LA SOMBRA DE LAS MUJERES PANTERA. Reflexiones antropológicas en torno a "Cat People" (1942), de Jacques Tourneur
Los mitos
son uno de los elementos constitutivos básicos de nuestro imaginario
colectivo. Frente a aquellas historias heredadas de un pasado muy
remoto, otras han sido creadas de nuevo cuño por Hollywood, la
fábrica de los sueños, pero recombinando para ello elementos
preexistentes en nuestro acervo cultural. Así sucede con la leyenda
de las mujeres pantera en la película de Jacques Tourneur, Cat
People (1942). En
esta entrada podremos descubrir cómo se forja un producto cultural
para el consumo de masas, usando para ello símbolos compartidos y
reconocibles, y cuáles son los factores que aseguran su amplia
circulación hasta convertirse, a su vez, en un referente clásico
para nuevas imágenes colectivas. Examinaremos también la ambigüedad y
polisemia de estos símbolos, que pueden dar lugar a interpretaciones
abiertamente contradictorias de su significado. Un poco de teratología
A lo largo de la historia de los
distintos pueblos los monstruos siempre han servido para construir
un concepto del "nosotros" dentro del canon de la
normalidad, de lo que se considera aceptable en cada lugar y momento
históricos. Lo distinto, lo "otro", es un espejo en el que
necesariamente debemos mirarnos para averiguar, por vía negativa,
cómo deberíamos ser. El Diccionario de uso del español de María
Moliner destaca la etimología de “monstruo”, una palabra que
proviene del latín “monstruum"-en griego es "teratos”-,
y que, a su vez, deriva de “monere”, que significa anunciar, pues
se consideraba que estos seres extraños eran un aviso de los
dioses. Su aparición generalmente provocaba temor, porque para el
pensamiento supersticioso representaban el pronostico de grandes desgracias.
Por ello, desvíos de la naturaleza como los hermanos siameses eran rápidamente suprimidos en aras del bien común. Así se explica
el terrible suceso relatado en 1611 por el lexicógrafo Covarrubias:
en Cervera (Lérida) nació un niño con dos cabezas y cuatro pies, y
sus padres se apresuraron a enterrarlo todavía vivo para evitar el
mal que pensaban que atraería a su familia y a la ciudad. Pero,
contradictoriamente, durante el periodo barroco, con su gusto
manierista, su obsesión por lo irregular, lo extraño y hasta lo
deforme, los monstruos atrajeron también la curiosidad más morbosa.
En La tempestad (1611), la última obra de Shakespeare, se repite en varias ocasiones que el monstruo Caliban permitiría a su dueño ganar una fortuna si lo exhibiese en Londres, lo que es un buen índice de la popularidad que podían llegar a alcanzar los seres situados en los límites de lo humano. Por otra parte, es bien sabido que, para solaz y diversión de los poderosos, las cortes europeas albergan un cortejo de enanos, figuras contrahechas y locos bufones. Los más insignes pintores, como Velázquez, Zurbarán o Carreño de Miranda, nos dejaron un fiel reflejo de estas rarezas de la naturaleza, con sus rasgos monstruosos pero también con toda su digna humanidad.
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Caliban, un especímen de hombre salvaje según Roger Bartra |
En La tempestad (1611), la última obra de Shakespeare, se repite en varias ocasiones que el monstruo Caliban permitiría a su dueño ganar una fortuna si lo exhibiese en Londres, lo que es un buen índice de la popularidad que podían llegar a alcanzar los seres situados en los límites de lo humano. Por otra parte, es bien sabido que, para solaz y diversión de los poderosos, las cortes europeas albergan un cortejo de enanos, figuras contrahechas y locos bufones. Los más insignes pintores, como Velázquez, Zurbarán o Carreño de Miranda, nos dejaron un fiel reflejo de estas rarezas de la naturaleza, con sus rasgos monstruosos pero también con toda su digna humanidad.
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Magdalena Ventura, La mujer barbuda (1631), de Francisco de Ribera |
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Eugenia Martínez Vallejo, La "Monstrua", de Carreño Miranda (1680), en el reinado de Carlos II |
En el siglo XIX los
monstruos acabaron por democratizarse completamente. Dejaron de ser
una diversión de los ambientes cortesanos, un deleite de la
aristocracia, para a exhibirse en la plaza pública, a la vista del
ciudadano corriente, ávido de nuevas emociones, a la par que
aquejado de un sentimentalismo hipócrita de corte muy burgués.
Así
se explica que se pusieran de moda los zoos humanos, en los que se
exhibían una enorme diversidad de especímenes: indígenas de tribus
remotas, seres de género ambiguo, extraños o con poderes casi
sobrenaturales. Aquí tenéis a un breve fragmento de una reciente película en la que Hollywood imagina el aspecto que habrían podido tener esos espectáculos que intentaban atrapar un mundo, el del Lejano oeste, que estaba desvaneciéndose para siempre.
Pero la realidad era mucho menos luminosa y nostálgica. Los monstruos humanos eran una atracción de barraca que pronto atrajeron la atención del mundo del cine. Freaks (1932), de Tod Browning, es un perfecto ejemplo de la sórdida crueldad que pudo habitar en aquellos circos humanos.
Pero, al mismo tiempo, mediante sus efectos especiales, el séptimo arte permitió también dar vida a otros monstruos imaginarios. Ya lo había hecho la pujante cinematografía alemana en El Golem (1920) de Carl Boese y Paul Wegener; El gabinete del Doctor Caligari, de Robert Wiene, del mismo año, con el sonámbulo Cesare que el siniestro doctor presentaba como atracción en las ferias de pueblo; o Nosferatu (1922) de Murnau, una versión inconfesa del Drácula de Bram Stoker.
Pero la verdadera vuelta de tuerca la constituyeron los monstruos recreados por la Universal Pictures: Dr. Jekyll y Mr. Hyde, El jorobado de Notre Dame, El fantasma de la ópera y, sobre, sobre todo, Drácula y Frankenstein (ambas de 1931), La momia (1932) o King Kong (1933). El éxito de estas películas fue verdaderamente sensacional pero, hacia finales de la década de 1930, después de incontables combinaciones de monstruos cada vez más monótonas e inverosímiles, la fórmula ya daba muestras de un franco agotamiento. El hombre lobo, en un filme de 1941, fue el último de los monstruos clásicos de la Universal. Pero vamos a detenernos un poco a examinar las características que presentaba este tipo de cine tan peculiar.
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Pero la realidad era mucho menos luminosa y nostálgica. Los monstruos humanos eran una atracción de barraca que pronto atrajeron la atención del mundo del cine. Freaks (1932), de Tod Browning, es un perfecto ejemplo de la sórdida crueldad que pudo habitar en aquellos circos humanos.
Pero, al mismo tiempo, mediante sus efectos especiales, el séptimo arte permitió también dar vida a otros monstruos imaginarios. Ya lo había hecho la pujante cinematografía alemana en El Golem (1920) de Carl Boese y Paul Wegener; El gabinete del Doctor Caligari, de Robert Wiene, del mismo año, con el sonámbulo Cesare que el siniestro doctor presentaba como atracción en las ferias de pueblo; o Nosferatu (1922) de Murnau, una versión inconfesa del Drácula de Bram Stoker.
Pero la verdadera vuelta de tuerca la constituyeron los monstruos recreados por la Universal Pictures: Dr. Jekyll y Mr. Hyde, El jorobado de Notre Dame, El fantasma de la ópera y, sobre, sobre todo, Drácula y Frankenstein (ambas de 1931), La momia (1932) o King Kong (1933). El éxito de estas películas fue verdaderamente sensacional pero, hacia finales de la década de 1930, después de incontables combinaciones de monstruos cada vez más monótonas e inverosímiles, la fórmula ya daba muestras de un franco agotamiento. El hombre lobo, en un filme de 1941, fue el último de los monstruos clásicos de la Universal. Pero vamos a detenernos un poco a examinar las características que presentaba este tipo de cine tan peculiar.
De cómo la
serie B salvó a la industria cinematográfica durante la Gran Depresión
El Crack del 29,
que supuso una terrible miseria para los estratos inferiores de la
sociedad norteamericana, vació de público las salas de cine. Por
ello, hubo que inventar nuevas fórmulas para arrastrar de nuevo a
las masas hacia el consumo cinematográfico. Lo que se les ocurrió
fue rodar películas de muy bajo presupuesto para así poder
presentar a los espectadores una oferta irresistible: dos películas
al precio de una. El plato principal consistía en una producción
más cara y vistosa, completando la sesión doble una de esas
películas baratas de la serie de B. Los requisitos que debían
cumplir estos filmes eran no superar un metraje de 75 minutos y que su presupuesto no rebasara los 150.000 dólares. Sus actores
distaban de ser grandes estrellas, y se rodaban a
un ritmo frenético, ahorrando costes mediante el reaprovechamiento
de los escenarios de otras producciones más solventes.
Sin embargo, toda esa rigurosa preceptiva para la producción de filmes en cadena no dio lugar a películas de baja calidad. Antes al contrario, los productores supieron hacer de la necesidad virtud y, por ello, algunas de estas
películas son joyas irrepetibles, como la fascinante Cat People,
de 1942. Ese mismo
año Val Lewton, que había sido asistente de rodaje de David O´Selznick, fue nombrado jefe de departamento de las películas de
terror de Serie B en la RKO. Esta compañía estaba virtualmente en
quiebra tras el mal resultado económico de las dos películas
rodadas por Orson Welles. La compañía había firmado un contrato millonario con el niño prodigio tras su apoteosis radiofónica de
1939, pensando en que rentabilizarían fácilmente en taquilla el
fenomenal talento del joven director. Pero este no estaba tan
interesado como los estudios en los resultados financieros de su
trabajo sino en llegar allí donde nadie antes había estado. Así
que, entre la incomprensión hacia sus audacias fílmicas y las
zancadillas de William Randolph Hearst y sus plumíferos a sueldo,
tanto Ciudadano Kane (1941) como El esplendor de los
Amberson (1942), acabaron siendo un fiasco en términos
financieros. Afortunadamente, Cat People, la primera película
de Val Lewton en colaboración con el director francés Jacques
Tourneur, salvó a la RKO de la ruina. Pero, ¿qué tenía esta
película de segundo orden para convertirse en un taquillazo y
humillar así los resultados de la que siempre ha sido considerada la
mejor película en la historia del cine?
El terror
psicológico
Los monstruos de la
Universal habían sido adaptaciones de referentes literarios, basados
en historias que se remontaban al siglo XIX. El aspecto y las
transformaciones de los monstruos se conseguían gracias al
maquillaje, y al talento y a la inquietante presencia física de
actores como Lon Chaney Jr., Boris Karloff o Bela Lugosi. En cambio,
los psicothrillers rodados por la RKO en los años 40 se basaron en
elementos más sutiles, como la insinuación, la ambigüedad, los
juegos de sombras… Por otro lado, el escenario del miedo se
trasladó a un entorno urbano contemporáneo. Los monstruos, las
amenazas de otros mundos, invadieron las calles y las casas de los
espectadores de aquel mismo momento. Fritz Lang afirmó que no hay
nada que atemorice más que lo que la mente es capaz de imaginar por
sí misma, y Jacques Tourneur, que hizo suya esta fórmula, estaba
convencido de que el cine de terror de la década anterior había
cavado su propia tumba al alejarse de la realidad cercana al
espectador. Para él, lo sobrenatural debía ser sólo insinuado, no
exhibido abiertamente. “El verdadero terror consiste en mostrar
que, inconscientemente, todos vivimos en el miedo. Cuando el público,
en la oscuridad de la sala, reconoce su propia inseguridad en la de
los personajes de la película, entonces es posible mostrar
situaciones increíbles y estar seguro de que el público participará“. Y La mujer pantera bien que lo demostró: frente a los
550.000 dólares de recaudación de Ciudadano Kane, obtuvo 4
millones de dólares en los dos primeros años de exhibición,
rentabilizando al máximo su magro presupuesto de 141.000 dólares
gracias a su economía de medios expresivos y la reutilización de
escenarios y otros elementos (el zoo de Central Park, del set de un
musical de Fred Astaire; la escalera en la vivienda de Irena, de The
Magnificent Ambersons; la oficina, de una película de Jean
Arthur; un café sirvió tanto para la cafetería, el restaurante
Belgrade y la tienda de animales; la partitura era un pastiche
de otras de Max Steiner… ¿Alguien da más por menos?)
La mujer pantera. El argumento (SPOILER)
El argumento de la
película es muy sencillo, aunque incorpora ideas complejas con
muchas aristas. La solitaria Irena Dubrovna, una figurinista serbia,
pasa muchas horas en el zoo dibujando a la pantera, un animal que la
obsesiona. Oliver Reed, ingeniero naval, traba amistad con ella en
ese lugar. Ya en ese primer encuentro la misteriosa joven le invita a
tomar el té en su casa y le relata una vieja leyenda de su país, al
que el rey Juan liberó de los adoradores de Satán. Pero los más
perversos brujos escaparon a las montañas y consiguieron sobrevivir.
Pese a estas historias siniestras y otras rarezas de Irena, Oliver se
enamora de ella y, finalmente, se casan. Mientras se encuentran
celebrando el convite de bodas en un restaurante yugoslavo, aparece
una extraña mujer, de rasgos marcadamente felinos, que
insistentemente llama a Irena “mi hermana”. Ella está llena de
miedos y se siente incapaz de consumar su unión, por lo que pide a
su marido que le conceda un tiempo para acostumbrase al matrimonio.
Entre tanto, la ayudante de su esposo, Alice Cooper, una mujer llena de recursos, se va entrometiendo poco a poco en esa enfermiza relación marital hasta que se atreve a confesar a su jefe que está enamorada de él. Para ayudar a Irena a curarse de sus trastornos psicológicos, sugiere que acuda a la consulta de un conocido suyo, el doctor Judd, que en realidad es un don Juan impenitente. Como era de esperar, el médico trata a la atractiva Irena más como una conquista que como paciente. Rechaza, como una total superchería, la historia de las mujeres felinas que Irena confiesa bajo hipnosis. Durante ese tiempo de espera, se va forjando una relación de gran confianza entre Oliver y Alice, confidente de su desastroso matrimonio, y ambos marginan a Irena cada vez con menos disimulo, lo que despierta sus celos. Transformada por fin en pantera, en una memorable escena por su belleza visual y el poder de sugestión de las luces y las sombras, Irena acecha a una indefensa Alice mientras esta nada en la piscina.
Irena está tan aterrorizada con el desdoblamiento que está experimentando, que acepta seguir el tratamiento que antes había rechazado.El Dr. Judd le aconseja que se deshaga de toda la parafernalia felina que la obsesiona y, cuando ella está decidida firmemente a cambiar de actitud, resulta demasiado tarde para salvar su matrimonio: Oliver le revela que ya no la ama y que le va a conceder el divorcio.
Irena se transforma entonces nuevamente en pantera para atacar a Oliver y a su rival. El Dr. Judd, que la espera en su casa para internarla en un psiquiátrico, aprovecha para acosarla sexualmente, pero ella lo hiere mortalmente a la vez que también resulta gravemente herida. Presintiendo próximo su fin, Irena libera a su doble, la pantera del zoo. El animal la ataca y, mientras escapa, la fiera resulta atropellada por un coche, por lo que ambas mueren simultáneamente.
Entre tanto, la ayudante de su esposo, Alice Cooper, una mujer llena de recursos, se va entrometiendo poco a poco en esa enfermiza relación marital hasta que se atreve a confesar a su jefe que está enamorada de él. Para ayudar a Irena a curarse de sus trastornos psicológicos, sugiere que acuda a la consulta de un conocido suyo, el doctor Judd, que en realidad es un don Juan impenitente. Como era de esperar, el médico trata a la atractiva Irena más como una conquista que como paciente. Rechaza, como una total superchería, la historia de las mujeres felinas que Irena confiesa bajo hipnosis. Durante ese tiempo de espera, se va forjando una relación de gran confianza entre Oliver y Alice, confidente de su desastroso matrimonio, y ambos marginan a Irena cada vez con menos disimulo, lo que despierta sus celos. Transformada por fin en pantera, en una memorable escena por su belleza visual y el poder de sugestión de las luces y las sombras, Irena acecha a una indefensa Alice mientras esta nada en la piscina.
Irena está tan aterrorizada con el desdoblamiento que está experimentando, que acepta seguir el tratamiento que antes había rechazado.El Dr. Judd le aconseja que se deshaga de toda la parafernalia felina que la obsesiona y, cuando ella está decidida firmemente a cambiar de actitud, resulta demasiado tarde para salvar su matrimonio: Oliver le revela que ya no la ama y que le va a conceder el divorcio.
Irena se transforma entonces nuevamente en pantera para atacar a Oliver y a su rival. El Dr. Judd, que la espera en su casa para internarla en un psiquiátrico, aprovecha para acosarla sexualmente, pero ella lo hiere mortalmente a la vez que también resulta gravemente herida. Presintiendo próximo su fin, Irena libera a su doble, la pantera del zoo. El animal la ataca y, mientras escapa, la fiera resulta atropellada por un coche, por lo que ambas mueren simultáneamente.
La condensación
narrativa y el abundante simbolismo de la cinta impiden resumir
fácilmente la historia. Toda ella está plagada de detalles que
evocan falsas leyendas, tradiciones y creencias antiguas. La película
se abre con una cita de un libro (apócrifo) del doctor Judd,
Anatomía del atavismo: “Al igual que la niebla se asienta
en los valles, las supersticiones se aferran a lo más recóndito del
alma, creando las depresiones del mundo".Sin embargo, la
historia de la mujer pantera-muy lejos del personaje incluido en la adaptación fílmica de La isla
del doctor Moreau de H.G.Wells-, no procede de ningún mito ni de
ninguna concreta obra literaria, sino que teje sus hilos en torno a
elementos procedentes de algunos textos y tradiciones históricas y
hasta curiosas anécdotas experimentadas por sus creadores.
La construcción
de un mito. Los referentes literarios
Al
principio, la película solo disponía de un título, Cat people,
sin ningún concreto argumento en torno al mismo. Por ello, el
productor Val Lewton y el guionista Witt Bodeen se embarcaron en un
estudio muy meticuloso acerca de los gatos en la literatura.
Olalla (1885), de R.L. Stevenson, cuenta una historia de ambientación española, la de un felino humano. Olalla cree que está contaminada por un mal que transmitirá si llega a casarse. La joven se siente incapaz de dominar el pánico a las reacciones de su cuerpo cuando se enamora .
En Los ojos de la pantera (1897), del escritor norteamericano Ambrose Bierce, la protagonista Irene rechaza la proposición de un matrimonio de un abogado por miedo a la locura y a las leyendas locales.
La princesa tigre (1961), del belga Jean Ray, narra la historia de una bella princesa de Malasia que se metamorfosea en el cuerpo moreno y escultural de una pantera.
El gato de Brasil, de Arthur Conan Doyle, plasma la relación de una extraña y exótica mujer con un hermoso felino traído del Brasil.
En Ancient Sorceries and Other Tales (1927), Algernon Blackwood contaba la historia de una raza de brujos felinos en Francia.
Y, finalmente, el propio Val Lewton, escritor pulp, en 1931 había publicado, en la revista Weird Tales, la historia The Bagueeta. Se trataba de la leyenda de una pantera capaz de transformarse en mujer para seducir a los hombres en una aldea de Ucrania, país del que procedía Lewton. Sólo el héroe Kolya resiste sus encantos y es capaz de internarse en el bosque para matar a la pantera con su espada.
Olalla (1885), de R.L. Stevenson, cuenta una historia de ambientación española, la de un felino humano. Olalla cree que está contaminada por un mal que transmitirá si llega a casarse. La joven se siente incapaz de dominar el pánico a las reacciones de su cuerpo cuando se enamora .
En Los ojos de la pantera (1897), del escritor norteamericano Ambrose Bierce, la protagonista Irene rechaza la proposición de un matrimonio de un abogado por miedo a la locura y a las leyendas locales.
La princesa tigre (1961), del belga Jean Ray, narra la historia de una bella princesa de Malasia que se metamorfosea en el cuerpo moreno y escultural de una pantera.
El gato de Brasil, de Arthur Conan Doyle, plasma la relación de una extraña y exótica mujer con un hermoso felino traído del Brasil.
En Ancient Sorceries and Other Tales (1927), Algernon Blackwood contaba la historia de una raza de brujos felinos en Francia.
Y, finalmente, el propio Val Lewton, escritor pulp, en 1931 había publicado, en la revista Weird Tales, la historia The Bagueeta. Se trataba de la leyenda de una pantera capaz de transformarse en mujer para seducir a los hombres en una aldea de Ucrania, país del que procedía Lewton. Sólo el héroe Kolya resiste sus encantos y es capaz de internarse en el bosque para matar a la pantera con su espada.
Sin embargo, con
independencia de todos esos posibles referentes, el productor y el
guionista de la película optaron por crear un texto ad hoc para la
película, el cual se modeló a medida de la actriz francesa Simone
Simon, que tenía un contrato firmado con la RKO . Eso quiere decir
que, para justificar su acento exótico, su personaje necesariamente
debía ser una extranjera en Estados Unidos.
En la primera
versión del guión, una división Panzer de los nazis ocupaba un
pueblo en los Balcanes. Los habitantes, descendientes de estirpe
ancestral de hombres felinos, no desplegaban ninguna resistencia
contra sus ocupantes pero los despedazaban al caer la noche. Pero, al
final, se decidió trasladar la historia al Nueva York contemporáneo,
con el objetivo de acercarla al público norteamericano. Lewton se
inspiró, para el personaje de Irena, en un desfile de moda francesa
en el que las modelos lucían cabezas de gato. El director Tourneur
aportó su claustrofóbica experiencia en una piscina, en la que fue
asediado por dos guepardos. Y la mujer gato, una auténtica serendipia, partió del encuentro en
una fiesta con una actriz dotada de un sorprendente físico, la
actriz Elizabeth Russell. Todo un mosaico de pequeños detalles que
cristalizaron en una obra maestra que, a la vez, es un mito
perdurable.
La leyenda de la
pantera
Además de estas
anécdotas y de los ejemplos literarios indicados, el filme incorpora
múltiples elementos tomados de las leyendas que rodeaban la figura
de la pantera desde la antigüedad. El barrendero del zoo recuerda a
Irena, que la considera el animal más bello que, en cambio, el libro
del Apocalipsis lo califica como el más malvado de todos. Es
el cazador por antonomasia. Según una leyenda medieval, que arranca
de la descripción de Plinio en la Historia Natural (VIII,
xxiii, 62), después de saciarse la pantera se retira a su guarida
para dormir durante tres días, al término de los cuales se
despierta y, con un rugido perfumado, dulce, hipnótico, es capaz de
atraer allí a nuevas presas. Una irónica evocación de este singular rasgo del aliento perfumado de la pantera la
encontramos en Volpone; o el zorro (1606) de Ben Jonson, un
autor teatral, coetáneo a Shakespeare, muy versado en la cultura
clásica. Ese perfume vivo y cálido, como de un animal salvaje, es
el mismo que impregna el apartamento de Irena y que hace que tanto
Oliver como el psiquiatra queden atrapados en las redes de sus
encantos.
La pantera se
consideraba también entre los griegos como un animal dionisíaco. En
las representaciones visuales puede verse cómo Dioniso-Baco
cabalgaba sobre este animal y también que las ménades de su cortejo
vestían con pieles de leopardo. Se creía que estas mujeres, en
pleno frenesí por la embriaguez y la pasión sexual, podían
convertirse en panteras, un animal que siempre se ha asociado al
género femenino. Lo que late aquí es la zooantropía, una creencia,
compartida por múltiples culturas, acerca del poder de
transformación de los humanos en animales para apropiarse de sus
poderes. En el caso de la pantera, los del mal y de la muerte.
Un ser escindido
La historia de Cat
People también evoca las mutaciones del hombre lobo, y el
combate interior entre el Doctor Jekyll y Mister Hyde en la obra de
R.L. Stevenson (1898), quien exploró magistralmente en esta novela
la lucha con el lado animal, bestial, siempre al acecho en la
naturaleza humana. La parte emocional que Irena intenta reprimir son
los celos, la ira o el deseo, que despiertan la pantera escondida en
su interior. Se trata de una metáfora de la represión de los
instintos que amenazan con alterar el orden civilizado. La pantera
representa las fuerzas del mal que habitan en el interior de cada
persona. Como Mister Hyde, es el lado oscuro escindido que la cultura
represora intenta sin éxito suprimir. Irena trata por todos los
medios de acabar con esa parte incontrolada de su ser. Al comienzo de
la película la vemos, como en un ritual de magia simpática,
dibujando frenéticamente panteras atravesadas por una enorme espada,
que a su vez es un evidente símbolo fálico.
También en su casa guarda, a modo de santo protector, la figura del buen rey Juan masacrando a los perversos hombres felinos. Pero, al mismo tiempo, de manera contradictoria, Irena se rodea de toda suerte de elementos que la atan a su lado oculto, como el biombo con el dibujo de una pantera, o un detalle alusivo muy curioso, como el cuadro de Goya que cuelga en su lujoso apartamento. En él, tres gatos contemplan, con aviesas intenciones, la urraca que lleva atada un niño.
También en su casa guarda, a modo de santo protector, la figura del buen rey Juan masacrando a los perversos hombres felinos. Pero, al mismo tiempo, de manera contradictoria, Irena se rodea de toda suerte de elementos que la atan a su lado oculto, como el biombo con el dibujo de una pantera, o un detalle alusivo muy curioso, como el cuadro de Goya que cuelga en su lujoso apartamento. En él, tres gatos contemplan, con aviesas intenciones, la urraca que lleva atada un niño.
Los animales
perciben, mucho antes que las personas, que Irena es, en realidad, un
poderoso depredador y no la inocente joven que aparenta ser. Así lo
advierte el gatito que le regala Oliver, los animales de la tienda de
mascotas, que se alborotan escandalosamente cuando ella entra, y el
pobre canario que muere de miedo cuando Irena intenta cogerlo para
jugar con él . Este suceso le revela, ya sin género de dudas, quién
es en realidad, y la mueve, como en un ritual sacrificial, a arrojar
el cadáver del canario a las fauces de su doble ferina, la pantera
del zoológico. Después de una larga represión de su lado bestial,
maléfico, Irena se atreve a robar la llave de la jaula de la
pantera, a la que finalmente libera.
Hay también en la
película una constante evocación del pecado de Adán y Eva, de una
creación impía, que se resume en los versos finales del poeta
metafísico inglés John Donne (1572- 1631): “Pero el negro pecado
traicionó a la oscuridad infinita/a mi mundo, a ambas partes/y ambas
partes deben morir” (Holy Sonnets). Todo un detalle de muy
alta cultura, pues este autor extraordinario, moralmente tan
escindido como Irena, permaneció olvidado durante trescientos años.
En 1921 fue rescatado de su silencio centenario por el premio Nobel
T. S. Eliot.
Un monstruo
inmigrante
Irena es un nombre
de origen griego que significa paz, pero sólo genera caos y
conflicto. Pero ¿quién es Irena Dubrovna en realidad? La película
sólo cuenta que procede de Serbia y que trabaja como figurinista de
moda. Es elegante y sofisticada. Le gusta la soledad y el silencio;
la oscuridad para ella resulta amigable. Si se reflexiona un
instante, podemos ver que estos rasgos, tomados en su conjunto, son
netamente antisociales, propios de un estadio animal, porque el
lenguaje y la socialidad son lo que nos caracteriza como seres
humanos. Irena conoce a muchas personas del mundo de la moda pero no
tiene a ningún amigo. En el zoo, un oasis de naturaleza en el seno
de la gran ciudad, su ser animal se siente cómodo, como también le
calma el rugido de los leones, que ella encuentra sedante, a
diferencia del grito femenino y atormentado de la pantera, su alter
ego. Irena dispone de un estupendo piso en Central Park, uno de los
lugares más caros de Nueva York, a un tiro de piedra de la Quinta
Avenida. ¿Qué ha ido a buscar esta chica serbia a los Estados
Unidos? No lo sabemos, nunca lo cuenta. No forma parte de aquellas
hornadas de míseros inmigrantes eslavos del siglo XIX y principios
de XX. Por el contrario, goza de un buen estatus profesional. Quizá
podría ser una refugiada de guerra, dado que los nazis invadieron su
país de origen en 1941. Pero siendo así, ¿cómo pudo haber
obtenido un trabajo tan lucrativo en tan poco tiempo? Todo en ella es
un misterio, el de la seducción de la pantera, porque nada cuadra
con sus modestos orígenes familiares que relata bajo hipnosis al
doctor Judd: los niños de la aldea llamaban a su madre "la
bruja de las mujeres gato". También cuenta al doctor la leyenda
de que, cuando el rey Juan liberó Serbia de los mamelucos, descubrió
horrorizado que el pueblo había abandonado el culto cristiano y
algunos se habían convertido en brujos adoradores de Satán. Para
liberar a su reino de semejante plaga, el monarca trató de
exterminarlos pero los más taimados y peligrosos se refugiaron en
las montañas, consiguiendo perpetuar su estirpe maléfica. Se trata
de un episodio completamente inventado pero que se proyecta sobre una
realidad histórica real de contacto cultural prolongado: en el siglo
XIII, el reino de Serbia fue invadido por los mogoles y después, a
lo largo de 400 años, lo gobernaron los turcos, con la consiguiente
preeminencia de la religión musulmana. Ello justificaría ese mundo
mágico, atávico y tan alejado de la racionalidad occidental al que
se adscribe a Irena.
Feminismo en La
mujer pantera
Los descendientes
de esa raza de felinos se convierten en letales panteras ante la
furia o el deseo sexual. Y aquí aparece muy claramente por qué la
película ha despertado tanto interés en la crítica feminista: por
la capacidad de oponerse ferozmente al deseo masculino. Irena es una
mujer que intenta vivir de forma libre, no tiene miedo a vagar sola
por las noches en la gran ciudad y hasta se atreve a rechazar el
débito conyugal, imponiendo sus condiciones para el matrimonio. El
director José Luis Garci acierta plenamente cuando señala una
paradoja: en la época en la que la película se estrenó, a los
espectadores les parecía más monstruoso en la protagonista el rechazo a consumar su matrimonio que su doble naturaleza humana y
felina. Un buen ejemplo, en suma, de la modernidad de la historia,
algo que puede pasar un tanto desapercibido desde nuestra libertad de
costumbres actual.
Otro rasgo más de su carácter vanguardista es el tratamiento psiquiátrico de las enfermedades femeninas, en un momento histórico en el que las teorías de Freud hacían furor en Norteamérica. Esa efervescencia es excusa para escenas inolvidables como la de la fantasía onírica con la pantera, la de Irena hipnotizada, rodeada por las sombras del inconsciente y un intenso foco de luz sobre parte de su rostro atormentado... No deberíamos olvidar que, en todo ello, la película se adelantó a Recuerda (1945), de Alfred Hitchcock.
Otro rasgo más de su carácter vanguardista es el tratamiento psiquiátrico de las enfermedades femeninas, en un momento histórico en el que las teorías de Freud hacían furor en Norteamérica. Esa efervescencia es excusa para escenas inolvidables como la de la fantasía onírica con la pantera, la de Irena hipnotizada, rodeada por las sombras del inconsciente y un intenso foco de luz sobre parte de su rostro atormentado... No deberíamos olvidar que, en todo ello, la película se adelantó a Recuerda (1945), de Alfred Hitchcock.
Hay también en Cat
people una visión muy sugestiva de la sororidad, en la
inquietante escena de la mujer gato, que llama repetidamente a Irena
"moia sestra", "hermana mía". Algunos han
interpretado ese gesto como un signo encubierto de lesbianismo,
aunque parece que ello no estaba en el ánimo de los productores y
casa mal con los celos de Irena por la infidelidad de su marido,
aunque es un ejemplo más de la ambivalencia de la película. Lo que
sí podemos afirmar es que fue pionera en presentar el problema de la
frigidez femenina, un tema insólito para el cine de aquella etapa. Como
en The Female Malady (1985), el célebre ensayo de Elaine
Showalter, también aparece La mujer pantera la locura
subversiva como una enfermedad típica de las mujeres creadoras.
Irena es una artista atrapada en una jaula simbólica. Su estado
mental inestable encarna igualmente todo su poder transgresor. La
teórica feminista francesa Hélène Cixous declara que sólo es
capaz de imaginar a la mujer creadora como una histérica, como
resultado de que acepta y rechaza simultáneamente la organización
sexual impuesta por el patriarcado. La romantización de la locura
femenina como forma de resistencia frente a la agresión
falocrática alcanzó su cenit en la década de 1970/1980. Pero, en
realidad, la alienación mental, pese a todo su halo poético tan
decimonónico, es un paradigma pernicioso para definir la condición
de la mujer artista. Quizá no sea casualidad que también en esta
película juegue un papel tan importante el canario, un pájaro enjaulado
que aparece en múltiples obras literarias como emblema del
atrapamiento femenino en la jaula del patriarcado ( Triffles
de Susan Glaspell, The Awakening de Kate Chopin, The New
Dress de Virginia Woolf,
Casa de muñecas de Ibsen, el color de las paredes que
encierran a la protagonista en The Yellow Wall Paper de
Charlotte Perkins Gilman…)
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Efecto gestáltico ¿hombre o mujer? |
Sin embargo, el
film está lleno de ambigüedades. Pese a ese interés para la causa
feminista, también existe una lectura totalmente contraria. Pilar
Pedraza, en su estupendo estudio sobre la película, intenta restar
importancia a esta segunda opción interpretativa indicando que sólo
aparecería a un nivel meramente secundario. Por el contrario, en mi
opinión actúa como una forma gestáltica en el mismo plano, es decir, mutable dependiendo del punto de mira por lo que, de
manera alternativa, podemos ver todos esos aspectos feministas o bien otros profundamente misóginos. Así, a Irena nunca la vemos en su
lugar de trabajo. Sólo podemos contemplarla una vez dibujando en su
propio piso. No tiene horarios laborales, mientras que su rival
Alice, la chica buena de la historia, está constantemente en la
oficina, disponible y atenta a las órdenes de su jefe,
haciendo siempre horas extras. El elemento natural de Irena es el
zoo, mientras que su esposo y su ayudante pasan la mayor parte del
tiempo en el despacho, el lugar del conocimiento científico, de la
racionalidad, de la precisión matemática, del logos frente al
mythos. Hasta la iniciativa sexual de Irena, invitando a Oliver
a su piso nada más conocerlo, es un ejemplo de agencia por su parte
pero también de dudosas costumbres, como insinúa el
ingeniero, sorprendido por la subversión del ritual del cortejo por parte de la bella
desconocida.
Pero en el plano
ideológico podemos encontrar en la película un subtexto más perturbador: Irena es una
extranjera, portadora de costumbres atávicas y nocivas para la
sociedad norteamericana. La lejana Europa, en plena guerra mundial
contra las fuerzas del mal, debía de aparecer a los ojos de los
norteamericanos como el territorio del miedo. Más aún, era una
pesadilla que, desde el otro lado de la Atlántico, preferían condenar
a las simas del subconsciente histórico.
Por otra parte, en 1942 todavía estaba vivo el recuerdo de aquellos inmigrantes eslavos que llegaron masivamente a Estados Unidos entre 1881 y 1914 procedentes de un mundo agrario, el de los Balcanes, que se veía como arcaico, con costumbres y lenguas irreductibles al modelo uniformizante impuesto por la civilización anglosajona. La glamourosa Irena no formaba parte de aquellos grupos misérrimos que, contra la ilusión del sueño americano, apenas consiguieron avanzar en la escala social. Pero la película la presenta también como parte de ellos: no observa la preceptiva del orden y la limpieza, que le tiene que recordar Oliver, pues tira descuidadamente sus bocetos al suelo. Seduce a un buen ciudadano con su apariencia encantadora que esconde a una loca y a una fiera. La conclusión que fácilmente se desprende al final de la historia es el error de casarse con una extranjera desconocida, por seductora e inocente que parezca, y que es preferible buscar a una buena esposa americana, dócil y dispuesta a respaldar a su marido en todas sus decisiones. En el nivel paradigmático, pues, lo que encontramos es una reafirmación del patriarcado que desmiente o, al menos, pone irónicamente en cuestión la afirmación simultánea de los postulados feministas.
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Inmigrante serbia en USA fotografiada por Lewis W. Hine |
Por otra parte, en 1942 todavía estaba vivo el recuerdo de aquellos inmigrantes eslavos que llegaron masivamente a Estados Unidos entre 1881 y 1914 procedentes de un mundo agrario, el de los Balcanes, que se veía como arcaico, con costumbres y lenguas irreductibles al modelo uniformizante impuesto por la civilización anglosajona. La glamourosa Irena no formaba parte de aquellos grupos misérrimos que, contra la ilusión del sueño americano, apenas consiguieron avanzar en la escala social. Pero la película la presenta también como parte de ellos: no observa la preceptiva del orden y la limpieza, que le tiene que recordar Oliver, pues tira descuidadamente sus bocetos al suelo. Seduce a un buen ciudadano con su apariencia encantadora que esconde a una loca y a una fiera. La conclusión que fácilmente se desprende al final de la historia es el error de casarse con una extranjera desconocida, por seductora e inocente que parezca, y que es preferible buscar a una buena esposa americana, dócil y dispuesta a respaldar a su marido en todas sus decisiones. En el nivel paradigmático, pues, lo que encontramos es una reafirmación del patriarcado que desmiente o, al menos, pone irónicamente en cuestión la afirmación simultánea de los postulados feministas.
En 1993 la
Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos designó a Cat
People como un bien digno de ser preservado como cultural,
histórica o estéticamente significativo. Lo mismo que sucede con
Metrópolis de Fritz Lang-que, al narrar una historia de
conflictos sociales en el convulso periodo de la República de
Weimar, anticipa de alguna manera rasgos propios del ominoso
nazismo-, podemos concluir que el cine fructífero debe tener algún
aspecto contradictorio, como lo es la propia naturaleza humana, de la
que es metáfora extrema La mujer pantera, envuelta en el
misterio inquietante de las sombras más sugestivas.
Para
terminar, os dejo el enlace a un corto de animación (1.35 min.)
de otra gran creadora, María Lorenzo, que con los versos de Rilke
nos habla del sino trágico de la pantera enjaulada, que es el de
todo ser humano. No dejéis de verlo.
La pantera de Rilke_ Rilke's Panther from Maria Lorenzo on Vimeo.
Fuentes consultadas:
La pantera de Rilke_ Rilke's Panther from Maria Lorenzo on Vimeo.
Fuentes consultadas:
-Álvarez,
Cristina: La mujer pantera. DVD . 2009. Notorius Ediciones
S.L.
-Bouza, Fernando y
Beltrán, J.L.: Enanos, bufones, monstruos, brujas y hechiceros.
De Bolsillo, 2005.
-
Godman, Lizbeth: Literature and Gender.
Routledge, 1996
- Higueras Flores,
Rubén: Jacques Tourneur. Editorial Cátedra, 2016.
-Pedraza, Pilar: La
mujer pantera. Guía para ver y analizar. Editorial
Octaedro, 2002.
-Pedraza,
Pilar: Venus barbuda y el eslabón
perdido. Siruela, 2009.
-Bansak,
Edmund G.: Fearing the Dark. The Val Lewton Career. 1995. Web. 19 de
abril de 2016.
-Ebert,
Roger: Cat People.
12-3-2006. Web.19 de abril de 2016.
-Everson, William
K. Classic of the Horror Film. 1974. Web. 19 de abril de 2016.
-Ferrer, Esteve: La
mujer pantera. El encantador poder de la sugestión. Web. 19 de
abril de 2016.
-Grost,
Michael E: The Films of Jacques Tourneur. Web. 19 de abril de
2016.
-Sarris, Andrew:
Val Lewton: RKO´s Prince of Darkness. 1994. Web. 19 de abril de
2016.
-Schneider,
Dan: DVD Review: Cat People.
16 mayo 2007.Web. 19 de abril de 2016.
-The Cult. La mujer
pantera (Jacques Tourneur). Web. 19 de abril de 2016.
-Cat People (1942).
Wikipedia. Web. 19 de abril de 2016.
Qué bonita entrada! Aunque también podría haber sido acompañada de esta otra minianimación (realmente breve):
ResponderEliminarhttp://www.depdib.upv.es/ver/artista_l3/2/1/16/2/20/3/28/4/54
(clicar en "ver video")
Felicidades!
M
Admirable la cantidad de enfoques vertidos en este análisis de La Mujer Pantera,desde el más cinematográfico a los psicoanalíticos,de género y antropológicos. El repaso por la costumbres de de exhibir seres humanos en los zoos me vuelve a traer a la memoria a la desgraciada Sara Baartman, la Venus Hotentote y tantos otros seres e ntendidos como tan poco humanos que no se dudaba en instrumentalización, una forma de que quienes los visitaban se encontrasen en una situación tal que su existencia le pareciese digna de ser agradecida.Z. Bauman habla de inmigrantes y desplazados de la sociedad capitalista como " residuos"que se mantienen e las cercanías de nuestro primer mundocasi como si de un circo de monstruos se tratase y que nos hace pensar dos cosas: la primera:no quejarme de mi situación, ya que podría según París con ellos. La segu da: gastar mucho dinero en seguridad de todo tipo para que no se acerquen a mi país, ciudad,barrio o casa,como si el mero contacto en la calle me pudiera hacer mal.
ResponderEliminarPor cierto, me alegro mucho de haber visto el corte de Maria con su gran maestría, y he visto q ella ha puesto otro enlace.Ahora voy a ello.Un saludo,Maria!!!!
ResponderEliminarMe recuerda María Lorenzo, experta en la obra de H.W.Wells, que no he hecho constar que la mujer pantera no aparecía en la novela de H.G.Wells La isla del doctor Moreau, sino que se incluyó ex novo en la película La isla de las almas perdidas.
ResponderEliminarMi querido amigo Jose Ignacio me ha hecho este comentario: "Magnífico como siempre tu artículo. He alucinado leyendo los diversos planos de lectura e interpretación de esta película, sus conexiones e interdependencias. No puedo añadir nada porque tampoco creo que se pueda decir más en menos espacio".
ResponderEliminarJose Ignacio también me da un tirón de orejas por contar entero el argumento. Soy consciente de que para quienes no han visto la película les fastidia la novedad. Por eso he añadido la indicación de spoiler, a guisa de aviso para saltar este punto de la entrada, pero creo que debe seguir ahí en todo caso porque,tanto para los que conocen el film como para los neófitos, es necesario tener en cuenta los detalles para entender las explicaciones sobre los significados ocultos en la trama. Mil gracias, Jose Ignacio.
No puedo añadir nuevos adjetivos a la genialidad de tu artículo que no te haya dicho con anterioridad respecto a los otros que he leído. Con cada uno de ellos me dejas boquiabierto, dada la profusión de datos y de acertadísimos comentarios que aportas a temas tan, aparentemente, alejados unos de otros aunque con sutiles lazos que los unen. Es un verdadero placer leerte y poder expresarte mi admiración por tu trabajo.
ResponderEliminarMuy buen trabajo. Gracias. Lo he leído con gran placer
ResponderEliminarMuchas gracias por leer y comentar. Es un placer tenerte como lectora.
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