*NADA*, NOVELA ANTROPOLÓGICA


     Hace unos meses publiqué en este blog un análisis de la novela Nada de Carmen Laforet en el que destacaba sus rasgos como novela feminista, y lo relacionaba con algunos textos de Virginia Wolf. http://anthropotopia.blogspot.com.es/2016/01/nada-de-carmen-laforet-feminismo-y.htm. Fue durante el análisis en profundidad de la novela cuando descubrí que la misma tiene muchos puntos de contacto con la Antropología, sobre todo con la Etnografía y el trabajo de observación y recopilación de datos, si no de una cultura exótica lejana, sí como un acercamiento pionero a la Antropología Urbana, cuyo desarrollo vendrá después de la descolonización. Tampoco se puede desdeñar otro elemento etnográfico claro en la novela: el dios Xochipilli, a quien Román, uno de los personajes principales dedica su música, y de quien tiene un idolillo hecho por él mismo.

1.- ANDREA , MALINOWSKI Y EL MÉTODO ETNOGRÁFICO.-

   Andrea es la protagonista de la novela, una joven de 18 años que llega a Barcelona para estudiar. Residirá en casa de sus parientes, cuyas relaciones son tensas y opresivas, dominadas por el hambre, el deseo de dominio y manipulación, y cuyo trasfondo es la guerra civil y el régimen político que ha acabado con una forma más libre y cómoda de vivir. Andrea pasará todo un año allí, y de esa experiencia dice al final que no se lleva nada. Pero sí se lleva, lo que todo antropólogo que se acerca a conocer otra cultura: una forma diferente de mirar la vida; un cambio propiciado por la cercanía con "los otros".
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     B. Malinowski es el antropólogo más importante en la formación de la disciplina como un campo de estudio científico, más allá del mero relato de costumbres y rituales, y el tratamiento de las sociedades observadas como "salvajes" o "primitivos" propio de los relatos de viajeros y misioneros hasta finales del siglo XIX. En este blog le hemos dedicado varias entradas a este gran antropólogo, destacando su contribución a la Antropología científica por medio del  establecimiento las bases del trabajo de campo ( los enlaces se detallan al final de la entrada, dentro de las "fuentes consultadas"). En su magna obra de 1922, Los Argonautas del Pacífico Occidental,  afirma que :

   (...)"El etnógrafo es, a un tiempo, su propio cronista e historiador; sus fuentes son, sin duda, de fácil accesibilidad pero también resultan sumamente evasivas y complejas, ya que no radican tanto en documentos de tipo estable,materiales, como el comportamiento y los recuerdos de los seres vivientes. "(pg.41)

     Precisamente Andrea refleja en su relato lo que los demás hacen o dicen, en esa Barcelona de posguerra a la que ella ha llegado, desde un pueblo en la novela; desde Canarias, en la realidad de su autora Carmen Laforet. Curiosamente, también Malinowski estuvo una gran temporada en Canarias, acabando de dar forma a su relato etnográfico de las Trobriand (el interesante artículo de Encarna Lorenzo habla de esta estancia  histórica del antropólogo en España: http://anthropotopia.blogspot.com.es/2013/09/malinowski-en-espana-la-revolucion-del.html). En el estudio introductorio de la novela, se destaca que no cuenta nada de lo que la protagonista hace, que solo conocemos de ella algo por lo que otros dicen o hacen, pero casi nunca en primera persona. Este es precisamente el proceder "canónico" del antropólogo profesional, del observador participante tal como lo especifica Malinowski: una persona que no interfiere en lo que sucede a su alrededor sino que, en aras de la objetividad, solamente registra y pocas veces hace comentarios. Por ello, la novela ha sido siempre vista como "insulsa" (los propios censores la dejaron pasar por calificarla de esta forma), ya que no es una autobiografía; pero si la miramos como relato antropológico, vemos que cumple los requisitos. El primero, ya señalado, el del acercamiento como observadora. Pero todavía encontraremos más.

   A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, la Antropología era una disciplina "de salón", donde el antropólogo no convivía con las culturas que se querían estudiar, sino que se nutría de fuentes existentes, como los relatos de viajeros, informes de comerciantes o gobernadores coloniales. Pero en Estados Unidos, a finales del S. XIX se da un giro, un cambio a este enfoque, tal como lo refleja el caso de J.H. Cushing, investigador en primera persona de los indios nativos americanos Pueblo y Zuni ( ver  entrada http://anthropotopia.blogspot.com.es/2013/06/inventando-la-antropologia-frank.html). Y Malinowski será el gran teórico de esta metodología, cuyas reglas son:

1. Ha de ser realizado por un solo investigador.

2.- Ha de ser unitario, ya que la cultura es indivisible.

3.- El investigador debe vivir aproximadamente un año en la comunidad objeto de estudio, que no excederá de 400-500 personas, a las que conocerá personalmente.


  Si nos fijamos en el relato de Andrea, vemos que cumple tales condiciones, ya que sus peripecias - o ausencia de ellas - suceden durante un año, todo el relato está hecho por ella, y la gente con la que se relaciona es una pequeña comunidad, aunque veremos que le permitirá observar y estudiar diferentes hechos sociales. Además, como si de un verdadero antropólogo se tratase, al final de la novela afirma que de Barcelona y su experiencia, "no se ha llevado nada", tal como exige la distancia observadora del profesional de la etnografía.

     2.- LAS OBSERVACIONES DE ANDREA SOBRE LA BARCELONA DE POSGUERRA.LA FAMILIA.-

   Cuando Andrea llega a Barcelona, la ciudad le parece un mundo hermoso, lleno de lugares y situaciones dignos de admirar y de relatar. En la novela, Andrea se nos presenta como una joven a la que le gusta vagabundear por las calles, observar la arquitectura de la ciudad, su belleza, su melancolía y las heridas no cerradas todavía de la guerra, pero no siempre encuentra el significado de los rituales que se dan en ella. En su toma de contacto con el mundo que va a observar, también contará con informantes y facilitadores de su contacto con diferentes esferas de la sociedad y la cultura del momento.

    Su comunidad cercana, su mundo cerrado y propio, es el de la familia y el piso de los abuelos, otrora situado en un barrio nuevo, higiénico y bien construido, la calle Aribau donde se habían instalado los abuelos para comenzar su vida en común. A Andrea le parece ahora una casona tétrica, llena de trastos sin apartar y donde el espacio se había visto reducido tras la guerra y la necesidad de vender parte del mismo para poder sobrevivir. Es significativo que Andrea describiese el cuarto de baño lleno de desconchones y marcas de humedad como un lugar que resumía la locura misma. Esta imagen agobiante y cerrada la plasma Edgar Neville magistralmente en su película homónima de 1947 - con guión de la propia Conchita Montes sobre la novela de Laforet. El director de fotografía, Manuel Berenguer, y el decorador, Sigfrido Burman, seguidores del gran Orson Welles de Ciudadano Kane y El Cuarto Mandamiento, usan recursos similares a estas películas en cuanto a decorados con techos bajos, efectos de iluminación y sombras expresionistas (elcaminodebabel.blogspot.com.es/2015/01/resena-de-nada-edgar-neville-1947.html.).


Su entrada en este mundo vendrá facilitada por su tía Angustias, quien le informará acerca de lo que se espera de ella y las normas de convivencia, así como del sistema de poder de la familia: ella es la guardiana del nombre y de la moral de todo el conjunto decadente; ella es la que la pone en antecedentes de la catadura de cada uno de los personajes que habitan el lugar: la abuela, Juan, Gloria y el niño, Román y la criada.

   Pero Andrea observa enseguida que el verdadero poder no lo detenta Angustias, sino que es Román  quien, desde su situación privilegiada en el piso de arriba, maneja los hilos y las vidas de los de abajo, como si de un dios caprichoso y primitivo se tratase .Y entre ellos ha colocado a su "sacerdotisa", Antonia, la inquietante criada que sólo le obedece a él, como la administradora de los bienes que provienen del "dios" Román: ella es la única que entra en la cocina y maneja lo que allí se come y quién.

     Román es el personaje con más entidad dentro de los descritos por Andrea: desquiciado como todos, pero con un pasado turbio y brillante a la vez: artista de talento para la música y la pintura, pero con la vida rota por la guerra. Su talento musical lo muestra con el piano y el violín, con una composición propia en honor del dios azteca Xochipilli, del que incluso ha modelado un idolillo en barro.

   Xochipilli es el dios precolombino de la música y de las flores - su nombre, etimológicamente, significa "príncipe de las flores"- , de la primavera y la vegetación, que lleva una máscara una pintura facial en la boca la cual representa una mariposa. Este dios está ligado al amor y al sexo, a la procreación, la fertilidad, el placer y la sensualidad. Es también el dios del maíz, la comida y el sustento, en tantas cosas parecido al Dioniso griego. Mientras Román interpreta para Andrea al piano, a ella le parece una música de primavera, de renacimiento de lo vivo, nutritiva; él , sin embargo, le dice que siempre le trae mala suerte, porque el dios es también terrible y está acostumbrado a sacrificios humanos en su honor. El personaje de Román tiene mucho de este dios: es el proveedor de los alimentos de la familia, y los distribuye caprichosamente, y es el que hace que su hermano y su cuñada se enfrenten miserablemente; sabe del poder que ejerce sobre las mujeres, y trata de explotarlo a su favor. Sin embargo, su final será trágico, como el de todos los dioses paganos cuyos cultos quedan subsumidos bajo otros paradigmas dominantes.


   
3.- OBSERVACIONES DE LA CIUDAD, LA UNIVERSIDAD, LA BURGUESÍA.-

    La realidad de la ciudad se le presenta a Andrea desde su misma llegada, en el viaje en taxi desde la estación hasta la calle Aribau, con su ambiente marino y salado, de ciudad de ensanche, con amplias avenidas arboladas. Sus primeras salidas las realiza con Angustias, quien considera la ciudad un peligro continuo para la moralidad de la muchacha. Todas las ciudades portuarias son ciudades abiertas y de costumbres relajadas, fruto del intercambio cultural continuo, y eran vistas desde la moralidad del nacionalcatolicismo como verdaderas Sodomas. Por ello, Angustias previene a Andrea de andar sola por las calles y ciertos barrios. Pero Andrea quiere ver la ciudad por sí misma, pasearla y admirar su belleza, que plasma más bien a través de los árboles, las luces y el mar siempre de fondo, aunque no deja de sentirse admirada por el barrio gótico, la Universidad y Santa María del Mar. También hará una incursión nocturna y peligrosa al barrio chino de la ciudad siguiendo a Juan.

    El mundo universitario de Andrea es solitario hasta que entra en contacto con Ena y Pons, sus dos introductores en el mundo de la burguesía, la holgura económica y la posición social elevada. Ena la llevará al mundo doméstico en el que reina la limpieza y la abundancia de comida, la paz y tranquilidad, tan alejada de su mundo familiar. Ena, además, la irá instruyendo en usos y costumbres nuevos para Andrea, como los paseos en el coche o pasar los domingos de primavera en la playa. Será también quien le haga descubrir los aspectos más ocultos y ruines de su tío Román. Finalmente, será ella quien facilite a Andrea su nueva vida en Madrid, donde podrá seguir sus estudios al tiempo que trabajará para su padre. Andrea, así, podrá seguir siendo una mujer independiente. De todo el mundo que le presenta Ena, Andrea lo registra en su novela, casi sin hacer comentarios, como una verdadera antropóloga que cuenta lo que ve.


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   Pons, el otro compañero de clase le presenta a Andrea un mundo distinto: un mundo masculino, bohemio, despreocupado de la fuente de los ingresos que les permite estar matriculados en la universidad, y ocupado en el arte por el arte. Pons lleva a Andrea al estudio de Guíxols, donde todos estos bohemios de clase alta se reúnen para hablar de poesía, pintura y literatura. El interés por Andrea y permitirle ir hasta allí es su "peculiar" apariencia: morena con los ojos claros " y que nunca te pintas", como le dijo Pons. Es una buena forma de presentar al antropólogo, un personaje casi asexuado, como alguien que deja sus pulsiones fuera o muy dentro para no interferir con los personajes estudiados (Jose Antonio Nieto, en Antropología de la Sexualidad  tiene unos artículos interesantes acerca de la sexualidad - o ausencia de ella - de los antropólogos durante su trabajo de campo). En este mundo entra Andrea en una esfera diferente de Barcelona, visitando la zona antigua y viendo de forma relajada cuáles son los temas de interés de los hombres jóvenes de familia acomodada, que ella refleja en su relato con diálogos detallados y referencias a la comida.

   También será Pons quien le enseñe la cara menos amable de cómo reacciona la clase acomodada de la ciudad ante los recién llegados, y sobre todo, ante los miembros de otra clase social menos favorecida, como ella misma. Cuando Pons la invita a la fiesta de su santo en su casa, Andrea describe el barrio y la casa, el jardín oliendo a nuevo, y la madre de Pons y el resto de señoras, "oliendo demasiado a joyas", el mundo de los trajes nuevos y las conversaciones insustanciales, aunque también las mal intencionadas. Andrea se siente desplazada y se dedica a observar todo lo que pasa a su alrededor, los trajes, los bailes y otra vez la comida, tan recurrente en toda la obra por la época de posguerra y carestía de alimentos para la mayor parte de la población. Por ello, la abundancia de la misma en esta fiesta es casi como el relato del potlatch de los kwakiutl de la Columbia Británica, festines ceremoniales en los que se consumían cantidades ingentes de carne de foca o salmón, pero también se hacían regalos suntuarios, todo con la finalidad de reforzar relaciones jerárquicas entre los grupos. Se puede decir que estas fiestas "de buen tono", en las que se invita a los "iguales" , y que sirven para hacer nuevos negocios o reforzar los existentes, son en muchos aspectos muy similares a las de los kwakiutl. También es aquí donde Andrea sentirá la soledad del antropólogo, tan bien relatada por Malinowski "al ver partir la lancha y quedarse abandonado en una playa", ya que ella no tiene lugar dentro de esta fiesta suntuaria; quien debía facilitarle la entrada a la misma, la madre de Pons, no lo hace tras echar una simple mirada a sus humildes zapatos. Así es el trabajo etnográfico.



   4.- FUENTES CONSULTADAS:

1.- Nada. Carmen Laforet. Colección Austral.

http://elpais.com/diario/2010/05/15/cultura/1273874403_850215.html. Web 28/02/2016
http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/antropologia/musicprec/musicprec7.htm. Web 28/02/201

http://anthropotopia.blogspot.com.es/2013/03/malinowski-y-africa-indirect-rule-y.html
http://anthropotopia.blogspot.com.es/2016/01/antropologia-en-contexto1922-un-ano.html
http://anthropotopia.blogspot.com.es/2013/09/malinowski-en-espana-la-revolucion-del.html

Comentarios

  1. Me han encantado los correlatos tan bien traidos entre "Nada" y el trabajo antropológico. Ciertamente Carmen Laforet enfocó su mirada curiosa a los distintos ambientes sociales de la Barcelona de posguerra con un criterio objetivo, como de entomólogo profesional analizando las distintas clases de especímenes que salían a su paso.Y ese idolillo es una pista excelente como guía de lectura de cuál era su pretensión como autora. Sería fantástico profundizar en la biografía de Laforet para ver si, entre sus lecturas, figuraban libros que la acercasen de alguna manera al trabajo de la antropología.
    Un estudio muy sugerente y que invita a seguir analizando la poliédrica obra de esta autora irrepetible. Enhorabuena.

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