LOS MACHADO: ANTROPOLOGÍA Y FOLCLORE EN ESPAÑA





Antonio Machado (1.875-1.939) es uno de nuestros poetas más admirados. Sintió también pasión por la filosofía, y nos obsequió con sus pensamientos en prosa en un texto delicioso, Juan de Mairena. De su familia conocemos a su hermano mayor Manuel, con el que escribió  varias obras de teatro, y también a su madre, Ana Ruiz Hernández. Con ella huyó a Francia el poeta, en 1.939, ante el avance de las fuerzas nacionales. El esfuerzo costó la vida a ambos: madre e hijo murieron en Colliure con muy pocos días de diferencia. Pero seguramente es menos conocido que el padre y los abuelos paternos de Antonio cultivaron una rama de la Antropología, los estudios folclóricos. Veremos aquí algunos datos de sus biografías y de sus relevantes aportaciones, recuperaremos una preciosa leyenda casi olvidada  y reflexionaremos acerca de su valor antropológico.
1. Antonio Machado Núñez (1.815-1.896)

El abuelo del poeta fue un auténtico polímata, un hombre brillantísimo en las incontables disciplinas que cultivó (paleontología, geología, espeleología, prehistoria, antropología, zoología…) porque su curiosidad científica era insaciable. Era un investigador nato y un apasionado divulgador de los progresos del conocimiento. A él debemos la difusión en nuestro país de las ideas de Darwin, Herbert Spencer o Haeckel mediante sus traducciones y conferencias públicas, una gran novedad para la época. Como curiosidad, ostentó también el cargo de  Venerable de la Logia masónica de Sevilla.
Machado Núñez comenzó su andadura profesional como médico si bien, hundido moralmente al no poder conseguir salvar la vida de una joven paciente, decidió dedicarse a la docencia. Obtuvo la cátedra de Física y Química en Santiago de Compostela en 1.845, y la de Historia Natural en Sevilla en 1.846. En esta ciudad fundó los Museos de Antropología y Arqueología. Igualmente contribuyó a la puesta en marcha de la Sociedad Antropológica de Sevilla en 1.871, cuyo objeto era estudiar el hombre en su triple dimensión física, psicológica y social. Estaba plenamente imbuido del espíritu del krausismo, que tanta influencia  regeneradora de la vida cultural española tendría en la segunda mitad el siglo XIX. Su fe en la ciencia y en la utilidad de ilustrar al pueblo era inquebrantable. Le unió una gran amistad con Francisco Giner de los Ríos y con Joaquín Costa, y su integridad moral le llevó a solidarizarse con los institucionistas expulsados de sus cátedras por Orovio, ministro de Fomento, en 1.875, dimitiendo de su cargo de gobernador de Sevilla en protesta por tal arbitrariedad. Como nos cuenta Ian Gibson en Ligero de equipaje, su arrolladora personalidad  dejó una huella imborrable en su nieto Antonio.
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2. Elena Cipriana Álvarez Durán (15-9-1827 - 1904)

La abuela del poeta estaba hecha a la medida de su genial esposo. Un detalle romántico muy bonito: a diferencia de tantos matrimonios sin amor arreglados por los padres, Antonio y Cipriana tuvieron que casarse en secreto en 1.845, imagino que por la oposición de sus progenitores. Cipriana siempre tuvo muy buena mano para la escritura y talento para la pintura, además de ser una mujer con una preparación intelectual  muy avanzada para aquellos tiempos. Sus nietos Antonio y Manuel la recordaban como “una gran conversadora, de admirable carácter lleno de simpatía”.
El padre de Cipriana, José Álvarez Guerra, fue político, escritor y un pensador pre- krausista, y su madre era hermana de Agustín Durán (1.789-1.862). Este insigne personaje, primer director de la Biblioteca Nacional y compilador del Romancero general, inició los estudios folclóricos en España. Cipriana heredó de su tío el entusiasmo por los romances y las coplas populares y, a su vez, lo transmitiría a sus descendientes. En Llerena (Badajoz) recogió en seis meses más de cincuenta cuentos en sus excursiones de investigación por el pueblo y por la huerta extramuros. Como relataría su hijo Antonio (“Demófilo”) años después, “las gentes de estas casas y estas huertas la llamaban y se apresuraban todos a decirle cuanto sabían. Los chiquillos, que también le enseñaban  juegos y cuentos, la bautizaron con  el  - para mí muy poético nombre-  de la mujer de los cuentos”. Su criterio siempre fue la recogida fidedigna de los materiales tradicionales.
Cipriana no abandonaría sus estudios del folclore a pesar de sus obligaciones domésticas. Siguió escribiendo cuentos populares y apoyando generosamente con su patrimonio las iniciativas antropológicas de su hijo Antonio, figura capital para el desarrollo de la disciplina en España.
3. Antonio Machado Álvarez (1.848-1.893), alias Demófilo

El padre del poeta fue un verdadero apóstol del folclore español. Se entregó a la causa sin medida de tiempo y esfuerzo, hasta el punto de que la familia padeció penurias económicas constantes, precisando la ayuda de sus padres. Demófilo, “el amigo del pueblo”, era el nombre con el que empezó a publicar y con el que acabó siendo conocido por todos. Estudió Filosofía y Letras, al igual que Derecho. Ocupó provisionalmente la cátedra de Metafísica en la Universidad de Sevilla. Su maestro, el krausista Federico de Castro, le animó al estudio científico de la literatura popular. A partir de entonces, la chispa que ya había prendido  el ejemplo de su madre se convirtió en un verdadero incendio. Con su ingenuo optimismo vital, Demófilo siempre vio en los estudios folclóricos la vía para la redención de la humanidad, el camino para alcanzar la fraternidad entre los pueblos. Desde esa finalidad regeneracionista se entiende la incansable tarea de “folclorizar” España que se impuso el autor, siempre con resultados escasos, desde el punto de vista lucrativo, pero importantes para la consolidación de esta subdisciplina. En 1.871 funda con su padre la Sociedad Antropológica de Sevilla. A los dos se les sumó De Castro a la hora de poner en marcha la Revista mensual de Filosofía, Literatura y Ciencias. Con su mentor, Demófilo publica Cuentos, leyendas y costumbres populares en 1.872, e incontables artículos en numerosísimas revistas a lo largo de su vida. También traduce obras fundamentales en la materia, como Antropología de Edward B. Tylor,  en 1.887.
Cuando recibe la noticia de la fundación en Londres de la “Folk-lore (de “Folk”, pueblo, y “Lore”, acervo, saber, conocimiento) Society” en 1.878, se produce en su vida un auténtico “terremoto psíquico”, en palabras de Ian Gibson: la difusión de sociedades folclóricas regionales y locales se convertirá en su misión. Comienza con “El Folk-lore español” (1.881), a la que imitan otras muchas en toda España, Cuba, Puerto Rico y Manila. Así, Cipriana  apadrinó la creación de la Sociedad Folk- lórica de Llerena en 1885. Con 4.000 reales que aporta su madre, Demófilo publica entre 1.883 y 1.888 los once volúmenes de la Biblioteca tradicional popular, que recogen trabajos de las sociedades folclóricas y también los cuentos recopilados por su madre en Extremadura y en Huelva. En 1.888 se celebra el I Congreso de Tradiciones Populares en París, y allí propone Demófilo la creación de un espacio de folclore europeo, una suerte de globalización cultural a la decimonónica.
Otra gran innovación que debemos a sus trabajos fue el primer estudio sobre el flamenco como manifestación de la cultura popular, aunque en aquel momento la obra logró escasa difusión.
La Institución Libre de Enseñanza le nombra catedrático de Folklore, lamentablemente sin sueldo y lo mismo sucede con otros cargos puramente honorarios que le confirieron, incluso en el extranjero. El siguiente párrafo nos habla mucho de su enorme humanidad, de su dignidad y solidaridad en la pobreza:
El mundo en que vivo está mucho peor de lo que yo creía. Mi propia existencia de santo pobre reposa, al fin, sobre una injusticia. Cuántas existencias más pobres que la mía hay en el mundo”.
Desesperado por no poder mantener a su familia, marcha a Puerto Rico a trabajar pero, aquejado por una grave enfermedad,  esclerosis medular,  vuelve a España y muere en Cádiz en 1.893, con solo 47 años. La prensa apenas se hizo eco de la noticia, pero en el Boletín de la Institución Libre de Enseñanza se publicó esta reseña:
“Criatura bondadosa como pocas, afanoso por todo lo bueno, y de labor tan perseverante, que le permitía trabajar con lucidez y provecho en el edificio de la civilización y regeneración de la patria y de la humanidad”
       4. El nacimiento de la Etnografía científica en España
Pero más que la andadura personal de Demófilo, nos interesa examinar la trascendencia científica de su aportación doctrinal. Como resalta A. Aguirre en Un siglo de Antropología española (1.992), durante el siglo XIX encontramos en nuestro país dos modelos diferentes en el estudio del folclore tradicional. Uno, el de las nacionalidades históricas (Galicia, Cataluña y País Vasco), se adapta la idea de Volkgeist del nacionalismo germánico. Cada nación posee rasgos (culturales, raciales, psicológicos…) comunes e inmutables a lo largo de la historia. La visión que se tiene del folclore en las regiones periféricas del Norte y Levante es histórica-legendaria: las tradiciones populares incontaminadas son portadoras de los valores eternos de cada nación. La ideología que guía este movimiento es conservadora y antievolucionista. Busca retener el tiempo contra la modernidad que amenaza con disolver la identidad nacional, que se pretende basar en valores  medievales idealizados. Así lo vemos en la Renaixenca catalana, el Resurximento gallego o el fuerismo vasco. Por el contrario, el eje Madrid-Sevilla en el que se movió Demófilo realizó una apuesta decididamente científica en los principios y metodologías de trabajo que proponía, y representa el inicio de la etnografía moderna en España. Su pensamiento era liberal, positivista y españolista. El evolucionismo late en su concepción de la Antropología: “la ciencia que tiene por objeto el estudio de la  humanidad indiferenciada o anónima, a partir desde una edad que puede considerarse  infantil hasta nuestros días”.
          5.La leyenda de las tres naranjas
Las trampas (José Lorenzo Cerdán y Carmen Pérez Vera) María Lorenzo
Mis abuelos paternos, Carmen y Pepe, eran muy aficionados a los cuentos. Cada uno tenía su peculiar estilo narrativo y su repertorio propio. Mi abuelo se convertía en protagonista de fantásticas y arriesgadas aventuras de marinos, y nunca sabías dónde terminaba la realidad y dónde comenzaba  la ficción. Aun hoy sigo preguntándomelo. Hace ya más de cuarenta años, mi abuela  solía contarme un relato maravilloso, el de las tres naranjas de oro. Llevaba toda la vida intentando sin éxito rescatarlo de las brumas de mi memoria  infantil. Por eso podréis imaginaros cuál no sería mi sorpresa cuando leí que Agustín Durán, el tío de Cipriana, había publicado en 1.856 un romance en verso, La leyenda de las tres toronjas del vergel del amor, basado en ese antiguo cuento mallorquín. De él se conocen en España setenta y cuatro versiones, y existe alguna más en Italia. Seguramente por su ámbito estrictamente meridional, escapó a los trabajos de búsqueda y recopilación de cuentos tradicionales que, en 1812, llevaron a cabo en Alemania los hermanos Grimm. Como no es muy conocido, al menos entre los jóvenes, creo que merece la pena resumir aquí el argumento, en la versión que me es  más familiar, en la medida en que pueda contribuir a que no se pierda la historia.


Erase una vez un joven príncipe que estaba triste porque no encontraba con quien casarse. Sus padres, preocupados por su melancolía, consultaron a una anciana sabia. Esta le aconseja dirigirse a un jardín situado en un reino muy lejano (mi abuela lo llamaba el Castillo de Irás y no Volverás, aunque este sugerente nombre pertenece, en realidad, a un cuento distinto), y le entrega unos ovillos mágicos para conseguir las tres naranjas de oro que deberá traer de vuelta. Así lo hace el príncipe, utilizando los ovillos para escapar de los guardianes de las naranjas doradas. En el camino de regreso el hambre se le hace insoportable, así que decide comerse una de las naranjas. Cuando la parte, sale de su interior una bella princesa encantada que le dice:”Agua, agua, que si no me muero”. Como no tiene nada que darle, la joven se esfuma en el aire. Más adelante, cuando el príncipe llega a una posada, parte la segunda naranja. Otra bonita joven le implora desesperadamente agua, pero el príncipe solo tiene vino para ofrecerle, así que también esta doncella desaparece. El príncipe piensa cómo solucionar el problema y, cuando de la tercera naranja  surge  otra sedienta princesa, aun más hermosa que las anteriores, la sumerge en el río. Ambos jóvenes se enamoran, se casan y tienen un hijo. Un buen día, al príncipe le asalta la nostalgia y desea volver a ver a sus padres. Se encaminan al reino pero, como el camino es muy largo, el príncipe decide seguir solo y volver con una carroza a recoger a la princesa y a su hijo, que se sientan a esperarlo junto a una fuente. Estando allí aparece una hechicera, que pregunta a la princesa de la naranja quién es y qué hace allí. Una vez enterada de su condición, se ofrece a peinarla para que esté más guapa. En ese momento la bruja aprovecha para clavarle una aguja en la cabeza, lo que transforma a la princesa en una dulce paloma blanca. La pérfida mujer suplanta a la malhadada novia, vistiéndose con sus ropas y cogiendo en brazos al niño. Cuando por fin vuelve el príncipe, le espeta que la encuentra muy cambiada, aunque ella le contesta arteramente que se ha quemado de esperarlo bajo el sol tan largo tiempo pero que se le pasará en cuanto descanse.
Mientras la impostora acaba convertida en reina, la desdichada paloma revolotea a diario en el jardín del palacio para ver a su hijo. El jardinero real se percata de su constante presencia y la cuida. La paloma le pregunta todos los días:
-“Jardinerito del rey, ¿qué tal te va con la reina traidora?”
-“Ni bien ni mal, que es mi señora”.
-“¿Y el hijo del rey?”
-“Unas veces ríe y otras llora”.
Intrigado, el jardinero acabó llevando a la fiel paloma al niño para que jugara con ella. Un día el principito descubre un bulto en su cabeza y, cuando saca el alfiler, la princesa hechizada recobra su forma humana y ocupa los papeles de la madre y reina verdaderas, recibiendo su castigo la malvada suplantadora.

Del folclore anónimo y de transmisión oral, pasó a la literatura escrita con el cuento de hadas de Gianbattista Basile en 1.761, y después a una versión teatral de la Commedia dell’Arte: L’amore delle tre melaranze de Carlo Gozzi. Sergei Prokofiev se basó en esta obra para su ópera L’amour des trois oranges, estrenada en Chicago en 1.921, y que tiene un toque surrealista y humorístico  bastante alejado del relato español.
           6. Morfología de los cuentos maravillosos.
Vladimir Propp

Mejor que hablar de cuentos de hadas, parece preferible hablar de cuentos maravillosos, ya que la característica que mejor los identifica es la presencia de elementos mágicos o fantásticos. Estos se insertan en historias que tienen lugar en un mundo que no se localiza en un tiempo y espacio reconocibles, sino en el escenario irreal de nuestra infancia. Su riqueza de información y valores es tal, sin embargo, que nos habla a niños y adultos de manera diferente para cada nivel de recepción.
En La Morfología de los cuentos (1.928) Vladimir Propp (1.895-1.970) elaboró un valioso instrumento de análisis de los cuentos populares. En esa obra identifica una serie limitada y constante de elementos, consistentes en 31 funciones  y 7 personajes arquetípicos. No es posible abordar aquí con un mínimo detalle esas estructuras pero sí apuntar algunas de sus notas. Por sorprendente que parezca, en el examen de los relatos más variopintos que podamos imaginar, como la leyenda de las tres naranjas o la Cenicienta, la historia de Ulises, Star Wars o una telenovela, acabamos encontrando un número de funciones recurrentes, con un orden de sucesión prefijado y que llevan a cabo  unos protagonistas arquetípicos. Cada uno tiene una esfera o campo de acción propio y característico, aunque interactúan entre sí: el héroe, la princesa, el villano o antagonista, el donante (que entrega al héroe o al que se arrebata un objeto mágico que le ayuda al éxito de su misión), el auxiliar, el comitente (quien envía al héroe al encuentro de su destino), y el falso héroe (que se hace pasar por héroe sin serlo). Esos personajes se definen por su contribución fija al desarrollo de la intriga. Las funciones que cada uno desempeña siguen  una secuencia predeterminada, pero no aparecen todos ellos en cada cuento.
Podemos intentar poner a prueba el esquema de Propp en la leyenda de las tres naranjas. Encontramos una carencia inicial de amor del príncipe que desencadena la trama; una primera donante amistosa,  la anciana sabia que le entrega los ovillos para escapar, y otros donantes hostiles, los guardianes a los que arranca las naranjas mágicas. Hay tres princesas y tres pruebas pero el héroe, en un proceso de aprendizaje necesario, solo logra superar la tercera. El número tres es otra constante en los cuentos populares. Revela que el héroe debe probar que su triunfo no es casual sino merecido por su esfuerzo repetido. Hay también una comitente, la anciana que envía al héroe en busca de las naranjas maravillosas; y un auxiliar, el buen jardinero. Encontramos igualmente a la malvada bruja, que a la vez hace de falsa heroína para suplantar a la auténtica. Y es que la historia, en realidad, es mucho más compleja de lo que puede parecer a simple vista: príncipe y princesa son puestos a prueba por igual. Ambos son los héroes protagonistas de la narración pero el rol más esforzado le corresponde a ella.
Entre las 31 funciones de Propp, he identificado en la leyenda las siguientes, siguiendo el orden en que aparecen en la trama:
8) carencia  (de amor) en un miembro de la familia
9) meditación sobre la carencia: el héroe pregunta cómo solucionarla
10) principio de acción contraria: el héroe decide actuar
14) recogida del objeto mágico (ovillos)
15) desplazamiento del héroe hasta el lugar donde se halla el objeto de su busca
16) combate entre el héroe y el agresor
18) victoria
12) primera función del donante: el héroe sufre tres pruebas hasta llegar a su bella princesa, que ahora se convierte, a su vez, en heroína, dando lugar a otra secuencia distinta de la acción:

4) interrogatorio de la princesa por la antagonista  para obtener noticias de su situación
5) información sobre la víctima
6) engaño del agresor para apoderarse de la persona o bienes de su víctima
7) complicidad de la víctima al dejarse engañar  y colaborar con su oponente
8) fechoría del agresor (la transformación mágica en animal, algo muy típico de los cuentos de hadas)
24) pretensiones engañosas de la falsa princesa
25)  proposición de una tarea difícil a la auténtica heroína (liberarse del hechizo)
26) cumplimiento de la tarea
27) reconocimiento de la heroína
28) descubrimiento de la malvada bruja
29) transformación de la heroína en una nueva apariencia
30) castigo  de la malvada/falsa heroína
31) matrimonio y ascensión al trono (del héroe y la heroína)
Es decir, 21 de las 31 funciones  de Propp, así que podemos afirmar que es un cuento muy completo.
El análisis estructural del autor tuvo una gran influencia en Levi-Strauss y en Roland Barthes. La pregunta más inmediata que suscitan sus resultados es por qué se repiten esas estructuras invariantes. C. Gustav Jung las entendió como arquetipos mentales, patrones inconscientes de comportamiento. Aunque inicialmente lo aceptó también así Propp, más tarde rechazó esa interpretación. Propuso, en cambio, que eran una supervivencia de los antiguos ritos iniciáticos, de tránsito de la infancia hacia la madurez. Para el psicoanalista Bruno Bettelheim, en la línea de Freud, serían  una pedagogía sexual y de los peligros de la vida, una serie de respuestas emocionales estereotipadas a los temas fundamentales de la vida,  el significado del amor, las relaciones sociales y la felicidad, como una especie de manual educativo. No existe una interpretación definitiva y probablemente no pueda ser única. Por mi parte, partiendo de las ideas del novelista Miguel Aranguren, a quien escuché en una charla hace pocos días, me atrevo a repetir que somos seres esencialmente narrativos. Necesitamos contarnos y explicarnos y esas estructuras básicas son las piezas más eficaces de nuestro alfabeto literario.


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Quisiera dedicar esta entrada a la memoria de nuestros mayores, que nos enseñaron el camino de la vida a través de bellas historias, y muy en especial a mi querida amiga Cristina Nuevo, recién fallecida, que era un ser humano verdaderamente excepcional  y una gran amante de las leyendas.
Cristina Nuevo






Comentarios

  1. Sólo queda agradecerte este exhaustivo trabajo que empieza por los Machado y finaliza por la aplicación de los estudios sobre cuentos a uno bien concreto que te fue relatado en tu infancia.

    Habría mucho que decir sobre esas dos formas de entender la etnografía que se dan en España, una nota que explica tantas cosas. Los hay que miran al pasado y lo idealizan para acabar justificando egoísmos presentes de intereses que nada tienen que ver ni con el pueblo, ni con su bienestar. Lástima que todos los que juegan con "las tripas" del pueblo acaben llevándose el gato al agua.

    En cuanto a los elementos que reaparecen de forma fija en los cuentos, la vida humana es lo que es, y por tanto con variantes pero en el fondo los retos son los mismos. Ayuda analizar estas historias. Agradecida por tu trabajo tan bien compuesto y documentado como siempre.
    Cuidado con el conferenciante del que hablas, nada tiene que ver con su homónimo, catedrático que se quedó sin su cátedra y hubo de refugiarse en USA.
    El de ahora es de los que lucen "galas culturales" dando un aire de respetabilidad a la manipulación.

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  2. Muchas gracias por tu comentario. Has sabido ver muy bien el uso político que se hizo en el siglo XIX y se sigue haciendo de memorias reinventadas que se apoyan en la tradición de los pueblos, pero el trabajo de Demófilo era científico, honesto, de una entrega excepcional. Ojalá hubiera muchos como el en nuestra historia, y se le ha pagado con el olvido.
    En cuanto a los esquemas mentales o rutinas narrativas, Propp los dedujo de los cuentos populares rusos y está comprobado que funcionan en nuestro imaginario occidental, pero no tengo datos para afirmar si verdaderamente son universales. Para eso tendría que tener un exhaustivo conocimiento de las mitologías y el folklore africanos, australianos y americanos, y a tanto no llego lamentablemente.Hay que evitar pensar que los modelos de vida y valores que nos son familiares en occidente, aunque estemos hablando de un área cultural y territorial muy extensa, están vigentes en cualquier otro lugar del mundo. Esa es la tentación del etnocentrismo, contra la que nos advertía la anécdota de Laura Bohannan.

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  3. Cómo se nota que me llevas 14 años de ventaja, que yo nunca oí este cuento de las tres naranjas... Muy bonito. Es curiosa esta asimilación de las frutas con las piedras y metales preciosos, ya que se dan en muchos cuentos.

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  4. Hay un cuento precioso de los Grimm que se llama Bestia Peluda, un poco del estilo de Cenicienta. Una bella joven que se ve obligada a trabajar como sucia sirvienta, tapada con una piel, y que echa mano de tres nueces mágicas, de las que saca tres maravillosos vestidos, de sol de luna y de estrellas, para enamorar al príncipe.Con el nombre de Piel de Asno aparece entre los cuentos de Perrault, que son anteriores, y de ese cuento francés hay una versión cinematográfica de Jacques Demy, con Catherine Deneuve haciendo de sufrida princesa.
    Aprovecho para indicar que el estupendo cuadro tuyo que aparece en la entrada se pintó en el año 2000.

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  5. Una entrada riquísima en contenido y que nos hacen comprender mucho mejor varias cosas. La primera, sabemos que los Machado no podían por menos que recoger mucho folklore en sus obras, ya que lo habían vivido en casa. La segunda, conocer los inicios de la Antropología en España, con sus corrientes y figuras pioneras.La tercera, la magnífica historia de las tres naranjas - yo la desconocía .Cuarta. El magnífico análisis de los cuentos de Propp aplicados a la historia que te ocupa en el trabajo.
    De todo ello, me gustaría destacar el gran valor que tenían los cuentos de nuestros mayores - esos que nos contaban en sus rodillas o en una silla frente a frente - para "prepararnos para la vida", es decir, como elemento de socialización, ya que con ellos aprendíamos que la vida no era siempre un camino fácil, sino que requiere esfuerzo, inteligencia, y casi siempre alguien que nos acompaña y ayuda; en estos cuentos no se rehuían situaciones como la muerte de seres queridos , como sí hace ahora la factoría Disney, ya que en la sociedad debemos responder de una manera "esperada" en cada una de estas situaciones concretas. Por ello, desde niños y desde el cariño, los cuentos narrados contribuían a configurarnos un "mapa del mundo" en el que nos habíamos de mover.

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  6. Soy monfortino y machadiano y aparte el interés que puede tener el ensayo recién leído, me gustaría hacer hincapié en la dedicatoria final a mi convecina Cristina Nuevo, a la que conocí de siempre -y este "de siempre" quiere decir a lo largo de una vida y una buena amistad. Gracias por acordarte de ella y recordarla en trabajo tan, aparentemente, alejado de sus inquietudes o cercano a las mismas aunque estas fueran desconocidas para mí. Un monfortino que se acuerda de ella y la huella que ha dejado entre sus "viejas" amistades-

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  7. Hola, Anónimo Monfortino. Gracias por leer y comentar. Seguramente yo traté a Cristina mucho menos que tú, pero lo suficiente para descubrir que era una persona maravillosa, a la que echo mucho de menos. Cuando tengo algún problema, a veces pienso¿qué haría con esto Cris?, porque era una auténtica maestra de vida, con su valentía y su serenidad de espíritu ante tantas dificultades de salud que le asaltaron. Nunca tenía una palabra de queja, siempre con su sonrisa y su alegría contagiosa. Y, además, era una persona con gustos muy refinados y con una insólita apertura de mente. Le grababa mucha música, que ella disfrutaba como una niña. Desde que se fue, se me han quitado las ganas de grabaciones musicales. Espero que en el cielo pueda disfrutar de las mejores sinfonías. Bueno, a ver si nos saludamos alguna vez en Monforte.

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  8. Me alegro de haber llegado a este blog en mi búsqueda de información sobre Antonio Machado. En esa disputa entre si un poeta nace o se hace, parece que la vida de Antonio Machado desmuestra que el ambiente familiar "cuenta"mucho.
    Hermosa también la narración de las tres naranjas. Es increíble la reiteración de elementos en la literatura occidental. En el mito de Hipómenes y Atalante, esta ya soltaba tres manzanas doradas, que a decir de los expertos eran en realidad, naranjas.

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    Respuestas
    1. Muchísimas gracias por tu aportación, y encantados con tu visita.

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