ABEJAS QUE VIENEN DE LA LUNA
Por JOSÉ LOSADA
Castelao |
En eso Castelao no fue un innovador, sino que siguió una línea que puede rastrearse a lo largo de la historia de la literatura gallega. Así, Manuel Curros Enríquez da comienzo a su obra “O divino sainete”, publicada en 1888, tropezándose en una fría noche del invierno madrileño con la espectral procesión. En ella encuentra al poeta Añón, fallecido diez años antes, con el que inicia un largo viaje que les lleva a presencia del Santo Padre, de cuyas promesas no parecen fiarse mucho ambos literatos. Ocho años atrás Curros Enríquez había publicado “Aires d’a miña terra”. Precisamente en uno de sus poemas aparecía la expresión que sirvió de título al célebre discurso de Castelao. Pero aquella obra no fue bien recibida en los ambientes eclesiásticos, hasta el punto de que, a instancias del obispado de Ourense (se omite deliberadamente citar el nombre del prelado, que no está a la altura del poeta), Curros fue condenado en primera instancia a dos años, cuatro meses y un dia de prisión, y a una multa de doscientas cincuenta pesetas por un delito contra el libre ejercicio de la religión, aunque posteriormente fue absuelto por la Audiencia Territorial de A Coruña. En la red se encuentra disponible el libro “O proceso penal a Curros Enríquez” que recoge, además de un estudio introductorio sobre la legislación y jurisprudencia aplicable, la denuncia, las sentencias de ambas instancias y, sobre todo, los brillantes alegatos de la defensa, de los que merece destacarse el del recurso de apelación, debido al letrado señor Puga y Blanco (celanovense, lo mismo que su defendido), notable ejemplo de oratoria forense y de la defensa de la libertad de expresión.
Curros Enríquez |
Ese y otros avatares llevarían a Curros a emigrar a la isla de Cuba, donde también sufrió las incomprensiones de sus propios paisanos. En esto último coincide con Rosalía de Castro (véase la entrada de Encarna Lorenzo “Rosalía de Castro y el escándalo de la hospitalidad sexual en Galicia” en este enlace: http://anthropotopia.blogspot.com.es/2013/08/rosalia-de-castro-y-el-escandalo-de-la.html). La lectura de su poema “Los tristes”, incluido en el libro “En las orillas del Sar” (1884), nos da una idea aproximada del cúmulo de sinsabores, tropiezos y desilusiones que jalonaron la vida de la ilustre poetisa y la acompañaron hasta el momento mismo de su muerte, ocurrida un año después de esa publicación, en medio de la pobreza y la amargura. Sin embargo, el poeta celanovense, en una hermosísima elegía compuesta con ocasión de su fallecimiento, prefirió recordarla de manera más optimista: “na frente una estrela, no bico un cantar”.
Tampoco la
poetisa, cuyos restos reposan en el Panteón de Gallegos Ilustres del Convento
de Santo Domingo de Bonaval, pudo sustraerse a la tentación de incorporar a su
obra a la Santa Compaña. En el libro “Follas Novas” (1880) se inserta el poema
titulado “Eu por vos, e vos por outro”, que toma como título un refrán relativo
a la decepción que supone descubrir que la persona amada no solamente no nos
corresponde, sino que entrega su corazón a otro. En él, el admirador sorprende
a su amada saliendo por la noche de su casa, y con el afán de protegerla de
todos los peligros que acechan a los que se aventuran a tales horas, la
sigue y descubre, para su desgracia, que
sus desvelos fueron vanos. Lógicamente, la posibilidad de aparición de los
difuntos es una de las más peligrosas y así lo expresa:
“¿E si atopás a compaña?
¿E si vos say a estadea?¿Si con falas vos
engaña
E vos pon mantel e cea,
Mentras tróa e lostreguea?...
(Traducción personal: “¿Y si encontráis a la Compaña?/ ¿Y si os sale la
“estadea”? ¿Si con hablas os engaña/ Y os pone mantel y cena, /mientras truena
y relampaguea?)
Carlos Reigosa |
Ya aparece otra de las denominaciones a las que después nos referiremos, así como alguna de las creencias referentes a los peligros que corre el que se
encuentre a los difuntos en procesión. Estos mismos versos figuran en la
primera página de la novela “A lei das ánimas. A novela da Santa Compaña”
(2010) de Carlos G. Reigosa. Es la última entrega, por ahora, de las aventuras
del detective Nivardo Castro y su colaborador el periodista Carlos Conde. En
este ocasión se enfrentan a unos crímenes que, como dice la contraportada,
movilizan al mismo tiempo a las fuerzas del orden público y a las ánimas del
Purgatorio, recordando con ello a la película “Vértigo” de A. Hitchock, en la
que el espectador cree, durante una parte del metraje, que el protagonista se
enfrenta a un enemigo sobrenatural. Ocurre en este caso que el desenlace
sugiere la intervención de los difuntos en el restablecimiento del orden social
quebrantado por el delito, apareciendo como seres capaces de discernir el bien
del mal y dispuestos, si es necesario, a llegar más allá de lo que las fuerzas
humanas alcanzan. Todo muy alejado de la concepción de seres terroríficos que
pudiera atribuírseles en un primer acercamiento.
Alvaro Cunqueiro |
Reigosa es periodista de profesión y nació en el municipio lucense de A
Pastoriza, limítrofe con el de Mondoñedo, del que era natural otro periodista,
Álvaro Cunqueiro. De su fantasía y
capacidad para crear mundos imaginarios poco puede decirse que no haya sido
dicho ya por voces más autorizadas: en su infancia escribió una novela del
Oeste en la que los indios hablaban el gallego y, ya adulto, cuando se le
preguntaba cómo podía recrear los paisajes de lugares remotos en los que nunca
había estado (como por ejemplo, los orientales en “Si o vello Simbad volvese ás
illas”, 1961), se refería a que siempre se basaba en los paisajes de su
localidad natal, a la que hubo de volver tras una decepcionante etapa en la Villa y Corte. En 1956 publicó “As crónicas do Sochantre”, protagonizadas por
Charles Anne Guenolè Mathieu de Crozon, más conocido como el sochantre de Pontivy el cual, con ocasión
de un viaje a Quelven para acudir a los
funerales de un hidalgo, comparte carroza con un grupo de familiares del
difunto, muertos también como él, a los que deleita con interpretaciones de
bombardino, instrumento del que era un virtuoso. No deja de ser una recreación
de la Santa Compaña, pasada por la fecunda imaginación del autor mindoniense.
Ahora, cuando se destaca la militancia de Álvaro Cunqueiro en la Falange y su colaboración en sus medios
de comunicación tras la Guerra Civil, prefiero recordar que con anterioridad
había simpatizado con el “Partido Galeguista”, el partido de Castelao. En la
foto aparece junto a otros conocidos galleguistas en el homenaje que se tributó
en 1933 a Emilia Docet, conocida como la Miss España Galleguista.
A estas alturas, el lector querrá saber el porqué del extraño título de esta entrada y conocer algo más de la Santa Compaña, a algunos de cuyos rastros
literarios se ha hecho referencia. Así pues, como el cinematográfico alcalde de
Villar del Río, seguidamente se procede a dar, o pagar, la oportuna
explicación. Para ello me serviré de dos libros que, pese a lo diferentes que
son sus circunstancias, coinciden en lo fundamental. El primero es “Supersticiones
de Galicia” de Jesús Rodríguez López, publicado en 1910 y reeditado en edición facsímil
en 2001; el segundo es “Diccionario dos seres míticos galegos”, obra colectiva
editada en 1999 cuyos autores son Xoán R. Cuba, Xosé Miranda y Antonio Reigosa
(no confundir con Carlos). Son múltiples los nombres bajo los que es conocida:
alguno ya lo conocemos (“estadea”); otros aluden al título de la entrada (“enxamio”
o “abexón”). Pero hay más: “Hoste”, “Estántiga”, “Zarrulada” y “Acompañamento”.
Los autores consultados hacen referencia a que la procesión de ánimas aparece
en las tradiciones de Galicia, norte de Portugal y Asturias, y también en otros
lugares, como Escocia, Gales, Baviera, Suiza…Los autores Cuba, Miranda y
Reigosa discuten la tesis de Vicente Risco (a quien se aludió sin nombrarlo en
la entrada dedicada a “Alba de Groria”), según la que se trata de un fenómeno
puramente incardinado en la tradición cristiana.
Como dice la tradición, delante de las ánimas va una persona viva
portando una cruz y un caldero de agua bendita, condenada a vagar lo que le
reste de vida salvo que consiga entregárselos a otro; se dice que éste solamente puede librarse de recibir los
indeseados pertrechos si acierta a dibujar un círculo en el suelo e
introducirse en él. Pero el imaginario popular apunta otros remedios preventivos de diversa
naturaleza, como llevar en el bolsillo cuernos de “vacaloura” (ciervo volante)
y ajo. El vivo está obligado a guardar
silencio y no puede mirar atrás (tampoco le resulta necesario, porque percibe el
olor de la cera quemada por las velas de los difuntos). La procesión suele
transitar por los alrededores de la iglesia, siguiendo el camino de los
entierros, pero sin salir de los límites de la parroquia. Puede ir en silencio, o anunciarse mediante el sonido de una campana e incluso acompañada de cantos religiosos o gritos
desgarradores. El peligro, como ya anunciaba Rosalía, consiste en encontrarse
con ella por la noche y no estar listo para evitar que te encomienden encabezar
la procesión.
Peto de ánimas de A Arnoia |
Me parece importante destacar el hecho de que se recoja en la tradición
que los difuntos han de ser los de la parroquia por la que la procesión
circule. Este dato da idea de una cierta familiaridad y de que no se contempla a la Santa Compaña como
algo ajeno por completo al reino de los vivos, hasta el punto de que se tiene
cierta compasión por sus integrantes. Rodríguez López cuenta que, en algunas
aldeas de la provincia de Lugo, no está bien visto barrer las casas por la
noche porque con ello se ahuyenta a las ánimas que, como tienen frío, vienen
calentarse en el hogar. En el libro “Andando
a Terra” (1990), que recoge los artículos publicados por Manuel María en “A
Nosa Terra” bajo el seudónimo de Manuel Hortas Vilanova, se da noticia de un “peto
de ánimas”,- pequeñas construcciones destinadas a recoger limosnas para los
difuntos-, que se encuentra en la parroquia lucense de Toiriz y que es utilizado por los vecinos como
buzón. Al autor no le parece ello un gran dislate, porque entiende que en el lugar se
depositarán las cartas dirigidas a los emigrantes, a los que compara con las
ánimas (Rosalía hablaba de las “viudas de vivos”). No obstante, como Procurador
de los tribunales en ejercicio, se pone a disposición de los difuntos por si
desean ejercitar alguna acción tendente a recuperar la posesión del peto. La anécdota me
hace recordar la bondad y la generosidad que adornaban al llamado “Cantor da
Terrra Cha”, de las que aparecen muestras en el mismo volumen en artículos
dedicados a otros poetas, de tan corta obra como intensa dedicación a la
Poesía: Luis Pimentel y José María Díaz Castro.
Manuel Maria |
Para terminar, en el libro “Supersticiones de Galicia” se recoge la
creencia según la que las ánimas bajaban de la luna en forma de abejas, lo que
explicaría la subsistencia del refrán “O que mata unha abella, ten sete anos de
pena”. El azar ha querido que recientemente haya caído en mis manos el libro “Os
mil e un refráns galegos do home” (1997), autoedición del autor, Xosé Moreiras
Santiso, del que carezco de cualquier otra referencia. Ignoro a quien
pertenecía, solamente sé que lo salvé de un futuro tenebroso, aunque se le
llame eufemísticamente “reciclaje”. El autor se hace eco del mismo refrán con
alguna variante (la pena en su caso es de cien años y no de siete) y lo explica
así: “se cree que las almas de algunos difuntos se encarnan en ellas y por eso
hay que respetarlas.”
Qué excelente artículo. Me ha encantado por la coherencia entre la exposición de sus ideas y su contenido. Rezuma, sin duda, la hulmidad, la fina ironía y la generosidad del alma de su autor junto con el profundo amor por su tierra, su cultura popular y la fecundidad de sus autor todo ello impregnado de sensibilidad y hondo saber. Magnífico.(Jesús Díaz Insua)
ResponderEliminarGracias, José, por esta aportación tan personal y original al estudio de las costumbres y creencias tradicionales de Galicia. Nadie mejor que tú para hacerlo, por tu larga vivencia en esa tierra y tu profundo conocimiento de su literatura. Me ha gustado mucho ese recorrido en bucle entre los distintos autores, partiendo de Castelao y volviendo a él a través de Curros, Rosalía, Reigosa y Cunqueiro, cuya divertidísima novela del Sochantre nadie debería perderse. Para mí fue una experiencia inolvidable que he repetido después y a la que pienso volver más veces. Me ha gustado mucho también esa sentida rememoración de Manuel María, gran poeta, y de su delicado ingenio y sensibilidad para tratar esos asuntos judiciales del más allá. Creo recordar que proponía un interdicto para recuperar la posesión del peto de Toiriz. No ha sido posible localizar una foto en la red, pero procuraremos hacernos con la imagen adecuada en la próxima visita. He echado en falta, en cualquier caso, los divertidos encuentros entre el bandido Fendetestas y el alma en penade Fiz de Cotobelo ( geniales, como siempre, Alfredo Landa y Miguel Rellán), en El Bosque animado de Wenceslao Fernández Flórez, pero también la triste muerte de la desventurada Pilara, la lecherita, que ve a la Santa Compaña, y esos miedos de las tontas madrileñas veraneantes, que confunden con la Santa Compaña los gemidos y los golpes de la pierna ortpédica del pocero Geraldo, enamorado de Hermelinda en el desván de la casa donde están alojadas. Tienes mucha razón. Estas creencias que nos parecen irracionales han sido un suelo muy fértil para el vuelo literario. ¡Qué buenos momentos debemos a esos maravillosos autores y a su fuente de inspiración!
ResponderEliminarFelicidades por la entrada, me ha parecido muy bien documentada y sugestiva. Por añadir algo a las referencias a las que apunta Encar, diré que el filme de animación gallego "O Apostolo" también "reanima" a la Santa Compaña de una forma original y llena de suspense. Si podéis encontrara la película, que desgraciadamente se prodigó muy poco en carteleras, os sorprenderá por su calidad, tanto de guion como de ejecución. Cabe decir también que algunos restos de su escenografía se pueden ver, si se acerca uno a las caballerizas, en el Pazo de Tor, cerca de Monforte de Lemos.
ResponderEliminarMe ha encantado esta entrada, por la forma de acercarse a ese sustrato cultural que es la relación con el mundo de los difuntos, unido a la literatura gallega. Leyéndola he recordado lo que cuenta Malinowski de la cultura Trobriand, que creen que los muertos van a vivir a la isla de enfrente, pero vuelven a su lugar de origen al año,momento en el que se prepara un banquete con alimentos y sitio para los difuntos.Tanto en este caso como en lo relativo a la Santa Compaña, encontramos que siempre se ha buscado una forma de no perder/olvidar totalmente a los difuntos, como si el olvido fuera más muerte que la propia muerte.
ResponderEliminarSabes, Pepe, que estaba esperando esta entrada; me parece magnífica. La Santa Compaña siempre me ha parecido algo muy familiar; desde pequeño he oído hablar de ella, y si hay algo de tenebroso o funesto para mí nada de eso existe. Cuando ando de senderismo por los bosques de nuestra tierra, siempre al anochecer agudizo la vista por si puedo atisbarla en su eterno caminar y ¡claro! el oído también; estoy seguro que no oiría quejidos ni gritos desgarradores; esas almas en pena cantarían igual que "los vigilantes de la noche" en la ópera " la mujer sin sombra" de R. Strauss. En el fondo somos caminantes(almas) en una marcha perpetua a ............
ResponderEliminarKFK
Hoy me he encontrado en Tertula de boticas prodiosas, de ese inmenso creador que es Alvaro Cunqueiro, una referencia a las abejas que viene de la luna. Imaginando una escena mágica provocada por el polvo de soñar, el de Mondoñedo dice "otros, muertos, con sus mujeres arrodilladas a sus pies, colocando en ellos panales colmeneros para que las abejas recogiesen el alma del finado, que se volvía abeja". Gracias a tu texto, estas alusiones etnogràficas se vuelven mucho más comprensibles.
ResponderEliminarInteresantísimo, excelente artículo! Felicidades a su autor.
ResponderEliminarToparme hoy con esta entrada me ha resultado una delicia, nunca tan a propósito, después de tener tan reciente la lectura de Las crónicas del Chochantre que me resultó magnifica y muy divertida, recomendada por Encarna.
GRACIAS
Muchas gracias a ti por leer. Un fuerte abrazo.
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