ARTE Y SEXUALIDAD EN LA EDAD MEDIA, LO PROFANO CON LO SAGRADO


                                                                        
Colegiata de San Pedro de Cervatos, Cantabria (s. XII).


En este texto tan interesante y tan bien documentado que nos presenta la autora, la hispanista Caroline Servy-Rouger, vamos a tener ocasión de profundizar en la mentalidad y costumbres medievales, en las costumbres referentes al matrimonio, el amor, el control sexual, y su reflejo en la literatura de la época, todo ello ilustrado con literatura y con el arte erótico románico que nos resulta, a la vez, tan atractivo como desconcertante.

Introducción

 

Las representaciones sexuales en el arte del medievo son numerosas. Aparecieron en el siglo XI en Francia, y se propagaron en Inglaterra, Alemania y por supuesto en España. El románico español y especialmente el erótico, lo podemos encontrar en innumerables iglesias que se hallan principalmente en el sur de Cantabria y norte de las provincias de Palencia y Burgos, siendo el epicentro de este tipo de escultura la célebre Colegiata de Cervatos, junto a Reinosa. Este fenómeno concierne a miles de esculturas. 
Esta iconografía románica llama la atención por su fuerte carga sexual, bien sea de tipo obsceno, con figuras en las que prima la exaltación de lo grotesco y transgresor, o de carácter más contenido, a través de imágenes en las que se ensalza el gesto amoroso: Varones itifálicos (con el falo erecto), mujeres mostrando su vulva, acoplamientos carnales o parejas besándose son algunos ejemplos de este amplio muestrario que encontró un perfecto acomodo en aleros, capiteles e incluso en elementos del mobiliario litúrgico, como pilas bautismales. Su significado puede ser polivalente. Para algunos autores, estos testimonios formaban parte del mecanismo que utilizaba el estamento eclesiástico para guiar a sus fieles por la correcta senda doctrinal, al tiempo que condenaban los pecados de la carne. Sin embargo no parece que esta fuera la única intención y es posible que en algunos casos primara más una carga positiva que negativa en el mensaje que querían transmitir. 

S. Pedro de Cervatos, un muestrario de románico escatológico

Ninguna hipótesis histórica explica verdaderamente la presencia de este erotismo en los edificios religiosos. En cuanto a las imágenes iluminadas de los manuscritos, su presencia es tanto más extraña en cuanto que se sitúan esencialmente en libros sagrados: biblias, misales, devocionarios o salterios, libros de horas. 
Existen dos teorías, una que pretende que es para mostrar lo prohibido, lo que no se debe hacer, otra que considera esta estatuaria como un aporte de lo profano a lo religioso, una alianza de conceptos aunque de naturaleza disparatada. Sin explicación en lo que se refiere a su presencia, intentaré interrogar los usos y costumbres de la sociedad medieval y la postura de la Iglesia. Algunos poemas, serranillas, que nos hablan de un mundo de amor y sexo en la época medieval, para finalmente intentar dar una explicación de la existencia de estas representaciones.

 I- Mentalidad en la Edad Media: sexualidad bajo control de la Iglesia / usos y costumbres

Para entender estas escenas eróticas, hay que acercarse a la mentalidad del hombre medieval sobre sexualidad

1- El sexo bajo control

Para la Iglesia, el amor es agapè no eros. El destino del hombre es unirse a Dios, y la pasión que siente el cuerpo por su sexualidad, una traba para ello. 

Adán y Eva, Tiziano, M. Prado

Los textos cristianos que fundamentan la sexualidad: 
« Y estaban ambos desnudos, el hombre y su mujer, y no se avergonzaban » se puede leer en el Génesis, cuando Dios crea al hombre y a la mujer. Pero el pecado original hace de la relación sexual algo ambiguo. Aunque siga siendo fundamentalmente buena, está “ensuciada” por el pecado original. La interpretación de los textos es que en vez de reunirse los dos con alegría, desea poseer a su alter ego por egoísmo. Dios dijo a la mujer: " Siempre te hará falta un hombre, y él te dominará."
La alteridad y la fecundidad del matrimonio son mencionados en la Biblia: “alégrate con la mujer de tu juventud” (Proverbios 5, 18).
“Como el sol que brilla en lo alto del cielo, así es la mujer hermosa en un hogar bien cuidado” (Eclesiástico, 26, 16). Y Jesús retomando los términos del Génesis, afirma “Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” (Mateo, 19, 6).
Pero san Pablo dice que el matrimonio es algo que, si se puede, se debe evitar porque lo mejor es la abstinencia:
« Bueno le sería al hombre no tocar mujer;  pero a causa de las fornicaciones, que cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido.  El marido cumpla con la mujer el deber conyugal, y asimismo la mujer con el marido. La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer. No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia. Mas esto digo por vía de concesión, no por mandamiento. Quisiera más bien que todos los hombres fuesen como yo; pero cada uno tiene su propio don de Dios, uno a la verdad de un modo, y otro de otro. Digo, pues, a los solteros y a las viudas, que bueno les fuera quedarse como yo; pero si no tienen don de continencia, cásense, pues mejor es casarse que abrasarse” (Corintios, 7). No es una cuestión de sentimientos, ni de pasión. 
En resumen, la sexualidad está permitida en el matrimonio, pero debe ser razonada. Los padres de Iglesia dicen que “el cuerpo corrupto impide la elevación del alma”. El cuerpo tiene necesidades contrarias a las del alma. San Agustín explica la gravedad de la fornicación en un sermón, considerándolo como el peor de los pecados porque el hombre pierde su libertad de pensamiento y de voluntad. Esta alienación es tan grande que si el matrimonio es un bien, no puede depender sólo de la sexualidad. O sea la sexualidad tiene que servir para procrear, pero nada más. Según Agustín hay una razón por la que el matrimonio es bueno, no solo por la procreación, sino por la relación natural que se establece entre los cónyuges. El amor florece siempre en sus corazones, aunque hayan envejecido. El matrimonio no es un mal, pero la abstinencia es preferible.
Cesario, obispo de Arles, influyente en la Iglesia franca (470-543) habla del amor entre hombres, de la homosexualidad que califica de amor ilícito y pide que se busque siempre el amor lícito: el matrimonio es uno de ellos, aunque sea carnal.
Incluso dentro del matrimonio, el amor carnal está muy codificado por la Iglesia, hay prohibiciones que conocemos mejor gracias a los “penitenciales” (catálogos de penitencias): No se puede “amar” antes de cualquier día festivo, en los que se quiere recibir los sacramentos, de septiembre a Pascua hay que abstenerse, cuando la mujer tiene la regla o sea cuando es “impura”…
Diversos autores cristianos señalan que los que se unen carnalmente en ocasiones prohibidas, pueden dar a luz a leprosos, epilépticos, incluso poseídos. 
En cuanto al calendario litúrgico, los esposos deben abstenerse cada domingo, día del Señor. Los sábados porque se prepara el domingo, los viernes por ser día de luto, las “tres cuaresmas”: cuarenta días antes de Navidad, de Pascua y de Pentecostés…
Durante el embarazo, después del parto, durante la lactancia…. Incluso las posturas están vigiladas, algunas son aceptadas, otras no.
Las parejas que respetan las enseñanzas de la Iglesia pueden unirse de unos noventa y uno a noventa y tres días, sin contar los periodos de “impureza” de la mujer.

Santo Tomas de Aquino se expresa al respecto en su Suma Teológica y en el Suplemento. Dice que el matrimonio no consiste solo en una unión carnal sino también en la asociación de un hombre y una mujer que quieren unirse carnalmente. El matrimonio debe ser libremente consentido y no puede existir unión si no es por amor recíproco. “En el matrimonio, la unión de las almas es más importante que la unión de los cuerpos, porque la precede”. El sexo es condenable si es la finalidad de la unión. 
Sea como sea, el amor a Dios es siempre primero, el amor es lícito dentro del matrimonio pero hay que usar de él con moderación, siguiendo los dictámenes reguladores de la Iglesia.
El amor a Dios ocupa el primer puesto frente al amor matrimonial. A la vez la sociedad no tiene en cuenta los sentimientos de los interesados cuando se acuerda celebrar un matrimonio, las motivaciones son de otra índole.

2- La sociedad, el matrimonio y el amor

Isidoro de Sevilla dice que en una mujer un hombre busca la belleza, el nacimiento, las riquezas y la buena honra. Mientras que la mujer debe buscar en el hombre la valentía, el nacimiento, la belleza y la inteligencia. Pero estas consideraciones son ideológicas, en realidad durante toda la Edad Media los matrimonios tienen como objetivo principal el aumentar el poder individual y familiar y estrechar los lazos entre las familias. 

Estrategias matrimoniales


El matrimonio constituye una alianza entre dos familias, más que una unión entre dos personas. Por lo general, no se requiere amor, el objetivo del matrimonio es aumentar las riquezas o el poder de las familias y por supuesto, la procreación de herederos. Las motivaciones son económicas y sociales. Lo deciden, por lo general, los padres de los contrayentes, aunque se pida a veces su parecer al hombre y no a la mujer. Bajo pena de excomunión, los obispos francos declararon que no se podía celebrar un matrimonio sin el consentimiento de los padres.
Un ejemplo de cómo el poder y los asuntos de estado prevalecen frente a cualquier argumento amoroso: Sancho el Mayor, rey de Navarra, quiere casar a su hermana, Urraca, con Alfonso V, rey de León y conde de Castilla, ya que según él, esta unión restablecerá la paz entre los reinos de León y de Navarra, y dará la victoria a los cristianos frente a los musulmanes. Aunque era un matrimonio consanguíneo y el obispo de Pamplona así se lo señalará, el matrimonio tendrá lugar.
Las costumbres, la tradición, tienen más peso que la Iglesia. El padre, y en su ausencia, tíos o  hermanos, preparan el matrimonio de las hijas según los intereses familiares sin tener en cuenta la voluntad de los contrayentes. Todos los hijos, sean hembras o varones, que no han alcanzado la pubertad, son tratados de la misma manera, están bajo el poder de sus familias respectivas. Pero cuando alcanzan la mayoría de edad, la situación es distinta, para las mujeres, el consentimiento paterno es indispensable, para los hombres no, y gozan de mayor libertad. Este consentimiento es un elemento fundamental del sistema matrimonial en la Edad Media. La Iglesia pide el consentimiento de los futuros esposos, pero les recomienda que obtengan el consentimiento paterno, aunque su ausencia no anula el matrimonio. La costumbre es aquí más exigente, lo que provoca a menudo tensiones con el derecho canónico, para el que el matrimonio es un sacramento, mientras que el derecho consuetudinario protege esencialmente los intereses familiares. 
En el caso de personas humildes, como artesanos, también son las familias las que organizan y concluyen el matrimonio, la voluntad de los contrayentes importa poco. 

Evidentemente no se sabe nada de las parejas felices, pero las parejas que no se llevan bien son bastante numerosas, lo que se demuestra por los documentos de separación. En esta época del medievo, de los que poseemos pocos testimonios, los que encontramos son de desamor. Un testimonio como el de Galsvinta, hija de Atanagildo, rey visigodo de Toledo. La casaron con Chilperico de Neustria, rey franco que acabó haciéndola asesinar por uno de sus esclavos. Su hermana Brunilda, casada con el rey de Austrasia, rey franco también y hermano de Chilperico, provocó una guerra entre ambos para vengar a su hermana. 

La sociedad medieval también permite legalmente violencias contra las mujeres. El arzobispo de Reims denuncia la violencia masculina, en el caso del divorcio del emperador germánico Lotario II, que quiere repudiar a su legítima esposa, Theutberga, con la que no tiene descendencia, para casarse con su amante, Waldrada, con la que ya tiene tres hijos. No lo conseguirá, y será excomulgado.  
Este es su testimonio:
"Por tanto, si los hombres no deben mostrar amargura a sus esposas, cuánto menos deben ser salvajes, crueles, sanguinarios, sin respetar para ellos ninguna ley, ninguna razón, ninguna justicia sino que incluso respecto de los esclavos deben defender la religión cristiana. Por el contrario, en cuanto les apetece, en los transportes de la excitación y la furia impía, los mandan a masacrar como si de una carnicería se tratara y dan la orden de inmolarlos bajo las cuchillas de sus cocineros. cerdos, o incluso matarlos con la mano o la espada... Al criterio de su envidia, los hacen desaparecer para siempre, se contaminan criminalmente con su sangre mientras que en un caso así hubiera lo más justo sería esperar al resultado de un juicio conforme a la ley, ya que es más fácil que la violencia del marido acabe en homicidio. Algunos de ellos son tan feroces que no se encuentra en ellos sentimiento humano sino la crueldad de las bestias. Bajo sospecha de adulterio, sin ley, razón o juicio, bajo la sola influencia de la animosidad y la crueldad, o bien impulsados ​​por el deseo hacia otra esposa o concubina, hacen matar a su esposa".
Los usos y costumbres de la sociedad no protegen a las mujeres. 

La Iglesia sólo admite el amor en el matrimonio, pero pide controlar la relación sexual y los sentimientos son una obligación moral. No existe igualdad entre sexos: la mujer debe amor exclusivo a su marido, mientras que el de éste ha de ser moderado. ¡El amor para la mujer es obedecer!
Los seglares, al menos los que pertenecen a categorías sociales elevadas, ven ante todo en el matrimonio una unión entre dos familias. La moralidad que exige la sociedad al hombre es laxa, mientras que para la mujer es rigurosa.

3- La sexualidad en la literatura medieval 

Los cantos del Amor Cortés aparecen en el sur de Francia en el siglo XII y de aquí se extienden por escrito por los trovadores a los demás países de Europa: España, Inglaterra, Alemania, Sicilia, Portugal, Hungría. 
En España específicamente, en el siglo XII, surge una literatura en lengua vulgar aunque la más temprana era oral. Consistía en cantos épicos y líricos cantados o declamados a cargo de los juglares en las ferias para diversión. 


Pero las historias de amor obsceno, erótico, las encontramos más adelante en la literatura, en autores como Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, las coplas de Mingo Revulgo de un anónimo, Juan del Encina, el Marqués de Santillana en serranillas, poesía pastoril, testimonios de la libertad de costumbres de la época… 
En esta serranilla, el Arcipreste nos cuenta una historia sobre su encuentro con la Serrana del puerto de Malangosto que aparece marcado por una carga sexual:

Pasando yo una mañana
el puerto de Malangosto
asaltóme una serrana
tan pronto asomé mi rostro.
-“Desgraciado, ¿dónde andas?
¿Qué buscas o qué demandas
por aqueste puerto angosto?”

Contesté yo a sus preguntas:
-“Me voy para Sotos Albos”
Dijo: -“¡El pecado barruntas
con esos aires tan bravos!
Por aquesta encrucijada
que yo tengo bien guardada,
no pasan los hombres salvos.”

Plantóseme en el sendero
la sarnosa, ruin y fea,
dijo: -“¡Por mi fe, escudero!
aquí me estaré yo queda;
hasta que algo me prometas,
por mucho que tú arremetas,
no pasarás la vereda.”

Díjele: -“¡Por Dios, vaquera,
no me estorbes la jornada!
deja libre la carrera;
para ti no traje nada.”
Me repuso: -“Entonces torna,
por Somosierra trastorna,
que aquí no tendrás posada.”

Y la Chata endiablada,
¡que San Julián la confunda!
arrojóme la cayada
y, volteando su honda,
dijo afinando el pedrero:
-“¡Por el Padre verdadero,
tú me pagas hoy la ronda!”

Nieve había, granizaba,
hablóme la Chata luego
y hablando me amenazaba:
-“¡Paga o ya verás el juego!”
Dije yo:-“¡Por Dios, hermosa,
deciros quiero una cosa,
pero sea junto al fuego!”

-“Yo te llevaré a mi casa
y te mostraré el camino,
encenderé fuego y brasa
y te daré pan y vino.
Pero ¡a fe!, promete algo
y te tendré por hidalgo.
¡Buena mañana te vino!”

Yo, con miedo y arrecido,
le prometí un garnacha
y ofrecí, para el vestido,
un prendedor y una plancha.
Dijo: -“Yo doy más, amigo.
¡Anda acá, vente conmigo,
no tengas miedo a la escarcha!”.

Cogióme fuerte la mano
y en su pescuezo la puso,
como algún zurrón liviano
llevóme la cuesta ayuso.
-“¡Desgraciado!, no te espantes,
que bien te daré que yantes
como es en la tierra uso.”

Me hizo entrar mucha aína
en su venta, con enhoto;
y me dio hoguera de encina,
mucho conejo de Soto,
buenas perdices asadas,
hogazas mal amasadas
y buena carne de choto.

De vino bueno un cuartero,
manteca de vacas, mucha,
mucho queso de ahumadero,
leche, natas y una trucha;
después me dijo: -“¡Hadeduro!,
comamos de este pan duro,
luego haremos una lucha.”

Cuando el tiempo fue pasando,
fuime desentumeciendo;
como me iba calentando
así me iba sonriendo.
Observóme la pastora;
dijo: –“Compañero, ahora
creo que voy entendiendo”.

La vaqueriza, traviesa,
dijo: “Luchemos -un rato,
levántate ya, de priesa;
quítate de encima el hato”.
Por la muñeca me priso,
tuve que hacer cuanto quiso,
¡creo que me fue barato!

Ya entrado el siglo XV, tenemos varias serranillas del marqués de Santillana que terminan con un encuentro sexual entre el caballero y la pastora. En tales encuentros el vocabulario tiende a subrayar la naturaleza física de la situación: Serranilla IV “La mozuela de Bores”:

Mozuela de Bores,

allá do la Lama,

pusom'en amores.

Cuidé qu' olvidado

amor me tenía,

como quien s' havía

grand tiempo dexado

de tales dolores

que más que la llama

queman amadores.

Mas vi la fermosa

de buen continente,

la cara placiente,

fresca como rosa,

de tales colores

cual nunca vi dama,

nin otra, señores.

Por lo cual: «señora»

le dixe, «en verdad

la vuestra beldad

saldrá desd' agora

dentr, estos alcores,

pues meresce fama

de grandes loores».

Dixo:«cavallero,

tiradvos afuera:

dexad la vaquera

passar al otero;

ca dos labradores

me piden de Frama,

entrambos pastores».

«Señora, pastor

seré si queredes:

mandarme podédes,

como á servidor;

mayores dulçores

será á mí la brama

que oyr ruyseñores.»

Asy concluymos

el nuestro proçesso

sin facer exçesso

é nos avenimos.

É fueron las flores

de cabe Espinama

los encobridores.


También aparecen casos de amores ilícitos, como es el caso de la homosexualidad. La figura del pastor es muy rara en la poesía de los siglos XIV y XV: desde luego, mucho más que la de su homólogo femenino. Aun así, ya desde sus primeras apariciones, el pastor poético queda definido por su desenfrenada actividad sexual. Hacia los años 1460-1470, de autor anónimo, aunque glosadas por Hernando del Pulgar, aparecen las Coplas de Mingo Revulgo, que atribuyen al pastor Candaulo una sospechosa inclinación por los mozalvillos y aunque es cierto que Candaulo funciona aquí como alter ego de Enrique IV, es muy probable que sus excesos no sean solo los del monarca, sino también los característicos de un pastor típico.
Algo después, en la obra lírica de Juan del Encina, las referencias explícitas de tipo sexual no son demasiado frecuentes. No faltan, sin embargo, algunos ejemplos, como el de «Pedro, bien te quiero» (Encina, 172), en cuyos versos, el pastor protagonista se vanagloria de sus éxitos sexuales:
— A la fe, nuestr’ ama,
ya suena mi fama, 
 aun pues en la cama 
soy muy más artero.

II- La representación erótica en el medievo: una expresión popular, mezcla de sagrado y profano 

El arte profano convive con el religioso aunque no se mezclen. Lo podemos constatar en capiteles, metopas, canecillos…. 
El románico español y especialmente el erótico, lo podemos encontrar en innumerables iglesias que se hallan principalmente en el sur de Cantabria y norte de las provincias de Palencia y Burgos, siendo el epicentro de este tipo de escultura la célebre Colegiata de Cervatos, junto a Reinosa

S. Pedro de Villanueva, Asturias. Escena de beso.

Al final del siglo XI, en Europa los canteros románicos van de obra en obra, siguiendo el sendero que les marcan los encargos. Por lo general eran los seglares quienes elegían la decoración de las iglesias, no el clero. A través de las hermandades o gremios, los seglares podían defender los intereses de su comunidad parroquial. Estas organizaciones aparecieron en la Europa medieval alrededor del año 1000 cerca de pueblos o iglesias.

A la vez que la salvación se vuelve un asunto individual –no sólo de las órdenes monacales-, los fieles participan cada vez más en la vida religiosa. Hay un fervor popular, buena parte de la población se reúne para realizar obras caritativas, de misericordia, pero también para la construcción y mantenimiento de una iglesia. La financiación de una iglesia incumbía al clero, pero también podía ser financiado por el señorío local o por el pueblo que cubría algunos gastos de construcción. Para que un proyecto de construcción tuviera lugar, era necesario una solidaridad entre los diferentes grupos sociales. 
Se considera demasiado a menudo al Medievo como una época de conflictos permanentes entre los campesinos y el señor y la Iglesia, a cuya autoridad estaban sometidos, pero había momentos de solidaridad y de ayuda mutua. 
Por lo general, de lo sagrado se encargaba el clero, pero del resto no, o al menos no siempre.

Hasta el siglo XIII, la población medieval es analfabeta, tanto los campesinos, los nobles, como el bajo clero. Este analfabetismo es algo habitual. El hecho de no saber ni leer ni escribir, no impide hablar, oír; la sociedad medieval es una sociedad de transmisión oral. Para que los fieles conocieran la historia sagrada, estaban los sermones. Además, cuando iban a la iglesia, se ponían al corriente de todos los asuntos locales: días de fiesta, bodas, entierros así como de todos los asuntos que las autoridades pedían difundir. Para que el mensaje evangélico pudiera ser entendido, la Iglesia tuvo que adaptarse a los folclores locales- la Fiesta del Asno (25 de diciembre), San Esteban (26 de Dic.), San Juan Evangelista (27 de Dic.), los santos Inocentes (28 de Dic.), San Silvestre (31 de Dic.), la Circuncisión (1 de enero), Epifanía o Reyes (6 de enero), 12 días que unen el año viejo al nuevo, a las lenguas locales y a explicar llanamente los escritos cultos que estaban en latín. 

Por otro lado, el arte del medievo no servía sólo para la enseñanza de una población analfabeta. Las esculturas, pinturas, vidrieras de las iglesias románicas y catedrales góticas no habían sido construidas todas con ese único objetivo, aunque podían cumplirlo. El arte románico sirve para ilustrar la trascendencia.
Se puede pensar que las esculturas que existen en las iglesias románicas son entonces una expresión popular, que evoca las tradiciones locales, y con ello, esculturas a carácter erótico.

2-La época románica es una época de “invasión” de la imagen. 

El cristianismo en Occidente se expande a partir de Roma, una civilización donde la imagen era importante. Pero sus raíces son judaicas, religión que las condena, por su poder de idolatría. De ahí que el clero no se fiara de las representaciones, por miedo a que se adorara lo que no se debía. El papa San Gregorio I Magno ( 540-604) justificará la presencia de imágenes en las iglesias a las que reconoce un papel didáctico, nemotécnico y emocional. Gracias a ellas se puede enseñar a los pueblos, a amar a Dios, las Sagradas escrituras, catequizándolos. Era el inicio de la famosa “querella iconoclasta”. En el año 730, el emperador bizantino León III el Isáurico prohibió la representación divina. Culto que restablecerá la emperatriz Irene, como regente, aprovechando el 2º Concilio de Nicea en 787 para restablecer la devoción a las imágenes. La querella perdurará durante años en Bizancio, pero en Occidente la devoción a las imágenes quedará definitivamente establecida. Gregorio Magno hizo saber a uno de sus obispos, que había destruido todas las estatuas de santos en su iglesia para que los fieles no pudieran “adorarlas”: “las catedrales deben ser como biblias para los analfabetos” (…) “Está bien que no permitieras adorarlas pero de ahí a destruirlas, esto no lo aprobamos, (…) una cosa es reprobar lo que no se debe adorar, otra es impedir enseñar mediante una imagen, lo que se debe adorar. Ya que lo que procura el escrito a las personas que leen, la pintura, al mirar, debe procurarlo a los que no leen”.
A partir del 2° Concilio de Nicea, en el s. VIII, la cristiandad justifica la devoción de lo sagrado por la imagen, por la Encarnación, sobre todo en Occidente. El conflicto en la Iglesia Oriental fue más duro, lo que provocó el éxodo de numerosos artistas a Occidente, donde exportarían su arte, y serían decisivos en la génesis del arte románico. Aunque importante para entender el origen de las imágenes en las iglesias, esta discusión pertenece al alto medioevo. 


Tímpano del Pórtico de la Gloria. Santiago de Compostela. En el centro Cristo en Majestad con los brazos abiertos, mostrando sus llagas, y rodeado de S. Marcos (león), S. Mateo (caja de impuestos, alusión a su condición de publicano), S. Lucas (toro) y San Juan (águila). En el lado de nuestra izquierda y en parte superior se representa al pueblo de Israel y en el de nuestra derecha el pueblo elegido. En la parte inferior  ángeles con los  símbolos de la pasión : la cruz , la corona de espinas,  los clavos y la lanza…

A partir del siglo X y XI, Europa se cubre de iglesias, conventos, capillas y más original todavía, la iconografía: esculturas, pinturas y diversos objetos de culto sale al exterior.  El siglo XI es el siglo del esplendor de las imágenes. Dos acontecimientos explican la importancia de las artes visuales en el Occidente medieval: el primero es que Dios se había encarnado, y por lo tanto, si Jesús Cristo tiene cuerpo humano, es posible representarlo. 
El segundo relato es el libro de Génesis 1, 26: “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza ». El arte se convierte en un vínculo esencial con lo sagrado. Esta propagación del arte del medievo no tiene comparación con ninguna otra época de la historia del arte mundial, considerado desde sus orígenes. El cristianismo promulgó las imágenes y el arte contemporáneo es el heredero directo de este cristianismo de la Edad Media. 

3-Libertad de creación a pesar de las reglas


Las reglas existentes para representar las escenas religiosas no impidieron cierta libertad, con lo que se crearon multitud de formas y motivos. Una vida aparece a través de las escenas religiosas, los bestiarios, pórticos esculpidos, las vidrieras…
Las iglesias son, además de lugares de culto, lugares de vida, en los que se obtienen las informaciones del lugar, sean ciudades o pueblos: matrimonios, nacimientos, muertes, fiestas y demás informaciones…  por esta razón el arte va a ser una mezcla de arte popular y religioso. De ahí que estas imágenes de sexualidad y erotismo, sean una expresión de lo popular, en el arte románico. 

III- Sexualidad y arte románico 


El diccionario de la Real Academia de la Lengua ofrece dos definiciones diferentes del término sexualidad. Por un lado, es entendida como el “conjunto de condiciones anatómicas y fisiológicas que caracterizan a cada sexo”. Por otro lado, se entiende también como sinónimo del “apetito sexual, propensión al placer carnal”.
Ese apetito sexual y ese placer carnal, experiencias vitales fundamentales para el ser humano desde su aparición sobre la faz de la tierra, han sido motivo también de reflexión y pensamiento a lo largo de la historia. Culturas y civilizaciones en todos los periodos históricos y en todos los contextos geográficos han desarrollado, paralelamente a las propias experiencias reales, un pensamiento concreto sobre ellas. En él ha destacado sin duda el conjunto de acciones, emociones y sentimientos relacionados con ellas, tanto los de carácter positivo como negativo, ya que la actividad sexual puede estar motivada o tener consecuencias de ambas condiciones. Sentimientos contradictorios como el amor y el odio.
La iconografía románica no huye de la desnudez. En un amplio conjunto de contextos, ciertamente enfatiza la plasmación de los órganos genitales, tanto el masculino como el femenino. Así, pueden rastrearse en todo el románico europeo representaciones de lo que se ha dado en calificar como “exhibicionistas” de ambos sexos, que muestran explícitamente sus órganos sexuales, en muchos casos de gran tamaño y unas proporciones claramente desiguales con el resto del cuerpo. Es frecuente, además, que las figuras sean representadas tocando su sexo. Es el caso, por ejemplo, de las conocidas Sheela Na Gig, personajes femeninos, de pie, con las piernas abiertas enseñando su sexo, al que se llevan ambas manos y estiran sus extremos para abrirlo. Estos personajes femeninos se encuentran principalmente en Inglaterra e Irlanda. Las situaban encima de las puertas de iglesias y abadías, como protectoras del santuario, simbolizando la fecundidad, la apertura misteriosa de donde surge la vidaExisten también numerosas representaciones en las que los personajes, uno masculino, otro femenino, aparecen mostrándose uno al otro sus respectivos órganos o, virados hacia el espectador, levantan sus vestiduras para mostrar su sexo. Y esta conducta muchas veces se acompaña de un conjunto de gestos específicos, como, por ejemplo, estirar los labios o sacar la lengua. Se trata de un lenguaje gestual que enfatiza y subraya la sexualidad de los personajes representados. 

Por otro lado, es preciso resaltar que existe otra serie de conductas gestuales que se pueden relacionar con la representación de la sexualidad entendida en cuanto conjunto de condiciones anatómicas y fisiológicas del ser humano. Huyen de la plasmación explicita de los órganos sexuales pero pueden remitir a ellos y a la sexualidad de forma indirecta. La función de estas esculturas itifálicas, para ciertos historiadores, era la de desvalorizar el cuerpo y por lo tanto su corolario: la sexualidad. Estaban ahí para inspirar repugnancia de la carne ya que el estilo parece repugnante. Lo que nos parece obsceno actualmente, no tenía por qué serlo en el Medievo. Además muchas son las esculturas deformadas por el tiempo, eran entonces formas plenas, alegres, coloreadas. Sin duda algunas estaban destinadas a condenar la lujuria como por ejemplo la representación de una figura femenina desnuda con serpientes mordiéndole los pechos, haciendo referencia al pecado original. 

Catedral de Santiago de Compostela

Pero si todas estas esculturas han sido esculpidas como instrumento visual para condenar la lujuria, entonces nada les obligaba a realizar tantas posturas diferentes. Este conjunto de formas para describir la sexualidad tendería más a ser una expresión para satisfacer los sentidos, más que para condenarlos. De igual manera, si la intención subyacente a su realización fuera una moral inflexible condenando la sexualidad, entonces ¿por qué muchas de ellas están situadas en lo alto de las iglesias, y por consiguiente, difícilmente visibles? ¿Por qué a veces, se encuentran en rincones oscuros de las iglesias donde la luz entra difícilmente, disimuladas a los fieles, incluso a veces totalmente escondidas? La finalidad de estas esculturas no era entonces sólo para prevenir la población contra la lujuria y la concupiscencia.

Podríamos pensar también que estas esculturas son transgresivas, contrarias a la fe. Esta voluntad satírica en contra de una cierta moral establecida, se observa en ciertas imágenes iluminadas de manuscritos o en esculturas, pero son escenas que expresan una libertad de expresión desprovista, por lo general, de toda provocación. Son también imágenes que recuerdan antiguas tradiciones ancestrales paganas que se mezclan con lo cristiano.

Colegiata de San Pedro de Cervatos


Abajo, San Pedro de Tejada. Puente-Arenas, Burgos. Canecillos. Ambos sexos que muestran explícitamente sus órganos sexuales, en muchos casos de gran tamaño y unas proporciones desiguales con el resto del cuerpo.


El arte es subjetivo, estas imágenes esculpidas o pintadas se deben admirar individualmente ya que cada una es específica, particular. Pueden servir solamente para decorar o para moralizar, a veces son sarcásticas, otras elogiosas, folclóricas, sagradas, eróticas… Todas estas interpretaciones son más o menos válidas ya que la piedra es muda. El misterio se quedará para siempre sin resolver, escondido en las mentes de los que las crearon.

3-La Encarnación, para explicar el vínculo entre el cuerpo y el espíritu


Herencia del Cristianismo, nuestro vínculo al cuerpo se encuentra entre el amor y el desamor. Comenzaré con el desamor. El alma y la razón son superiores al cuerpo, que es sólo un instrumento de “pulsiones” a menudo incontrolables, como lo dice San Bernardo: ¿qué hay de extraño si venimos al mundo y salimos de él como los animales? ¿De dónde les viene a los humanos esta brutalidad sino es por su parecido con las bestias, este ardor tan desmesurado por el acto sexual, un dolor tan profundo durante el parto? (San Bernardo, Sermón 82, 5).


Capitel de la Colegiata de San Pedro de Cervatos. Monasterio fundado en 999. Sobre el centenar de modillones que tiene esta iglesia, un tercio de ellos nos muestran parejas enlazadas, numerosas autofelaciones, masturbaciones, sodomía, homosexualidad así como coitos con animales

El hombre en su concepción y nacimiento, su vida y muerte, es comparado a las bestias, se ha vuelto como ellas. Los habitantes del Medievo se sitúan entre el alma inmaterial e inmortal y el cuerpo mortal y material. La carne lleva consigo la imagen futura de su putrefacción, mientras que el espíritu es eterno. La Iglesia, al condenar la lujuria y la fornicación ha condenado al cuerpo, pero no le ha sido fácil… Estochium, una asceta que había pertenecido a la nobleza romana, hacia 354, ocho años después de haberse instalado en el desierto sirio, contaba que a veces su imaginación se perdía en inquietudes que no eran espirituales, para escapar a la inmensidad del desierto: “No me cansaba de situarme en espíritu entre las nobles damas romanas”. Los ascetas perciben el cuerpo como un peso que impide al alma unirse a Dios, por eso surge el ayuno, los alimentos prohibidos, las mortificaciones que lo pueden aligerar. Los primeros ascetas cristianos, en Siria por ejemplo, huían de su condición humana, renunciaban a la palabra, a la compañía de los demás humanos, al trabajo, al alimento, a la sexualidad, a todas las cosas normales de la vida de aquí abajo. Se pusieron al margen de la humanidad para volverse puros espíritus. 
En numerosas religiones del mundo, la transformación, la mortificación del cuerpo es una manera de acercarse a Dios. El ser humano se somete a penas físicas para hallar la santidad o para que un proyecto salga bien: por ejemplo la circuncisión para la procreación, ciertas tribus de indios se someten a suplicios el día antes de una batalla.
Sea como sea, la moral represiva no es un invento del cristianismo, aparece en la Antigüedad tardía. Siempre se ha tenido la visión de que existían, por un lado las costumbres liberales romanas, y por otro, la austeridad cristiana, pero eso no es así. Al final de la República, entre el siglo I antes de Cristo y el siglo I de nuestra era, la sexualidad entre la élites romanas era muy libre, las rupturas matrimoniales numerosas.


Arriba, capitel de la Colegiata de Santa Juliana de Santillana del Mar (Cantabria), capitel en el arco triunfal del ábside sur. Se trata de una escena de coito con unas expresiones faciales que reflejan emociones sexuales: actividad sexual, deseo y apetito carnal.

La represión sexual aparece a final de la Antigüedad romana bajo el reinado del emperador Marco Aurelio entre 180 y 200. Este, amante del estoicismo y del ascetismo, se pronunció por la razón contra la pasión. 200 años después de Jesucristo, Roma se vuelve más centralizadora y autoritaria, la aristocracia romana tiene que vivir más recatadamente. El emperador les impuso una moral rigorista, intransigente. Por primera vez, se prohibirá la homosexualidad en el Imperio Romano ya que la finalidad de la sexualidad es la procreación. La moralidad sexual del paganismo tardío era idéntica al de los primeros cristianos.
Al principio de la era cristiana, los padres de la Iglesia se basarán en la filosofía platónica en la que lo espiritual es superior a lo carnal. La sexualidad será considerada incompatible con la búsqueda de la sabiduría ya que implica pasión, que es incontrolable e instintiva. Como lo sugiere san Agustín, la sexualidad sería ideal si fuera controlable: “sin embargo, no sería increíble pensar que, sin el vergonzoso impulso sexual, este miembro del cuerpo, podía haber obedecido a la voluntad, como lo hacen los demás miembros. ¿No movemos nuestras manos y nuestros pies como queremos, para realizar actos que les son propios?”. Para el dominico Alberto Magno, que también fue teólogo, filósofo, naturalista y químico, a principios del s. XIII, la sexualidad era parte de la creación divina. Según él, el deseo sexual existía en el Edén antes de la caída, pero el espíritu podía entonces controlar sus impulsos.


Arriba, modillón de la iglesia de Fuentidueña, S. XII. Escena de coito con un clérigo.

Guillaume de Conche, filósofo francés del s. XII, nos dice que “Nada de lo natural, puede ser vergonzoso ya que es una gracia de la Creación. Solo los hipócritas ignoran este aspecto”
Hay dos nociones bien definidas, por una parte el alma y por otra el cuerpo. Pero la Iglesia busca la unidad, el cuerpo es el receptáculo necesario del espíritu. El cristianismo opera una revolución en la historia de las creencias por la Encarnación de Cristo : el espíritu divino inmortal se ha hecho hombre con cuerpo mortal. Si nuestros cuerpos mortales resucitarán para siempre al igual que el cuerpo de Cristo, el cuerpo es bueno, respetable. 

Canecillos de la iglesia de San Cornelio y San Cipriano de Revilla de Santullán (Palencia). 
3. El arte "encarnado"                                                                      Para el hombre del medievo, el arte llega a él como una epifanía. La idea es que el que lo contempla percibe una presencia particular de la estatuaria, es la manifestación de una realidad escondida. Todas las esculturas de piedra del Medievo, ya sea en el interior como en el exterior de una iglesia, están pintadas con colores vivos y eso debía tener un aspecto prodigioso. Sin embargo, no era el caso de todas ellas, ya que no tenían por qué ser visibles a toda costa, como debe serlo una publicidad actualmente. Algunas estatuas se vislumbran, pero otras ni tan siquiera se ven, como los modillones y capiteles, esculturas con expresiones desmesuradas, situadas en lo alto de la iglesia o en un lugar recóndito que sólo descubren, sorprendidos, los artesanos que renuevan una parte del edificio. 
El arte del Medievo es un arte de lo encarnado y de la devoción. Por ejemplo; la invocación de los santos contra la esterilidad es algo corriente, aporte de otras tradiciones anteriores. En la imagen contigua, c
anecillo de la colegiata de San Martín de Elines, Cantabria. Hombre mostrando los atributos de la virilidad y capacidad procreadora que podía ser destinada a reforzar la sexualidad masculina. En el apartado sobre la devoción a la sexualidad, la presencia de esculturas fálicas en la Edad Media demuestran una permanencia del culto al dios menor griego de la fertilidad: Príapo, modificado por los usos y costumbre medievales. Príapo era hijo de Afrodita, diosa del amor y de Dioniso, dios del vino y del placer. Nació con los órganos genitales imponentes, como una garantía de la fertilidad de los hombres y de la tierra. Durante las fiestas que le estaban dedicadas, regalaban al dios un pequeño pene como exvoto, y después los devotos besaban solemnemente el falo consagrado. Los eclesiásticos de la Edad media utilizaban también estas creencias sobre fertilidad. Podemos decir que la relación al amor carnal en la Edad media es ambiguo. Por un lado, el ascetismo que considera al cuerpo como un obstáculo a lo espiritual, por otro, el cuerpo es portador del espíritu. Este es el concepto que ha permitido a la estatuaria románica expresar todo su sentido de arte encarnado. 
Sequera del Fresno (Segovia). Se trata de un clérigo exhibicionista, la reputación moral de estos tal vez no fuera del todo íntegra. Sabio y popular, el arte románico llega a todas las clases sociales de las más populares a las más elevadas. Uno se puede imaginar que este carácter universal es el que le ha permitido la libertad que se muestra en las esculturas e imágenes. Aunque sus figuras nos parezcan excesivas, no pretenden ser irrespetuosas, ni transgresivas respecto al orden establecido, son la expresión de la época en las que fueron realizadas. Esculpidas para la eternidad, su presencia va dirigida ante todo a Dios. Simbólicas, la interpretación que se puede hacer de ellas es múltiple, pueden satisfacer tanto a burlones como a los que las veían como atributos de fertilidad o de lujuria. Si la sociedad tenía una jerarquía bien establecida, dejaba cierta libertad: los monjes eran a veces trovadores y los guerreros, mecenas... Un mundo vivo en el que la imagen del cuerpo en su desnudez total, es tan realista que está desprovisto de todo pudor, y encuentra su lugar en los muros interiores y exteriores de una iglesia. 
Santa María de Piasca, Cantabria, portada meridional. “La despedida de la dama y el caballero”.  Pareja que se funde en un cálido abrazo al tiempo que se besa, para enfatizar la representación del cariño, amor, deseo o apetito sexual. Puede plasmar un pasaje bíblico  como un contexto profano.

 

Conclusión


Estos eróticos, divertidos y a veces grotescos personajes que admiramos sorprendidos, boquiabiertos, en las iglesias, son una representación de la sociedad del románico, una sociedad en la que se entremezclan sin trabas, lo profano y lo religioso. 
Que el objetivo de estas esculturas sexuales fueran la trascendencia, la enseñanza de lo que no se debe o se puede hacer, o sea un aspecto moralizador como lo enseña la Iglesia, este arte lleva consigo una mentalidad que se nos escapa, y las piedras no hablan…, el misterio quedará probablemente sin resolver. 
Partiendo de costumbres sociales y sexuales, de consideraciones literarias: textos sagrados, poemas, he intentado entender algo de lo que nos dicen sobre sexualidad las gentes del medievo, sobre lo que vivían al respecto... 
Lo religioso era algo habitual y central en la sociedad del medievo, cualquiera que fuese el nivel social. Los canteros, los parroquianos, hombres y mujeres, nobles, son seglares simplemente con sus necesidades humanas, entre las cuales se encuentra la sexualidad. La Iglesia establece reglas, que los fieles cumplen como pueden, a trancas y barrancas. Así me explico la existencia de estas figuras, las cuales, aunque grotescas, plasman lo que viven las gentes ¡sencillas o no! Con el Concilio de Trento y la reforma protestante, los artistas tendrán que respetar una serie de normas estéticas para lo religioso, y lo más importante, el arte profano se prohibirá definitivamente en las iglesias. 

El siglo XIX, por su puritanismo, condena todo erotismo espontáneo y va a ser un siglo nefasto para este tipo de representaciones, ya que harán desaparecer muchas de ellas. Un ejemplo de drástica restauración en 1895, es el de la iglesia de San Martín de Frómista, en la que se “renovaron” hasta 86 modillones, muchos trozos de cornisa, 11 capiteles, 46 basas y 12 cimacios…
Aunque sea normal que la ciencia cuestione, personalmente agradeceré al cantero su imaginación y su libertad expresiva.   

San Pedro de Cervatos

                                         
 

Bibliografía 


DE COUPIGNY, Ortaire Amour charnel et dévoration au Moyen-Age, Editions Confidentiel, mai 2016.

ERLANDE-BRANDENBURG, Alain, L’art roman, un défi Européen Editions Découvertes, Gallimard Arts 2005.

HUERTA HUERTA, Pedro Luis, Arte y sexualidad en los siglos del románico: imágenes y contextos, Ediciones Fudacion Santa María la Real del Patrimonio histórico, Aguilar del Campoo, Julio 2018
Para las fotos: ©Fundación Santa María la Real .

MARQUÉS DE SANTILLANA, Poesía Lírica Edición de Miguel Ángel Pérez Prieto,  Ediciones Cátedra Letras Hispanicas, 2008. 

VERDON, Jean, L’amour au Moyen Age la chair, le sexe et le sentiment, París, Editions Perrin, 2006.

VERDON, Jean, Le plaisir au Moyen Age, París, Editions Perrin, 2006.

ARCIPRESTE DE HITA,  Serranillas  http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/serranillas


En Tinieblas en el corazón tenemos la suerte de que Carolina Servy-Rouger nos ha permitido publicar su investigación con el título "Arte y sexualidad en la Edad Media, un Profano con Sagrado", en el Seminario sobre la Edad Media en el Máster seguido en el curso 2018-2019 bajo la dirección de la profesora Dª Hélenè Thieulin-Pardo. Agradecemos à la autora, de todo corazón, la generosidad en compartir sus conocimientos en una materia en la que ya nos hemos interesado en una anteriores publicación de Ángeles Boix, "Sexo, erotismo y ¿pornografía? en relieves románicos". Os dejo también el enlace para los interesados:



Colegiata de San Martín de Elines.

Comentarios

  1. Magnifica entrada ! Felicidades, Encarna. Completo estudio sobre esta cuestión iconográfica del arte románico. Las ilustraciones que acompañan el texto, a la manera de zoom fotográfico, son igualmente estupendas.
    Por alguna parte he leído que las iglesias románicas son libros de imágenes que despliegan sus hojas esculpidas en piedra, que reposan serenas sobre la tierra, con la mirada puesta en el cielo.
    Desconocía que la Iglesia de San Martín de Fromista hubiese sufrido tan drástica restauración, o lo tenía olvidado. Siempre encontré su interior muy esquemático, vacío y sólo la contemplaba con mayor interés desde el exterior. Y desde su última limpieza conservadora, borrada totalmente la pátina del tiempo, para mi ha perdido encanto.
    Mantengo memoria visual de la Colegiata de San Pedro de Cervatos, de la Catedral de Santiago, que puso fin a nuestro Camino. La vida de la ciudad centrificada en ella.

    Esta lectura es una buena guía para enseñarnos a "leer", a lograr una mayor aproximación a su interpretación simbolica, a su riqueza narrativa. Nuestro deseo es llegar siempre un poco más a fondo hacia aquello que nos fascina. Conocer la trascendencia de lo que está más oculto, de lo que puede haber detrás de cada representación, o aquello que pudiendo permanecer en la sombra, se nos revela.

    Extraordinario artículo.
    Un abrazo.







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    1. Muchas gracias por leer y comentar, Carmen. Me alegro de que te haya gustado. Aunque aparezco yo de por medio, solo es en calidad de editora o "presentadora". Es un trabajo de Carolina Servy- Rouger.

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  2. Cierto, debemos agradecer a esta historiadora de Arte el estudio tan específico y concretado en este punto , dentro de las muchas dimensiones simbólicas desde las que los especialista abordan el análisis del arte románico.
    No obstante, el esfuerzo en su resumen y edición es estupendo .
    En youtube me he encontrado con 3 Jornadas dedicadas a las resignificaciones, reinterpretaciones de este arte, celebradas en la Universidad de La Rioja este verano. La ponencia del profedor de la Universidad de León Cesar García Álvarez me ha parecido sumamente interesante. Muy recomendable.

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  3. Un libro importante sobre este fascinante tema es *Arte y sexualidad en los siglos del románico: imágenes y contextos*, obra de varios autores del Centro de Estudios del Románico, patrocinada por el Ayuntamiento de Aguilar de Campoo (2018) y que contiene comentada una iconografía sobresaliente. Me ha parecido tan interesante el artículo, que he invertido un buen rato en retocar el texto: lapsos, puntuación, tildes, espacios... En relación al Císter, el fin'amors y el dualismo ἀγάπη & ἔρως en la Edad Media me permito enlazar al curioso lector esta entrada de nuestros Pueblos y ciudades: https://pueblosyciudades.blogspot.com/2018/10/abadia-cisterciense-de-san-andres.html?view=sidebar

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    1. Muchísimas gracias, José, por leer, comentar y editar, que es una tarea tan penosa como necesaria para que todo quede perfecto. Y mil gracias por ampliar la información. El románico es verdaderamente fascinante.

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  4. Sobre los "pecados de la carne" y sus sanciones, la complexio por sublimación mariana y el sofoco uterino y sus remedios en la baja Edad Media, puede verse mi entrada en el blog Cuerpo y Espíritu: https://esprituycuerpo.blogspot.com/2019/01/medicina-y-teologia-medievales.html#more

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