconocidos como tales por todo el grupo. Se denominan chamanes, término tomado de los Tunganes de Siberia. Muchos mitos derivan de los viajes del chamán al mundo de los espíritus en el transcurso de los cuales se encuentra y habla con sus habitantes, en muchos casos con forma animal. Vemos, pues, otro ejemplo de la comunicación con el más allá 
Cambiando de época y contexto cultural en este recorrido, que no pretende ser exhaustivo, nos encontramos en la mitología mexica y tolteca con el dios del ocaso con cabeza de perro, Xolotil, acompañante de los muertos en su tránsito al Mictlán o infierno. 


 Tiene un matiz interesante la diosa maya del suicido, Ixtab, protectora y acompañante de los suicidas hacia un paraíso especial.

Cameo de Caronte en Scoop de Woody Allen

En la mitología griega y latina no podían faltar figuras similares. Comenzaremos por Caronte, el barquero encargado de transportar a las almas a través de la laguna Estigia hasta el Hades o mundo de los muertos. En un principio se dijo que se encontraba en la región privada de sol allende del gran río Océano, pero los nuevos descubrimientos determinaron que se situase en el centro de la tierra, comunicado con el mundo de los vivos por cuevas y ríos subterráneos. 


Pero quizá el más conocido psicopompo fue Hermes, “mensajero de la casa de Hades”, tan  veloz como la muerte. En la Ilíada los dioses del sueño y de la muerte dulce (Hypnos y Tanatos) recibieron el encargo de Zeus de transportar el cuerpo de su hijo Sarpedón hasta Licia, para que pudiera recibir de sus familiares la sepultura que merecía, tras haber muerto a manos de Patroclo. 
Es muy interesante, pese a que no coincida exactamente con nuestro tema, el mito de  Orfeo, el músico que consigue que su amada Euridice salga de ese mundo, aunque sea para perderla de nuevo. En el enlace siguiente, encontrará el lector amplia información sobre este personaje
 Damos otro salto y nos situamos en la mitología del norte de Europa. Las Valquirias eran enviadas por Odín para decidir el curso de las batallas y llevar a los nobles muertos al Valhalla, mientras otros iban al Fólkvangr de la diosa Freyja.


Para terminar este recorrido, necesariamente rápido y en el que me habré dejado en el tintero muchos ejemplos que, sin duda, el lector interesado podrá identificar, nos encontramos con la Muerte como personaje que desarrolla esa función de acompañamiento de la que estamos tratando. 



En la cultura anglosajona aparece con el nombre de “Grim Reaper” con una estética que se ha convertido en universal: figura esquelética, largo manto negro, guadaña y reloj de arena. Representaciones similares se observan en otras tradiciones culturales, pero quizá la más sugerente y digna de mención es la “Santa Muerte”, venerada en México, un ejemplo de sincretismo entre las creencias católicas y las de los pueblos indígenas. 


También es interesante la relación con el denominado “Ángel de la Muerte” que con varios nombres aparece en varias ocasiones en el Antiguo y Nuevo Testamento e incluso con uno de los jinetes del Apocalipsis.


Los lectores asiduos de este blog recordarán que el concepto de psicopompo apareció en la entrada dedicada a la prehistoria gallega (“El pueblo y su prehistoria”). Aunque se ha dicho que los petroglifos ocupan un lugar destacado  en el conjunto de señales de identidad del pueblo gallego (Peña Santos), lo cierto es que los libros de historia suelen dedicarles unas escasas líneas llenas de incertidumbres e hipótesis no contrastadas. Se hace referencia a sus posibles relaciones con un sistema religioso que sacralizaba al sol o a los ciervos, a la vinculación con el comercio de los metales y el impacto social que tuvo su aparición en las sociedades primitivas. Se destaca que la zona de mayor abundancia y variedad se sitúa en la zona del Valle del Río Lérez y en los alrededores de las rías de Vigo, Pontevedra y Arousa. Su estudio está en deuda con  Ramón Sobrino Buhigas, fruto de cuyo incansable trabajo de campo es la obra “Corpus petroglyphorum Gallaeciae” de 1.935.


Del estudio sistemático que promovió el autor citado y que fue seguido hasta nuestros días por otros muchos eruditos, se desprende la clasificación de las formas en dos grandes grupos: naturalistas y geométricas (de estos últimas destacan los puntos o cazoletas, que ya conocemos, los laberintos y los diseños circulares o destrogiros). Los primeros son los más peculiares y los que dotan al arte rupestre gallego de mayor importancia. Así nos encontramos con armas, figuras humanas cazando o cabalgando, caballos y unas pocas serpientes, pero, sobre todo, con ciervos. La representación puede ser estática o dinámica y, en este último caso, con nociones de perspectiva. Sus autores debieron dedicar muchas horas a la observación de estos animales porque en los petroglifos no faltan detalles anatómicos y también de comportamiento: se representan con fidelidad la berrea o la huida en tropel de la manada dirigida por el macho dominante, espantada por la irrupción del  ser humano a caballo. 


En cuanto a las interpretaciones que surgen sobre la verdadera funcionalidad de su representación, encontramos una primera que la asocia a la caza, sirviéndose de la premisa de que los actos representados tienen repercusión en el mundo real; otras ahondan más en el terreno de la magia y de los símbolos religiosos y establecen una relación entre la presencia de imágenes de ciervos con  conceptos como la fecundidad, el sol o la muerte, pues son considerados como conductores de las almas de los muertos hacia el otro mundo. Se establece entonces una sugerente relación con las representaciones de círculos o espirales. En unos casos, se trata de la mera proximidad, lo cual da pie a que se aventure que se trata de trampas para capturar a los cérvidos o apriscos para encerrarlos. Pero en otros casos las asociaciones son más estrechas y los animales parecen entrar o salir  de estos diseños circulares. Se ve entonces, una representación del tránsito hacia el mundo subterráneo.

Foto del Dolmen de Vilatán (Lugo) publicada en La Voz de Galicia

Es evidente que todas estas hipótesis que surgen de la ignorancia sobre la verdadera finalidad de estas representaciones; De la Peña Santos data los petroglifos de la provincia de Pontevedra en la Edad del Bronce, entre el segundo y tercer mileno antes de Cristo, una época en la que la modernización de las herramientas trajo consigo un mayor desarrollo económico y la aparición de nuevas clases dominantes. El mismo estudioso distingue entre las representaciones “privadas”, situadas en lugares de escasa visibilidad, y las “públicas”, grabadas en superficies que destacan del entorno inmediato  y que relaciona con la existencia de una élite social que se quería diferenciar del resto de la población. De la misma manera que existe una Capilla Sixtina del arte renacentista, me tomo la libertad de calificar como tal al Parque arqueológico de arte rupestre de Campo Lameiro, cuyo centro de interpretación sirve para adentrar al visitante en el extraordinario mundo de los petroglifos gallegos en un recorrido que difícilmente olvidará.


En “Abejas que viene de la luna” tratamos, sobre todo desde el punto de vista literario, de uno de los elementos más conocidos de la tradición gallega: la Santa Compaña o Compañía, aunque no sea exclusiva de ella la idea de una serie de difuntos que acuden a avisar  de su próxima muerte o para llevarse con ellos a una persona viva.
   Son múltiples los nombres bajo los que es conocida: “estadía”, “enxamio” o “abexón”, “Hoste”, “Estántiga”, “Zarrulada” y “Acompañamento”. Hacen referencia a que la procesión de ánimas aparece en las tradiciones de Galicia, norte de Portugal y Asturias, y también en otros lugares, como Escocia, Gales, Baviera, Suiza…Para Vicente Risco se trata de un fenómeno puramente incardinado en la tradición cristiana.



Como dice la tradición, delante de las ánimas va una persona viva portando una cruz y un caldero de agua bendita, condenada a vagar lo que le reste de vida salvo que consiga entregárselos a otro; se dice que este solamente puede librarse de recibir los indeseados pertrechos si acierta a dibujar un círculo en el suelo e introducirse en él. Pero el imaginario popular apunta otros remedios preventivos de diversa naturaleza, como llevar en el bolsillo cuernos de “vacaloura” (ciervo volante) y ajo. El vivo está obligado  a guardar silencio y no puede mirar atrás (tampoco le resulta necesario, porque percibe el olor de la cera quemada por las velas de los difuntos). La procesión suele transitar por los alrededores de la iglesia, siguiendo el camino de los entierros, pero sin salir de los límites de la parroquia. Puede ir en silencio, o anunciarse mediante el sonido de una campana e incluso acompañada de cantos religiosos o gritos desgarradores. El peligro consiste en encontrarse con ella por la noche y no estar listo para evitar que te encomienden encabezar la procesión.
Me parece importante destacar el hecho de que se recoja en la tradición que los difuntos han de ser los de la parroquia por la que la procesión circule. Este dato da idea de una cierta familiaridad y de que no se contempla a la Santa Compaña como algo ajeno por completo al reino de los vivos, hasta el punto de que se tiene cierta compasión por sus integrantes. En todo caso, su función como vínculo entre los mundos de los vivos y de los muertos es muy clara y por eso merece ser incluida en esta reflexión sobre los psicopompos.



Para terminar, y volviendo a la reflexión con la que la entrada se iniciaba, la conclusión que se extrae después de este recorrido parcial y apresurado,- como cualquier otro que pretenda exponer un rasgo de la conciencia común de la Humanidad-, es que al ser humano le conforta y ayuda pensar que en el momento del tránsito obligatorio hacia lo desconocido no estará solo. Tan simple y a la vez tan razonable. 

Comentarios

  1. "Converso con el hombre que siempre va conmigo. Quien habla solo, espera hablar a Dios un día." Antonio Machado.

    Felicidades por la entrada.

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  2. Tengo entendido que la famosa loba capitolina era, en realidad, una representación etrusca de un animal psicopompo.Por otro lado, hay una figura próxima, la del acompañante de los vivos heroicos en su periplo al inframundo, como Eneas acompañado por la Sibila de Cumas o Dante con Beatrice. Está claro que pensamos, en el imaginario colectivo, que todo contacto con las fuerzas del más allá necesita un o una guía muy cualificados. Enhorabuena por la entrada. Es un tema fascinante.

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  3. Muchas gracias por los comentarios. Como indicaba en la entrada, las referencias a los acompañantes de las almas son casi infinitas, tanto en la historia como en la literatura.Me agrada pensar que su lectura resulta sugerente. Por mi parte, me permito recomendar un relato en el que aparece este tema engarzado en personal estilo de su autor:
    http://eternamentekfk.blogspot.com/2018/10/mors-et-vita.html

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    1. En efecto las almas tienen una composición inmaterial. Ese sería totalmente el tema de la coyuntura con narrativa, el tiempo verbal y la inflexión conjuntiva; la literatura está ligada al tiempo. Las almas no, por lo mismo cualquier intento de explicar su naturaleza sería absurdo. Saludos gratissima lectura. .

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  4. En relación al tema de los psicopompos me parece muy interesante el texto siguiente en un conocido Diálogo de Platón, el Fedon, en el que Sócrates dice: "Y he aquí lo que se cuenta: a cada cual, una vez muerto, le intenta llevar su propio genio (se refiera al daimon), el mismo que le ha tocado en vida, a cierto lugar, donde los que allí han sido reunidos han de someterse a juicio, para emprender después la marcha al Hades en compañía del guía a quien está encomendado el conducir allá a los que llegan de aquí. Y tras de haber obtenido allí lo que debían obtener y cuando han permanecido en el Hades el tiempo debido, de nuevo otro guía les conduce aquí (se refiere a la metempsicosis), una vez transcurridos muchos y largos periodos de tiempo. Y no es ciertamente el camino, como dice el Télefo de Esquilo. Afirma este que es simple el camino que conduce al Hades, pero el tal camino no se me muestra a mi ni simple, ni único, que en tal caso no habría necesidad de guías, pues no lo erraría nadie en ninguna dirección, por no haber más que uno. Antes bien, parece que tiene bifurcaciones y encrucijadas en gran número. Y lo digo tomando como indicios los sacrificios y los cultos de aquí. Así, pues, el alma comedida y sensata le sigue y no desconoce su presente situación, mientras que la que tiene un vehemente apego hacia el cuerpo, como dije anteriormente, y por mucho tiempo ha sentido impulsos hacia este y el lugar visible, tras mucho resistirse y sufrir, a duras penas y a la fuerza se deja conducir por el genio a quien se le ha encomendado esto. Y una vez que llega adonde están las demás, el alma impura...( no encuentra quien quiera) ser ni su compañero de camino ni su guía, sino que anda errante, sumida en la mayor indigencia hasta que pasa cierto tiempo (...) Y al contrario, el alma que ha pasado su vida pura y comedidamente alcanza como compañeros de viaje y guías a los dioses, y habita en el lugar que merece".
    Encarna Lorenzo

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    1. El tema de la resurrección como meta relato divino a través de la comprensión de la naturaleza cósmica que lo rodea; recuerda que el símbolo es en su esencia ontológica un duplicador de la cualidad y de realidad. No de cualidad sustantiva totalmente, pero si de cardinalidad espacial y temporal. El valor es marginal respecto a la verdad pero la significancia de los mitos van mutando en el trasfondo cultural y psíquico de los humanos. Los psicopompo sirven de etiqueta conceptualista-literaria y no tanto filosófica ya que su misma construcción como quiasmo de un meta relato teórico o hermeneuta lograr comprender su fin como una cualidad literaria la del relato; Así como compartir viendo el mundo con la imaginación de Borges y no como uno de Dostoievski. Me encanto todo el texto. .

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  5. En ocasiones el héroe no muere sino que visita en inframundo de manera temporal. En este caso también necesita un guía que le explique el significado de las cosas que va a ver, como por ejemplo Virgilio que es el guía y maestro de Dante en el Infierno.

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  6. Cuántas conexiones encuentro entre este está extraordinaria entrada ( felicidades a su autor) con una novela que leí hace muy poco: " Lincoln en el bardo" de George Saunders. En el cementerio de Georgetown reposan el alma del queridísimo hijo fallecido de Lincoln, ese lugar donde muchos de los fallecidos buscan desesperadamente que alguien los acompañe al lugar que les permita alcanzar la paz y el descansando definitivo. El pequeño " Willi" encontrará esa compañía. Los fantasmas que habitan el bardo lucharán por aquellos deseos que se frustraron, que no cumplieron cuando estaban vivos , pero ahí se entregarán a escapar de esa prisión permanente, de ese espacio liminal y fronterizo para conseguir transitar definitivamente al más Allá y reposar en paz en el cementerio de Oak Hill. Purgar sus penas, borrar los momentos infelices e insatisfechos que habitaron sus vidas. Lincoln , por amor y entrega a su país, " olvidó" prestar más tiempo y atención al hijo que tanto amaba.
    Este niño encontrará su Caronte que se encargará de transportar su alma a través del lago Estigia hasta el Hades, el Mundo de los Muertos.

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  7. Interesante y hermosa entrada! Felicidades a su autor, con esa analepdis, o retrpectiva personal con la que inicia el artículo. Muy bello y metafórico. Siguiendo el hilo de los comentarios, encuentro muchas referencias literarias con la lectura de este texto, y ya sin más, me voy a una de mis últimas novelas: "Lincoln en el Bardo" de George Saunders . El hijo de Lincoln, Willie, que muere con 11 años, y que fallece sin haber recibido las suficientes muestras de amor por parte de su padre , que vive entregado a la lucha y defensa de su País. De ahí que ya en el Bardo (el autor es budista) en ese lugar de transición entre las dos vidas, en ese cementerio de Oak Hill de Georgetown, de esas almas condenadas, que viven prisioneras en ese espacio liminal y fronterizo entre el Más Acá y el Más Allá ,porque en la vida no vieron cumplidos todos sus sueños, sus deseos,,,,y vagan por el cementerio en busca de la Paz definitiva . A Willie, con la ayuda de algunas de las Almas que allí habitan, y tras los posteriores reencuentros con el padre, logrará al fin , lo llevo a nuestra mitología, que Caronte cruce el lago Estigia de su alma infantil y que tanto tiempo atormentó la de su padre, devastado por la culpa y el remordimiento.

    Al tiempo que escribo esto me viene el recuerdo de mi admirado Rulfo, con su cuento " Talpa", con su novela Pedro Páramo, leída tantas veces...", el cuento de J. Cortázar" Cartas de mamá..."
    En fin, que me encantó esta entrada, y que bien que Encarna a vuelto a reeditar!.

    Muchas gracias

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