VENTANAS AL PASADO

POR JOSÉ LOSADA

MONT ST MICHEL

Aún conservo el programa de una exposición que visité en la Casa de la Cultura de Monforte de Lemos hace veinticinco años aproximadamente. Su título era “Los rótulos en los Cascos Antiguos”.

Estaba patrocinada por la Diputación de Pontevedra, la Xunta de Galicia y el Colegio Oficial de Arquitectos. Según el folleto, la idea, textos y fotografías eran de Rafael Fontoira, arquitecto y miembro del patronato del Museo de Pontevedra. Presidido por una hermosa cita de Víctor Hugo,- “Donde no hay iglesia, yo miro los rótulos; para quien sabe visitar una ciudad, los rótulos tienen un gran sentido”-, el texto comienza con una declaración de principios del autor: “Se trata simplemente de que por unos momentos miren las cosas a mi manera, de que lo hagan con mis ojos. Les ruego que admiren el arte y la delicadeza con la que fueron construidos estos objetos hechos para informar”. Seguidamente, expone que a partir del siglo XVI, con la desaparición de los gremios y, por tanto, con la pérdida de concentración de los oficios en la ciudades, se hace imprescindible la construcción de rótulos para los artesanos. Los carteles anunciadores comenzaron a hacerse necesarios entonces para orientar a los ciudadanos, y las calles se llenaron de multitud de enseñas de todos los oficios imaginables, mezclados ya con los de los profesionales y los comerciantes.

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MONT ST MICHEL

El programa se completaba con fotografías, alguna de las cuales creí reconocer en el Casco Viejo de Compostela y otras de rótulos redactados en francés. En la contraportada hay un dibujo que, siguiendo la estética de las películas de Lotte Reiniger, muestra un rótulo con un hermoso unicornio que levanta sus patas delanteras, no sé si en señal de rebeldía, de arrogancia o como muestra de su deseo de libertad.

¿Por qué guardé ese folleto durante tantos años? No lo sé; supongo que aquella exposición dejó en mi espíritu una huella que entonces no fui capaz de interpretar. En el verano de este 2015 viajé con mi familia a Bretaña y Normandía y, de repente, todo cobró sentido. No es solamente que pudiera contemplar por mí mismo alguno de los rótulos que ya había visto fotografiados, comprendí perfectamente lo que Rafael Fontoira intentó explicar y su relación con los Cascos Antiguos y con las profesiones que, desde la más remota antigüedad, se practican cerca de nosotros.

La suerte quiso que durante el viaje leyera “La Nariz” de Gogol, relato en el que el autor describe al barbero Ivan Yakovlévitch sin olvidar el rótulo de su establecimiento (“Se practica la sangría”, debajo de un caballero con la mejilla embadurnada de jabón), precisamente, porque hablaba de su propietario de la misma manera que sus cabellos, su forma de vestir o su acento.

Desde el primer día, en el que descubrí en Chartres el rótulo de un hostelero que tenía colgados cazos y cafeteras, anduve en busca de todos los que ante mis sorprendidos ojos se presentaban con un toque de originalidad y conservando la función originaria que se remontaba a la Edad Media.

El fruto de esa tarea son casi ochenta fotografías, muchas veces obtenidas de noche, con la prisa propia de los turistas militarizados o con una notable impericia. Sin embargo, pienso que muestran la funcionalidad de unos objetos que, queriendo solamente informar a los viandantes, a veces merecen el calificativo de obras de arte.

En Nantes encontramos otro folleto. En este caso se trataba de una muestra de la reinterpretación contemporánea de los rótulos antiguos, ahora ya sin regatear el calificativo de artístico.Diversos creadores exponían sus obras en las calles de la ciudad, aunque por la premura de tiempo solamente pude recoger una de ellas.

Aconsejo un viaje sin prisas a Bretaña, con la vista siempre dirigida al primer piso de las casas. El riesgo de uno o varios tropezones queda justificado por el espectáculo que se desarrolla sobre nuestras cabezas.
La mejor forma para ver las imágenes es pinchar sobre las fotos y verlas en presentación y en tamaño ampliado.