ROGER CASEMENT EN AMÉRICA
"Desde el momento en que me
asomé al abismo, comprendí mejor el sentido de su mirada, que no podía ver la
llama de la vela, pero que era lo suficientemente amplia como para abrazar el
universo entero, lo suficientemente penetrante como para introducirse en todos
los corazones que baten en la oscuridad. Había resumido, había
juzgado."¡El horror!"
Joseph Conrad,"El corazón en las tinieblas"
Sir Roger Casement (1864-1916) encarna todas las contradicciones de su
época. De funcionario y diplomático al servicio
del imperialismo británico en África, pasó a denunciar la explotación
colonialista en el Congo y en Sudamérica,
lo que le reportó el título de
Caballero en 1911. Con un espíritu inquieto que no dudaba en afrontar hazañas
cada vez mayores, volvió la vista sobre su patria también oprimida y se lanzó a
la ardiente defensa de la causa nacionalista irlandesa. Sin embargo, sus
logros en favor de los derechos humanos cayeron en el más absoluto descrédito
tras ser juzgado y ejecutado por alta traición a la corona inglesa. Sin duda,
se equivocó al buscar el apoyo de
Alemania en respaldo a la independencia irlandesa. Pero su figura
recuperó una merecida notoriedad con la
novela de Mario Vargas Llosa, “El sueño del celta”, publicada en 2010. En el
texto, amargo y valiente, el autor acierta al describir la radical
transformación personal de Casement en contacto con los excesos de la aventura
colonial. En 1883 realizó su primer viaje a África, trabajando en el Estado Libre
del Congo para varias empresas. El Rey Leopoldo II de Bélgica había conseguido
que le regalaran ese inmenso territorio
para poner en práctica un sueño utópico. No obstante, los buenos
propósitos iniciales fueron cruelmente
desmentidos por el trato atroz que el hombre blanco fue capaz de infligir
a los nativos. Fue precisamente en el Congo donde Casement conoció al novelista
Joseph Conrad, que después resumiría el horror de su experiencia africana en el
personaje de Kurtz: un paradigma de la brutalidad escondida en todo corazón
humano que, en el entorno de una naturaleza salvaje e ingrata, se libera de los
condicionamientos impuestos por las normas éticas de la civilización
occidental.
A consecuencia de las denuncias
efectuadas por los activistas humanitarios, en 1903 la Cámara de los Comunes
ordenó a Casement que realizara una investigación en el Congo, cuyo resultado
se publicó al año siguiente con gran escándalo público. El genocidio del Congo
acabó con la vida de 10 millones de personas. Como apunta Vargas Llosa, ello
casi duplica las cifras del holocausto
judío pero lo peor del caso es que esa situación persiste actualmente en el
continente africano, sin visos de mejoría.
Aureolado con la leyenda de héroe defensor de los derechos humanos, en 1906 Casement saltó a
Perú y Brasil por encargo del Foreing Office. Se trataba de verificar las condiciones laborales en la extracción
del caucho llevada a cabo por la Peruvian
Amazon Company, empresa de capital británico dirigida por el todopoderoso Julio
César Arana. El informe de Casement en el
Libro Negro del Putumayo fue realmente demoledor: en una situación de
impunidad absoluta, el trabajo forzado al que se sometía a los indígenas los
convertía en verdaderos esclavos, mutilados y apartados de sus familias, a las
que se tomaba como rehenes para garantizar las cifras de producción exigidas.
Desde el 10 de octubre al 3 de enero próximo podrá visitarse, en la Casa de América de Madrid, la exposición “Roger
Casement en Iberoamérica: El caucho, la Amazonia y el mundo atlántico, 1884-1916” , con fotografías y
documentos de su viaje americano. Como se desprende de los comentarios de
Vargas Llosa, que dedicó tres años a preparar su novela, Casement clavaba una
mirada antropológica sobre la realidad, la cual reforzaba con las fotografías que él mismo tomaba
durante su investigación. Las imágenes son duras y, pese a los años transcurridos
desde que fueron captadas, nos siguen interpelando porque el colonialismo no es
una situación histórica completamente superada sino que, como manifestación
privilegiada del poder, muestra una capacidad infinita para metamorfosearse y
subsistir en formas nuevas de explotación, con las que convivimos a diario sin
ser conscientes de ellas. Esa es, precisamente, la razón de la persistencia de
la dominación que imponen unos pueblos, unas razas, unas culturas sobre otras, que
ya deberíamos haber desterrado: que ese abuso se presenta oculto bajo el
disfraz de un supuesto progreso, de la racionalidad técnica, científica,
económica o cultural. También nos lo
recuerda Vargas Llosa: “No hay barbarie comparable al colonialismo”, y esta
afirmación sigue siendo cierta en nuestros
días.
Ciertamente Roger Casement ha encontrado su recuperación histórica a partir de la novela de Vargas Llosa, así como de los trabajos de Antropología postmoderna de M. Taussig, quien de forma descarnada muestra la cara inhumana del colonialismo.El hacer público el material que subyace debajo de los tenidos como avances y beneficios de nuestra civilización nos obliga a replantearnos los principios éticos y morales que subyacen a la misma.
ResponderEliminarEs, en definitiva, una excelente llamada a las conciencias a partir del uso de la imagen que hemos convertido en algo imprescindible.
Enhorabuena por la claridad de ideas y que se encuentra en el texto
No hay barbarie comparable al colonialismo y no hay enemigo del hombre comparable al propio hombre. Las formas de explotar, humillar, imponer, aprovecharse del otro son infinitas. No tenemos remedio com género. Al menos la humanidad no pierde del todo su dignidad cuando sigue habiendo voces, aunque no sean mayoritarias, que denuncian y luchan contra el abuso, como este Casement, te agradezco Encarna que lo des a conocer.
ResponderEliminarEncarna, que excelente síntesis has realizado de esta biografía novelada , publicada por MVLL el año en el que fue galardonado con el Nobel. Cierto es que fue a través de esta lectura que conocí la importancia del personaje en su momento histórico.Vargas Llosa seguro que reunió y consultó toda la bibliografía existente sobre Roger Casement, pero la calidad literaria a la que nos tenía acostumbrados hasta entonces, a todos sus incondicionales que somos muchos, aquí no la encontré. A mi juicio un relato despojado de la emoción, frescura, sensualidad, belleza de imagenes ... y toda esa riqueza narrativa propia de casi todas sus novelas. A esto debo sumar que no pude dejar de pensar en todo momento en la cautivadora novela de J. Conrad, y aquí tenía yo el problema : novela a la que rindo un culto muy especial, igual que MVLL ( así lo ha confesado en infinidad de ocasiones y ello debió influir en el ánimo de su escritira) de manera que el libro me leyó a mí. Bajo esta premisa ya nada iba a igualar a mi querida " En el corazón de las tinieblas..".) Todo ello contribuyó a mi desencanto con " El sueño del celta" . Y esto fue como la china en el zapato, pues aunque he vuelto a leer algunas novelas posteriores , para mi no ha vuelto a ser el mismo. Confesiones aparte, decir que el artículo de Encarna, apoyado en esta novela, está a la altura del mejor género periodistico. Felicicidades!!
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