FRANKENSTEIN YA HA CUMPLIDO DOSCIENTOS AÑOS (Y ESTÁ MÁS VIVO Y JOVEN QUE NUNCA)

Cartel de la exposición Terror en el laboratorio, de Telefónica.   

            EL VERANO DE LOS MONSTRUOS
                                                                    Por Encarna Lorenzo y Ángeles Boix

En la irrepetible noche del 16 de junio de 1816, cerca del lago de Ginebra, tuvo lugar la gestación de dos de los más grandes mitos de la literatura fantástica. Villa Diodati, en Cologny (Suiza), era la residencia de verano de Percy B. Shelley, su futura esposa Mary Godwin, y lord Byron, que viajaba acompañado por su médico personal, John William Polidori.


Ese mismo año había tenido lugar la explosión del volcán Tambora, en Indonesia. Arrojó tal cantidad de material a la atmósfera que se produjeron fuertes alteraciones climáticas. El cielo se ensangrentó y se pobló de imágenes fantasmagóricas. Sin poder disfrutar de la naturaleza alpina, los amigos se entretenían dentro de la casa contándose historias de misterio e imaginación. En pleno apogeo del Romanticismo, con el lado oscuro de la mente pugnando por desatarse de las ataduras de la razón, aquellos genios se concertaron para escribir cada uno un relato de terror. Como es bien sabido, Mary Shelley (1797-1851) “dio a luz” en 1818 a Frankenstein, mientras que Byron empezó una historia de fantasmas, ambientada en Grecia, de la que pronto se cansó. Más tarde, Polidori la retomó y acabó transformándola en una narración acerca de un aristocrático vampiro, en la que se ha querido ver el retrato psicológico del propio lord Byron, que trataba de forma despótica y cruel al pobre Polidori, robándole su energía vital. El novelista irlandés Bram Stoker otorgaría la forma definitiva y universal a ese otro mito.


PARA LEER MÁS: http://anthropotopia.blogspot.com.es/2016/07/pesadillas-en-el-laboratorio.html

LA NOVELA "FRANKENSTEIN" DE MARY SHELLEY. Argumento y estructura.
                                                                                    Por Encarna Lorenzo


Existe una diferencia abismal entre la novela de Mary Shelley Frankenstein; o El moderno Prometeo (1818) y la película que James Whale dirigió en 1931. El hecho de que sea esta, y otras versiones paródicas como El jovencito Frankenstein (1974), de Mel Brooks, las que han conformado el mito de Frankenstein en nuestro imaginario colectivo, dicen mucho del inmenso poder narrativo del cine. Pero quedarnos sólo con la versión de terror gótico y ciencia ficción que ofrecen esas películas es cercenar injustamente el riquísimo tapiz de ideas que nos dejó en herencia Mary Shelley. Por eso creo que es un justo desagravio para la autora, 200 años después, que desandemos el camino del mito a la novela para reconstruir los elementos que se perdieron en las adaptaciones teatrales y cinematográficas, explicando cómo y por qué se produjo la simplificación de esta gran obra maestra. Comenzaremos el proceso en esta entrada relatando el contenido de la novela de una forma pormenorizada, para empezar a darnos cuenta de su arquitectura tan elaborada y atisbar los innumerables temas que presenta, lo que desarrollaremos en la siguiente ocasión.



FRANKENSTEIN Y LA ANTROPOLOGÍA      Por Encarna Lorenzo


En esta entrada vamos a explorar las sorprendentes conexiones que presenta la novela Frankenstein, o el moderno Prometeo (1818), de Mary Shelley, con la Antropología. Aunque quizá no es un vínculo que resalte a primera vista, hay aspectos muy interesantes en la obra que la conectan con temas propios de la reflexión antropológica, como las teorías racialistas, el colonialismo y los viajes de exploración y conquista, las comunidades utópicas en el Nuevo Mundo, el hombre salvaje o la observación participante como método de trabajo etnográfico.. Si nos paramos un momento a reflexionar, no debería extrañarnos esa riqueza de temas ocultos en las entretelas de una novela que se escribió en el gozne entre el mundo antiguo, que había desaparecido para siempre tras la Revolución Francesa, y el prometedor pero también peligroso horizonte sociopolítico y científico que se abría ante el "recién nacido"siglo XIX.

1. El racialismo entra en escena.
Una siniestra noche del mes de noviembre, pude por fin contemplar el resultado de mis fatigosas tareas. Con una ansiedad casi agónica, coloqué al alcance de mi mano el instrumental que iba a permitirme encender el brillo de la vida en la forma inerte que yacía a mis plantas. Era la una de la madrugada, la lluvia repiqueteaba lúgubremente en las calles y la vela que iluminaba la estancia se había consumido casi por completo. De pronto, al tenebroso fulgor de la llama mortecina, observé cómo la criatura entreabría sus ojos ambarinos y desvaídos. Respiró profundamente y sus miembros se movieron convulsos.
¿Cómo podría transmitirle la emoción que sentí ante aquella catástrofe o hallar frases que describan el repugnante engendro que, al precio de tantos esfuerzos y trabajos, había creado? Sus miembros estaban, es cierto, bien proporcionados y había intentado que sus rasgos no carecieran de cierta belleza. ¡Belleza! ¡Dios del cielo! Su piel amarillenta apenas cubría la red de músculos y vasos sanguíneos. Su cabello era largo y sedoso, sus dientes muy blancos, pero todo ello no lograba más que realzar el horror de los ojos vidriosos, cuyo color podía confundirse con el de las pálidas órbitas en las que estaban profundamente hundidos, lo que contrastaba con la arrugada piel del rostro y la rectilínea boca de negruzcos labios.

                                                                                       Frankenstein, cap.V.
PARA LEER MÁS: https://anthropotopia.blogspot.com/2018/08/frankenstein-y-la-antropologia.html


GEOGRAFÍAS DE LA REVOLUCIÓN Y EL DESCUBRIMIENTO EN FRANKENSTEIN                     Por Encarna Lorenzo

Son fechas para conmemorar la Revolución que partió en dos la historia moderna de Europa, y en Tinieblas lo hacemos con una reflexión sobre un texto literario fundamental y sus vínculos ocultos con el fenómeno revolucionario. A lo largo de la novela Frankenstein (1818), de Mary Shelley, encontramos incontables referencias a lugares tan dispares como el ártico, Suiza, Rusia, las profundas selvas de Sudamérica, además de a Suiza, Francia, Alemania, Inglaterra, Escocia, Irlanda o Italia. Sin duda la apasionante trama puede dejar esos países y regiones como un mero telón de fondo de la trepidante acción. Pero ¿es eso lo que la autora deseaba que pensaran sus lectores? ¿No es posible que la distancia de dos siglos que nos separan de la publicación de la novela haya escondido huellas esenciales, relacionadas con la geografía, que enriquecerían mucho más su lectura? Pues ese es el objetivo de esta entrada, rescatar los complejos lazos de la geografía en Frankenstein, reinstalando la novela en su contexto histórico. Y lo vamos a hacer en un doble sentido: explorando los vínculos alegóricos de la obra con la Revolución francesa; y colocándola en el marco de los viajes de descubrimiento y colonización, la segunda gran oleada mundial en el siglo XIX. Ya veréis que son dos apasionantes lecturas, distintas pero complementarias, que nos depararán sorpresas inesperadas.



IMÁGENES DE LA MUJER EN FRANKENSTEIN    Por Encarna Lorenzo


Esta entrada juega con tres formas literarias distintas, el teatro, la novela y el cuento, pertenecientes a autores tan conocidos como Shakespeare, Mary Shelley y Ursula K. Le Guin, y situados en el tiempo en tres épocas bien distintas. Ese amplio recorrido histórico nos va a permitir contemplar el avance en la defensa de la posición social de la mujer. El primer texto pertenece a la herencia patriarcal pero vamos a comprobar cómo pueden subvertirse sus tesis opresoras. Con el segundo ejemplo, Frankenstein, descubriremos un aspecto poco conocido de esta obra, su crítica a la ciencia masculinista. Y, con el relato final, nos meteremos de lleno en la reinvención feminista de un mito bíblico.

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Las obras literarias no pertenecen a una esfera cultural autónoma, la estética, sino que son un componente constitutivo y constituyente del magma ideológico en una sociedad dada. Los discursos sociales, políticos, religiosos o científicos vigentes en cada momento contribuyen a dar contenido a los textos literarios y estos, a su vez, los confirman o contestan. Por eso tiene tanto sentido el estudio de las obras literarias desde el punto de vista filosófico y antropológico y en el análisis de los estereotipos de género: para determinar la forma en que esos discursos se han plasmado, impugnado e incluso subvertido a lo largo de la historia y cómo proyectan un horizonte de posibilidades hacia el futuro. Como ya se ha indicado, este texto aborda una lectura del Hamlet de Shakespeare, de Frankenstein de Mary Shelley y de "She Unnames Them" de Ursula K. Le Guin para demostrar que el diálogo que entabla la literatura con la filosofía y la ciencia incluye los estereotipos de género vigentes en cada momento histórico. Pero también se muestra cómo esas mismas obras o sus relecturas posteriores impugnan tales prejuicios y abren sendas liberadoras.

PARA LEER MÁS:
https://mujeresparalahistoria.blogspot.com/2018/10/imagenes-de-la-mujer-la-ciencia-y-la.html


          MONSTRUOS OCULTOS                                               Por Ángeles Boix




A S.M.A.


        Este año que acaba ha estado marcado por dos monstruos que me resultan muy cercanos: el monstruo de Frankenstein, que ha cumplido doscientos años gozando de una inmejorable salud, vista la cantidad de estudios, publicaciones, charlas...que ha generado a raíz de este aniversario; y toda la teoría del "monstruo cotidiano" desarrollada a partir de la excelente novela de Miguel Ángel Hernández El Dolor de los Demás (Anagrama, 2018). 

          En esta entrada quiero, sin embargo, demostrar que los verdaderos monstruos que presentan tanto Mary Shelley como Miguel Ángel no son estos que hemos etiquetado como tales, aquellos que nos han inspirado horror en su hybris y en nuestra incapacidad de someterlos a la racionalidad, sino otros que han pasado desapercibidos bajo su disfraz de benefactores de la humanidad. Estos "monstruos ocultos" no son otros que el doctor Víctor Frankenstein y el artista de renombre Jacobo Montes, personaje angular en la primera novela de Hernández, Intento de Escapada (Anagrama, 2010)

      Los monstruos nos acompañan desde nuestra infancia, pueblan nuestros sueños y los espacios oscuros de la casa, y son nuestras primeras excursiones al mundo de lo desconocido. Posteriormente seguiremos sintiendo su fascinación, mezcla de pavor y curiosidad, ya que siempre supone una fractura de la cotidianidad, un mundo de emociones .

        En Los Anormales explora Michael Foucault el mundo de los "anormales" en el siglo XIX, unos individuos que son categorizados como peligrosos, y que, por tanto, necesitan el adecuado tratamiento por parte de la sociedad y el poder. Según Foucault estos "peligros" pueden clasificarse en tres clases:

1.- Los monstruos, aquellos que se salen de las normas de la naturaleza y/o de la sociedad,un ser que nos plantea el problema de cómo regularlo. En él se combina lo imposible y lo prohibido.

2.- Los incorregibles, de los que se encargan los nuevos dispositivos de domesticar el cuerpo.

3.- Los onanistas, quienes desde el siglo XVIII son presentados como un peligro para la familia moderna.

      Nicolás, el desencadenante de los hechos que narra Miguel Ángel Hernández en El Dolor de los Demás es un chico de la huerta con el que el escritor vivió sus primeros dieciocho años de vida y con quien creció en un mundo regulado por las estaciones del año, las tradiciones y una vida tranquila. Su etiqueta de monstruo viene cuando quiebra ese mundo plácido cometiendo un asesinato atroz - que hoy calificaríamos como "violencia de género" - y luego arrojándose a un barranco: transgrede todas las leyes, humanas y divinas. No entendemos sus motivos, y el verdadero escalofrío llega cuando comprendemos que eso nos puede suceder a todos, que alguien cercano de repente estalle de esta forma. O nosotros mismos. Porque la monstruosidad de Nicolás es la monstruosidad de una razón desbordada, una razón rota que estalla y no funciona.

         Este es un monstruo que, como en el caso de Miguel Ángel, puede llegar a hacernos sentir cierta compasión, puesto que él no es el artífice de su propia monstruosidad. El resultado es realmente  terrible, doloroso, pero él no ha cincelado su personalidad para convertirse en monstruo. Esta monstruosidad es sobrevenida.


          Siendo capaces de sentir cierta compasión por el personaje de Hernández, no podemos por menos que sentirla en un grado mayor por el monstruo creado por Víctor Frankenstein en la novela de Mary Shelley, una criatura hecha de trozos de otros cadáveres  - una transgresión de la ley natural que nos enseña que la materia muerta no puede volver a ser materia viva con la misma configuración que ya tuvo - con un nacimiento monstruoso y desolador: un único personaje le da vida, ayudado por adelantos técnicos en "una lúgubre noche de noviembre"; no hay nadie más para recibirlo - y mucho menos una madre - y el único ser que lo hacer, lo desprecia y abandona, después de llamarlo con los más terribles adjetivos que se le ocurren. Este monstruo, perfecta combinación de lo imposible y lo prohibido cometerá actos execrables, pero nunca dejamos de verlo como un ser totalmente carente de cariño y calor humano; es monstruoso en su forma desmesurada, y nos provoca rechazo, pero podemos entender las razones de su conducta. Su monstruosidad es, por tanto, una monstruosidad provocada, llevada a cabo desde fuera, y él es su primera víctima.

          Cambiemos la perspectiva a partir de este monstruo. Él no es responsable de su forma de ser, ya que ha nacido adulto - otra transgresión -y no ha podido adquirir unos hábitos por si mismo, pero su creador sí lo es por haberlo creado, y la única razón para hacerlo es creerse un "benefactor de la humanidad" que será capaz de volver a la vida a los muertos, y así sobrellevar el dolor de la muerte.
Su finalidad es comprensible, y los medios técnicos entendemos que están ahí para poder ser utilizados, pero su uso sin una ética que los regule trae resultados monstruosos. Pero no son los medios técnicos tampoco los verdaderos monstruos, sino quien diseña el plan y busca los medios para  llevarlo a cabo: el verdadero monstruo es Victor Frankenstein, y no por su condición de científico, sino por la hybris y la desmesura de una personalidad narcisista que lo lleva a realizar actos para ser recordados por la humanidad.
PARA LEER MÁS: https://anthropotopia.blogspot.com/2018/12/monstruos-ocultos.html


FRANKENSTEIN Y LAS SOCIEDADES SECRETAS: LOS ILLUMINATI.
                                                                                       Por Encarna Lorenzo



Halloween es tiempo de monstruos y también de secretos escondidos que salen a la luz. Por eso me ha parecido muy oportuno dedicar esta entrada a un tema apasionante, la relación entre la novela Frankenstein; o el moderno Prometeo (1818), de Mary Shelley, y temas tan ocultistas como las artes oscuras, como la nigromancia y alquimia, y la sociedad secreta de los masones y los Illuminati. Siguiendo la pista de las ramificaciones de esta última podremos comprobar hasta qué punto el contexto político revolucionario y los sensacionales descubrimientos científicos que la precedieron llegaron a permear los temas y símbolos presentes en esa gran novela, que casi puede leerse como un libro de historia. Intentaremos rescatar las pistas de esas influencias y los mensajes ocultos en metáforas y alegorías cuyas huellas casi se han borrado con el paso de dos siglos. Hablaremos también de los autores ocultos en el texto y examinaremos la hipótesis de si, en realidad, el creador de Frankenstein es Percy Bysshe Shelley, el esposo de Mary.
PARA LEER MÁS:https://anthropotopia.blogspot.com/2019/11/frankenstein-y-las-sociedades-secretas.html

Comentarios

  1. Extraordinaria entrada , Encarna, la tenía pendiente , solo felicitarte por ella. Y que merecido este homenaje que le rindes a este clásico de la literatura , obra maestra de Mary Shelley . hace ya un montón de años que la leí y ya me gustó mucho. Probablemente si volviese a leerla encontraría nuevos aspectos que en la lectura de entonces, seguro, pasé por alto. Pero sí pude valorar que era una novela revolucionaria en sus técnicas narrativas, sus valores simbólicos, la construcción de esa profunda SOLEDAD en la que quedó el ser creado después de lograr humanizarse , y ese final desolador en medio de una extensa superficie fría y gélida. En cualquier caso, el terror estaría bien encarnado el la figura de su creador , Víctor Frankenstein, que enseguida lo abandonará . La verdad es que los temas de esta novela son inabarcables y sus técnicas narrativas muy modernas. El juego de perspectivas, las voces , tú Encarna estableces hasta 6 planos narrativos, dentro de esa estructura muy bien definida de "muñecas rusas". Da la sensación que los cánones literarios en algún momento se perdieron , dando por novedosas algunas técnicas narrativas, según el momento, y que ya encontramos en clásicos como éste y que es contenedor de casi TODO.

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  2. Este anónimo es mío Encarna . Lo escribí ayer en mi ordenador del trabajo, en un ratito libre que encontré sorprendentemente dentro de mi jornada de trabajo. Gracias y enviarte un abrazo.

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    1. Ya me lo figuraba, Carmen. Muchísimas gracias por tu extraordinaria generosidad lectora. Un fuerte abrazo y deseando coincidir de nuevo contigo. Eres un lujo de comentarista para nuestro blog, que es también tuyo.

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