¿QUÉ HAY DETRÁS DE LAS BARBAS?

   
Dibujo original de María Lorenzo.

                
   Desde hace unos años estamos asistiendo a un renacimiento de las barbas como elemento de moda; basta mirar un corte publicitario de cualquier programa televisivo para ver a señores barbudos anunciando todo tipo de productos, tanto específicos de la higiene y moda masculina, como telefonía móvil, comida rápida o cualquier otro producto y/o servicio, pasando a ser un elemento familiar en nuestras vidas. Pero, ¿qué hay detrás de este hecho?¿Es tan solo una cuestión de comodidad, la elección individual o hay un significado social detrás de ella? Mi intención es analizar el fenómeno e intentar proponer algunas vías de interpretación.

1.     EL PELO COMO ELEMENTO SIMBÓLICO.

La información de este punto procede de la obra Cuerpo y Espacio.Símbolos, metáforas, representación y expresividad de las culturas, del Catedrático de Antropología Social de la UNED, D. Honorio Manuel Velasco Maillo.

   Para K. Burke el hombre puede definirse como un homo symbolicus, es decir, un ser creador y manipulador de símbolos, de forma tal que esta capacidad nos coloca como “los otros” del mundo natural, aquellos que lo manipulamos y, además, intentamos imponerle un orden.

   En general, un símbolo es todo aquello que representa algo - sentido en el que la Cultura en general queda englobada -, pero también algo que conmueve, que desvela y trasciende la mera superficie, que llega al fondo de la sociedad, crea identidades y mueve a la acción. Víctor Turner destaca su polo “sensorial”, la dimensión vivencial de los símbolos, sus asociaciones sentimentales. Los símbolos no pueden considerarse como algo acabado y estático, sino como algo que va haciéndose y deshaciéndose con las acciones sociales, y su significado está transido de formas de vida que se aprenden dentro del grupo, y actúan como cemento social. De todo ello podemos inferir que los símbolos no pueden descubrirse en parcelas aisladas dentro de las culturas, sino en la totalidad de estas, en las culturas entendidas de una forma holística, como todos.
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  Dentro de los símbolos sociales el pelo es uno de los más destacados en la Antropología desde el siglo XIX, tanto por su visibilidad, su materialidad como por su papel relevante en rituales de magia y sacrificios funerarios. Sir James G. Frazer estableció el pelo como un elemento destacado de la cultura ritual de muchos pueblos, considerándolo tanto una parte que se contagia de todo el ser de la persona, de forma que, manipulando el pelo se puede manipular a la persona, como considerándolo una parte especial de la persona, a la que dota de unos poderes extraordinarios (esta es la razón por la que en Europa se solía afeitar a las personas acusadas de brujería o hechicería, para eliminar su poderes).



   El pelo no constituye un símbolo únicamente en su materialidad, sino que todas las acciones que se ejercen sobre él (cortar, rizar, teñir, etc.)tienen un marcado significado cultural y normativo (qué acciones son aconsejadas, obligatorias o transgresoras), de forma que, también en el siglo XIX Wilken entiende que el pelo puede considerarse un símbolo universal, y que tanto el corte drástico como el afeitado de la barba como señal de duelo es una sustitución del sacrificio humano, y en un sentido parecido, Tylor incluye el corte de pelo entre las mutilaciones rituales, similar a la castración o al derramamiento de sangre en los juramentos. En el siglo XX, Berg hace una interpretación psicoanálitica de los datos de Frazer y establece que el cabello es un símbolo universal de los órganos genitales, simbolizando el corte el y el afeitado la castración.

   El pelo, además constituye un elemento central en la moda, creando diferencias visibles intra e interculturales: dentro de una cultura, como identificación de grupos de edad o status, y entre culturas debido a los diferentes tratamientos a los que se ve sometido. Para ver un delicioso ejemplo de manipulaciones del cabello con finalidad estética, se puede consultar en este mismo blog la entrada de Encarnación Lorenzo http://anthropotopia.blogspot.com.es/search/label/J.D.%20%27Okhai%20Ojeikere

Todos estos tratamientos de cabellos y barbas nos llevan a reflexionar, junto a E. Sapir que todo lo relacionado con el pelo es un símbolo que contiene una condensación de significados que cambian en cada época, y que hay que buscar bajo las múltiples variedades de forma. Rastrearemos en esta entrada aquellos significados ocultos bajo las barbas.

2.- LA BARBA EN LA BIOLOGÍA Y LA HISTORIA.

   Se puede definir la barba como el vello facial que brota en los humanos a partir de la pubertad, cuando los folículos pilosos comienzan a ser estimulados por la dihidrotestosterona. La biología suele incluirla dentro de los caracteres sexuales secundarios, ya que es privativa de un solo sexo.

 

   Darwin trató de dar una explicación evolutiva sobre ella, lanzando la hipótesis de su relevancia dentro del proceso de selección sexual, hipótesis que reafirman algunos estudios actuales que concluyen que las mujeres encuentran más atractivos a los hombres con barba, como el realizado por Barnaby Dixon y Robert Brooks, de la Universidad de Gales del Sur (recogido en el artículo “¿Resultan más atractivos los hombres con barba?”, firmado por Elena Sanz y publicado en la revista Muy Interesante de 25 de abril de 2013), en el que se preguntaban si la presencia de vello facial puede resultar un prejuicio social o sexual para encontrar pareja, y cuyos resultados arrojaron que, para las mujeres, los hombres con barba  de unos diez días resultan más atractivos, y les asociaban adjetivos como “más masculinos” o “saludables” que a aquellos que llevaban la cara afeitada. Además, aquellos hombres con las barbas más frondosas fueron percibidos como mejores padres, más protectores de la prole.
  

   La Psicología evolutiva explica que la presencia de la barba señala madurez sexual y dominio, ya que, visualmente aumenta el tamaño de la mandíbula. Para algunos de ellos no se ha podido establecer de forma determinante si la selección sexual de la barba es una selección intersexual , afianzada en el atractivo para la hembra, o más bien se trata de una selección intrasexual, basada en el dominio. En esta polémica podríamos terciar con un argumento a favor de la selección intersexual que ya intuyó Alejandro Magno: la barba hace vulnerables a sus poseedores, ya que el enemigo puede usarla como asidero para derribarlo, y como consecuencia,  mandó a sus hombres afeitarse, y por ello no sería evolutivamente rentable.

   Como hemos observado, la explicación evolutiva de la barba no está de ningún modo concluida, y presenta todavía lagunas y puntos débiles. Por el contrario, sí tenemos abundante documentación acerca del uso de la barba a lo largo de la historia, con sus múltiples variaciones normativas y asociaciones emocionales.

   En el Antiguo Egipto la barba era un elemento simbólico usado tanto por los reyes como por las reinas. Eran unos postizos que se ubicaban bajo la barbilla  y se amarraba en lo alto de la cabeza con dos hilos de oro. Era,  por tanto, un símbolo de poder y status.

   Tanto en Mesopotamia como en Irán las barbas eran de uso extendido, y su cuidado y rizado una práctica común.

   En la Antigua Grecia la barba se dejaba crecer frondosa y era un signo de masculinidad y sólo se cortaba en caso de duelo. Cuando la Filosofía llegó a afianzarse como saber, llegó a identificarse las caras barbadas con sabios o filósofos (una explicación más completas de la relación entre barbas y filósofos puede consultarse en: http://laperla-whynot.blogspot.com.es/2013/11/que-hay-detras-de-las-barbas-de-los.html  , situación que cambió cuando Alejandro Magno creó el imperio macedónico, que promovió el afeitado facial entre sus hombres, tomándose desde entonces la cara lampiña como un símbolo de hombre civilizado.


                                          Dibujo original de María Lorenzo

   En Roma la costumbre era llevar la cara perfectamente rasurada, y tan importante era la costumbre, que el primer afeitado de un joven se convertía en el día festivo en el que también se le entregaba su toga viril o vestimenta adulta, formando ambas acciones un rito de paso de la juventud a la madurez. Esta moda cambió cuando los griegos fueron llegando a Roma  a educar a sus jóvenes, de forma que hasta emperadores como Adriano desafiaron la tradición y se dejaron crecer la barba.

   En la Edad Media hay una disociación en cuanto al uso de la barba: mientras los caballeros lucían “barbas floridas” (tal como se expresa en el Poema del Mío Cid), los hombres de la Iglesia lucían las caras lampiñas, como símbolo de celibato (una vez más observamos la asociación de vello con la sexualidad).

   El siglo XVI es un siglo de esplendor de las barbas, pero ya en el XVII comienza a decaer su longitud en las áreas urbanas, dándose una curiosa anécdota en Rusia, cuando el zar Pedro el Grande ordenó afeitarse a los hombres “para estar más en consonancia con el oeste europeo”.

   En la segunda mitad del siglo XIX las barbas se hicieron extraordinariamente populares, y la llevaron muchos líderes mundiales, así como muchos artistas e intelectuales, asociándose este ornamento facial a poder, masculinidad y sabiduría.

   Fue a comienzos del siglo XX cuando la barba comenzó a sufrir una bajada de popularidad a favor del bigote, coincidiendo con la pujanza económica de Estados Unidos y la aparición de potentes compañías industriales que comenzaron a influir en la moda, tal como la Gillete Safety Razor Company. Desde entonces, los hombres de Estados Unidos comenzaron a ir afeitados, excepto los académicos, los inmigrantes europeos y aquellas personas en cuya religión constituía un precepto.

   Es sobre todo a finales de los años 60 , y durante los 70 cuando las barbas viven un renacimiento espectacular: para los hippies supone una vuelta a la naturaleza y una huida de los convencionalismos (en un sentido similar al de los antiguos cínicos); para los líderes revolucionarios ( como Ché Guevara o Fidel Castro, por ejemplo) es una forma más de luchar contra el orden establecido; para los músicos es una petición de libertad en todos los órdenes de la vida, etc.
   


   Esta moda decayó en los 90, pero ha tenido un potente resurgir al filo de la segunda década del siglo XXI.


   3.- UN ENFOQUE ANTROPOLÓGICO SOBRE LAS BARBAS.

El autor M. Taussig en su obra Desfiguraciones. El secreto público y la labor de lo negativo (Ed. Finneo. Madrid, 2.010) trata de una manera muy interesante el tema de las barbas en la Antropología. El autor, en su acercamiento teórico al mundo de los secretos y su relación con la realidad, cuenta una anécdota que implica al antropólogo Julian Pitt-Rivers (del cual se puede tener una idea más completa y su importancia en la Antropología de España, en el artículo de este blog  http://anthropotopia.blogspot.com.es/2013/08/julian-pitt-rivers-y-la-antropologia.html
 y al historiador Eric Hobsbawn y  a sus trabajos en Andalucía.

   Julian Pitt – Rivers (1.919 – 2001) fue el primer antropólogo en hacer un trabajo de campo en España y no en África, como venía siendo frecuente en el funcionalismo británico, a finales de los años 40 y principios de los 50, y que publicó en 1.954 como The People of the Sierra, donde arroja una curiosa visión de los andaluces como un pueblo especialmente diestro en el arte de mentir.

   El antropólogo, siguiendo a Simmel, figura destacada de la Sociología, entiende la mentira como fuente de avance cultural, y el secreto como aquel elemento que permite que la estructura social se mantenga, ya que obliga  a establecer relaciones de confianza necesarias para creer que el secreto será mantenido. Como la época del trabajo de campo de Pitt – Rivers fue la de la dictadura franquista, el autor guardó el secreto del nombre del pueblo (Grazalema), cambiándolo por otro ficticio (Alcalá de la Sierra), ya que lo que él buscaba investigar era el anarquismo agrario en un importante centro del mismo. Para ocultar este hecho, el autor habla de la vida cotidiana, aparentemente alegre e imaginativa de sus gentes, sus fiestas  y sus entradas y salidas para intercambiar productos en el mercado negro, pero ocultando su verdadero objeto de estudio: el anarquismo. El estudio destaca la habilidad de los andaluces para mentir y su intenso entrenamiento en el arte del disimulo, y su gran destreza para detectar en qué situaciones se puede hablar, y aquellas otras en las que es preferible decir una mentira, así como un dominio absoluto en el arte de “controlar expresiones faciales, algo que se practica desde la infancia”.

   El historiador Eric Hobsbawn (1.917 – 2.012), en una nota a pie de página en su obra Rebeldes Primitivos (1.959(, menciona la obra de Pitt –Rivers, escribiendo el nombre verdadero del pueblo y tachando a la obra de Pitt – Rivers de superficial, ya que el autor no ha sabido descubrir que el pueblo es un poderoso centro del anarquismo. Más tarde el antropólogo se vengó del historiador, en otra nota a pie de página, acusándolo de etnocéntrico y victoriano.

   Esta disputa de pies de página respecto a un estudio etnográfico de un pueblo del sur de España nos llevará a una curiosa interpretación de las barbas: Pitt – Rivers opone la facilidad de los andaluces para la mentira, el disimulo y el engaño frente a los ingleses (y gentes del norte de Europa en general), inocentes e incapaces de mentir, o al menos, muy poco diestros a la hora de hacerlo. Pitt – Rivers – en otro pie de página – hace una alusión a Schopenhauer (1.788 – 1.860), que nota que los hombres tienen barba, a diferencia de las mujeres, porque ellas tienen el don natural del disimulo.
Para Schopenhauer existe una similitud entre la cabeza y los genitales: son polos opuestos y ambos están cubiertos de pelo, haciendo a continuación, un análisis de las diferentes causas aristotélicas de cada uno de estos vellos. Según el filósofo, la causa final de la barba es el hecho de que “cambios rápidos en los rasgos del rostro, que ponen en evidencia todo movimiento oculto de la mente, se muestra sobre todo en la boca y cerca de ella (…). La mujer, por el contrario, puede prescindir de esto, porque en ella la simulación y el control de las emociones es innato”.Así, para Schopenhauer, la barba masculina es una máscara con la que los dota la naturaleza para poder competir con la capacidad natural de la mujer para el arte del disimulo



       
    Esta idea que Schopenhauer aplica a la diferencia entre los sexos, la aplica Pitt – Rivers en el plano de la Antropología, marcando distancias entre el norte y el sur: las gentes del sur como consumados artistas en el arte del disimulo, no necesitan llevar ninguna máscara para ocultar sus intenciones, ya que son entrenados desde pequeños en el control de sus emociones, y por ello, no usan la barba; las gentes del norte, inocentes y poco diestros en el arte de la ocultación, necesitan una máscara – la barba – que tape aquello que ellos no saben hacer por sí mismos.


   4.- BARBAS Y MODA, UNA APROXIMACIÓN SOCIOLÓGICA.

   Pero si la línea de explicación anterior se puede considerar plausible, hay un hecho que debería ser explicado: en el mundo globalizado en el que vivimos, el renacimiento de la barba es un hecho extendido por países tanto del norte como del sur, dentro de lo que consideramos primer mundo. Es un elemento de moda, como cierto tipo de ropa, tapujes o piercings.

   El redescubrimiento de la barba ha sido algo espectacular en los últimos años, y no hay revista o periódico que no haga alguna referencia a la nueva moda masculina, y sobre todo, que cante las alabanzas de llevar la cara cubierta de vello, eso sí, cuidado con esmero. Por poner un ejemplo, en Noticias Cuatro – edición digital – enumeran como ventajas de llevar barba: 1.- protege contra los rayos solares. 2.- mantiene la piel hidratada. 3.-mantiene la piel en mejores condiciones pues no sufre cortes ni rozaduras con el afeitado que podrían acabar en una infección. 4.- protege de los ataques de asma, ya que los alérgenos quedarían atrapados en el vello y no llegarían a las vías respiratorias. En otros artículos se destaca el efecto psicológico que producen: los barbudos son percibidos como más masculinos, maduros, dominantes, valientes y seguros de sí mismos (estudio de Robert Pellegrini, 1.973, recogido por Sergio Parra en un artículo digital:”Cómo tu barba determina cómo te perciben los demás” (julio 2011).


                                                          Dibujo original de María Lorenzo

   Ha sido en un trabajo de Ricardo Yupanqui Estrada, cuyo enlace es :http://ricardoestrada.wordpress.com/2012/10/22/sociologia-de-la-moda-las-barbas-y-la-crisis-en-el-primer-mundo/, de octubre de 2012 donde se encuentra una tesis más arriesgada de por qué la barba ha vuelto a ponerse de moda. Comienza señalando que hay que distinguir entre los hombres que llevan barba como una elección personal – en la línea de Epícteto, capaz de dejarse decapitar antes que afeitar – de aquellos otros que lo hacen influidos por la moda.

   El punto de inflexión para que la barba se convirtiera en moda lo localiza el autor en el despido de Tom Ford por parte de la firma Gucci. El diseñador pasó unos años alejado de este mundo, pero luego volvió con su propia firma y una nueva estética: vestía un traje impecable, pero llevaba una cuidada barba de unos tres días, como síntoma de “ese momento de desencanto y rebeldía”. Y con ello provocó la reacción de los creadores de moda de las otras firmas.
                                                     Dibujo original de María Lorenzo


   Poco tiempo después sobrevino la crisis de Lehman Brothers, y miles de personas fueron despedidas de la noche a la mañana, como antes le había sucedido a Tom Ford. G. Lipovetsky afirma que la moda en el siglo XX adquiere una cualidad psicológica, ya que crea “diseños que concretan emociones, rasgos de personalidad y de carácter. A partir de ello la persona puede aparecer melancólica, desenvuelta, sofisticada y sobria, insolente, ingenua, joven, deportiva”, es decir, la moda nos sirve como máscara o disfraz para cambiarnos a nosotros mismos cuando la realidad no nos gusta. Por ello, la barba, desde la perspectiva de la moda sería una máscara ante la crisis que estamos viviendo, una forma de volver a una vida más natural y menos complicada, y es una moda muy fácil de seguir incluso por parte de aquellos hombres que se sienten alejados del mundo de la moda: es mucho más cómodo no afeitarse.

          5.- A MODO DE CONCLUSIÓN.

   Tras este repaso por el vello facial, las prescripciones y usos a lo largo de la historia y su significado desde la Antropología y la sociología de la moda, podemos concluir que la barba siempre transmite valores, y que estos pueden ser cambiantes. Pero ante la pregunta de por qué su renacimiento en los últimos años, en ambos casos hemos visto que se manifiesta como una máscara, ante la vulnerabilidad de unos seres poco duchos en la mentira y el disimulo, o una máscara ante una realidad dura y que nos exige muchos sacrificios.

   Pero no podemos olvidar que en nuestro mundo globalizado es el poder económico el que dicta la mayor parte de nuestras cosmovisiones, y que influye en todos los órdenes de nuestra vida, y de manera fundamental, en nuestros hábitos de consumo. Desde esta perspectiva, y al igual que a comienzos del siglo XX se impuso el afeitado como moda, promovido por firmas comerciales, ahora, en la segunda década del siglo XXI también hay poderosas compañías que venden productos especiales para dejarse barbas, para cuidarlas, nutrirlas, lucirlas con un estudiado descuido, etc.

   Como no sólo las firmas de cosmética masculina utilizan a señores con barba para vender sus productos, debemos hacer una hipótesis más arriesgada que subsuma todas las anteriores, y ella puede ser que , en tiempos de desconfianza hacia todo el mundo del consumo como los que vivimos, quizás las barbas transmitan una confianza en las personas que nos los presentan, y así tendríamos la explicación de por qué la mayor parte de productos que se anuncian, cuenten con señores con barba como medio.


    Las conclusiones alcanzadas en esta entrada pueden ser arriesgadas, y por tanto, necesitan ser sometidas a crítica .La primera de ellas me permito hacerla yo como autora, y es la falta de investigaciones de primera mano acerca del significado psicológico de las barbas, ya que los estudios que yo he manejado han sido citados en revistas o artículos de información general, y no en revistas especializadas. Por otra parte, en tales estudios se da por supuesto que la atracción de la barba se da sólo para el sexo femenino, sin tener en cuenta la percepción de la misma desde otras opciones sexuales.

        AGRADECIMIENTOS: En primer lugar, un agradecimiento enorme a la gran artista María Lorenzo , que me ha permitido ilustrar parte de esta entrada con sus magníficos dibujos, verdaderos retratos psicológicos - del alma - hechos con gran maestría.

   En segundo lugar, pero no por ello menos importante, a aquellas personas que me han dejado publicar  fotografías propias o de familiares y amigos para completar la ilustración de la entrada.


        NOTA.

   En el presente trabajo se ha hecho un gran esfuerzo por citar todas las fuentes consultadas, tal como es la política de Encarnación Lorenzo como mía en este blog. Los artículos que aquí ponemos están para difundir ideas, y que éstas puedan ser utilizadas para generar otras nuevas ideas, contribuyendo a aumentar el conocimiento que tenemos sobre nosotros mismos. Agradeceríamos que, en caso de utilización de cualquier material de este blog, se citara adecuadamente la fuente.

Comentarios

  1. Felicidades por la entrada, tan al pelo para analizar este curioso fenómeno en la estética masculina. Dos ideas para abrir el baile. Una, al hilo de lo que comentas sobre el corte de pelo a las brujas para eliminar sus poderes de seducción. Después de las dos grandes guerras mundiales se hizo un amplio uso de una cruel costumbre: las mujeres que habían tenido relaciones con el enemigo eran rasuradas y expuestas al escarnio público. De pequeña me produjo un impacto grandísimo la película de David Lean La hija de Ryan, en que a la protagonista, la irlandesa Rosie, la marcan de esa manera tan brutal por sus amores con un oficial inglés, y tiene que abandonar el pueblo. Yo siempre había visto esa costumbre en su dimensión de castigo a la traición, pero está clarísimo que sigue latiendo detrás de él aquella demonología medieval. El cabello femenino como metonimia de los poderes oscuros de la mujer.
    En cuanto a las barbas, desde luego que hay un factor moda absolutamente contagioso, y que la causa no puede ser única, visto que se ha extendido por muchos estilos de vida diferentes. Se me ocurre que una de esas causas podría ser que nuestros JASP, jóvenes aunque sobradamente preparados, se han dado cuenta de que con un aspecto aniñado no van a ningún sitio porque los detentadores del poder en nuestra sociedad pertenecen al grupo de edad mediana, cuyo aspecto intentan imitar para acortar los pasos hacia la soñada madurez económica (comprarse piso, poder casarse o crear una relación estable...) Bueno, esto para empezar a hablar del tema.

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  2. Felicidades Mª Ángeles, por este interesante y curioso artículo. Ha sido un placer colaborar.

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  3. Muchas gracia, María, por asomarte al texto, y sobre todo, por haber permitido que usara tus trabajos para ilustrarlos. Estos retratos tuyos, casi a vuela pluma siempre me han fascinado porque eres capaz de asomarte al alma del modelo con los trazos justos; retratas con pasmosa facilidad estados de ánimo y posturas vitales. Ha sido todo un honor.

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  4. Muy acertadas tus líneas de comentario, Encarna. En la primera, esos rapados de castigo son brutales; también a finales de la II Guerra Mundial rapaban a las mujeres que habían colaborado con los nazis y las exponían a público escarnio, en la misma línea que los espartanos afeitaban una parte de la barba y el pelo de los soldados que no habían demostrado la valentía que se les suponía en la batalla. En ambos casos, como los que tú citabas en el comentario o el de las brujas del texto, es una forma de inscribir en el cuerpo la culpa, de hacerlos cargar con ella sin posibilidad de ocultación; es dar un significado cultural a los elementos naturales con los que venimos al mundo.En este sentido, también, actualmente el tratamiento del pelo - el corte sobre todo - sirve en algunos casos para identificar a unos elementos como grupo; pensemos en algunas pandillas que llevan un tipo de corte similar o los skin heads, que también tienen una uniformidad en cuanto estética capilar.Casi tenemos otra vía de investigación aquí, sin entrar en modas, tal como ya hiciste tú en el encantador Hairstyles.
    Respecto al segundo punto que tocabas, es curioso que se estén extendiendo las barbas, y que los jóvenes lleguen a percibirlas, como apuntas en el comentario, como una forma de tener más fácil acceso al mundo productivo y "encontrar un sitio bajo el sol", pero....lo curioso es que , entre los 100 hombres más ricos y poderosos del planeta, NINGUNO LLEVA BARBA. Entonces, ¿interesa que todo el mundo lleve barba para que no todos lleguen a la élite? Es una pregunta arriesgada, y puramente especulativa,pero el dato me resultó curioso durante la fase de documentación.
    Muchas gracias por tu inteligente comentario.

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    1. Es que esos ricachones lo que seguramente quieren es parecer jóvenes, para creer que ligan por sus propios méritos y no por el tamaño de su cartera, digo yo. También tiene gracia que muchos jóvenes quieran marcar una madurez intelectual y física con la barba, que indudablemente les hace parecer algo mayores, y las mujeres se empeñen en parecer eternas adolescentes. Cada tendencia en un sentido opuesto, y quién sabe si complementario. Me hizo mucha gracia un comentario a una foto de hace unos años, en que aparecían Ana Rosa Quintana e Iker Casillas, este con barba, tumbados sobre el cesped. Lo que decían los guasones que glosaban la imagen es que la conocida presentadora parecía la hermana pequeña del genial portero.

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  5. Ja,ja. No conocía la anécdota de Ana Rosa e Iker. Pero tienes mucha razón en lo descentrado que está el mundo en cuanto a la edad: los esfuerzos de unos y otros por huir de la edad efectiva y soñar que la otra es mejor. Quizás debajo de todo siempre estemos pulsando la envidia: pensar que lo que tienen los demás es mejor que lo que tenemos nosotros!

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  6. Menos mal, Ángeles, que no me has asustado hablándome de las barbas de los muslimes y talibán. A mí esas me dan muy mala espina... Y eso que si largas son menos agresivas que cortas, que arañan. Al hilo de tu artículo, me pregunto por qué la usé en mi primera juventud. Nostalgia jipi del paraíso perdido, que como cualquier persona sensata sabe, estuvo tan perdido que nunca existió.
    He consultado a mi esposa y me confirma que le gustaba con barba; me la afeitó porque me envejecía. Así que también ella los prefiere jóvenes, masculinos y con pinta de maduros y sabios ;-)... Lástima que las apariencias engañen.

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  7. Muy interesante tu aproximación antropológica a las barbas que ahora se han puesto de moda. A mi me gustan mucho las natillas de chocolate.

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  8. Encantada de tener un nuev@ visitante en el blog. Me alegro de que te parezca interesante el planteamiento, que responde no tanto al gusto personal por las barbas, sino como intento de responder a la perplejidad que me produce ver el estallido de ellas por todas partes. Como ves, cualquier elemento es válido para iniciar un ejercicio de investigación, ya sean barbas o natillas de chocolate.
    Muchas gracias por acercarte y comentar.

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