EL "HOMBRE DE CALLAO", ¿UNA NUEVA ESPECIE HUMANA?
EL "HOMBRE DE CALLAO".¿UNA NUEVA ESPECIE HUMANA?
Entre las múltiples cuestiones que abre este
descubrimiento, quizá la más candente sea determinar si está justificado hablar
de una nueva especie. Para abordar el problema resulta imprescindible repasar
los datos de los hallazgos en la Cueva del Callao, en la isla de Luzón, que han ido saliendo a la luz en las campañas de 2007, 2011 y 2015. Parece que no se trata de
enterramientos sino de un lugar de habitación o de arrastre de los restos, puesto que los huesos se encontraban a muy corta distancia de la entrada
a la enorme cueva, que cuenta con siete cámaras, en la misma capa de sedimentos en que aparecieron huesos de animales descuartizados, lo que sugiere el uso de herramientas
que, sin embargo, todavía no han sido documentadas. Hasta ahora tampoco han
aparecido allí restos de ninguna otra especie de homínido.
Las excavaciones continúan y hasta ahora disponen únicamente de 13 huesos pero que son muy reveladores: 7 dientes y otros huesos y fragmentos pequeños, inclusive un fémur partido, que corresponden a tres individuos, dos de los cuales son adultos y, el tercero, un niño. Han sido datados entre 67.000 y 50.000 años, período que se encuadra en el Pleistoceno tardío.
Lo más llamativo de esos huesos es que parecen un mosaico evolutivo oscilante entre los Australopithecus y los humanos modernos. Así, los premolares presentan entre dos y tres raíces, que en el Homo sapiens se simplifican y son solo una o dos y, en este aspecto, los restos se asimilarían a los de los Australopithecus, el Homo habilis o el Homo erectus. Pero, en cambio, los molares son muy pequeños y de estructura más simple, como la de los sapiens, una combinación insólita para cualquiera de las especies conocidas. Cabe señalar que el tamaño de los dientes hallados es incluso menor que el del Homo floresiensis.
El 10 de abril de 2019 la revista
Nature publicó el descubrimiento de
una nueva especie humana en Filipinas, el Homo luzonensis, un asombroso
híbrido de rasgos modernos como los del Homo
sapiens y primitivos como los del Australopithecus,
antecesores del género Homo que
vivieron en África hace entre 4,4 y 1,4 millones de años y a cuyo género
pertenece la famosa Lucy. Todo un misterio y un abanico de posibilidades que
solo ahora ha comenzado a revelarse. Los expertos están aportando valiosas
opiniones en un debate que no ha hecho más que comenzar. Resumimos aquí los
datos divulgados hasta esta fecha.
Las excavaciones continúan y hasta ahora disponen únicamente de 13 huesos pero que son muy reveladores: 7 dientes y otros huesos y fragmentos pequeños, inclusive un fémur partido, que corresponden a tres individuos, dos de los cuales son adultos y, el tercero, un niño. Han sido datados entre 67.000 y 50.000 años, período que se encuadra en el Pleistoceno tardío.
Homo luzonensis, erectus y sapiens |
Lo más llamativo de esos huesos es que parecen un mosaico evolutivo oscilante entre los Australopithecus y los humanos modernos. Así, los premolares presentan entre dos y tres raíces, que en el Homo sapiens se simplifican y son solo una o dos y, en este aspecto, los restos se asimilarían a los de los Australopithecus, el Homo habilis o el Homo erectus. Pero, en cambio, los molares son muy pequeños y de estructura más simple, como la de los sapiens, una combinación insólita para cualquiera de las especies conocidas. Cabe señalar que el tamaño de los dientes hallados es incluso menor que el del Homo floresiensis.
Comparación de tamaño del cráneo del Hombre de Flores y el sapiens |
Bipedestación y vida arbórea.
Sin embargo, las
mayores sorpresas surgen con los huesos del pie: la falange proximal (CCH4),
descubierta en 2011, prácticamente es idéntica a la del Australopithecus y posee una curvatura muy característica que
apunta a una vida arbórea además de la bipedestación. Son estos rasgos mixtos,
a los ojos del equipo multidisciplinar que lleva a cabo la investigación,
dirigido por el paleontólogo Florent Détroit, del Museo del Hombre de París, y
del antropólogo de la Universidad de Filipinas Armand Mijares, lo que justifica
hablar de una nueva especie. Lamentablemente, las condiciones de calor y
humedad del medio en que se han conservado los huesos impiden la obtención de
ADN, cuyo análisis podría haber confirmado el parentesco con alguna de las
restantes especies. Quizá en el futuro podrían obtenerse muestra
adecuadas o refinarse la tecnología disponible.
En cuanto a las características
físicas del Homo luzonensis,
probablemente sería de baja estatura, aproximadamente 1.20. Es un dato que se colige
del pequeño tamaño de los dientes, de acuerdo con la regla antropométrica que
correlaciona este parámetro con la altura media de una especie. El tamaño del
tercer metatarsiano sitúa al Hombre de Callao dentro del rango de los Homo sapiens pequeños, como los grupos
denominados “negritos de Filipinas”, que incluyen los andamanenses de las islas
Andamán, los pueblos Semang y los Batek de Malasia peninsular, los maniq del
sur de Tailandia, los ati, los aeta y otros 30 grupos étnicos de Filipinas. Aunque
a primera vista pudiera pensarse en un parentesco de los “negritos” con los
pigmeos de África central, la conexión genética más fuerte la presentan con los
habitantes de Austronesia. Pero lo que nos interesa especialmente analizar es
la forma del tercer metatarsiano del pie, que se aparta del modelo del Homo sapiens y, confluyendo con la
información que proporciona la falange proximal del pie, es decir, una
inserción muy marcada para los músculos de flexión, todo lo contrario a lo que
ocurre con el Homo sapiens, esta
especie podía, indistintamente, bipedestar y trepar a los árboles. ¿Cómo
interpretar este dato, que podría parecer una regresión en el camino evolutivo?
Falange proximal del pie |
El laboratorio evolutivo del Sudeste asiático.
Para ensayar alguna respuesta debemos situar los restos en conexión con los
demás hallados en Filipinas. Los huesos de Homo
sapiens más antiguos, de hace 30.000-40.000 años, fueron descubiertos en la
Cueva de Tabon, en la isla de Palawan, al suroeste del archipiélago. Por otro
lado, las huellas de homínidos más antiguas, encontradas en 2018 en el Valle de
Cagayan, cercano a la Cueva del Callao, también descubiertas por Armand
Mijares, han sido datadas en 700.000 años gracias a las herramientas de piedra
que acompañaban a los restos óseos. Este factor sustenta la hipótesis
explicativa que se considera más plausible: el Homo luzonensis sería descendiente del Homo erectus, que se expandió por Asia hace 1,8 millones de años.
Desde la China continental llegaría, hace un millón de daños, a territorios insulares más al este. Allí, aislados, sus descendientes evolucionarían hacia especímenes más pequeños. El endemismo insular, la presión adaptativa a un medio reducido, pudo haber hecho que se rescatasen rasgos fisiológicos que estaban ya olvidados en el diseño homo, en la medida en que resultaran útiles para la supervivencia en ese espacio limitante. El triunfo de la herencia genética de estos sujetos más aptos habría hecho el resto. Pero, como resalta María Martinón Torres, directora del Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana, el endemismo insular presenta inconvenientes porque reduce la diversidad genética y produce grandes divergencias que incluso pueden ser consideradas patológicas, como el enanismo, respecto de la especie hermana que permanece en el continente, causando las diferencias que tanto nos sorprenden.
Esas necesidades de adaptación a los respectivos medios físicos explicaría las diferencias entre los restos hallados en el sudeste asiático en los últimos 15 años: el Homo floresiensis, en la isla de Flores, al este de Indonesia; el hallazgo de herramientas en las Célebes de entre 194.000 y 118.000 años de antigüedad, publicado en 2016; y, finalmente, el Homo luzonensis, que pudo haber evolucionado en Filipinas en paralelo al Hombre de Flores en Indonesia. La dispersión geográfica de estos yacimientos sugiere un mapa de expansión de los homínidos en esta amplia región mediante viajes marítimos que no puede establecerse con claridad si siempre fueron intencionados, con el uso de balsas o, en algún caso, accidentales, pero indudablemente conllevaron el desplazamiento de individuos de ambos sexos. También habla de la temprana vocación “plus ultra” de los homínidos. La imagen que surge es que las islas de los Océanos Indico y Pacífico son un laboratorio evolutivo fascinante al que podemos encontrar paralelismos, mutatis mutandi, con las Islas Galápagos y los diferentes tipos de pinzones que resultaron decisivos en la investigación de Charles Darwin.
Desde la China continental llegaría, hace un millón de daños, a territorios insulares más al este. Allí, aislados, sus descendientes evolucionarían hacia especímenes más pequeños. El endemismo insular, la presión adaptativa a un medio reducido, pudo haber hecho que se rescatasen rasgos fisiológicos que estaban ya olvidados en el diseño homo, en la medida en que resultaran útiles para la supervivencia en ese espacio limitante. El triunfo de la herencia genética de estos sujetos más aptos habría hecho el resto. Pero, como resalta María Martinón Torres, directora del Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana, el endemismo insular presenta inconvenientes porque reduce la diversidad genética y produce grandes divergencias que incluso pueden ser consideradas patológicas, como el enanismo, respecto de la especie hermana que permanece en el continente, causando las diferencias que tanto nos sorprenden.
Esas necesidades de adaptación a los respectivos medios físicos explicaría las diferencias entre los restos hallados en el sudeste asiático en los últimos 15 años: el Homo floresiensis, en la isla de Flores, al este de Indonesia; el hallazgo de herramientas en las Célebes de entre 194.000 y 118.000 años de antigüedad, publicado en 2016; y, finalmente, el Homo luzonensis, que pudo haber evolucionado en Filipinas en paralelo al Hombre de Flores en Indonesia. La dispersión geográfica de estos yacimientos sugiere un mapa de expansión de los homínidos en esta amplia región mediante viajes marítimos que no puede establecerse con claridad si siempre fueron intencionados, con el uso de balsas o, en algún caso, accidentales, pero indudablemente conllevaron el desplazamiento de individuos de ambos sexos. También habla de la temprana vocación “plus ultra” de los homínidos. La imagen que surge es que las islas de los Océanos Indico y Pacífico son un laboratorio evolutivo fascinante al que podemos encontrar paralelismos, mutatis mutandi, con las Islas Galápagos y los diferentes tipos de pinzones que resultaron decisivos en la investigación de Charles Darwin.
Hay un dato llamativo a valorar:
los restos del Homo luzonensis
corresponden al período entre 67.000 y 50.000 años y esta fecha más temprana
corresponde al momento en que se supone que se extinguió el Hombre de Flores y
también, a la fecha de llegada a Asia del Homo
sapiens sapiens. Para despejar todo ese cúmulo de interesantísimos problemas
falta todavía mucho trabajo de investigación por hacer y mucho resto por
hallar. Resulta perentorio encontrar huesos craneales, que permitirán definir
mejor las características de estos humanos antiguos. Hay un dato enigmático y
muy prometedor: se sabe que los jarawa de las islas Andaman tienen un 1% de ADN
de otra especie de Homo sin
identificar, lo que es casi un anuncio de nuevos descubrimientos que, quizá,
podrían estar relacionados con el Homo
luzonensis. Es necesario también estudiar a fondo las otras hipótesis
alternativas que se han formulado para explicar la morfología “frankensteiniana”
de la nueva especie, como la posibilidad de que deriven no del Homo erectus sino de los propios
australopitecos, o que los Hombres de Flores y de Luzón desciendan ambos de un
antepasado común que habría surgido en Sulawesi, Indonesia, donde se han encontrado
herramientas de piedra datadas en 110.000 años. De acuerdo con Mathew Tocheri,
de la Universidad Lakehead en Ontario, Canada, dicho antepasado podría ser el Homo erectus o alguna especie humana
similar al Homo habilis que consiguió
llegar a la Línea de Wallace, el límite entre Asia y Oceanía, antes que el Homo sapiens. El panorama que se dibuja es realmente muy complejo, multiplica los focos evolutivos y obliga a descartar el paradigma simplista de una evolución lineal. Todo un desafío para la Paleoantropología y sus ciencias auxiliares.
Añado un enlace a un video de poco más de 2 minutos muy ilustrativo: https://www.youtube.com/watch?v=iZBGhiYS5Ic
Un modelo esquemático superado |
Añado un enlace a un video de poco más de 2 minutos muy ilustrativo: https://www.youtube.com/watch?v=iZBGhiYS5Ic
Fuentes consultadas:
-https://www.nationalgeographic.es/ciencia/2019/04/descubren-una-nueva-especie-humana-en-las-filipinas
Incluye un vídeo muy interesante para repasar los hitos hipotéticos de la
evolución humana.
Ciertamente los más nuevos descubrimientos acerca del pasado evolutivo son fascinantes, como el de este Homo Luzonensis, o esas huellas de Creta de más de 5 millones de años de antigüedad de las que hablamos ayer. A pesar de que cada uno de ellos nos haga replantearnos todo lo que hasta el momento habíamos tenido por grantizado, aporta esa sensación que tienes cuando estás leyendo una buena novela: que el autor siempre le da giros inesperados que prolongan el placer de la lectura. Seguiremos esperando más novedades.
ResponderEliminarMuy buen artículo.