ORSON WELLES EN EL CORAZÓN DE LAS TINIEBLAS (I). El experimento radiofónico

Este año se cumple el centenario del nacimiento del genial y polifacético Orson Welles. Ciudadano Kane (1941) y El tercer hombre (1948) le garantizan un lugar privilegiado en la memoria colectiva. Pero no convocamos su presencia aquí sólo por sus méritos cinematográficos sino por uno de sus proyectos fallidos, la adaptación fílmica de la gran novela de Conrad, El corazón de las tinieblas, que tanto tiene que ver con la Antropología. Aprovecharemos este homenaje a nuestro admirado Orson para poner de relieve la intensa presencia de la novela conradiana en momentos cruciales de su carrera y para examinar algunos de los grandes asuntos implicados en Heart of Darkness que aún no hemos desarrollado y que marcaron profundamente la obra de Welles.

Un artista total
 George OrsonWelles vino al mundo el 6 de mayo de 1915 dotado con un talento descomunal y multiforme. La prensa americana lo llamaba “la energía pública número uno” y un amigo decía de él: “Un solo Orson Welles es suficiente. Dos podrían acabar con la civilización”. Debió de ser un niño repelente con un apabullante coeficiente intelectual. Ya empezó con el teatro amateur en el colegio. Actuaba como adaptador, director, escenógrafo y actor, y esa enorme capacidad de trabajo para desempeñar simultáneamente una pluralidad de funciones concurrentes sería más tarde su sello personal. Pero su vocación inicial fue la pintura. Para empaparse del arte de los maestros europeos viajó al Viejo Continente en 1931, gracias a la liberalidad educativa de su padrastro, el Sr. Bernstein, cuyo nombre daría a uno de sus  personajes cinematográficos, el apoderado de Charles Forster Kane. Hallándose en Dublín, le apeteció realizar teatro profesional y, con toda la insolencia de sus 16 años, consiguió que lo contrataran simulando que era un actor muy conocido en Estados Unidos. Representó a un anciano encorvado en El judío Süss y bordó el personaje, y así fue como el veneno de la interpretación se adueñó de su destino. De vuelta a Norteamérica, en 1933 se dio a conocer como actor con una gira por todo el país. Su plato fuerte eran las adaptaciones de Shakespeare para el gran público.
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La adaptación de Julio César

En 1936, con 21 años, actúa como director escénico profesional en Nueva York y el año siguiente funda su propia compañía, el Mercury Theatre, en el corazón de Broadway, junto con el productor John Houseman. El Mercury fue el escenario perfecto para su innovadora visión teatral de los clásicos shakespearianos. Siempre pionero radical, le perdió el respeto al Bardo de Avon quitando a sus inmortales personajes el polvo de siglos de historia y trayéndolos de nuevo a la vida en pleno mundo contemporáneo. Fue muy aclamado con su Julio César entre camisas negras, ambientado en el fascismo italiano de entreguerras, y aún más con un Macbeth jamaicano que interpretó enteramente un elenco de actores de color. A Orson se le ocurrió la genialidad de sustituir a las brujas por hechiceros vudú en medio de tambores de la selva.

Mácbeth de la selva
En 1935 Orson se había convertido también en un actor de radio muy solicitado. Durante tres años se multiplicó para participar en más de 10 emisiones semanales, a veces haciendo varios papeles en un mismo programa. Mucho antes que Meryl Streep, a Orson se le daba sensacionalmente bien imitar acentos regionales y extranjeros.

La Sombra
La Sombra fue uno de sus personajes más admirados por los oyentes, sobrecogidos ante su profunda y poderosa voz. La Sombra ponía sus poderes psíquicos al servicio del bien. Además de la telepatía y la telequinesis, su principal habilidad era la umbraquinesis, que aprendió de los monjes tibetanos. Con ella manipulaba las sombras y hasta podía camuflar en ella su propio cuerpo. Su alter ego era el millonario Lamont Cranston. La Sombra, un justiciero misterioso al estilo de Batman o El Zorro, combatía el crimen desde el anonimato con sus poderes mentales. Se ocultaba tras un sombrero de ala ancha, un largo abrigo y una bufanda de color rojo que le cubría parte del rostro. Con una vestimenta en cierto modo similar pudimos verlo en Fraude (1973).

F for Fake
Welles debutó como director radiofónico en 1937, durante la que se ha considerado la edad de oro de la radio americana. Hasta 1940 llegó a montar con enorme éxito cerca de 80 piezas teatrales de una hora de duración. En ellas intervenía como productor, realizador, maestro de ceremonias, narrador y protagonista. Dirigía a los actores, a los especialistas en efectos sonoros y al propio director de orquesta. Tras su desembarco en Hollywood en 1938, todavía siguió trabajando como productor y realizador radiofónico hasta 1946, y solo en 1960 dejó el teatro. Pero la actuación y dirección eran solo dos de sus aptitudes, aunque quizá las mejores: también era un mago consumado desde su juventud gracias a las enseñanzas de su padrastro, realizó grabaciones discográficas, con su magnífica voz se convirtió en un gran orador en discursos políticos y conferencias, y publicó varios libros y un elevado número de prólogos y artículos. Incluso tenía una crónica diaria en un gran periódico de Nueva York a mediados de los años 40, momento en el que, casado con la bellísima Rita Hayworth, emprendió una carrera política por el Partido Demócrata.


 Orson era un progresista comprometido sin pelos en la lengua y Hollywood se lo hizo pagar caro. Aunque luchó denodadamente por su independencia artística, no pudo impedir que la industria mutilara varios de sus más brillantes trabajos, como El cuarto mandamiento (1942), La dama de Shangai (1947) y Sed de mal (1957). Como director cinematográfico solo le dejaron culminar 12 películas, así como diversos cortometrajes. A esa obra escasa pero gigantesca se suma otra docena de trabajos inacabados para el cine y la pequeña pantalla. Cuánto habría ganado el Séptimo Arte si hubiera encontrado financiación para sus proyectos de adaptación de El Rey Lear o El mercader de Venecia, por los que luchó ya casi sin esperanzas hasta su muerte. A lo largo de su larga carrera profesional interpretó una galería de 60 personajes en películas ajenas, algunas alimenticias, y fue también actor de televisión. Él mismo escribía sus guiones y tenía tal riqueza de ideas que fácilmente podía sustituir un proyecto por otro. Prematuramente envejecido, murió a los 70 años de un infarto en acto de servicio, mientras escribía una de sus historias con la máquina de escribir apoyada sobre su enorme panza, aún mayor que la del inolvidable Falstaff que compuso para Campanadas a medianoche (1965).

Campanadas en Soria
La guerra de los mundos. La emisión radiofónica del Mercury Theatre on the Air (1938)
Poco puede contarse aquí que no se haya repetido ya hasta la saciedad sobre esa sensacional broma de Halloween que fue la emisión radiofónica de La guerra de los mundos, basada en la conocida novela de su casi tocayo H. G. Wells. Sin embargo, Orson no vio ese montaje como una simple travesura sino como un experimento sociológico de hondo calado. Pretendía demostrar que la gente, si bien desconfiaba de los periódicos, tenía una credulidad sin límites hacia lo que se decía en la radio, algo tan peligroso que podía arrastrar a las masas a la perdición, como él puso de manifiesto en su gira de conferencias por Europa advirtiendo de los peligros del nazismo. 

Aquí intentaremos examinar la cuestión en el mismo sentido que Orson quiso plantearla, para lo que resulta obligado proyectar el problema sobre el convulso fondo histórico que hizo posible aquella histeria colectiva. Por otro lado, aunque generalmente se habla de Orson Welles solo en relación a ese programa de radio, no está de más recordar que no se trató de una emisión aislada sino que formaba parte de un proyecto más amplio, la adaptación de textos clásicos a un formato diferente, el lenguaje hablado en antena, incluyendo la novela de Joseph Conrad que tanto nos interesa. Las adaptaciones literarias que el Mercury lanzaba a las ondas eran breves pero muy dinámicas, a veces transformando para ello radicalmente el texto de partida. Orson se hizo famoso por su irreverencia hacia los textos clásicos: los troceaba en grandes bloques, sometiéndolos a toda clase de manipulaciones, incluso cambiando el orden de los acontecimientos o de las réplicas en el interior de las escenas, mezclando varios actos o distribuyendo fragmentos entre varios personajes, pero siempre lograba conservar el perfume literario del original. La emisión comenzaba con una alocución del  narrador, el propio Orson, que apelaba a cada uno de los oyentes para que se implicaran personalmente en el drama que se iba a representar. Trasladó este esquema también al cine, convirtiéndose con ello en pionero de la narración en off. La inspiración radiofónica resulta patente en el guión cinematográfico de El corazón de las tinieblas que no llegó a rodar, y del que hablaremos en la segunda entrada de esta serie.

En el Mercury Theatre de Nueva York, un proyecto al que el jovencísimo Wells se  entregó en cuerpo y alma, pudo desarrollar plenamente sus increíbles aptitudes de hombre orquesta: director, actor, narrador, escenógrafo…rodeado de un grupo de chavales casi tan talentosos como él: su amigo inseparable Joseph Cotten, Agnes Moorehead, Everett Sloane… que luego serían habituales en sus películas. A su alrededor se afanaba un ejército de colaboradores artísticos y administrativos, así como el servicio de prensa, todos ellos trabajando a velocidades de vértigo. Welles era la amalgama del equipo, el guía carismático para todo el grupo. Se trataba de espectáculos muy complejos que exigían minuciosos ajustes de coordinación entre los actores, los decorados, la luz, la música y los efectos sonoros. Mano a mano con Bernard Hermann, que llegaría a ser el compositor de cabecera de Hitchcock, Orson se las arreglaba para llenar el estudio de ecos, y pasaba horas experimentando nuevos efectos sonoros. Pero pese a esa cuidadosa organización, sus mágicos espectáculos siempre eran el resultado, en absoluto azaroso, de la precipitación y el caos organizativo, de las alteraciones en el último minuto que obligaban a revisiones de arriba a abajo de todo lo que hasta entonces se había diseñado. La CBS emitía un programa semanal y, al no poderse preparar el trabajo más que de una semana para otra, todo eran prisas y dificultades, que sin dudad estimulaban el talento creador de Orson, en la adaptación de novelas tan complejas y conocidas como Drácula, La isla del tesoro, Historia de dos ciudades, Los 39 escalones, El conde de Montecristo, El hombre que fue jueves, Sherlock Holmes, La vuelta al mundo en 80 días…La octava de las obras montada por el Mercury, La guerra de los mundos, puso el nombre de Welles en boca del mundo entero.


El secreto fue presentar el argumento de la novela futurista de H. G. Wells en forma de comunicados de noticias, intercalando supuestos discursos presidenciales y hasta simulando el dramático fallecimiento in situ del reportero mientras era atacado por los marcianos. El resultado fue una auténtica noche de Walpurgis que puso a la policía de todos los Estados al borde de un ataque de nervios y que casi dio con los huesos de Orson en la cárcel. Este se limitó a explotar la confianza que los oyentes tenían en la radio y provocó un cortocircuito de los terrores escondidos en el inconsciente colectivo de la nación. En 1938 los norteamericanos todavía no se habían recuperado de la tremenda catástrofe financiera de Wall Street diez años atrás y ya se veían amenazados por una nueva guerra mundial. Visto el avance de los regímenes fascistas en Europa, Estados Unidos intentaba mantener a ultranza su tradicional postura aislacionista, que finalmente solo se rompió a raíz del ataque japonés a Pearl Harbour en 1941. En ese contexto histórico tan tenso no debería resultarnos extraño que los norteamericanos sintieran un fuerte temor frente a un ataque exterior, sobre todo si se presentaba de forma tan persuasiva como lo hizo el genial equipo de Orson Welles. La enorme notoriedad pública que le reportó aquel bromazo de Todos los Santos le abriría de par en par las puertas de Hollywood.


“La emisión del pánico”. La radionovela más famosa del mundo
 En este montaje participaron 10 actores y una orquesta de 27 músicos. La idea de la adaptación de La guerra de los mundos fue de Orson, que actuaba también como coproductor. En el ensayo del jueves inmediatamente anterior a la emisión se dio cuenta de que el proyecto carecía de la garra que él esperaba. Debido a su sobrecargada agenda no había podido revisar el guión antes. Faltaban sólo 72 horas para la emisión del programa y comprendió que el proyecto, tal como entonces se presentaba, era soso y anticuado. Se le ocurrió que podría mejorarse el formato presentándolo en forma de noticiario, porque los boletines especiales, tan frecuentes en los últimos meses, conseguían alterar las emociones del público. Desde el departamento jurídico los abogados le prohibieron mencionar a organismos oficiales para evitar ser demandados. A toda velocidad Orson se encargó de retocar los diálogos e intensificar el ritmo de la acción. También utilizaron  la terrorífica experiencia del Hindenburg, un Zeppelin que explotó en medio de grandes llamaradas en 1937. Durante la transmisión radiofónica del evento murió el locutor, y el actor que tenía que hacer de reportero en La guerra de los mundos escuchó la grabación incontables veces para dar el máximo verismo a su intervención.


Tampoco el tema de Marte resultaba extraño a los oyentes: a diario se escuchaban novedosas noticias sobre los misteriosos canales del planeta rojo, que se interpretaban como la obra de una inteligencia superior. Con el desastre financiero todavía muy próximo, el desempleo galopante, la xenofobia asociada al miedo a perder los pocos trabajos disponibles a manos de los emigrantes y los continuos rumores de guerra procedentes de Europa, el público estaba muy susceptible y temeroso de algún desastre. Era un momento clave en la historia emocional de los Estados Unidos. La nación vivía aterrada por las malas noticias habituales y por el agresivo colonialismo de nuevo cuño que practicaba el vociferante Hitler al otro lado del Atlántico. Solo un mes antes la Crisis de Munich había puesto de nuevo al mundo al borde de otra gran confrontación bélica. El conflicto de los Sudetes en Checoslovaquia fue uno de los jalones hacia la Segunda Guerra Mundial. Este territorio, antes perteneciente al imperio austrohúngaro y que se convirtió en nación independiente en 1918, tenía una población de 3 millones de habitantes, en su mayoría de origen germano. En octubre de 1938 los alemanes ocuparon el territorio, expulsando del mismo a la población checa. Pero como quiera que Checoslovaquia tenía suscrita una alianza con Francia y la Unión Soviética, estos países estaban obligados a acudir en su ayuda, aunque no lo hicieron así. El 30 de septiembre se firmó un acuerdo en Munich por el cual los poderes europeos aceptaron la anexión alemana y el gobierno checoslovaco tuvo que marchar al exilio. Los boletines informativos  fuera de los horarios habituales fueron constantes en ese tenso periodo, y la noche del 30 de octubre el público pensó que se trataba de una emergencia  similar.

El poder de la radio, omnipresente en los hogares estadounidenses
Eran  las 8:00 de la tarde del día 30 de octubre de 1938, hora de la cena para los americanos, cuando se inició aquella infernal noche. El Mercury Theatre on The Air, que llevaba solo siete emisiones previas, no era todavía un programa líder de audiencia, lo que hizo que los espectadores no estuvieran advertidos de que se trataba de una ficción radiofónica. Mientras sintonizaban el canal, mucha gente se perdió el comienzo del programa en el que se presentaba la adaptación literaria de aquella noche.
Verdaderamente el modo en que se organizó la emisión consiguió “suspender la incredulidad” del público, en los términos que utilizaba Coleridge para la novela. De hecho, resultaba completamente inverosímil que, en tiempo real, durante tan sólo 40 minutos, hubiera podido tener lugar la invasión alienígena en Nueva Jersey, producirse la respuesta de las tropas norteamericanas, la intervención de las autoridades públicas…. Durante un falso noticiario, el locutor falleció en directo en medio de una larga pausa de sobrecogedor dramatismo. 

Un actor imitó la voz del Presidente Roosevelt y, aunque se le anunció como Secretario de Interior, lo que los oyentes asimilaron fue que se estaba dirigiendo a ellos el jefe de Estado. Desde la organización, los ejecutivos exigían que se introdujese una cuña publicitaria pero el audaz Orson la retrasó todo lo posible, hasta el minuto 40. Entonces Welles, que interpretaba el papel de un científico, el profesor Pierson, remató la emisión explicando lo ocurrido. En aquel momento la centralita de la CBS estaba colapsada. Los comunicados acerca de que las máscaras antigas eran ineficaces contra la nube tóxica, el sonido obsesivo de las sirenas de evacuación…llevaron a toda la nación a una situación de pánico. La mayor parte del público no llegó a escuchar la pausa publicitaria porque estaban haciendo las maletas para huir hacia los bosques y montañas.

Una vez terminado el programa, la policía  local rodeó el estudio y retuvo a Orson, quien tiempo después diría: “pensé que iba a ir a la cárcel, pero fui a Hollywood “. Al día siguiente se produjeron airadas quejas que anunciaban un aluvión de demandas contra la CBS. Hasta el propio H. G. Wells remitió un furibundo telegrama negando todo parentesco con Orson y manifestando que la adaptación de su novela en territorio yanqui le parecía detestable. Durante la rueda de prensa subsiguiente, interpretando el papel más histriónico de su carrera, Orson mostró su arrepentimiento declarando, muy compungido, que nunca pensó que aquella pequeña broma de Halloween podría llegar tan lejos. Al final no pasó nada. La conclusión de la Comisión investigadora fue que la culpa la tuvo la credulidad de los oyentes. 6 millones de personas escucharon el programa y alrededor de 1.200.000 tomaron por cierto el ataque de los marcianos. Incluso muchos de los que no oyeron la radio se vieron también arrastrados por la histeria a causa de las llamadas que recibieron de sus familiares y amigos.

Aquel episodio irrepetible reportó a Orson una fama internacional inmediata y el patrocinio de la Sopa Campbell para su programa. Con solo 23 años fue portada en el Times, el no va más de la notoriedad para un norteamericano. Aprovechó ese éxito para negociar a su gusto un contrato con la RKO. La productora deseaba que rodase La guerra de los mundos pero Orson deseaba hacer algo diferente: El corazón de las tinieblas, la fascinante novela corta de Conrad que, casualmente, fue la siguiente adaptación a La guerra de los mundos. Quizá no fue el trabajo más brillante de entre todos los llevados a la práctica por el Mercury peroa la postre, la experiencia resultó crucial para el devenir de la producción de Orson Welles. Este quedó atrapado tanto por las posibles artísticas como por las implicaciones morales de la historia conradiana. Pero de este episodio poco conocido hablaremos en la segunda parte de esta entrada.

La sombra del tercer hombre es alargada

Comentarios

  1. La relación de fuentes consultadas es algo extensa y figurará en la última entrada de la serie. Por otro lado, cuando digo "nuestro admirado Orson" me refiero, claro está, a toda la gente que conozco y que comparte conmigo la admiración por este genio de la misma estirpe de Leonardo, un experimentador nato pero de obra escasa porque los mecenas no estuvieron, para ninguno de los dos, a la altura de las circunstancias.

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  2. Entre los trabajos alimenticios que mencionas, aparte del famoso "Tercer Hombre", a mí me gusta particularmente su papel en "Jane Eyre" / "Alma rebelde". Cuánto debió parecerse su "Guerra de los Mundos" a lo que vimos y, en cambio, no podíamos creer en el 11-S.

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  3. Gracias, María. Si llamamos alimenticios a los trabajos de un actor o director importante rebajando su nivel habitual por la necesidad de allegar fondos para otros proyectos o para la pura subsistencia, es difícil incluir en esa categoría a El tercer hombre, que es un producto de la máxima calidad. Pero sí es cierto que Orson estaba, como siempre, sin un céntimo, y prefirió que le pagaran en efectivo su actuación y no obtener un porcentaje de la recaudación, y se equivocó del todo. Podría haberse hecho de oro y dejó pasar la oportunidad de su vida con el famoso pájaro en mano. Así que ya sabemos en qué no era un genio Orson, en las finanzas. Bueno, solo en esos términos admito que el Tercer Hombre fuese alimenticio.
    A mí también me gusta muchísimo Alma rebelde. Estaba superseductor como Rochester pero...de aquellas ya tuvo que usar corsé para marcar cinturita.
    Y sí, seguro que los americanos hubiesen preferido otro bromazo de Orson antes que aquel terrorífico desastre televisado. No creo que podamos olvidar las imágenes mientras vivamos.

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  4. Welles ya necesitó corsé, y horas de maquillaje, para simular al joven Charles Foster Kane (William Randolf Hearst) cuando solo tenía 25 años. Por cierto, ahora que caigo, en "Ciudadano Kane" Bernstein no es el apoderado (sin con eso querías decir tutor), sino uno de los socios fundadores del periódico Inquirer. Pobre Everett Sloane: se deprimió mucho al ver que parecía un viejo con solo raparse la cabeza, y se consumió en incontables operaciones de estética.

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  5. Bueno, formaba parte de su transformación como actor para cada papel echar mano de gran cantidad de maquillaje y postizos. Los llevó en todas las películas excepto, muy curiosamente, en el Tercer Hombre. Orson estaba un (solo un poquitín) acomplejado con su naricilla y por eso le añadía prótesis a la primera de cambio.

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  6. Qué entrada más entretenida e interesante!. La verdad es que a mi también me fascina este Wells y su capacidad para sorprender, y para imprimir giros inesperados a los clásicos y atreverse a hacer protagonistas a gente de color y rituales tenidos por "salvajes" en unos años en los que todavía se estaba lejos de conseguir derechos para los afroamericanos; ese cambio de perspectiva es esencialmente antropológico.
    Espero leer pronto la entrada acerca del Corazón de las Tinieblas.

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  7. Me ha encantado esta entrada y vuestro diálogo posterior.
    A mi también me fascina el cine de Welles, como actor, guionista, productor, director.. Su personalidad debía ser volcánica, arrolladora, fuerte.. vigoroso, pasional, entudiasta y muy versátil. Admirable!! Pero revisando vuestro blog, echo de menos esa segunda entrada que prometiste, Encarna, al fial de esta primera Pues veo que has llegado hasta la etapa en la que Welles firma contrato con la RKO, y creo que es a partir de aquí cuando ya en Hollywood retoma su nuevamente fustrado proyecto de rodaje de " El corazón en las tinieblas" , su preventivo presupuesto elevado, el fallo de una actriz austrica que no disponía de visado...y otros razones le llevan a abandonar el proyecto. .
    Sea esto cierto o no, se embarca en la magistral película " Ciudadano Kane" , película que los años no ha desbancado de las primeras de la lista de mejores películas de la histórica. Hablar de ella nos daría para un largo diálogo, para debatir acerca de todos aquellos aspectos comunes que podemos encontrar en ella con " El corazón en...." , todos los aspectos autobiográficos de su obra. Resaltar de la peli el vigor y el secreto que impulsa la trama, las técnicas empleadas , las grandes metáforas que encierra, los puentes de sentido que se establecen entre su obra y
    sus propias experiencias de vida. Ese rodaje en blanco y negro fantástico con tintes góticos ( entrada en Xanadu, niebla, lluvia golpeando sobre los cristales.. ) y también de novela negra. Una maravilla, en fin, ese trineo abandonado en la nieve de su niñez " Rosbald " entre tanto que su madre, su padre y tutor proyectan su destino, esa palabra representativa de la pérdida de la infancia, ese paraíso del hombre que es la niñez, y en la que tanto se proyecta Welles, pues la pérdida de su madre le marcaría para siempre. ... bueno, un genio!! Con 13 años ya tenía parece ser, la madurez de un adulto de 28 años. Nunca me canso de ver sus películas. Hace unos días volví a ver " sed de mal" ( que representa muy bien el mal dando tb voz a las víctimas de ese mal) volvi a ver " El extraño" ( el hombre que huye de sus propias perversiones no podrán ocultarse mucho tiempo bajo una falsa identidad, la sociedad le impone su merecido castigo.... y tantas otras pelis que me encantan . El tercer hombre( las deslealtades, la traición de la amistad).... ... El magnate de la prensa americana en el que se inspiró Welles, W. R. Hearst, no le puso nada fácil las cosas y frenó algunos de sus futuros proyectos, lo pagaría caro. Nada, decir que compartir, poder leer tal variedad de temas que contiene este blog es un verdadero gustazo. Me he incorporado a él hace muy poco, pero voy viendo interesantes temas que ya he puesto en mi lista de espera. MUCHAS GRACIAS

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  8. Pues a mí me han encantado tus reflexiones acerca de Orson Welles. Se nota que has estudiado las aristas de este personaje fascinante e irrepetible. Ya sabes que en época de Roosevelt, cuando todavía estaba casado con Rita, pretendió hacer carrera política por los demócratas y se enroló en una campaña de charlas o conferencias por Europa para denunciar al lobo peligroso con piel de cordero (todavía entonces) que era el nazismo. Me encanta lo que dijo de él Frank Sinatra al respecto: "Aquel tío era pura dinamita". Seguro que buscando aparece alguna grabación en la red. Como entonces todavía era una estrella... Y sí, bien caro le hizo pagar el magnate de los periódicos el atrevimiento de burlarse de él. Su Némesis se aseguró de que se frustraran todos sus proyectos cinematográficos. Me alegra mucho que encontrara en nuestro país un lugar donde ser feliz entre medio de los extravagantes carpetovetónicos que somos los españoles y descansar en paz al sol de Andalucía.
    La entrada sobre su frustrada adaptación de El corazón de las tinieblas está totalmente escrita en mi cabeza desde hace años y en papel está un borrador pero la cadencia de los cursos me boicotea los proyectos complejos y ambiciosos, y este lo es, como ya comprobarás. Pero me alegro mucho de tu comentario porque así me voy a animar a terminarla y te la voy a dedicar a ti, por Wellesiana de pro y tan buena lectora de Tinieblas. Me quito el sombrero ante tu nivel intelectual y cultural. Un abrazo, amiga.

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  9. Si, Welles poseía la fuerza de un coloso , su voz era como el trueno de Dios. Personalidad controvertida . Para las y los que lo adoramos , en él tambien encontramos una cierta ingenuidad , su romanticismo y a vez vemos frescura , debilidad fragilidad. El final le llegaria con 70 años, prematutamente viejo. Ya había venido invirtiendo sus caracterizaciones: en Cuidadadano Kane se disfraza de viejo, apareciendo en encuadres de luz y sombras de lo más ariesgados. En Campanadas de media noche es un viejo que pretende aparecer rejuvenecido. Esas sesiones de maquillaje deberías ser un calvario.
    Envejecio prematutamente . Pero con qué intensidad debió vivir sus años. Sólo aquel que ha conocido el frío de la estepa rusa como Estrabisky ( ¿?) podía escribir la Consagracion de la Prmavera. TB Sólo Orson, que había conocido tan bien las artes teatrales, las puestas en escena, podía lograr esa representación teatral de su fracasada mujer en la ópera , y los tramoyistas en un constante vaivén, acompañados por la música en ritmo y tonos. Orson se rodeó diempre de los mejores, hasta cuando las circunstancia se lo permitieron.
    Nos ha dejado su gran obra, su legado . Sus películas alcanzan mayos prestijio con los años . A él le deben mucho el cine que se hizo después. Para interpretar su arte aqui es fundamental concer aspectos de su vida, e interpretarlos a través de su cine , en el que están representados en sus personajes no sólo las vidas de otros , sino la del propio Welles. No puedo dejar de analizarlo también desde esta clave.
    iEsa imagen inicial de Charles F. K. jugando en la nieve, evocadora de imagenes literarias como " la madalena de Prouts" o las imagenes entrañables del recinto de " El jardin de los Finzi- contine , de G. Bassari, por citar dos ejemplos, me sirven para interpretar como buenas referencias de sentimientos y emociones de esa encrucijada que mezcla literatura y cine , por sus imágenes evocadoras de lo universal y clásico del acontecer humano. Gracias . Quiero leer las entradas dedicadas a " Casablanca" , bueno, y tantas otras.

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  10. Si, Welles poseía la fuerza de un coloso , su voz era como el trueno de Dios. Personalidad controvertida . Para las y los que lo adoramos , en él tambien encontramos una cierta ingenuidad , su romanticismo y a vez vemos frescura , debilidad fragilidad. El final le llegaria con 70 años, prematutamente viejo. Ya había venido invirtiendo sus caracterizaciones: en Cuidadadano Kane se disfraza de viejo, apareciendo en encuadres de luz y sombras de lo más ariesgados. En Campanadas de media noche es un viejo que pretende aparecer rejuvenecido. Esas sesiones de maquillaje deberías ser un calvario.
    Envejecio prematutamente . Pero con qué intensidad debió vivir sus años. Sólo aquel que ha conocido el frío de la estepa rusa como Estrabisky ( ¿?) podía escribir la Consagracion de la Prmavera. TB Sólo Orson, que había conocido tan bien las artes teatrales, las puestas en escena, podía lograr esa representación teatral de su fracasada mujer en la ópera , y los tramoyistas en un constante vaivén, acompañados por la música en ritmo y tonos. Orson se rodeó diempre de los mejores, hasta cuando las circunstancia se lo permitieron.
    Nos ha dejado su gran obra, su legado . Sus películas alcanzan mayos prestijio con los años . A él le deben mucho el cine que se hizo después. Para interpretar su arte aqui es fundamental concer aspectos de su vida, e interpretarlos a través de su cine , en el que están representados en sus personajes no sólo las vidas de otros , sino la del propio Welles. No puedo dejar de analizarlo también desde esta clave.
    iEsa imagen inicial de Charles F. K. jugando en la nieve, evocadora de imagenes literarias como " la madalena de Prouts" o las imagenes entrañables del recinto de " El jardin de los Finzi- contine , de G. Bassari, por citar dos ejemplos, me sirven para interpretar como buenas referencias de sentimientos y emociones de esa encrucijada que mezcla literatura y cine , por sus imágenes evocadoras de lo universal y clásico del acontecer humano. Gracias . Quiero leer las entradas dedicadas a " Casablanca" , bueno, y tantas otras. Espero impaciente esa interpretación en clave de " Tinieblas....de la peli y que tanto nos gusta. Un abrazo.

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