ECCE HOMO Y RITOS DE CORONACIÓN EN EL MUNDO ANTIGUO

En las procesiones de Semana Santa es frecuente ver la conmovedora figura de Jesús martirizado como Ecce Homo, que significa "He aquí el hombre". Es la frase que Poncio Pilato pronunció ante la muchedumbre judía cuando presentó a Jesús, coronado de espinas y vestido con un manto púrpura, después de que hubiese ordenado azotarlo (Juan, 19.5). Como sabemos, Pilato pretendió desentenderse de su responsabilidad por la muerte de Jesús, en quien él no apreciaba culpabilidad alguna, pero antes de que ello ocurriese, los romanos llevaron a cabo una extraña y cruel ceremonia. Vamos a examinar con más detenimiento los elementos de ese escarnio a Jesús, tal como lo relatan los Evangelios.
Las fuentes evangélicas

Señor del Gran Poder, Sevilla
Conocemos bien la iconografía del Ecce Homo a través de la pintura y la imaginería barroca. Los artistas plasmaron, con diversas variaciones, los elementos que describen los evangelistas San Mateo, San Marcos y San Juan. En cambio, San Lucas no menciona el episodio de las burlas de los romanos. Repasemos en primer lugar el texto en Mateo 27. 27-31. Allí se relata el proceso de Jesús ante Pilato y, después de lavarse las manos tras haber intentado sin éxito concederle la libertad en lugar de a Barrabás, al que escogió el pueblo alborotado, se nos dice: "Entonces los soldados del procurador condujeron a Jesús al interior del palacio, ante toda la cohorte. Le despojaron de sus vestiduras, le echaron encima un manto de color púrpura; y, entretejiendo una corona de espinas, se la pusieron sobre la cabeza con una caña en la mano derecha; luego, doblando ante él la rodilla, le decían en son de burla: ¡Salve, rey de los judíos ! Y escupían sobre él; y, tomando la caña, le daban golpes en la cabeza. Después que acabaron sus burlas, le despojaron del manto, le pusieron sus vestidos y lo llevaron a crucificar".

En Marcos 15.16-20 se indica: "Los soldados lo condujeron dentro del atrio, o sea, al pretorio; y reunieron a toda la tropa; le vistieron de púrpura, ciñéndole al mismo tiempo la cabeza con una corona entretejida con espinas; y comenzaron a saludarle: ¡Salve, rey de los judíos !, mientras le golpeaban la cabeza con una caña y le escupían; e, hincando la rodilla en tierra, le hacían reverencia. Después que terminaron sus burlas, le desnudaron de la púrpura; le pusieron sus propios vestidos y lo llevaron a crucificar".
Ecce Homo, 1925. Lovis Corinth.
Finalmente, por lo que se refiere a San Juan, 19.1-5, se dice "Tomó entonces Pilato a Jesús y lo mandó azotar. Luego los soldados, entretejiendo una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza, le vistieron un manto de púrpura y, llegándose a él, le decían: ¡Salve, rey de los judíos! Al mismo tiempo le daban de bofetadas. Salió Pilato otra vez fuera, y dijo a la multitud: Mirad, os lo voy a sacar fuera para que sepáis que no encuentro en él culpa alguna. Salió, pues , Jesús fuera con la corona de espinas y el manto de púrpura, y Pilato exclamó: Aquí lo tenéis (ecce homo)".

Aunque el relato del apóstol Juan es más sintético y sitúa la ceremonia en un momento diferente, en medio de las negociaciones de Pilato con los judíos para intentar liberar a Jesús, aparecen en los tres evangelios una serie de elementos comunes. Así, que la burla tiene lugar dentro del palacio del Pretor romano y ante toda la tropa; despojan a Jesús de sus propias vestiduras y le colocan un manto púrpura, una corona de espinas en la cabeza y una caña en la mano derecha; y los actos de escarnio consisten en saludarlo como rey de los judíos y hacer reverencia y genuflexión pero también, para reforzar la burla y la humillación, escupirle, golpearlo en la cabeza y darle bofetadas. Vamos a intentar buscar sentido a estos actos que, por su reiteración y orden en que se realizan, revelan su carácter altamente ritualizado y están lejos de ser una simple diversión cuartelera improvisada para la ocasión.
Ecce Homo, Murillo
Los ritos de coronación
Un primer aspecto a tener en cuenta sobre los sujetos es que los intervinientes son los soldados romanos, no los judíos. La autoría de la pantomima burlesca debe atribuirse, pues, a las tropas del gobernador de Judea. Aunque las legiones romanas podían acoger a soldados de múltiples nacionalidades, los judíos no estaban permitidos.
Por lo que se refiere al lugar, los actos se desarrollaron en el espacio de autoridad del gobernador romano. El juicio contra Jesús tuvo lugar fuera del Pretorio ( palacio del pretor o procurador) porque, si los judíos que acusaban a Jesús hubiesen entrado en el Pretorio, se habrían contaminado y ello les habría impedido celebrar su sagrada festividad de la Pascua hebrea. Pero la pantomima de la coronación se llevó a cabo en el interior del Pretorio, donde se encontraban los cuarteles de Pilato y quizá también su residencia. No se conoce el lugar concreto de Jerusalén donde se encontraba pero suele identificarse con la Torre Antonia, que Herodes el Grande había construido como parte del complejo del templo.
En cuanto a los actos, la burla contra Jesús supone un inversión de los diferentes gestos reglados en que consistía la coronación de un monarca. La parodia descrita por los Evangelios incluye cada uno de esos cuatro pasos y por su debido orden: la investidura, la coronación, el homenaje y la aclamación.
Ecce Homo, Tiziano
La investidura es la ceremonia por la cual se confiere autoridad a una persona a través de unas ropas que simbolizan el desempeño de un oficio o cargo. "Investir" se relaciona etimológicamente con el término vestido y, cuando se trata de un rey, debe lucir una toga ornamentada, de la calidad más elevada y exclusiva. Para cumplir ese requisito, a Jesús le quitaron las ropas que llevaba y le colocaron un manto púrpura, que sería parecido al que usaban los oficiales militares y otros personajes de alto rango. Es importante el color, porque indica el valor del tejido. El púrpura oscila entre el violeta y el carmesí y el tinte necesario se obtenía de unos caracoles marinos llamados púrpuras, que fueron muy apreciados en la antigüedad. El púrpura real (violeta intenso), famoso en la ciudad fenicia de Tiro, era un artículo de lujo reservado a los príncipes y potentados, y que después pasó a los ropajes cardenalicios.

La coronación de espinas, Rubens, M. del Prado.
Un segundo acto ritual es la coronación, pero la corona que los soldados colocaron a Jesús no era de oro y piedras preciosas sino que se trenzó con ramas de espinas procedentes de arbustos que eran muy comunes en la desértica Palestina. Junto con esa dolorosa corona, también le colocaron en la mano derecha una caña a modo de cetro, otra mofa de los emblemas de la autoridad y el poder del soberano.

Ecce Homo, Juan de Juanes
El tercer paso era el homenaje que prestaba el pueblo reconociendo la majestad de su príncipe recién coronado. En este ritual fingido y burlesco los soldados se acercarían uno tras otro a hacer la reverencia entre grandes risas. El teólogo norteamericano Dean Olive, a quien sigo en su descripción del ritual de coronación fingida de Jesús, pone de manifiesto que esa pleitesía es muy diferente de la que el Niño recibió de los Reyes Magos quienes, con suma reverencia, se inclinaron ante Él para adorarlo y le ofrecieron regalos. En Mateo 2.11 se dice: "Entraron en la casa y encontraron al niño con María, su madre; lo adoraron de hinojos; y, abriendo las arcas en que traían sus tesoros, le ofrecieron presentes de oro, incienso y mirra". Sin duda, ese texto hace referencia a la proskinesis, la reverencia que se hacía al soberano persa postrándose en el suelo, como signo de sumisión. Alejandro Magno adoptó ese saludo, lo que causó graves problemas entre sus generales, ya que para ellos Alejandro, por más hijo del rey Filipo que fuese, no dejaba de ser un primus inter pares. 
El cuarto estadio era la aclamación del gobernante, saludándolo como señor. En el caso de Jesús, lo saludaron como rey de los judíos. Probablemente lo sentaron en una silla a modo de falso trono, llevando la túnica, la corona de espinas y el cetro vegetal, y los soldados, además de arrodillarse ante él, gritarían sarcásticos saludos, para después reforzar el carácter cómico de sus grotescos gestos con bofetadas o golpes en la cabeza con la caña, y lanzándole escupitajos. Después de la irreverente pantomima, despojaron a Jesús de la túnica con la que lo habían disfrazado, le volvieron a poner sus propias ropas.
Pero aunque hayamos aclarado un tanto el nexo entre los actos políticos necesarios para la entronización de un príncipe y la condena a Jesús por arrogarse la condición de rey de los judíos, que estos no aceptaban, ¿por qué llevaron a cabo la burla los soldados romanos y no los judíos, supuestamente ofendidos por Jesús?
Ecce Homo, Murillo
José Carlos Bermejo Barrera, en su libro Historia y melancolía, recientemente publicado, pone de relieve que el uso burlesco del ritual de investidura de Jesús corre paralelo a algunos ritos documentados en aquella época. Consta así que la plebe de Alejandría ridiculizó al rey judío Herodes Agripa, colaboracionista de los romanos, cuando visitó la ciudad. Para ello vistieron a un loco llamado Carabas con ropajes negros y tocado con una corona hecha de papiro y lo pasearon acompañado de un cortejo, para acabar golpeándolo. Para Bermejo, tal paralelismo podría indicar que los romanos utilizaban ese ritual en las provincias cuando se trataba de reconocer la autoridad de los jefes indígenas como magistrados romanos, con el título de prefectos. En los tres evangelios que mencionan la cuestión los protagonistas son los soldados romanos, de lo que se desprende que eran ellos los que conocían ese rito lino. Para él, sería absurdo que lo ejecutasen los judíos puesto que supondría una blasfemia. Por tradición, el rey de los judíos era consagrado en una fuente de Jerusalén, la de Gihón, o en el templo o bien en el palacio. Se le imponían las insignias reales, la diadema y el brazalete, pero el ritual, a diferencia del que siguieron los romanos con Jesús, no incluía cetro ni manto. Posteriormente el rey era ungido con óleo, acto esencial en la ceremonia que no figura en la parodia a la que sometieron a Jesús, y se le aclamaba al son de un cuerno o trompeta. También falta en los evangelios este requisito musical. Después el rey se sentaba en el trono y recibía el homenaje de sus súbditos. Esos mismos pasos se seguían para la investidura del sumo sacerdote, que comprendía tres etapas: la purificación, el vestido y la unción. Después de las abluciones, se le colocaba una túnica, un manto con el efod y el pectoral, un turbante con el nezer santo en la frente, y luego se vertía sobre su cabeza el oleo de la unción.
Ecce Homo, Luis de Morales
He dejado para el final una importante cuestión, que es la que se refiere a las diferencias entre los Evangelios de Mateo y Marcos, por una parte, y el de Juan, históricamente más reciente, por otra. En los dos primeros la coronación burlesca acontece una vez que Jesús ya ha sido condenado y antes de llevarlo a crucificar. En San Juan, en cambio, Pilato propone al vociferante populacho judío liberar a Jesús, para dar cumplimiento a la costumbre de excarcelar a un preso por la Pascua judía, pero aquellos prefieren al bandido Barrabás. Intentando despertar su piedad, de acuerdo con el relato de Juan, Pilato lo mandó azotar, y los soldados se divirtieron con sus chanzas a la realeza humillada de Jesús. Tras ello, Pilato volvió a poner a Jesús delante de los judíos e insistió en que no encontraba motivo alguno para condenarlo. Como aquellos insistieran, el Pretor romano no tuvo más remedio que entregarlo a la crucifixión. A nadie se le escapará que en esta versión de los hechos el gobernador romano aparece del lado bueno y los judíos como infames, lo que ha dado lugar a una considerable conflictividad religiosa a lo largo de la historia ( vemos esa imagen de los judíos como personajes pérfidos en el cuadro de Morales, arriba). Pero sea cual sea el momento en que se produjo el escarnio por parte de los soldados, el rito permanece como esencialmente romano y no judío, y nos informa de las relaciones entre el imperio y los reyezuelos locales que colaboraban con el mismo.
Fuentes consultadas:
-Bermejo Barrera, Jose Carlos: Historia y melancolía. Akal, 2018.
-All by Grace. Web. 27-3-2018.
Pedro de Mena, Cristo Varón de Dolores, 1673
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Comentarios

  1. Una información muy interesante acerca de una de las figuras más destacada de esta semana que estamos viviendo.

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  2. Además de los evangelios, entre los textos debe tenerse en cuenta que Isaías 53.3 profetiza de la Pasión: "Despreciado y abandonado de los hombres, varón de dolores y familiarizado con el sufrimiento, y como uno ante el cual se oculta el rostro, menospreciado sin que le tengamos en cuenta"

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  3. He aquí al dios-hombre humillado. Riguroso y sobresaliente análisis. Y muy oportuno, pues la humildad como la paciencia son excelencias olvidadas.

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  4. Muy interesante entrada. Felicidades Encarna. Con tu análisis contribuyes a confirmar la importancia de los sesgos ideológicos y culturales que están detrás de toda interpretación de la Historia y a la necesidad de ir siempre a todas las fuentes para luego sacar nuestras propias conclusiones . Convienen estás lecturas para no caer en creencias e ideologías dogmáticas, radicalizadas.. Con enfoques generalistas y simplistas nos equivocamos siempre, sin duda

    Qué bien traído tu artículo en plena Semana Santa! Gracias siempre. Un abrazo

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