ANTROPOLOGÍA EN LA OBRA DE FERMÍN BOUZA BREY: EL ABANDONO POR CAUSA DE VEJEZ EN LA TRADICIÓN GALLEGA.
A lo
largo de las entradas de este blog han ido apareciendo algunos de los autores más importantes de la etnografía
gallega. Vicente Risco, cuando se trataba de los “Mouros” y del hombre lobo.
Xaquín Lorenzo y sus trabajos sobre el carro gallego (que conocí de la mano de
Xosé Manuel González Reboredo). Florentino López Cuevillas en referencia a la
emigración gallega y también en sus estudios prehistóricos, acompañado en esa
ocasión por Antonio Fraguas Fraguas; y otros, como Cocho de Juan con ocasión
del “Antroido” o Begoña Bas, como
estudiosa del hórreo gallego. Incluso el mismo Álvaro Cunqueiro, que en su obra
literaria sobre los “menciñeiros”, demuestra un profundo conocimiento acerca de
la medicina popular.
PONTEAREAS |
Le toca el turno ahora a otro estudioso no menos digno de admiración que los anteriores. Se trata de Fermín Bouza Brey Trillo, conocido por su nombre de pila y primer apellido compuesto. Nació en Ponteareas en 1901 en casa de su abuelo materno, notario de profesión, mas pronto se trasladó a Vilagarcía de Arousa, donde su padre regentaba una droguería. La afición literaria de este último se trasluce en la dedicatoria de uno de los libros escritos por su hijo: “A meu pai, que aforcou âs musas”.
Su primera publicación ve la luz en el diario
local Galicia Nueva en 1917. Se trataba de un pequeño artículo acerca de una
reciente excursión marítima.
Al año
siguiente se traslada a Santiago para estudiar Derecho y Filosofía y Letras.
Allí conoció al catedrático Armando Cotarelo Valledor, que tanto habría de
influir en su interés por los temas gallegos. Bajo sus auspicios comenzó a
colaborar en la revista Ultreya, demostrando su conocimiento del cancionero
popular de su tierra.
A. Cotarelo |
Sin embargo en esta escueta nota biográfica no
puede faltar mención a lo ocurrido el 12 de octubre de 1923, fecha de constitución
del “Seminario de Estudos Galegos”, institución clave de la historia cultural
de Galicia. Fraguada en una visita a la aldea en la que transcurriera la
infancia de Rosalía (Ortoño), recibió forma legal el día 23 del mismo mes.
Junto a nuestro protagonista, personajes que habrían de brillar en el futuro:
Ramón Martínez López o Xosé Filgueira Valverde.
A partir de entonces comienza una fecunda
trayectoria que lo relaciona con Florentino López Cuevillas, Ánxel Casal y Carré
Alvarellos. Pública sus primeras poesías, lleva a cabo numerosas publicaciones
sobre arqueología e ingresa en la Real
Academia Gallega. Poco después se traslada a Madrid para terminar sus estudios de filosofía y en 1927 ingresa en
la carrera judicial.
El apartamiento de su tierra natal que este hecho trajo
consigo no mitigó su afán investigador,
muestras del cual son sus estudios acerca del folklore aranés. De vuelta en
Galicia, en 1930 retoma sus estudios etnográficos y la colaboración con el
Seminario de “Estudos Galegos” y la revista “Nós”, además de mantener fluidos
contactos con intelectuales portugueses.
Poema de Fermín Bouza Brey publicado en la revista Nós |
En
1933 publica su primer libro de poesía (“Nao senlleira”). Por entonces se acuña
el término “Neotrobadorismo”, descriptivo de aquella tendencia poética que
pretendía recuperar la rica tradición literaria de la Edad Media en Galicia.
Tras
el desolador paréntesis de la Guerra Civil, que entre otros muchos
desastres provocó la desaparición del
“Seminario de Estudos Galegos”, intervino en 1944 en la creación de otra
institución que pretendía llenar el vacío que había dejado: el Instituto de Estudios
Gallegos Padre Sarmiento. Continúa con su actividad investigadora, en la que
destacan sus estudios sobre Rosalia de Castro. Un hito importante de su
biografía tiene lugar en 1952 cuando, siendo magistrado de la Audiencia
Territorial de Oviedo, es cesado fulminantemente, debiendo abandonar la carrera
judicial e iniciar un nuevo camino profesional con el ejercicio de la Abogacía
en Compostela. En las dos biografías que he consultado para redactar estas
líneas no queda aclarado este episodio. Por un lado, Xosé Manuel Dasilva
Fernández no descarta que su cese estuviese relacionado con una conferencia que había dictado en la Casa
de Galicia de Buenos Aires; aunque añade que las causas de su depuración son
confusas, sin descartar las personales. Por su parte, Ramiro Fonte dice que sus
problemas laborales comenzaron en 1949, atribuyéndoles la causa de sus
traslados a Lleida y posteriormente a Oviedo. Termina afirmando que se trata de
un episodio oscuro en la vida del personaje.
Estos
avatares no frenaron su actividad cultural, pese a algunos sinsabores. Su
segundo libro de poemas (“Seitura”), que hubo de publicar en Portugal en 1955,
apenas tuvo repercusión en Galicia. A través de la Sección de Arqueología,
Antropología y Prehistoria del Instituto Padre Sarmiento desarrolló una fecunda
actividad, que sirvió para la formación de nuevos investigadores. Falleció en
1973 en Santiago y fue enterrado en Cortegada. En 1992 se le dedicó el Día de
las Letras Gallegas.
Publicación conmemorativa del "Día das letras galegas" de 1992 |
Su
obra es muy extensa y abarca varios campos del saber y del arte. En lugar de
realizar una enumeración de la misma, prefiero detenerme en algunos de sus
trabajos etnográficos, que destacan por su erudición y rigor científico y que,
pese a estar escritos hace décadas, estoy seguro de que despertarán el
interés del lector actual. No sin antes
dejar constancia de su habilidad poética con esta estrofa del poema “Trova das
sete naos” (“Nao senlleira”, 1933) en la que encuentro reflejos de sus
esperanzas en un futuro mejor.
Os
sete paxaros ceibes
á
nacenza da mañán
polas
grañas infinidas
El
primero se titula “Referencias a una eutanasia familiar primitiva en el
folclore gallego-portugués” y se publicó en “Actas do Congresso Nacional de
Ciencias da Populaçao” (Lisboa, 1940). Antes de comentar su contenido vale la
pena destacar los aspectos metodológicos que ponen de relieve el rigor con el
que el autor afrontaba sus estudios. Así, vemos cómo la primera noticia que da
origen a sus pesquisas proviene de su propia experiencia. En este caso, la
canción popular que contiene la referencia a la eutanasia familiar es recogida directamente por alguien de cuyos
apellidos deduzco que era la esposa de
Bouza Brey. Se pone en marcha su afán científico y corrobora este dato con
otras “cantigas”, analizando estudios de otros colegas (por ejemplo, López
Cuevillas). No se detiene ahí sino que, sin duda gracias a una buena
biblioteca personal, rastrea antecedentes en los autores más prestigiosos con
referencias a los españoles Machado y Álvarez (Demófilo), Gonzalo Correa y
Alejandro Guichot y Sierra, y alguno de
nacionalidad portuguesa, como Martins Sarmiento. Me llama especialmente la
atención, por lo que muestra de su objetividad, que cite la obra de Luis
Jiménez de Asúa “Libertad de amar y derecho a morir”. Recordemos que su estudio
se publica recién terminada la Guerra Civil española, cuando el autor citado,
que había sido ministro de la IIª República, se encontraba en el exilio. Esto
demuestra cuán alejado del sectarismo imperante por entonces estaba Fermín
Bouza Brey y que,- valga el remedo de Antonio Machado, hijo de Demófilo-, su
ciencia “brotaba de manantial sereno”.
Antonio Machado y Álvarez |
El
abandono por causa de vejez (“terrible costumeira” según lo calificaba el
autor) aparece en numerosas canciones y refranes gallegos, con la
característica, sobre la que más adelante volveré, de referirse principalmente
a mujeres. Existen múltiples variantes similares à la recogida en 1935 por Dª
Emilia Álvarez de Bouza Brey en San Juan de Louredo, Cortegada de Miño
(Ourense).
Cortegada |
“A miña
muller é vella
de vella
non pode andar,
heina de
levar ao monte
i-heina
deixar quedar”.
A
costumbres similares, salvo por el matiz de género, se refiere el arqueólogo
portugués Martins Sarmiento. Da cuenta de la existencia a las afueras de las
ruinas de la “Cidade Vella”, recinto arqueológico sito en el norte de Portugal,
de una gran piedra a la que los lugareños se referían como “O Picoto do Pai”
porque, según la tradición, allí eran abandonados los ancianos, llamados por el
autor “macrobios”. Recoge también el comentario de una anciana con ocasión del
descubrimiento de un enterramiento prehistórico en otra zona del país: “no
principio do mundo os velhos eran levados para o monte, deixando-lhes o pé
algunha coisa de comer e beber”.
Una
opinión interesante, a la que aluden tanto Martins Sarmiento como Fermín Bouza,
relaciona estas historias con una intención moralizante. Cuando el hijo que se
dispone a abandonar a su padre comprende, a veces por observación de sus
propios descendientes, que estos harán lo mismo con él, desiste de cumplir tan
penosa tarea.
Con indisimulado
horror el autor reseña las variantes recogidas en el folclore acerca de la práctica a la que dedica su estudio, en
alguna de las cuales no faltan la crueldad y el sarcasmo:
“A miña
muller morreume
enterreina
no palleiro
deixeilla
un braciño fora
pra
tocar o pandeiro”
También
se detiene en otra de las materias en las que era especialista, la fraseología.
Se remonta a autores latinos que son claramente denigratorias de la vejez y
recoge refranes gallegos que siguen esa misma línea para preguntarse finalmente
si, como sostienen los más importantes folcloristas españoles (entre ellos,
Machado y Álvarez), no recogen la esencia de cuentos y “cantigas” antiguas
relativas al abandono por vejez.
Constituye
un lugar común para los estudiosos de las costumbre ancestrales la cita de
autores clásicos que, con su visión etnocentrista, atribuían las mayores atrocidades
a los pueblos que consideraban más atrasados. Posteriormente, los antropólogos
citaban como ejemplos a los habitantes de los países más remotos a los que, sin
duda alguna, los lectores nunca irían y probablemente ni siquiera sabían ubicar
con exactitud. De este modo, como si del acto inaugural de una Olimpiada se
tratase, desfilan ante nosotros los cocenser, hiperbóreos, desbrios, caspios,
fueguianos, fidjianos, battas, tschuktchi, kamtchandales, neocaledonios,
guaynies de Panamá, záparos de Ecuador, itonomas de Bolivia, los nubas del
Kordofan africano, los nascapi del Labrador, los tchouktohes, los kuriacos y
los sardos (hasta el siglo XVIII).
Es
evidente que una práctica como la que es objeto de estudio encaja mejor con los
pueblos nómadas, sin asentamiento permanente y obligados a traslados frecuentes
(como ocurría, por ejemplo, en el Paleolítico), y también lo es que las
noticias de su utilización son demasiado abundantes y continuadas a lo largo del tiempo como para calificarlas
simplemente de invención. Jiménez de Asúa, en la obra anteriormente citada, la
atribuye a los celtas junto con otras que denomina eugenésicas (por ejemplo, la
muerte de niños deformes).
Jiménez de Asúa |
Se
refiere a la costumbre extendida entre algunas tribus antiguas y grupos salvajes que imponen como
obligación sagrada al hijo administrar la buena muerte al padre viejo y
enfermo; también al uso de “despenar” a heridos y enfermos crónicos, que sitúa
en Sudamérica y cita a José Ingenieros: “Es un deber de buen amigo y negarse a
hacerlo se reputa como acto deshonroso, mezcla de impiedad y cobardía”. Como el título claramente indica, su estudio abarca una materia más amplia (eutanasia,
homicidio por compasión, endocrinología y delito…) enfocada desde el punto de
vista del Derecho Penal.
Me
permito ahora añadir una referencia cinematográfica cuyos datos tomo del muy
documentado libro “El debate sobre la eutanasia visto desde el Cine” de Marcos
Serrano Galindo, al que tengo la suerte de conocer personalmente. Se trata de
“La balada del Narayama”, rodada en 1983 por el director japonés Shôei Inamura
y basada en la novela de Shichirô
Fukazawa. Una mujer de setenta años comprende que su presencia en la casa
impide que su hijo tenga descendencia; decidida a sacrificarse, comienza a
arrancarse los dientes, pues la costumbre establece que los ancianos sin
dentadura deben ser abandonados en la cima del monte Narayama. Su hijo, en
medio de grandes dudas y escrúpulos, termina por seguir tan bárbara tradición.
Vemos en
su argumento varios de los elementos que se han comentado: la necesidad
económica como factor desencadenante, el amor filial como elemento capaz de
neutralizar la costumbre y el desapego tradicional respecto de los miembros de
mayor edad de la familia, paralelo a su pérdida de utilidad productiva.
Otra
referencia, en esta ocasión se la debo a mi amigo Juan Luis Casas, es la
película “The savage innocents” (titulada en español “Los dientes del diablo”),
dirigida en 1960 por Nicholas Ray. Protagonizada por Anthony Quinn, muestra la
cultura esquimal y su choque con la occidental; entre otros aspectos, aparece
la costumbre de la que se trata aplicada también a una anciana.
Fermín
Bouza Brey termina su estudio preguntándose cómo habrá llegado al folclore
gallego portugués la tradición referente al abandono por causa de vejez, dada
la falta de referencias históricas y literarias, y su identificación con los
pueblos nómadas, siendo sedentarios los habitantes de la Gallaecia aun antes de
las primeras noticias escritas. Baraja la hipótesis, planteada por Martins
Sarmiento, según la que obedece a la explicación popular atribuida a la aparición de monedas y objetos
en las tumbas; aventura que pudiera deberse a las referencias de los
participantes en el Descubrimiento de América acerca de las costumbres de sus
primitivos pobladores, e incluso no descarta como vía de entrada los tétricos
sermones de los predicadores o la adaptación al nuestro de las leyendas de
países lejanos, sin llegar a una conclusión cierta que explique la presencia de
tan terrible costumbre.
Por mi
parte, retomo una idea que destaqué anteriormente; las cantigas y refranes
recogidos, como una auténtica antena humana, por Bouza Brey se refieren casi
exclusivamente a las mujeres. En otra entrada de este blog (“En honor a la
verdad) ilustraba mis recuerdos y reflexiones sobre los refranes gallegos con
la fotografía de una gota de ámbar en cuyo interior reposaba un mosquito
fosilizado. De la misma manera, los dichos populares encierran siempre una
máxima de experiencia que en ocasiones
se disfraza bajo una fórmula humorística, hiperbólica o maquillada por las
necesidades de la rima. En el libro “Os Estraloxos, cantigas e refráns da
Ribeira Sacra” encuentro dos ejemplos que me inducen a pensar en una
consideración peyorativa hacia la mujer madura que se trasluce en esas
referencias al abandono familiar que carecen de una base histórica que las
sustente. Es ejemplo de lo que digo el refrán “A muller despois dos corenta
ponse valorenta” (aparece así recogido pero la palabra “balorenta” encaja mejor
porque significa mohosa según el “Vocabulario Galego-Castelán” de X.L. Franco
que me acompaña desde hace más de cuarenta años). También lo es el siguiente:
“A ilusión é o lume das rapazas; ós quince anos é grande, ós vinte baixa e ós
trinta acaba”.
Acaso se
explique así la pervivencia de un rastro que nos traslada a remotos antecedentes previos a la civilización cristiana
e incluso a la romanización y de los que carecemos de otras noticias orales o
escritas que confirmen su vigencia pretérita.
Para la
próxima ocasión queda el comentario de otro interesante artículo de Fermín
Bouza Brey, en ese caso dedicado a las costumbres matrimoniales.
Todo un lujo para nuestro blog esta profunda y documentada reflexión de José Losada sobre el abandono familiar. Quizá no está tan lejano en el tiempo. La Madre Teresa de Calcuta narra cómo rescató de un vertedero a una anciana à la que su hijo, por vieja e inútil, había abandonado allí, y cómo la enseñó a bien morir perdonando aquel terrible acto de falta de amor filial. Enhorabuena, José Losada.
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