BABY TALK: APRENDIENDO A HABLAR, APRENDIENDO A PENSAR
Antes de estudiar Antropología, pensaba que
esa peculiar forma con que las madres hablan con sus bebés no era más que una
simple efusión de cariño. Después de cursar la asignatura de Hominización
descubrí, con enorme sorpresa, que se trata de un lenguaje estandarizado en la
mayoría de las culturas humanas y que, además, constituye una pieza clave en el
proceso de aprendizaje infantil. Hace poco observé fascinada cómo mi preciosa
sobrina María, con tan sólo dos meses edad, escuchaba con atención los
balbuceos con que le hablaba su papá y le devolvía, repetidos, los mismos
sonidos. Por ello pensé que era un buen momento para escribir esta entrada, que
dedico a la pequeña María y a todos los que se ejercitan en el difícil oficio de ser padres, para que
podamos descubrir cuánta antropología y sociología se esconde detrás de su
valiosa labor. En todo momento seguiré y comentaré el texto de
Eugenia Ramírez Goicoechea, Evolución,
cultura y complejidad. La humanidad se hace a sí misma, Ed. Un. Ramón
Areces, 2009.
1 .Una
relativa altricialidad
El enorme tamaño
del cerebro humano obliga a dar a luz a los neonatos en unas condiciones de
vulnerabilidad y dependencia importantes. Son altriciales: necesitan constantes cuidados para
mantener la temperatura corporal adecuada, para su alimentación y su aseo. Pero
no están aislados del mundo que nos recibe sino que, ya desde los últimos meses
de embarazo, cuentan con la musculatura necesaria para expresar sus emociones.
Por ello, su proceso de aprendizaje puede dar comienzo muy pronto. De hecho, se
tiene constancia de bebés que, con tan sólo cuarenta y cinco minutos de vida,
han sido capaces ya de imitar el gesto de sacar la lengua o abrir la boca. Sin
embargo, esas predisposiciones sensoperceptivas, emocionales y comunicativas
tan tempranas sólo se desarrollan adecuadamente si se estimulan y orientan por
los padres o cuidadores. Cada habilidad biopsicosocial deberá adquirirse en el momento
oportuno. E. Gotlieb llamó “ventanas cognitivas” a los periodos críticos en que
se consolidan las distintas capacidades: la visión, hasta los siete años; el lenguaje,
hasta los nueve… Durante esas etapas, el niño es especialmente sensible a los
estímulos externos necesarios para su maduración normal. Una vez concluida cada
fase, las deficiencias de desarrollo pueden devenir irrecuperables. Podemos
advertir con gran claridad la importancia del aprendizaje en el momento
correspondiente con algunos ejemplos del mundo animal: las aves canoras que no
pueden observar a sus congéneres en su periodo formativo, no aprenden el canto propio
de su especie y, por tanto, no podrán atraer a una pareja. Lo mismo puede
ocurrir para construir el nido o realizar el viaje migratorio anual. Los simios en cautividad acaban viendo vídeos para aprender a mantener relaciones sexuales.
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Por
otro lado, el diálogo afectivo entre los padres y el recién nacido es, además,
el primer y trascendental escenario en el que comienza a constituirse
personalidad social del niño. A través de él se insertará en el sistema
cultural propio de su comunidad identitaria.
2. Infant Direct Speech ( IDS)
El habla especialmente dirigida al bebé
también recibe el nombre de motherese o
baby talk. Tiene unas características
estructurales que no resultan de una invención privada, fruto de la locura de amor
maternal, sino que están presentes en la mayoría de las sociedades humanas. De
hecho, se trata de una característica privativa de la especie humana frente a
los primates. Con una sonrisa amplia y continua, tono y frecuencia de voz altos,
con gran gesticulación facial y corporal, que refuerza mucho la expresión de
las emociones, la madre repite palabras o expresiones cortas y bien separadas,
acentuándolas de manera exagerada. Algo que resulta verdaderamente curioso es
que pregunta y contesta por el bebé, como si respetara los turnos de palabra de
una imaginaria conversación. Un ejemplo sería: “¿Tiene hambre mi nene? Sí, mi nene tiene mucha hambre”. Todas y cada
una de las características de esa habla tiene su explicación científica. El
umbral auditivo de los niños (500 Hz) es más alto que el de los adultos. Hasta
que adquieren una madurez auditiva suficiente, debemos guiar la atención de los
bebés mediante una vocalización más fuerte y clara. Eso les permite discriminar
la voz maternal entre los muchos ruidos que perciben en el entorno.
Precisamente sucede que, cuando hablamos sonriendo, de manera automática elevamos
el tono, porque se modifica nuestro tracto vocal. Con el IDS se consigue
controlar y modelar las emociones del bebé. Para ello disponemos de un repertorio
de diferentes sonidos. Para llamar su atención, hablando alto. Para calmarlo,
lo mejor es susurrar con voz baja y como sonidos repetitivos. Para prohibir,
con una expresión corta y abrupta.
La función comunicativa de la voz se
refuerza con la expresión facial adecuada. Ello permite al niño iniciarse en la
trascendental experiencia de la “lectura de la mente”, que no tiene que ver con
las pitonisas sino con aprender a interpretar los estados emocionales de otros
seres humanos, a predecir su comportamiento futuro en cada contexto Para ello
resulta esencial entablar la comunicación respetando los turnos de cada
participante en la conversación. De ahí que el esquema dialógico del baby talk, en que la madre habla y
contesta por el hijo, ya lo introduce en el contexto esencialmente interactivo
del mundo social.
Niña Kaluli |
Este
lenguaje especial para hablar con los bebés está ampliamente documentado en el
registro etnográfico. Aun así, no es exactamente igual en todas las culturas y
hay pueblos que no lo practican, como los Kaluli de Nueva Guinea, inmenso
laboratorio de rarezas humanas. Ya hemos visto que el IDS es una herramienta
extremadamente eficaz para la socialización, por lo que resulta pertinente
preguntar a qué recurren esos grupos humanos que no consideran adecuado un
lenguaje especial para hablar con los menores. En esos casos, los niños
aprenden mediante la co- presencia entre los adultos, a los que observan e imitan
porque, en definitiva el aprendizaje humano reside en la capacidad de imitación
de acciones intencionales.
Guerreros Kaluli |
3.
Neuronas espejo y teoría de la mente
A G.
Rizzolatí le debemos el descubrimiento de las neuronas espejo, cuya esencial
función consiste en “mapear”, esto es, proyectar mentalmente, sobre nuestro
propio cuerpo, las actividades motoras que observamos en los otros. Al mirar o
imaginar los movimientos ajenos, se activan las zonas cerebrales vinculadas a
su realización. En el ámbito del habla, los bebés aprenden a vocalizar no sólo
escuchando los diferentes sonidos sino, sobre todo, contemplando cómo sus
interlocutores mueven los músculos faciales, los labios y la lengua. Y, tan
importante como lo anterior, descubren los motivos, deseos e intenciones de los
hablantes detrás de sus palabras.
Los recién nacidos son capaces muy pronto de
reproducir los gestos que observan: abrir la boca, cerrar los ojos o mover las
manos. Mientras la sonrisa espontánea está presente desde el principio en la
fase de REM del sueño, la sonrisa social, exclusiva de nuestra especie para
expresar alegría, amistad o benevolencia, aparece algo más tarde. El contacto
visual y la sonrisa son esenciales para que niños y cuidadores se involucren
afectivamente. No en vano son los elementos que faltan en los niños autistas.
Gracias
a las neuronas espejo, los pequeños son capaces de copiar fielmente los actos
de los adultos, aunque no acaben de entender muy bien el significado de cada
paso de una secuencia. Se ha dicho que el éxito de la enculturación reside en
esa capacidad de sobreimitar que tenemos los humanos, en nuestra forma de
repetir lo que nos enseñan de manera exagerada y hasta redundante.
4. Aprendizaje
y enculturación
Otra
cuestión a destacar es el modelo de aprendizaje en la familia: no se trata de
transmitir información en línea vertical o jerárquica. Ambos polos del proceso
interactivo, padres e hijos, experimentan una transformación conjunta: al
tiempo que los mayores acompañan al niño durante la construcción de los
sucesivos niveles de su andamiaje social y cultural, se modifican ellos mismos
mientras aprenden su rol de padres. Su papel es verdaderamente estelar. Sobre
las capacidades biopsicológicas individuales del infante, los cuidadores
proyectan su particular vivencia de la cultura de su grupo y la forma que
consideran más oportuna para transmitir a sus descendientes sus valores y
reglas.
Una metáfora muy expresiva es la
del director cinematográfico: el resultado de la película dependerá de su
visión del Séptimo Arte, su preferencia por determinados planos, ángulos,
secuencias, diálogos, expresiones, decorados… Del mismo modo, en el curso de su
socialización, los padres enseñan al niño qué mirar, cómo sentir e interpretar
la realidad circundante y a ellos mismos para llegar a ser un miembro pleno de
su grupo. Es fundamental advertir que, contra lo que podría darnos a entender
una mirada ingenua, no formamos a niños en abstracto-como el Hombre Universal al
que se refiere la Declaración de los Derechos Humanos-, sino dentro de sistemas
culturales específicos. Estos poseen modelos económicos, políticos y de
parentesco, valores y símbolos concretos y determinados. Aunque se consideran vitales
para la comunidad a la que pertenecen, pueden resultar perfectamente
inservibles e incomprensibles en otra o en la misma pero en un momento histórico
distinto. Por ello se afirma que las bases de cada cosmovisión son
relativamente arbitrarias, porque dependen de contextos y condiciones particulares.
Paradójicamente, la enculturación no es un proceso transparente: el ser humano
pierde de vista las huellas que revelan cómo se ha producido la ”in-corporación”
de las reglas sociales a los miembros del grupo. Por tal razón, necesitamos
realizar un esfuerzo especial de reflexividad para advertir su carácter
contingente, su valor relativo en comparación con las de otros pueblos. Son las
bases psicológicas de etnocentrismo/ sociocentrismo. De ahí el papel del
antropólogo, que también tiene cabida en el mito de la caverna platónico, para
revelarnos que vivimos entre sombras culturales y no experimentando realidades
absolutas o nouménicas, en terminología kantiana.
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Copio
aquí, por si resulta de interés para conocer mejor a la autora de Evolución, cultura y complejidad, la
biografía de Eugenia Ramírez Goicoechea, publicada en el Centro de
Investigaciones Sociológicas:
Nació
en 1958 en Cambridge (Inglaterra). Doctorada en Ciencias Políticas y
Sociología. Profesora titular de Antropología Social en la Universidad Nacional
de Educación a Distancia (UNED) de Madrid. Profesora Visitante en el
Departamento de Antropología Social y en el Pembroke College en la Universidad
de Cambridge (UK). Obtuvo el Premio Extraordinario Fin de Carrera (1980), así
como el Premio de Tesis Doctoral del Centro de Investigaciones Sociológicas
(1988). Ha realizado trabajo de campo en el País Vasco en Antropología Urbana,
y diversas investigaciones relacionadas con las drogodependencias y el
imaginario social, así como la cultura de las organizaciones. Ha publicado
diversos trabajos en revistas especializadas nacionales e internacionales e
impartido cursos y seminarios para posgraduados. Se interesa especialmente por
los problemas teóricos y metodológicos de la interdisciplinariedad y de la
articulación micromacroanalítica en Ciencias Sociales. También se interesa por
las teorías incorporadas de la cognición y la acción social, así como por los
procesos de hominización y sapientización.
Felicidades por la entrada. Muy interesante y necesaria para cualquiera que esté disfrutando de la alucinante aventura de criar un hijo. Muchas gracias, Encar.
ResponderEliminarAhora entiendo lo que me contó aquel persa: me pasé la juventud oponiéndome a mi padre.No quería ser como él. Hasta que un buen día, ya adulto, me miré al espejo y exclamé asustado: ¡jolines, si soy mi padre!
ResponderEliminarLo primero de todo: enhorabuena a toda la familia por ese nuevo miembro, esa sobrina que podemos ver tan requetemonísima en las fotos. Segundo y como siempre: muchas gracias por estas reflexiones y estos estudios que, efectivamente, aclaran el origen y el porqué de unas práticas que yo he hecho también con mis niños. Procuro no pensar mucho cómo puede ir influyendo en ellos todo lo que hago y digo.....por aquello de que no todo debe ayudarles a madurar y ser mejores personas, pero vienen bien artículos como éste para recordarme lo importantes que somos los padres en el modo en que ellos puedan ir percibiendo el mundo (sus primeras visiones -y escuchas de él-) y configurándose como personas. Muy interesante y muy bonito y me ha hecho volver a pensar, como cada vez que he tenido un bebé, en la grandeza de los bebés, la complejidad de sus cerebros y sus mentes y el maravilloso potencial que representan. Gracias Encarna!!
ResponderEliminarQuerida y "anónima" Marisa: muchas gracias por tu aportación. Como ya te dije, por tu enorme experiencia te considero una auténtica autoridad en la materia. Efectivamente, da un poco de vértigo pensar en la responsabilidad de dejar la huella más adecuada en nuestros hijos. Avanzamos a tientas, sin brújula, porque solo descubrimos con el tiempo cuál habría podido ser el mejor camino educativo para la forma de ser de cada niño. Pero lo bonito es intentar hacer nuestro papel de padres lo mejor posible y contribuir a que sean grandes personas y aprendan a seguir creciendo por su cuenta, y transmitan a la generación siguiente la ilusión de ese proyecto educativo en la familia.
ResponderEliminarUna entrada deliciosa, por su contenido y las "ilustraciones" de la pequeña María.En ella se plantea un debate que siempre me ha fascinado, como es el origen y la adquisición del lenguaje, y la vieja polémica sobre si es algo innato en nosotros, o bien es aprendido.Chomsky defiende la tesis del lenguaje como algo innato, pero no queriendo decir con ello que ya nacemos con el "disco duro" lleno de contenido concreto de una lengua u otra - un absurdo - , pero sí tenemos unas reglas básicas innatas que nos permiten desarrollar posteriormente la competencia de adquirir diferentes lenguas. Esta/s lengua/s concretas, entran en nosotros a través del aprendizaje, que es el que se hace en la sociedad, definiendo así al hombre como un animal social que sólo puede desarrollar su capacidad distintiva dentro del grupo; recordemos los casos de niños salvajes, criados en soledad o acompañados de animales, que no han sido capaz de adquirir una competencia lingüística en ninguna lengua, dado que los años cruciales de socialización han carecido de contacto con otros humanos .
ResponderEliminarO sea, que podemos ir apuntando una conclusión provisional:
1.- El lenguaje, incluso si defendiéramos su innatismo - tal como hace Chomsky, entre otros - es una capacidad que necesita ser "activada" dentro de un grupo.
Ese "proceso" de activación dentro del grupo es lo que denominamos aprendizaje, y aquí entramos más directamente en el tema del artículo: ¿Cómo aprendemos los humanos el lenguaje?
Para los conductistas , los bebés comienzan a los pocos meses de vida a balbucear, como simple ejercicio de los músculos faciales implicados en el lenguaje y los órganos fonadores. Como el bebé está acompañado de cuidadores - normalmente parientes -, cuando la criatura hace algún sonido similar a palabras de la lengua de la familia, los adultos le dedican más atención, mimos y cariño, y así se va reforzando al bebé a pronunciar unas determinadas cadenas de sonidos y no otras - y por eso a los hablantes del español nos resulta tan difícil pronunciar las cadenas de consonantes del alemán, o a un inglés las jotas o las erres españolas - moldeando los fonemas y palabras propios de un idioma de esta manera. Pero esta explicación es demasiado rígida y estereotipada, y actualmente se tiende a dar una explicación más plástica, que tenga en cuenta los principios de la epigenética, y como muestra está la excelente explicación que nos has proporcionado de la plasticidad cerebrel, la altricialidad y las neuronas espejo.
Excelente y sugerente el artículo, tal como nos tienes acostumbrados.
Una entrada deliciosa, por su contenido y las "ilustraciones" de la pequeña María.En ella se plantea un debate que siempre me ha fascinado, como es el origen y la adquisición del lenguaje, y la vieja polémica sobre si es algo innato en nosotros, o bien es aprendido.Chomsky defiende la tesis del lenguaje como algo innato, pero no queriendo decir con ello que ya nacemos con el "disco duro" lleno de contenido concreto de una lengua u otra - un absurdo - , pero sí tenemos unas reglas básicas innatas que nos permiten desarrollar posteriormente la competencia de adquirir diferentes lenguas. Esta/s lengua/s concretas, entran en nosotros a través del aprendizaje, que es el que se hace en la sociedad, definiendo así al hombre como un animal social que sólo puede desarrollar su capacidad distintiva dentro del grupo; recordemos los casos de niños salvajes, criados en soledad o acompañados de animales, que no han sido capaz de adquirir una competencia lingüística en ninguna lengua, dado que los años cruciales de socialización han carecido de contacto con otros humanos .
ResponderEliminarO sea, que podemos ir apuntando una conclusión provisional:
1.- El lenguaje, incluso si defendiéramos su innatismo - tal como hace Chomsky, entre otros - es una capacidad que necesita ser "activada" dentro de un grupo.
Ese "proceso" de activación dentro del grupo es lo que denominamos aprendizaje, y aquí entramos más directamente en el tema del artículo: ¿Cómo aprendemos los humanos el lenguaje?
Para los conductistas , los bebés comienzan a los pocos meses de vida a balbucear, como simple ejercicio de los músculos faciales implicados en el lenguaje y los órganos fonadores. Como el bebé está acompañado de cuidadores - normalmente parientes -, cuando la criatura hace algún sonido similar a palabras de la lengua de la familia, los adultos le dedican más atención, mimos y cariño, y así se va reforzando al bebé a pronunciar unas determinadas cadenas de sonidos y no otras - y por eso a los hablantes del español nos resulta tan difícil pronunciar las cadenas de consonantes del alemán, o a un inglés las jotas o las erres españolas - moldeando los fonemas y palabras propios de un idioma de esta manera. Pero esta explicación es demasiado rígida y estereotipada, y actualmente se tiende a dar una explicación más plástica, que tenga en cuenta los principios de la epigenética, y como muestra está la excelente explicación que nos has proporcionado de la plasticidad cerebrel, la altricialidad y las neuronas espejo.
Excelente y sugerente el artículo, tal como nos tienes acostumbrados.