EL PUEBLO Y SU PREHISTORIA
EL PAISAJE DE LA PREHISTORIA CONVIVE
CON EL DE LA GALICIA ACTUAL CON UNA ARMONÍA QUE LO HACE PASAR DESAPERCIBIDO
(Miguel Anxo Murado).
Por José Losada
En el lugar llamado A Ferrería, de la
Parroquia de San Vicente de Castillón, perteneciente al municipio de Pantón
(Lugo), hay una fuente de aguas sulfurosas. Es inolvidable para el que la
visita por el olor a huevos podridos que desprende. La gente decía que eran muy
buenas para las dolencias del hígado, pero beberlas sin taparse la nariz era
una misión casi imposible. Recuerdo que en la piedra bajo la que manaba el agua
había grabadas dos figuras: una alargada que, según se decía, correspondía a la
huella de una pisada de la Virgen María y
la otra tenía forma de cruz. La última vez que visité ese paraje por
tantos motivos querido para mí no pude encontrar esos grabados, pese a
buscarlos afanosamente. Estoy seguro de que no me traicionó la memoria
(recuerdo precisamente cómo comparaba mi pie con el grabado y llegaba la
conclusión de que la madre de Nuestro Señor debía de ser muy, muy bajita), por
lo que supuse que la erosión o cualquier otra circunstancia asociada al paso
del tiempo habría sido la responsable de la ausencia. Los buscadores de
petroglifos están acostumbrados a estos problemas y por eso se valen de GPS
para fijar con precisión el lugar del descubrimiento. En otras ocasiones, la
respuesta está en la utilización de la piedra para la construcción de obras públicas o privadas,
o, simplemente, el avance de la maleza. No desisto y estoy decidido a volver en otra ocasión
para seguir buscando.
Los petroglifos podomorfos (con forma
de pie) son relativamente frecuentes en Galicia y el norte de Portugal. Su
origen se sitúa en las Edades del Bronce y del Hierro. Precisamente en ésta
última es normal que aparezcan compartiendo
panel con otros diseños: piletas, serpentiformes, herraduras o, como ocurre en
A Ferrería, cruces inscritas. Los estudiosos destacan la predominancia de la
representación del pie izquierdo y la variedad
de formas: pies calzados de diferentes maneras o descalzos, destacando
los dedos. Los más antiguos se sitúan en lugares discretos, mientras que los de
la última Edad citada se emplazan en
lugares destacados desde los que puede dominarse un amplio paisaje. Relacionada
con esto último se formula una sugerente hipótesis según la que se trataría de
lugares de investiduras y juramentos de los jefes. En Escocia e Irlanda hay
noticia de lugares similares en los que los “Señores de las Islas” asumían su poder delante de autoridades
religiosas y otros “chieftains” asentando sus pies sobre grabados similares,
relacionados directamente con los ritos de investidura céltica. Es curioso como
el celtismo, que sirvió de hilo conductor a
quienes, como Manuel Murguía, fueron precursores en el estudio de la historia de Galicia, y que
posteriormente fue tan denostado a favor de la Cultura Castrexa, reaparece
cuando menos se le espera.
Sin abandonar la misma parroquia, cuyo
topónimo nos anuncia la existencia de un lugar fortificado, y antes de llegar a
su parte más elevada, donde se sitúa la iglesia, recogí el comentario acerca de
la existencia de una cueva, tan profunda que si se tiraba una piedra no se
llegaba a escuchar que llegase al fondo. En la memoria popular quedó grabado
que unos jóvenes audaces se descolgaron en su interior y sacaron unos molinos
“do tempo dos mouros”. No recuerdo bien si el lugar se llamaba “A Chaira”. Para
otra ocasión queda un comentario más detenido sobre los mouros, esos seres míticos,
protagonistas de la mayoría de las leyendas gallegas.
Tras la iglesia parroquial, rodeada de
un cementerio que, como le gustaba decir al poeta Manuel María, parece una
huerta bien labrada, se encuentra una finca agrícola con varios árboles cuya
corpulencia denota su antigüedad. Precisamente, al arrancar uno de ellos para aumentar
la superficie cultivable se descubrieron restos en buen estado de una
construcción de la época romana. En ella vi por primera vez el sistema de
calefacción que consiste en elevar el pavimento sobre unos bloques de ladrillo, lo que permitía encender fuego y caldear las
estancias durante el invierno. También había un arco bien conservado y restos
de muros todavía en pie. Por si alguno de los lectores ha abrigado la idea de
aprovechar un futuro viaje por la Ribeira Sacra para visitar estos restos, me
apresuro a avisar de que poco después de mi visita los restos fueron tapados de
nuevo, quizá con la intención de conservarlos o acaso para no perjudicar más la
economía de la familia de campesinos propietaria del terreno. Me consta que
antes de tan drástica decisión el lugar fue visitado por arqueólogos y que se
da noticia de la ubicación de una villa romana en él en el libro “A Cultura
castrexa”, que aparece reseñado en el apéndice bibliográfico. Ya hace tiempo
que no visito el lugar más que por la festividad de los Difuntos, pero siempre me detengo unos instantes a la salida del
cementerio e intento imaginar los días de apogeo de ese lugar, por ejemplo,
durante la vendimia u otras tareas de recolección; el continuo ir y venir de
carros, animales y personas, el bullicio y la calma propia de las noches de
verano, cuando todos los habitantes de esta casa ahora deshabitada descansasen
de las fatigas del duro trabajo.
De la importancia del lugar durante la
dominación romana da idea la noticia de la existencia de una vía que unía
Castillón y Proendos. En el Museo
Provincial de Lugo se conserva un ara encontrada en 1974 cerca de la iglesia
parroquial a la que se ha hecho referencia. Su inscripción reza: “Claudio Gauce
Ascriero, hijo de Verino, dedicó esta altar a los lares viales”. Ha llamado la
atención de los eruditos que los nombres Gauce y Ascrierus son tan originales
que solamente aparecen en esta ocasión en todo el Imperio Romano. Sobre el
segundo, se especula con que fuese un antropónimo indígena. A mi me resulta
sumamente fácil incorporar a este primitivo gallego romanizado a la ensoñación
con la que termina el párrafo anterior.
La mención que se realiza a la
parroquia de Proendos, perteneciente al municipio de Sober, no es, ni mucho
menos, casual porque mis dos abuelas,- Carmen González Montes y Ramona
Fernández Álvarez (a la que ya me refería en la entrada “Medicina Solidaria y
Popular”)-, fueron naturales, respectivamente de estas dos parroquias del sur
de la provincia de Lugo. En ambas existieron castros y asentamientos romanos.
En la segunda se habla de una ciudad enterrada, llamada Proencia, en la que no
faltaban momias, campanas de oro y muchos otros de los ingredientes con los que se nutren las
leyendas. Pero no es ese el motivo del viaje; se trata de continuar visitando petroglifos, esta vez
no tan sencillos como los de A Ferrería. Se trata de espirales, “coviñas” (piletas
hemicilíndricas) y surcos que corresponderían a un período anterior (Edad del
Bronce). Lamentablemente, del día que los visité con mis compañeros y amigos no
conservo recuerdo fotográfico. Afortunadamente, en el siguiente enlace se pueden ver las fotografías que no hice ese
día:
En este caso los petroglifos están
dentro de fincas particulares y la aventura intelectual de acceder a ellos se
mezcla con la posibilidad de ser recibido con cajas destempladas por el dueño.
Pero, lo aseguro, merece la pena.
Antes de que desaparezcan. Este es el
afortunado título de una de las entradas más visitadas de este blog, dedicada
al fotógrafo Jimmy Nelson. Me apropio de la frase para aplicarla a las muestras
del arte rupestre gallego. La inquietud de pensar que, si se deja la visita
para una mejor ocasión, acaso la erosión o cualquier otro de sus enemigos
puedan acabar con ellas, es la que hizo que en las pasadas Navidades y con
temperaturas bajo cero acudiésemos al municipio de O Saviñao, concretamente a
la parroquia de Vilatán, cuyo topónimo nos da noticia de un nombre personal
visigótico, ante el sugestivo anuncio del descubrimiento de un dolmen con petroglifos en la cubierta. Es curiosa la
combinación de muestras de épocas prehistóricas diferentes, porque se supone
que los monumentos megalíticos son anteriores a la edad de los metales; sin
embargo, De la Peña Santos cree que no existió una ruptura entre ambas artes,
basándose en que algunas dataciones de megalitos los sitúan en el inicio de la
segunda. En el recuerdo queda una mañana de invierno fría y luminosa en un
paraje agreste y lleno de encanto en el que uno, de verdad, puede sentirse como
un viajero en el tiempo.
En el siguiente enlace puede comprobarse lo que digo.
Para terminar esta primera etapa de
nuestro particular “iter petroglyphorum” volvemos al municipio de Sober, al
lugar llamado A Tapada, para encontrarnos con un panel en el que se combinan
varias de las formas que hemos ido viendo hasta ahora. En este caso sí realice
una fotografía con el teléfono móvil y gracias a la posibilidad de aumentarla
he creído descubrir un podomorfo dentro de la gran variedad de formas que se
acumulan en este afloramiento pétreo natural tan bien dispuesto para el arte rupestre. Este
mudo testigo de otros tiempos nos habla de un pueblo que quizá sea muy
diferente en creencias religiosas, sistema de vida y costumbres, pero que,
además de compartir el mismo paisaje, seguramente tiene muchas más cosas en
común con nosotros de las que pensamos;
y el hecho de que no sepamos con qué finalidad realizaban grabados en las
piedras no lo cambia. Como dice la canción de Serrat, “puede que a ti te guste
o puede que no, pero el caso es que
tenemos mucho en común”.
En el siguiente enlace se recogen
fotografías de algunos de los lugares citados y de otros que se han quedado
fuera de este viaje.
Aunque se ha dicho que los petroglifos gallegos ocupan un
lugar destacado en el conjunto de
señales de identidad del pueblo gallego (Peña Santos), lo cierto es que los
libros de historia suelen dedicarles unas escasas líneas llenas de
incertidumbres e hipótesis no contrastadas. Se hace referencia a sus posibles
relaciones con un sistema religioso que sacralizaba al sol o a los ciervos, a
la vinculación con el comercio de los metales y el impacto social que tuvo su
aparición en las sociedades primitivas. Se destaca que la zona de mayor
abundancia y variedad se sitúa en la zona del Valle del Río Lérez y en los
alrededores de las rías de Vigo, Pontevedra y Arousa. Su estudio está en deuda
con Ramón Sobrino Buhigas, fruto de cuyo
incansable trabajo de campo es la obra “Corpus petroglyphorum Gallaeciae” de
1.935.
Del estudio sistemático que promovió el autor citado y que
fue seguido hasta nuestros días por otros muchos eruditos se desprende la
clasificación de las formas en dos grandes grupos: naturalistas y geométricas
(de estos últimas destacan los puntos o cazoletas, que ya conocemos, los
laberintos y los diseños circulares o destrogiros). Los primeros son los más
peculiares y los que dotan al arte rupestre gallego de mayor importancia. Así
nos encontramos con armas, figuras humanas cazando o cabalgando, caballos y
unas pocas serpientes, pero, sobre todo, con ciervos. La representación puede
ser estática o dinámica y, en este último caso, con nociones de perspectiva.
Sus autores debieron dedicar muchas horas a la observación de estos animales
porque en los petroglifos no faltan detalles anatómicos y también de
comportamiento: se representan con fidelidad la berrea o la huida en tropel de
la manada dirigida por el macho dominante, espantada por la irrupción del ser humano a caballo. Es sugestiva la tesis
que considera que la gran proliferación de
cérvidos es consecuencia de que fuesen considerados “psicopompos”, es
decir, seres con función de conducción de las almas de los difuntos al Más
Allá; de ahí que se interpreten los laberintos que en ocasiones los acompañan
como puertas a ese otro mundo.
Dejando a un lado las inevitables hipótesis que surgen de la
ignorancia sobre la verdadera finalidad de estas representaciones, De la Peña
Santos data los petroglifos de la
provincia de Pontevedra en la Edad del Bronce, entre el segundo y tercer mileno
antes de Cristo, una época en la que la modernización de las herramientas trajo
consigo un mayor desarrollo económico y la aparición de nuevas clases
dominantes. El mismo estudioso distingue entre las representaciones
“privadas”,situadas en lugares de escasa visibilidad y las “públicas”, grabadas
en superficies que destacan del entorno inmediato y que relaciona con la existencia de una
élite social que se quería diferenciar del resto de la población.De la misma manera que existe una Capilla Sixtina del arte
renacentista, me tomo la libertad de calificar como tal al Parque arqueológico
de arte rupestre de Campo Lameiro, cuyo centro de interpretación sirve para
adentrar al visitante en el extraordinario mundo de los petroglifos gallegos en
un recorrido que difícilmente olvidará.
Sería interminable la enumeración de las hipótesis que se
han enunciado para explicar su significado: ritos de fertilidad, altares de
sacrificio, representaciones celestes o de fenómenos cósmicos, marcas de
territorio, ritos chamánicos, etc. Quizá Ascriero, hijo de Verino, nos podría
aclarar algo al respecto; relatarnos las
leyendas que hubiese oído de sus
abuelos acerca de unas creencias que
todavía estaban recientes (en el sermón “De correctione rusticorum” de San
Martín de Dumio, citado en la entrada “De rayos y laureles”, este autor del
siglo sexto después de Cristo criticaba
como contraria a la religión cristiana la costumbre de encender velas junto a las piedras ).
El misterio de los petroglifos es
difícil de desentrañar; acaso nunca llegue a hacerse por completo. Debemos
contentarnos con observar con atención estas obras de nuestros antepasados,
dejarnos fascinar por sus formas, admirar como algo propio los detalles de
ejecución o su naturalismo. Su huella permanece entre nosotros en forma de
diseños de cerámica, en el título del libro de Xosé Lois García “Petroglifia.
Poemas a Sober” y en tantos otros motivos que hemos incorporado a nuestra vida
cotidiana.
El lema de la Editorial Espiral Maior es una frase de Paul Klee según la que la
espiral es la forma más pura del movimiento. Me gustaría pensar que somos
descendientes de aquellos que fueron capaces de conseguir que las piedras se cobrasen
vida.
FUENTES CONSULTADAS:
-Os
petroglifos Galegos, De la Peña
Santos, Antonio. A Nosa Terra. 1999.
-Prehistoria de Galicia ,Vázquez Varela,
José Manuel. Lóstrego. 2003.
-Petroglifia. Poemas a Sober, García,
Xosé Lois. Toxosoutos. 2010.
-Parque arqueolóxico da arte rupestre Campo
Lameiro. Guia de visita, Vários autores, Xunta de Galícia. 2011.
- Toponímia do concello do Saviñao. Ares
Vázquez, Nicandro. En Circular polo
Saviñao II. Circulo Recreativo Saviñao. 2003.
- A Historia, Villares, Ramón. Galaxia.
1998.
-Historia de Galícia, Vários autores.
Alhambra. 1998.
-Unha visita a Proendos, Amigos
Patrimonio de Lemos. 2003.
-Petroglifos podomorfos de Galícia e
investiduras reales célticas: Estudio comparativo.
García Quintela M. y Santos Estevez, M. Internet. 2003.
- O podomorfismo
na arte rupestre da fachada Atlântica, que significado? Pereira, S. Joaquinito,
A. y Ribeiro, N. Internet.
- Miliarios
e outras inscricións viarias romanas do noroeste hispánico. Varios autores.
Internet.
-Ex libris
Gallaeciae. Dos libros de Galicia. Varios autores, Xunta de Galicia 2010.
-Outra Idea
de Galicia.Murado, Miguel Anxo, Debate, 2013.
-A Cultura
Castrexa, Calo Lourido, Francisco. A Nosa Terra. 1993.
Ninguno de los viajes de los que se da noticia en esta
entrada hubiese sido posible sin la inestimable iniciativa de mi amigo Juan
Luis Casas, a quien se la dedico.
Como siempre, es una delicia adentrarse por el mundo gallego de la mano de un anfitrión que nos guía con gran conocimiento y muchísimo cariño por los paisajes que - intuyo - no sólo pueblan la geografía del norte de España, sino también su memoria. En este caso, son los paisajes precisamente el elemento que me gustaría destacar a partir de la entrada. El paisaje es el fondo de las vivencia, de las experiencias, el lugar natural, pero en el que el ser humano ha intervenido hasta el punto que de que quedan pocos paisajes sin hollar por la actividad humana, y los petroglifos son una arcaica muestra de ello. Ahora bien, los humanos convertimos el paisaje en cultura por nuestra acción, pero nuestra cultura queda impregnada de paisajes y categorías: los convertimos en lugares con significado para nosotros, puesto que son "amables" o "peligrosos", etc. a partir de nuestra enfrentamiento a ellos, y así condicionamos nuestras acciones; los hemos humanizado, los convertimos en seres vivos - las más de las veces antropomórficos - y entonces usamos la magia para "domesticarlos". De ahí esas inscripciones en piedra que nos muestras, llenas de referencias al mundo natural/simbólico de pies, ciervos o espirales.
ResponderEliminarUna cosa que resulta llamativa: los petroglifos se pueden seguir con el tacto, no siendo un elemento cultural puramente visual; es una manifestación artística (me gusta pensarlos así también) que una persona sin visión es capaz de disfrutar también. Y es que los paisajes no sólo se miran, sino que se disfrutan por todos los sentidos.
Enhorabuena por esta entrada, y muchas gracias por hacernos partícipes de estas maravillas
Muchas gracias por tu comentario y por tu amistad. Estoy de acuerdo contigo en que los humanos convertimos el paisaje con nuestra acción y en que, aunque no comprendamos las muestras del pasado, procuramos incorporarlas a nuestro presente mediante una explicación que se acomode a nuestros esquemas culturales. Al hacer eso lo conservamos y, como decía Vicente Risco, nos convertimos en sus transmisores inconscientes, contribuyendo a su perpetuación. Sólo así se explica lo que para mí es casi un milagro: salir de excursión y poder tocar una muestra de arte rupestre de más de cuatro mil años de antigüedad. José Losada
ResponderEliminarMuchas felicidades por tan interesante y documentada entrada. Abrazos, M
ResponderEliminarA veces no valoramos las riquezas culturales que tenemos cerca de casa y vamos en su búsqueda a otras tierras. Gracias Pepe por sacar a la luz lo que está al alcance de nuestras manos, a unos cuantos kilómetros de nuestros hogares.
ResponderEliminarSorprendido por los petroglifos podomorfos; siempre he pensado que los pies no sólo servían para caminar sino también para dejar huella. Enhorabuena.
KFK.
Interesante. ¡Esa necesidad humana de marcar el territorio con significantes! Y ese gusto por hacer nuestras todas las edades.
ResponderEliminarConfirma mi gusto por Galicia el saber que fue tan profundamente romanizada. Dicen que mi apellido viene de por allí, pero yo no lo creo. Al final de la edad media todo el mundo quería relacionarse con el apóstol Santiago y su locus sagrado. Para mí, que le cambiaron el nombre a Prisciliano y que son sus restos los que reposan allí.
Petroglifos, del griego πέτρα, piedra, y γλύφω, grabar.
Enhorabuena al autor.
Nadie debería perderse los petroglifos de Campo Lameiro. Hacen una visita guiada, imprescindible para poder detectar las líneas y algunos de los posibles significados. A mí me gustó mucho saber que las cazoletas, esos pequeños huecos redondos en la piedra, servían para encender pequeños fuegos que iluminaban estas líneas mágicas en la noche, produciendo fantasmagorías con los vaivenes de las llamas. Y es que los petroglifos son muy esquivos. A pleno sol no se pueden ver, como nos sucedió en el castro de Santa Tecla. Recomiendo mucho hacer las visitas a zonas con petroglifos armados con un spray de agua para mojar las líneas. La erosión hace estragos en la piedra.
ResponderEliminarInteresantísimo el hecho de que aparezcan podomorfos en Galicia, Escocia, el País Vasco...y que tengan la misma función de rito de investidura.Muchas gracias al autor por compartir sus extensos conocimientos sobre la materia y alumbrarnos para conocer mejor la mentalidad de nuestros antecesores.
Estupenda entrada. Enhorabuena a su autor.
ResponderEliminarUn bello relato que nos habla de la riqueza visual y simbólica que encierra la concepción del mundo de estos pueblos asentados en tierras gallegas, ya en la Edad del Hierro, bajo la premisa de su significación inagotable.
Como apunta Encarna, es un proceso natural en nosotros el tratar de acomodar nuestra comprensión a nuestro presente, acorde a nuestros esquemas culturales, en ese proceso de identificación que experimentamos o buscamos. Claro, podemos caer en el riesgo de realizar interpretaciones resultado de nuestras proyecciones contemporáneas, más que de realidades contrastadas. Pero cuando rastreamos nuestro pasado tratamos de entender el espejo, o su bifurcación, que cada época nos está poniendo ante nosotros.
Por otro lado, se me ocurre pensar que muchos de los petroglifos, serían ya las primeras manifestaciones del zodiaco celta?
Seguramente que estos pobladores ya estudiaban las estrellas y su reflejo sobre la tierra. Percibirian esa Vía Láctea como paso del umbral que separaba el Mundo de los Vivos y el de los Muertos. Allí donde verían morir algunas constelaciones. Algunos de sus grabados resumiran su espiritualidad.
Muchas de sus experiencias vitales convergen sobre esas piedras, y claro es que cristalizan en un universo simbólico inabarcable.
Se dice que en el espacio podemos leer el tiempo, pero es ya un milagro que la erosión, la constante exposición a la intemperie, aún nos permita hacerlo. Está bien traído:" ANTES DE QUE DESAPAREZCAN" , esta frase que ,efectivamente, titula otra de las entradas estupendas de vuestro blog y que nos resume la cultura de un vasto mosaico de étnias , con una fotografia que llama la atención por su riqueza estética. Preciosa entrada Encarna.
Muchas gracias por leer y comentar, Carmen. En cuanto le sea posible te contestará personalmente tu comentario el autor y a ver qué hay de ese zodiaco celta. Te encantaría Campo Lameiro. Es un lugar para hacer un alucinante viaje en el tiempo. Espero que podamos vernos pronto. Un fuerte abrazo.
EliminarGracias Encarna. Decirte , no obstante, que la finalidad de mis comentarios es la de agradeceros a quiénes escribís en el blog el compartir vuestros conocimientos y esfuerzo, más allá de su contenido que , necesariamente, y soy muy consciente, estarán llenos de errores , y más aún cuando todo ello nada tiene que ver con nuestras profesiones. Pero si comparto muchas pasiones con vosotras/os referidos al cine, la literatura, la historia, la filosofía. ..... Toda una aventura que por suerte no te la acabas nunca.
ResponderEliminarCuánto me gustaría realizar ese viaje por Campo Lameiro ! comprender la simbología de usos del espacio, que marcaría ya identidades territoriales, la utilización del relieve de las rocas como vehículo de transmisión con el Más Allá, o para conectar con el Otro" , o para desvincularse también de " Otros", para definir la propia identidad, bueno, al final como ha hecho el Hombre a través de siglos de Historia. Yo diría como dice E. Vila - Matas , que el viaje a un lugar no empieza y finaliza cuando físicamente lo realizamos, sino que ya estamos en él cuando lo preparamos, y luego de regresar a casa lo analizamos, lo desensamblamos porque el viaje continúa en nuestra memoria. Luego toca explicarla. Él dice que no sabe realmente cuando empiezan y cuando acaban sus viajes, que sólo le sirven para poner en las historias de sus libros el final en alguna parte. Pues esto, me gusta su idea : prepararé ese viaje y si realmente lo deseo, cuidado, puede cumplirse( nos dice Vila Matas)
Gracias, un abrazo
Gracias por guiarnos en este recorrido por tierras gallegas. Precioso y completísimo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Marina.