SEBASTIAO SALGADO: GÉNESIS
Entre 2004 y 2012 Sebastião Salgado viajó con su Leica por 32 países, desde
las Islas Galápagos a Alaska, el Gran Cañón, el Amazonas, Siberia, el Himalaya
y hasta Papúa Nueva Guinea, para rescatar las imágenes de la naturaleza y los
pueblos todavía inalterados por el avance del modo de vida occidental. El
resultado de esos ocho años de dedicación es un libro extraordinario, Génesis (2013). Sus fotografías
características en blanco y negro, de una belleza sobrecogedora, nos traen
desde los confines imágenes de paisajes majestuosos, fauna amenazada e
historias humanas. La cuestión crucial que suscita este proyecto es si estamos
dispuestos a destruir ese mundo natural y cultural que hemos recibido en legado
y que debemos transmitir con toda su riqueza, sabiduría y diversidad a las
generaciones futuras. El autor, que procede de un país que ha perdido gran
parte de su abundancia forestal, sabe muy bien la respuesta y nos ayuda a
descubrirla.
Llamamos
Génesis a nuestro proyecto porque imaginamos atrasar el reloj hasta las
erupciones volcánicas y los seísmos que dio forma a la Tierra; hasta el aire,
el agua y el fuego que dieron origen a la vida; hasta las más antiguas especies
animales que todavía se resisten a la domesticación; hasta las tribus aisladas cuyo
estilo de vida apenas ha cambiado; y hasta las formas primigenias de
organización humana existentes. Quería estudiar cómo la humanidad y la
naturaleza han existido durante mucho tiempo lo que hoy día en día llamamos <<equilibrio
ecológico>>… Mi objetivo es retratar en la medida de lo posible a estas
gentes tan apegadas a su ancestral estilo de vida… Quería captar un mundo
evanescente, una parte de la humanidad que está a punto de desaparecer, pero
que en muchos aspectos sigue viviendo en armonía con la naturaleza.
I.SANTUARIOS
1. TRIBUS DE
IRIAN JAYA, INDONESIA
La isla de Nueva Guinea está
dividida en dos mitades. La occidental, a la que se conocía como Irian Jaya
hasta el año 2000, pertenece Indonesia y constituye uno de los lugares menos
contaminados por la civilización occidental. Está habitada por unos tres
millones de seres humanos, entre los que se cuentan los Korowai, aislados del
resto de la humanidad hasta los años 70, los Dani o los Yali, de los que ya
hemos hablado en la entrada sobre Jimmy
Nelson http://anthropotopia.blogspot.com.es/2014/01/antes-de-que-desaparezcan-la-fotografia.html
Los Korowai, cazadores-recolectores, siguen utilizando todavía una
tecnología propia del Neolítico. Usan hachas de piedra, cuchillos de hueso o
martillos de madera. Su vida se desenvuelve en el bosque, donde encuentran todo
lo que necesitan para su subsistencia. Aunque prefieren comer jabalíes, se conforman con cualquier
animal que encuentren, inclusive larvas de insectos, y complementan su dieta
con fruta. El sagú, una fécula extraída de centro de los tallos de la palma,
que muelen hasta convertirla en harina, es la base de su cocina. Los hombres
también pasan gran parte del día en los arroyos en busca de peces y gambas.
En sus viviendas, construidas sobre
los árboles, en una atalaya sobre el bosque a unos 25-40 metros del suelo, viven
hasta ocho miembros de la familia. Hombres y mujeres duermen en zona separadas
del habitáculo. Aunque tienen pocas pertenencias, entre ellas no faltan los
elementos que decoran su cuerpo. Son un ejemplo perfecto de la “piel social”.
Hombres Yali asando cerdos |
Los Yali habitan en la cordillera de Jayawijaya, un terreno remoto y muy accidentado que se caracteriza por gargantas y valles fluviales tallados a cuchillo. Ese aislamiento los apartó del mundo moderno hasta la llegada de los misioneros en los años 70.
Los hombres visten unas faldas compuestas
de largas tiras de ratán, que envuelven el abdomen. La parte frontal se sujeta
con la koteka, una funda para el pene
elaborada con un calabacín hueco. Generalmente la hacen con un fruto seco como
el porongo, o con las trampas de una
planta carnívora, la Nepenthes mirabilisas.
La koteka se mantiene fija con una
pequeña lazada de fibra sujeta a su base y colocada en torno al escroto. Otra
fibra alrededor del pecho o el abdomen se ata a la koteka. Los miembros de una misma tribu se identifican por usar kotekas similares.
Los Yali la prefieren larga y fina, para que sostenga los aros de ratán que lucen alrededor de la cintura. Otras son rectas, en ángulo… Curiosamente el rango social masculino no está en consonancia con el tamaño o longitud de la koteka. A veces aplican cera de abejas o resinas a la calabaza para adornarla, y también pueden decorarla con caparazones o plumas.
Los Yali la prefieren larga y fina, para que sostenga los aros de ratán que lucen alrededor de la cintura. Otras son rectas, en ángulo… Curiosamente el rango social masculino no está en consonancia con el tamaño o longitud de la koteka. A veces aplican cera de abejas o resinas a la calabaza para adornarla, y también pueden decorarla con caparazones o plumas.
Las mujeres llevan una falda con
cuatro refajos. El primero se entrega a las niñas cuando cumplen 4 años, y van
añadiendo uno más cada cuatrienio. Al final, con 16 años, la joven ya está
lista para casarse. Las mujeres Yali utilizan
una bolsa de fibras de orquídea tejidas que les
cubre la espalda hasta las corvas, y en la que guardan todo que recogen
durante la jornada.
Mujeres Yali |
Los hombres Yali pasan el día en el
bosque cazando aves, pequeños animales y jabalíes. También recolectan insectos,
frutas y las hortalizas que cultivan (boniatos, taro, yuca o pandano, un fruto
similar a la palma). Los cuecen sobre una hoguera que encienden friccionando la
madera. Durante las ceremonias, las mujeres permanecen aparte mientras los
hombres preparan los cerdos y distribuyen la carne asada. Sus cabañas de madera
son redondas, con techos cubiertos por hojas de pandano. Las mujeres viven en
sus propias viviendas, mientras que los hombres ocupan cabañas comunitarias,
las uma, y habitualmente se sitúan en
la cima de una colina para precaverse de los ataques de las tribus enemigas.
Las Tierras Altas de Papúa Nueva Guinea son una región de belleza
espectacular, con fértiles valles cultivados, ríos turbulentos y montañas dentadas,
con una densa población humana que fue desconocida para el mundo occidental
hasta la década de 1930. Los habitantes de las cinco provincias siempre
encuentran una buena ocasión para reunirse en un festival Singsing o baile de celebración, luciendo sus trajes tradicionales
y pintándose las caras. También tocan los kundus,
tambores en forma de reloj de arena con una membrana de piel de lagarto. Anualmente
se reúnen miles de artistas en los festivales de Enga, Hagen o Paya. La
ornamentación corporal, bilas, es
extremadamente sofisticada. Utilizan la superficie del cuerpo como base de
decoración, con plumas, perlas y pieles de animales para simular que son aves, árboles
o espíritus de la montaña, e incluso recrean batallas legendarias.
Festival Singsing en M. Hagen |
El cerdo es, entre ellos, el símbolo
de estatus más importante y en cualquier ceremonia destacada se sacrifican
varios, asándolos en un hoyo en la
tierra. Se calientan las piedras en un fuego de leña, después se cubren de
hojas de platanero y, finalmente, se añaden la carne, boniatos y plátanos. El
ritual se denomina mou-mou. Los jefes
presiden las reuniones del clan para adoptar decisiones de gobierno. Los hombres
Yali llevan pelucas de su propio cabello pero sólo de cuando permanecían
solteros. Bajo la tutela de un maestro se pronuncian los hechizos, se
prescriben dietas y se cumplen los rituales para tener un cabello sano.
3.LOS MENTAWAI DE INDONESIA
3.LOS MENTAWAI DE INDONESIA
Este pueblo vive en las islas
Mentawai, a 130 kilómetros al oeste de Sumatra. Son cazadores-recolectores seminómadas
que ocupan pequeños asentamientos en la
costa y en los bosques pluviales. Son famosos por su espiritualidad, sus
diseños corporales y sus dientes afilados, que responden a su particular modelo
de belleza.
Crían cerdos y gallinas y recogen
frutos silvestres de temporada como el durián o la jaca. También obtienen
harina del sagú y complementan su dieta con el tubérculo del taro y los
plátanos, o las larvas del escarabajo tamara.
De la pesca se encargan las mujeres y con ella se cubren sus necesidades
alimenticias cotidianas. Los jóvenes trepan árboles de hasta 40 metros para
recoger el durián, una fruta muy apreciada por ellos. En cambio, debido a su aislamiento,
nunca han cultivado el arroz, tan característico del sudeste asiático.
Chamán preparando un filtro para sagú |
Los sikeireis o chamanes son los
líderes del grupo. Los clanes tradicionales todavía viven en grandes y largas
casas comunales de madera denominadas umas,
de las que hombres y mujeres ocupan lados distintos para dormir. Los
Mentawai sólo adoptan del mundo occidental lo que consideran útil, como los
machetes o el tabaco.
Visten taparrabos de corteza del baiko teñida de rojo, mientras que las mujeres lucen sus vestidos tradicionales hechos de hojas de platanero, con collares y pulseras de colores y flores tropicales en el pelo. Los chamanes y sus esposas llevan el cuerpo totalmente tatuado. Sirven de intermediarios con el mundo de los espíritus y conocen las plantas y hierbas por sus propiedades medicinales. Los hombres cazan con machete, arco y flechas envenenadas cuyos filtros preparan los chamanes. La vida de los Mentawai está llena de tabúes, que les obligan a refugiarse en una pequeña vivienda para poder tener una intimidad sexual.
Escena dentro de la uma |
Visten taparrabos de corteza del baiko teñida de rojo, mientras que las mujeres lucen sus vestidos tradicionales hechos de hojas de platanero, con collares y pulseras de colores y flores tropicales en el pelo. Los chamanes y sus esposas llevan el cuerpo totalmente tatuado. Sirven de intermediarios con el mundo de los espíritus y conocen las plantas y hierbas por sus propiedades medicinales. Los hombres cazan con machete, arco y flechas envenenadas cuyos filtros preparan los chamanes. La vida de los Mentawai está llena de tabúes, que les obligan a refugiarse en una pequeña vivienda para poder tener una intimidad sexual.
II.AFRICA
El desierto del Kalahari, en Botswana, es el
lugar en el que los San o bosquimanos, uno de los 14 grupos humanos ancestrales,
han demostrado su extraordinaria capacidad para la supervivencia. Pero
actualmente han sido reubicados en
campos de reasentamiento, donde su sistema de vida tradicional en libertad ha
sido sustituido por el suministro de alimentos y agua, una garantía segura para
destrucción mental de este pueblo libre. En realidad, sus territorios
históricos ocultaban importantes reservas de diamantes, que ahora pueden ser
explotados sin problemas. Sin embargo, algunos pequeños grupos aún conservan su
estilo de subsistencia como cazadores- recolectores gracias a que asociaciones
sin ánimo de lucro han conseguido que ocupen grandes fincas de propiedad
privada. Allí los visitantes pueden
observar cómo cazan, cocinan o construyen sus cabañas. Los bosquimanos son
supervivientes natos: bajo el sol ardiente se tapan con grandes hojas, mientras
que son capaces de construir a gran velocidad una choza con hojas y ramas para
protegerse de la lluvia y poder encender una hoguera con la que protegerse del
frío y la humedad.
La
danza de trance o curación es su ritual más importante. Las mujeres cantan y
baten palmas rítmicas y los hombres bailan en círculo alrededor. Los curanderos
imponen las manos sobre los asistentes para extraer las “flechas de la
enfermedad”. Los chamanes llevan cáscaras de semillas secas con piedrecitas
atadas a las piernas, que producen un fuerte tintineo mientras bailan
frenéticamente en trance para entrar en el mundo de los espíritus.
Los
hombres ocupan su jornada rastreando animales como la liebre saltarina,
chacales, pitones o puercoespines-animales cuya carne aprecian mucho-, escondidos en el suelo
arenoso, al tiempo que las mujeres buscan raíces o insectos. Comen las larvas
de orugas asadas, ricas en proteínas. Tras la lluvia salen a cazar sapos
gigantes amarillos de piel venenosa. Cuando
llueve beben tanta agua como pueden, incluso usando una pajita vegetal para
sorber las gotas de lluvia sobre las hojas. Consiguen hacer fuego frotando una
vara de vid contra un trozo de madera en cuestión de minutos.
Al
finalizar el día se reúnen en torno a la hoguera para contarse historias y
transmitir sus leyendas tradicionales a sus hijos.
Sudán del Sur tiene una gran
diversidad étnica, con pueblos nilóticos cuyos orígenes se remontan a los
pueblos nilosaharianos. Algunos grupos se han desplazado al sur en busca de pastos
para el ganado, como los Masai en Kenia o los Tutsi en Ruanda y Burundi. Los
Dinka son un grupo bastante numeroso que se dedica a la ganadería. En temporada
de lluvias viven en poblados y cultivan mijo, sorgo y maíz, mientras que los
ganados comen los ricos pastos. Por el contrario, en la larga temporada de
sequía, abandonan el poblado junto a sus rebaños, a veces compuestos de más de
cinco mil cabezas, en busca de hierba fresca. También pescan con lanzas en
lagos y canales del Nilo.
Representación simbólica de los cuernos en el interior de una vivienda en Sudán |
El ganado es inseparable de la vida de este pueblo: utilizan la orina de
las vacas para lavarse la cara o como conservante de la leche fresca. El estiércol
seco y quemado les sirve para espantar los mosquitos y para esterilizarlos
contra insectos y parásitos. Los cuernos son un símbolo omnipresente en sus
vidas. Las crecidas del Nilo durante la temporada de lluvias fertilizan la
tierra para que crezcan los pastos. A la caída de la tarde, cuando los hombres
regresan con las manadas al poblado, se produce la mayor actividad del
campamento.
6. LOS HIMBA DE
NAMIBIA
Las dunas del Mar de Arena son las
más espectaculares del mundo, gracias a las insólitas formas que esculpen
vientos multidireccionales. En este medio desértico, aunque próximo al río Kunene,
habitan los Himba.
Este pueblo de pastores seminómadas vive en pequeños grupos dispersos en constante búsqueda de agua y pastos para sus reses. En el siglo XVI se les conocía como los Herero y procedían de Angola, pero a mediados del siglo XIX las bandas de ladrones de ganado los redujeron a la miseria. Entonces comenzaron a llamarse Tjimba-herero, nombre que significa “herero- miserables”.
Este pueblo de pastores seminómadas vive en pequeños grupos dispersos en constante búsqueda de agua y pastos para sus reses. En el siglo XVI se les conocía como los Herero y procedían de Angola, pero a mediados del siglo XIX las bandas de ladrones de ganado los redujeron a la miseria. Entonces comenzaron a llamarse Tjimba-herero, nombre que significa “herero- miserables”.
7. TRIBUS DEL
VALLE DEL OMO, EN EL SUR DE ETIOPÍA
Las llanuras del Omo del Sur, entre
el centro montañoso de Etiopía y las
tierras altas de Kenia, dan cobijo a una de las mayores diversidades étnicas y
culturales de África: 24 tribus que agrupan entre 500 y decenas de miles de
miembros, de los cuales Salgado visitó a los Hamer, los Nyangatom, los Mursi y los
Surma.
Los Hamer son célebres por los complicados peinados de sus mujeres, que
se untan en el pelo con una mezcla de ocre, agua y resina que le da ese
característico color cobre conocido como goscha,
símbolo de salud y bienestar.
Son agricultores que cultivan sorgo, hortalizas, mijo tabaco y algodón, y
cuidan ganado y cabras.
En la ceremonia nupcial, el novio debe saltar sobre un toro. Antes las
hermanas y otras parientes femeninas piden ser azotadas y sus heridas se consideran prueba de su
devoción familiar.
Los Nyangatom son feroces guerreros y tienen disputas con los vecinos
por el robo del ganado, y por el acceso al agua y los pastos. Crían cebús y
cultivan cereales y tabaco.
Los Mursi son unos 6500 y viven en el Parque Nacional de Mago en el
sudoeste de Etiopía. Se desplazan estacionalmente en busca de pastos. La miel
es uno de sus alimentos preferidos.
Las mujeres portan collares con
cientos de vueltas, engrasados con mantequilla para evitar que su peso y
ficción irrite la piel.
Los Surma, unos 45.000, viven en
el sudoeste de Etiopía y el sur de Sudán. Son conocidos por los platos labiales
de sus mujeres y por la donga, la
lucha de bastones masculina. Aunque antes eran nómadas, ahora habitan en
asentamientos permanentes y cultivan la tierra, aunque también poseen ganado,
símbolo de estatus y riqueza. Siguen luchando con sus enemigos tradicionales,
los Nyangatom, aunque ahora con armas de fuego.
Las mujeres Surma y Mursi son ya las
únicas del mundo que lucen platos en los labios. Sólo las mujeres de alta casta
pueden llevarlos y son para ellas un símbolo de orgullo. Las escarificaciones
que adornan su cuerpo se llevan a cabo con piedras afiladas, cuchillos,
anzuelos o cuchillas de afeitar. Después frotan la herida con ceniza, lo que
produce una infección estimula el crecimiento de la cicatriz. Ese relieve se
considera muy deseable y sensual. En los hombres la escarificación es muestra
de valor. Por ello, no se les permite realizarla hasta que no han matado al
menos a un enemigo. Para la donga,
los hombres Surma se pintan el cuerpo con símbolos blancos que les protegen de
las fuerzas sobrenaturales. Con los bastones tratan de dominar al adversario.
Es uno de sus rituales de paso a la madurez, el más cruento y peligroso para la
vida de los adolescentes.
Los Mursi son animistas y viven en armonía con los ciclos de la naturaleza.
Ppara más información sobre estas tribus, podéis acceder a este enlace http://anthropotopia.blogspot.com.es/2013/12/antes-de-que-desaparezcan-la-fotografia_30.html
Ppara más información sobre estas tribus, podéis acceder a este enlace http://anthropotopia.blogspot.com.es/2013/12/antes-de-que-desaparezcan-la-fotografia_30.html
III. LAS
TIERRAS DEL NORTE
8. LOS NENET DE
SIBERIA
Los Nenet son unos 42.000 y viven en la región septentrional de Siberia. Los renos son el centro de su cultura. En verano se desplazan con sus manadas de unos 6.000 animales hasta el Círculo Polar Ártico, donde los renos consiguen buscar pastos bajo la tundra. Los Nenet se desplazan en trineos tirados por renos y utilizan a perros samoyedos como pastores para protegerlos de los lobos. A lo largo de su viaje migratorio pescan a través de hoyos practicados en el hielo. Cada día recorren 20 km. Montan las tiendas, tchoum, sobre soportes de madera cubiertos por pieles de reno. Por las noches se calientan con un hornillo de leña, en el que cocinan su única comida caliente del día. Su dieta está compuesta de carne de reno y pescado.
Los Nenet confieren gran importancia a su vestimenta: el abrigo, maletsa, se confecciona con cuatro capas
de la parte interior de la piel del reno, mientras que la capucha está hecha de
piel de zorro azul. Debido a la dificultad para encontrar agua dulce, apenas se
lavan.
Sus creencias chamánicas y animistas
les permiten vivir en comunión con la naturaleza. Sin embargo el gobierno
soviético los ha incluido en programas que obligan a su sedentarización para
que los hijos puedan recibir educación, lo que amenaza su identidad cultural. Otros
peligros para su sistema de vida tradicional son la explotación de petróleo y
gas que deteriora su hábitat, como
también el cambio climático, que está reduciendo la duración del periodo frío.
Para más información sobre los Nenet, podéis acceder en este enlace http://anthropotopia.blogspot.com.es/2013/12/antes-de-que-desaparezcan-la-fotografia.html
Para más información sobre los Nenet, podéis acceder en este enlace http://anthropotopia.blogspot.com.es/2013/12/antes-de-que-desaparezcan-la-fotografia.html
Las Anavilhanas son unas 350 islas boscosas en el río Negro de la Amazonia. La
cuenca del Alto Xingú alberga a 2.500 habitantes de 13 poblados que hablan el caribe,
el tupí y el arawak.
9.LOS ZO,É
Los Zo´é son una tribu de entre 250
y 275 miembros, distribuidos en diez
pequeños poblados. Viven en el bosque pluvial del norte de Brasil y pertenecen
al grupo lingüístico tupí-guaraní, lo que permite presumir que llegaron desde
la costa del Atlántico hace varios milenios. Los primeros misioneros evangelistas
norteamericanos aparecieron en 1987. Para intentar evangelizarlos les regalaron ropa, machetes y espejos pero, tres
años después, para protegerlos, los misioneros fueron expulsados por el gobierno brasileño, y en 2009 se creó una
reserva de 6.240 kilómetros cuadrados, a
la que solo se puede entrar con una autorización especial.
Los Zo,é capturan cerdos salvajes muy jóvenes y, junto a aves, monos y
tortugas, los crían como mascotas para defender a los poblados de los jaguares.
Cuando no es estación de pesca por las
lluvias, se dedican a cazar monos, cuya carne es muy apreciada por ellos.
También recolectan en la selva los frutos rojos de la palmera de azái, que
saben a chocolate y con los que las
mujeres preparan un delicioso zumo. Para cocinar utilizan como utensilios
calabazas, cáscaras de frutos secos y calaveras y huesos de mono. Cada familia
guisa por separado pero comparten su comida con otras chozas. Preparan harina
de yuca en grandes hornos de cerámica para elaborar pasteles o beiju.
En la selva recogen fibras para
tejer hamacas, que utilicen incluso durante las comidas. A las excursiones de
caza por la selva, que a veces duran varios días, salen los cazadores junto a
sus familias. Los Zo,é conceden gran importancia a su higiene y descansan de
sus actividades para bañarse. En la selva recogen frutos, hojas y plantas
medicinales. Igualmente cultivan la yuca, el taro y las guindillas.
Los Zo,é son la única tribu del
mundo que lleva el poturu, una pieza
de madera que les atraviesa el labio inferior. La colocan en una ceremonia
iniciática cuando niños y niñas llegan de la pubertad. Les perforan la barbilla
con la tibia afilada de un mono e insertan una gruesa pieza de madera, que se
va sustituyendo progresivamente por otras más grandes hasta poder colocar el poturu. Las mujeres utilizan el fruto
rojo del achiote para colorearse el cuerpo
y también en la cocina.
10. INDIOS DEL ALTO XINGÚ
Preparándose para la ceremonia de Amuricuma |
La ceremonia del kuarup festeja la muerte de los
familiares de los jefes y pueden durar varios días plan de la sequía (de mayo a
octubre). Durante los meses anteriores se realizan rituales preparatorios. El
poblado anfitrión prepara grandes cantidades de comida ( pescado ahumado,
harina de yuca y pasta de fruta) para agasajar a los invitados de otros
poblados.
En la fiesta de Amuricumá las mujeres celebran simbólicamente la asunción
de poder en el poblado, recordando la leyenda que cuenta que, un buen día, los hombres fueron convertidos de jabalíes y
las mujeres tuvieron que asumir el gobierno. También se invita a los vecinos a
presenciar los cantos, danzas y luchas de mujeres.
Sólo los chamanes pueden fumar, puesto que se trata de un acto sagrado que los pone en contacto con las divinidades. En la ceremonia anual del Warime, los indios Piaroa de Venezuela, en la frontera con Colombia, celebran los orígenes del mundo y la supervivencia de la raza humana. Con ella también festejan el éxito de la cosecha.
Reunión de chamanes |
Sólo los chamanes pueden fumar, puesto que se trata de un acto sagrado que los pone en contacto con las divinidades. En la ceremonia anual del Warime, los indios Piaroa de Venezuela, en la frontera con Colombia, celebran los orígenes del mundo y la supervivencia de la raza humana. Con ella también festejan el éxito de la cosecha.
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ACERCA DEL
AUTOR
Sebastião Ribeiro Salgado nació el 8
de febrero de 1944 en Aimorines (Minas Gerais, Brasil). Estudió Economía y
trabajó en su país, en París y en Londres. Comenzó a tomar fotografías en sus
misiones para el Banco Mundial en África. Esas imágenes le hicieron
reconsiderar su trabajo como economista y por ello, de vuelta a París en 1973,
decide dedicarse al periodismo fotográfico, prestando atención a las
condiciones de vida campesina y su resistencia cultural en América Latina (México
y Brasil). En 1984 apareció el libro Otras
Américas. Después aborda la investigación de los problemas urbanísticos de
los suburbios occidentales. En 1975 trabaja para la agencia Gamma y en 1979 se
incorpora a Magnum Photos, con la que permanece 15 años. En 1982 obtuvo el
premio W. Eugene Smith de fotografía humanística.
Entre 1984 y 1985 documenta la
espantosa sequía del Sahel junto al grupo de ayuda humanitaria de Médicos Sin
Fronteras y públicas Sahel, el final del camino, premiado en 1985. Desde
entonces se suceden los doctorados honoris causa y los más altos galardones en
Europa y Estados Unidos, entre ellos el Premio Príncipe de Asturias en 1998.
Entre 1986 y 1992 viajó a 23 países para reflejar el fin del trabajo manual
en la industria a gran escala, y en 1993 publica el libro Trabajadores. Después empieza un nuevo proyecto, Migraciones, a lo largo de 43 países de
todos los continentes. Su último trabajo es este espectacular Génesis.
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