EL PIGMEO OTA BENGA

 


En uno de los brutales episodios protagonizados por el ejército belga al servicio del rey Leopoldo II, Ota Benga, un pigmeo joven de la etnia de los batwa, fue capturado por una jauría de traficantes de esclavos en el “Estado Libre del Congo” (¡qué sarcasmo!). Su tribu fue destruida y en la matanza perecieron sus hijos y su esposa.

En 1904, Ota Benga fue comprado por Samuel P. Verner, negociante y explorador estadounidense, al precio de una libra de sal y una pieza de tela. Conducido a EEUU, allí lució en el escenario junto con otras personas de todas las razas del mundo en la Exposición Universal de San Luis. Al finalizar la feria, regresó a lo que quedaba de su tribu junto con Verner. Sin embargo, Ota ya no era sólo un pigmeo selvático; había conocido la seducción de otros mundos “más avanzados” y dos años después acompañó voluntariamente a Verner, de regreso a los Estados Unidos. Este le encontró trabajo en el Museo Americano de Historia Natural y más tarde en el Zoológico del Bronx.

Uno de los fundadores de dicho zoológico fue Madison Grant, autor de La caída de la gran raza (1916), obra en la que defendía la superioridad de la “raza nórdica” y la esterilización eugenésica y forzosa de los “menos aptos”. Para Grant, de entre las “razas inferiores” la judía era la más “baja” de todas. No nos sorprenderá que Hitler considerara el libro de Grant (The Passing of the Great Race) como su biblia.

Pues bien, con el consentimiento de Grant, el zoo del Bronx acabó exhibiendo en una jaula al joven pigmeo, que compartía la Casa de los Monos también con Dohong, un orangután amaestrado en imitar el comportamiento humano para regocijo de niños y mayores. Nuestro aborigen africano llegó a dormir en una hamaca dentro de la jaula. También se exhibía disparando flechas con su arco a un blanco, quiero decir a una diana. Atrajo la atención de miles de visitantes que encontraban muy divertido reírse de él. 

Por fin se generó un debate en la prensa de la época, lo que atrajo a más curiosos al zoo. Por entonces había quien consideraba dudosa la humanidad de Ota Benga… Hasta que un comité de la Conferencia de Ministros Baptistas de Color se presentó ante Madison Grant y lo amenazó con acciones legales si no liberaba ipso facto al pigmeo. Convencido o por temor, Grant cedió y ordenó que lo sacasen de la Casa de los Monos.

Ota ingresó en un orfanato. En Virginia, los dientes del pigmeo fueron reparados (en su tribu habían sido limados para lucir forma puntiaguda) y fue vestido al estilo americano. Bajo la tutela de la poetisa y activista afroamericana Anne Spencer (1882-1975), asistió al Seminario Teológico y Colegio de Virginia, aunque él se sentía más a gusto con taparrabos, arco y flechas, en los bosques cercanos al pueblo. Abandonó su educación formal y empezó a trabajar en una fábrica local de tabaco. A pesar de su talla pequeña resultó útil porque trepaba hasta las poleas y tomaba las hojas de tabaco sin tener que usar cuerdas. Sus compañeros comenzaron a llamarlo "Bingo".

Atrapado en un mundo en el que no encajaba, su mente no pudo aceptar el cambalache intercultural. El 20 de marzo de 1916, a la edad aproximada de 32 años, prendió un fuego ritual, se arrancó las coronas que le habían implantado en los dientes, bailó una danza tradicional…, todo lo cual le condujo por un instante a su selva natal…, y se disparó en el corazón con una pistola robada.

Fue enterrado bajo una piedra gris sin inscripción en el sector negro del Viejo Cementerio, cerca de su benefactor Gregory Hayes. En algún punto de la historia, sus tumbas fueron olvidadas. Sus restos quizá fuesen trasladados al cementerio de White Rock (Roca Blanca).

Su biografía no sólo constituye un capítulo breve pero significativo de la Historia universal de la infamia, también nos invita a reflexionar sobre los efectos de nuestra soberbia, a veces inconsciente. Nuestra, sí, porque no somos mejores... El mismo año que Madison Grant publicó su libro de “racismo científico” llegaba a Bañolas (Gerona) el cuerpo naturalizado de un varón bosquimano de 27 años, disecado por dos taxidermistas franceses en 1833. El Negro de Bañolas estuvo en exposición ¡hasta el año dos mil! Tras años de polémicas, fue repatriado a Botsuana en 2007, donde fue enterrado con honores de Estado.

"El Negro de Bañolas"


El supremacismo no ha muerto, subyace en el fanatismo nacionalista y en los motivos inexpresados del brexit… La ignorancia unida a la vanidad constituyen un peligroso cóctel que combina tanto con buena como con mala voluntad, con mala y con buena conciencia. El conocimiento del viacrucis de Oto Benga también nos obliga a reconocer las limitaciones, historicidad y relatividad de la conciencia moral humana, así como las dificultades de mezclar culturas muy diferentes entre sí. 

Hemos tardado diez mil años en darnos cuenta de que hay diversas maneras de ejercer o implementar la humanidad; unas, desde luego, más respetables que otras. No obstante, que sean diversas no significa ni que sean adversas ni que sean por distintas y contrarias menos dignas. Sin embargo, es absurdo juzgar a nuestros antepasados desde escrúpulos morales que ellos, dado su horizonte limitado de conocimientos y experiencias, no podían de ningún modo asumir. 

¿Es menos digno ser expuesto disecado ("naturalizado" dicen los taxidermistas) en un Museo de Ciencias, que reducido a cenizas o enterrado para pasto de gusanos? Todo depende de lo que entendamos por el concepto metafísico de "dignidad". Según el sentido que demos a este y otros términos, según nuestras creencias, desde las cuales miramos y vemos, oímos y escuchamos. El titular de una momia egipcia pensaría seguramente de modo distinto a nosotros y daría una respuesta diferente a aquella pregunta.

Madison Grant (1865-1937), de familia "patricia" neoyorkina, porque decían haber desembarcado en el siglo XVII, ¡cuando eran los europeos pobres los que buscaban mejor vida en las Américas!

El mismo Madison Grant fue eugenesista y nordicista, pero también gran amante de los animales y apasionado conservacionista (también Hitler adoraba a sus perros). Fue Grant quien consiguió salvar al bisonte de la extinción. Ayudó a crear dos parques nacionales, protegió a las ballenas, al águila calva y al antílope americano. Su ejemplo nos advierte que el animalismo, el amor y respeto por la vida animal, pueden darse junto al racismo y el desprecio por otros seres humanos, justificado por dudosos principios naturalistas, en este caso por una torticera interpretación de la teoría evolutiva de Darwin.

Del autor:

https://www.amazon.com/-/e/B00DZLV35M
https://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=1636897
https://aafi.es/NOCTUA/noctua00.htm



Comentarios

  1. Muy interesante artículo. Su lectura nos lleva a la reflexión, para cuestionarnos la conceptualización de la idea de Dignidad y esa coexistencia
    entre racismo y amor por los animales. Cabe la posibilidad de que Madison Grant, situase a muchos hombres en inferior escala de valor con respecto a muchos de sus animales protegidos.

    La cuestión de que sobre la base de las teorías de Darwin se han defendido y aplicado politicas eugenesistas, viene a recordarnos, por la mención a Hitler, su régimen nazi y tantos otros regímenes totalitarios. Todo indica que las emociones, los sentimientos de amor/odio están en la condición humana, y que podemos amar a los animales
    y odiar/ despreciar a los hombres. Pero cuando la psicopatología del mal se aplica al poder, a propósitos políticos como los perseguidos por Hitler, sus efectos son devastadores, al tiempo que arrastra al pueblo a ejercer el odio y la violencia en aras a la obediencia a la Autoridad, aun conociendo la naturaleza sádica de sus conductas. Cuán grande es el peligro!!. Dicen que por nuestra estructura cerebral hay espacios, vias comunes por las que se conducen las emociones, los sentimientos en ambas direcciones, y que la del amor, ocluye, cierra circuitos que de otro modo llegarían a la razón de la violencia y al despliegue de lo"sofisticado" de sus estrategias. La megalomanía del lider nazi, que consideraba que nada habia superior a él creyéndose un dios, reservó en su mente enferma un pequeño espacio para amar a sus mascotas, a las que debió sacrificar en uno de sus últimos actos de soberbia y vanidad.

    Muchas gracias por esta estupenda entrada


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  2. Gracias por su atención y comentario, Carmen. Las emociones son el resorte de la acción, clave de su energía y de su orientación, pero en sí mismas no son ni buenas ni malas. Tendemos a pensar que el amor es bueno y el odio malo, pero odiar la violencia es mejor que amar las drogas.
    Lo decisivo es la gestión de las emociones. ¿Quién gestiona? Los clásicos, incluyo a Arendt, lo llaman Voluntad o Espíritu.

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  3. Gracias por la respuesta y por aclararme algunas ideas. Asistiría con gusto a una clase de filosofía que abordase la cuestión desde esa vertiente existencialista. No hace mucho cayó en mis manos un artículo de la filósofa que citas, Arendt, donde los conceptos Voluntad, Espíritu y Libertad, aún me generaron más dudas.

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  4. No se lo que tienee l título del blog de conradiano, pero la entrada lo es totalmente. Y va mucho más allá, porque nos muestra la esencia de una forma de pensar que yo considero pertenece a una versión mediocre del homo sapiens. Esa versión que sigue asumiendo como lógica la existencia del esclavismo y de que un animal irracional pueda vivir en mejores condiciones físicas (¿y "emocionales"?) que un ser humano.
    En fin, siguiendo a la Arendt, no hay como banalizar cualquier concepto, par que nos sintamos entretenidos debatiendo el sexo de los ángeles... y mientras sin entender que le pasa a un Ota, estando encarcelado real o virtualmente.
    Y graciñas por la entrada.

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  5. Pues como siempre en José Biedma, imprescindibles reflexiones que, además, nos recuerdan que no podemos realizar enfoques simplistas, que personajes con buenos principios para algunas cosas pueden ser nefastos para otras pero que lo importante es jerarquizar los principios y, por encima de todos, se sitúa la dignidad humana. Los "zoos humanos", la cosificación de individuos de otras razas, es un asunto del que nos hemos ocupado en este blog y en Ateneas en diversas ocasiones. Para quien esté interesado, anoto los enlaces:
    -Sara Baartman, la "Venus negra":http://mujeresparalahistoria.blogspot.com/2013/07/sara-baartman-y-los-zoos-humanos.html
    -Ishi, el último nativo de California:https://anthropotopia.blogspot.com/2014/07/la-tragedia-de-ishi-el-ultimo-nativo.html
    -Las amazonas negras de Dahomey:https://anthropotopia.blogspot.com/2016/08/mino-las-amazonas-negras-de-dahomey.html

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  6. No deja de ser curioso que la crianza de razas de perros como el dóberman, el bóxer, el pastor alemán, el collie, el gran danés, etc., la mayoría creadas (mediante cruces) en Europa durante el siglo XIX, caminó en paralelo a la obsesión por las razas humanas "superiores". Grant seguramente hizo algo bueno por la preservación de aquellas especies autóctonas americanas, aunque es posible que lo hiciera por los motivos equivocados. De otra forma, no se entiende que uno sea "bueno" con los animales y mezquino con sus semejantes. Un saludo.

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