MOLL FLANDERS: ÉTICA PROTESTANTE, CAPITALISMO, CRIMEN Y EL NUEVO MUNDO



      MOLL FLANDERS EN AMÉRICA         Mª Ángeles Boix

      En la Novela de Daniel Defoe Moll Flanders (1721) , entre la multitud de peripecias que le suceden a la protagonista, podemos descubrir un curioso patrón de situaciones dobles, como si la vida le diese una segunda oportunidad para reescribir la primera. Descubrimos que la protagonista que ve la primera luz en la prisión de Newgate, vuelve a ella como mujer adulta y con una cargada vida de crímenes a sus espaldas. Esa madre que sale de su vida cuando Moll es un bebé, vuelve a su vida cuando ya tiene 30 años, y finalmente, va a América dos veces, la primera, casada con su medio hermano, y al final de su vida, como convicta deportada a las colonias británicas, castigo por el que conmutó su primera sentencia de pena de muerte.(Ya dedicamos una entrada introductoria a las biografías criminales a la que podéis acceder en este enlace: http://anthropotopia.blogspot.com.es/2017/01/las-biografias-criminales-crimen-y.html )

       No es el único caso en el que Defoe acude a este tipo de "segundas oportunidades", ya que en su reconocida novela, Robinson Crusoe, el novelista hace naufragar dos veces al protagonista, la primera sin redimirse completamente, y la segunda, la famosa estancia en una isla deshabitada durante 28 años, de la que sale convertido en un hombre rico y creyente. 
      En ambas novelas, además, Defoe expresa de forma práctica la relación entre la ética protestante y el espíritu del capitalismo (parafraseando el título de Weber), pujante y enraizándose rápida y profundamente en la Inglaterra del siglo XVII. Pero, como nota absolutamente novedosa, en Moll Flanders podemos ver que la idea de la mujer de Defoe es bastante avanzada, ya que su heroína es una mujer muy diestra en el manejo de las finanzas, las oportunidades, una gran planificadora y administradora de bienes que, de la miseria más absoluta pasa a volver a Londres, anciana, pero poseedora de una gran hacienda y fortuna.... usando unos medios absolutamente discutibles. Defoe muestra así su opinión de que las mujeres debían ser educadas, puesto que lo que las arrojaba al "mercado matrimonial" o a la vida de prostitución y/o crimen, es una sociedad que no se ocupa de promover la educación y que combate el crimen con penas y castigos ejemplares, y no hace nada por erradicar las causas del mismo. 
PARA SEGUIR LEYENDO, HAZ CLICK EN MÁS INFORMACIÓN

      DANIEL DEFOE COMO "DISSENTER" Y AMÉRICA COMO LA NUEVA JERUSALEM. 

         Daniel Defoe nació en Londres en 1660, dentro de una familia de clase media y que no seguía el Anglicanismo oficial, sino que formaban parte de los denominados "Dissenters", o aquellos que estaban en desacuerdo en ciertos aspectos del Anglicanismo, que consideraban demasiado apegado a ritos y pompa que lo acercaba a la iglesia Católica de la que se había separado. Los Dissenters pretendían hacer la fe cristiana más cercana al racionalismo, un cambio de una autoridad externa en asuntos morales a una autoridad interior guiada por la razón, siguiendo los principios de John Locke y de Isaac Newton, así como del círculo platónico de Cambridge y los deístas. Su objetivo principal era racionalizar los misterios del cristianismo , pero conservando sus virtudes. Para los Dissenters, Cristo es la única cabeza de la iglesia, y las Escrituras la única regla a seguir en la fe y la práctica.

      La ética que promovieron fue la ética utilitaria, donde se propugna la virtud como elemento necesario para el progreso de la sociedad. Su ligazón con el capitalismo pujante es que la riqueza terrenal, la capacidad para crear riqueza es una señal de haber sido escogido por Dios, una señal de que su alma puede salvarse en la vida ultraterrena. Por ello, hemos señalado más arriba que tanto Moll como Robinson expresan esta unión entre ética protestante y capitalismo: ambos sufren una conversión religiosa y consiguen éxito económico, una señal de su más probable salvación. Y aquí estaría la explicación de estas "segundas oportunidades" que el autor presenta a sus protagonistas: tras unos duros trances, en los que ambos llegarán a la fe en Dios ( en Moll es más discutible) por entender que todos ellos han sido puestos por la Providencia para que creyeran, ambos consiguen el éxito y la paz, gozando de una ancianidad sin estrecheces. 

       Pero ambos protagonistas consiguen alcanzar una vida cómoda y hasta de reconocimiento tras haber pasado por América, tierra que los protestantes tomaron como el lugar donde establecer el paraíso terrenal, la nueva Jerusalem. Con este espíritu llegaron los primeros puritanos en el Mayflower, con una idea de establecimiento permanente más allá de las primeras cédulas otorgadas por Jacobo I para explotar comercialmente las colonias, creando únicamente factorías para recoger pieles, madera, alquitrán, brea, potasio y metales preciosos. Tras los problemas iniciales de asentamiento, la explotación de las colonias ( la primera de las cuales fue Jamestown ) tuvo unos inicios difíciles, ya que la gente que llegó en principio nada más buscaba un enriquecimiento rápido y volver a Inglaterra, además, no conocían los principios de la agricultura y rehuían el trabajo duro. 
Con la llegada de los Puritanos, la forma de entender América cambió, pues se asentaron permanentemente e intentaron extender la idea de que el Nuevo Mundo era una oportunidad única de vivir de acuerdo con las leyes de Dios. 

       Sin embargo, en la metrópoli, América se vio como una excelente oportunidad de deshacerse del enorme número de convictos que poblaban sus cárceles, y así, en determinadas circunstancias, la pena capital podía conmutarse por el transporte a las colonias. Este destierro podía ser a perpetuidad o por un período especificado. Se requería de los convictos que trabajasen en infraestructuras gubernamentales, y las mujeres solían ser enviadas a desempeñar trabajos domésticos o en granjas. No se sabe el número exacto de convictos que fueron transportados a América.


     MOLL FLANDERS Y SUS DOS ESTANCIAS EN LAS COLONIAS AMERICANAS.-

      Ya hemos señalado que las peripecias de Moll Flanders que nos relata Daniel Defoe se inscriben tanto en las autobiografías espirituales como criminales, aunque difieren un tanto de ambas, y que esta obra contribuyó a la consolidación de la novela como un género literario serio; el autor insiste - como también lo hace en su Robinson Crusoe - que su relato es verídico,que expresa ni más ni menos que lo que a él le refirieron, aunque, en el caso de Moll es difícil de creer, no tanto por las retorcidas casualidades y golpes de fortuna que le acaecen, sino también por su absoluta falta de referencia a cualquier acontecimiento de la convulsa historia de Inglaterra en las fechas en las que se desarrolla la vida de la protagonista. 

    Entre los episodios más increíbles, o al menos que más esfuerzos requieren de nosotros para creer en una tremenda casualidad, Moll  se casa con su medio hermano. Tras enviudar de su primer marido, Moll vuelve a Londres, pero se da cuenta de que la vida de una mujer sin dinero ni posición social, es muy difícil. Por ello, busca una oportunidad de encontrar un marido que le de estabilidad en ambos sentidos. Moll miente para conseguirlo, y domina con gran maestría el arte de vestirse y comportarse como una dama para hacerse pasar por alguien con dinero y así aspirar a alguien de posición elevada. Su enamorado es poseedor de una plantación en Virginia, y cuando descubre que Moll no tiene la fortuna que aparentaba, y que él no es tan rico como había dicho, marchan ambos a América, ya que allí la vida es más fácil, y la plantación da buenos rendimientos. El cultivo de tabaco se mostró como una industria muy rentable , y se convirtió en la base de la economía de Virginia.

Allí, llevan una vida tranquila y dedicada a la explotación de la plantación, y el matrimonio está lleno de armonía. Pero vive con ellos la madre del marido de Moll, y ambas establecen una fluida relación, en la que la anciana le cuente a Moll su vida en Londres, y cómo había acabado en Newgate, dando a luz a una criatura que abandonó cuando fue transportada a Virginia. Moll se da cuenta de que es su propia madre y, horrorizada ante el incesto cometido sin saberlo, lucha por volver a Londres, dejando en Virginia esta familia. Su madre promete que, al morir ella, le dejará una herencia a Moll.

    Cuando Moll vuelve a Londres, retoma su búsqueda de marido para conseguir estabilidad, y retoma otra vez su mundo de mentiras y fingimientos. Consigue casarse con Jemy, y ambos descubren que ninguno de ellos tiene fortuna, separando sus caminos, hasta que, tras largas carreras delictivas, ambos coinciden en Newgate, condenados a muerte. Moll, tras arrepentirse con el capellán de la prisión, cambia su sentencia de muerte por la de ser deportada al Nuevo Mundo, y también lo hace Jemy. Ambos marchan allí con el producto de sus robos y allí, con la ayuda de la herencia de la madre de Moll y la ayuda de su hijo, comienzan a explotar una plantación que les proporcionará muy buenos beneficios, que les permitirán volver a Londres, ancianos, con buena posición a pasar el resto de sus pecadoras vidas.

      Vemos cómo el Nuevo Mundo se presenta a los ojos de los ingleses de la época como una oportunidad de comenzar de nuevo, expiando los pecados y bendecidos por Dios con estabilidad económica y reconocimiento social, por muy graves que hayan sido sus pecados. 



                                                                                                          MARINA IVORRA 
Moll Flanders y el capitalismo industrial 

A primera vista, Moll Flanders de Daniel Defoe puede parecer una novela picaresca en la que la protagonista emprende una serie de aventuras y hazañas en un escenario ficticio.
Sin embargo, la novela es mucho más profunda ya que representa con exactitud la situación socio-económica de la Inglaterra de finales del siglo XVII e inicios del siglo XVIII. La desigualdad, la pobreza, la gran tasa de criminalidad y la privación de derechos de las mujeres y de las clases populares eran parte de la realidad de la época. Defoe, efectivamente, hace uso de aquella terrible realidad para ambientar su obra.
Tras la revolución industrial y el surgimiento del capitalismo como modelo económico, Inglaterra experimentó una serie de cambios a nivel económico, tecnológico y social.  El individualismo y el materialismo comenzaron a formar parte de la mente colectiva y como tal, se vieron reflejados en la literatura.
Anteriormente, los protagonistas de los romances eran representados por alguna cualidad física o mental. Eran personajes estereotípicos (guerreros valientes, hermosas princesas, un horrible villano…). En muchos casos, las cualidades de estos personajes dependían de su condición social. En cambio, en la novela del siglo XVIII, los personajes son mucho más complejos debido al auge de este individualismo. Así, estos personajes son retratados como individuos independientes, con sus propias inquietudes y aspiraciones y que se ven afectados o condicionados por la sociedad.
Defoe era partidario del capitalismo como modelo económico, pues veía en él el progreso y la prosperidad. No obstante, en su novela Moll Flanders, plantea el conflicto entre las prácticas inmorales de una cultura en la que lo que realmente importa es el dinero y el interés personal, y los valores morales de la sociedad inglesa.
En la Inglaterra del siglo XVIII, si una mujer no había nacido en una familia burguesa sólo podía acceder a esta clase social a través del matrimonio.  Ni su talento ni sus méritos podían garantizarle el ascenso en la escala social. Además, la mayoría de mujeres no tenían acceso a la educación en el campo de la economía ni poseían un documento de identidad que les garantizara firmar contratos de trabajo o abrir negocios.


En la novela vemos, por ejemplo, que las hijas de la familia Colchester estudian francés y dan clases de canto. Estos estudios les garantizan la cultura y los conocimientos necesarios para agradar a los hombres de las clases altas y, así lograr el objetivo principal de la mujer, que es contraer matrimonio y garantizar herederos. Ninguna de ellas es instruida para administrar la fortuna familiar o abrir sus propios negocios.
La mujer inglesa del siglo XVIII dependía legal y económicamente del varón. Es por ello que Moll, tras mantener un romance con el hermano mayor de los Colchester y ser rechazada, acepta la propuesta de matrimonio del hermano menor, pese a no estar enamorada de él por miedo a perder su posición.
El único colectivo femenino capaz de llevar negocios y administrar, en parte, sus bienes eran las viudas.  Es por ello que en la novela, Moll tras fallecer su primer marido, destaca su condición de viuda respetable.
Moll representa el individualismo y el materialismo de la sociedad inglesa del siglo XVIII. Desde muy niña, nuestra protagonista conoce el hambre y la pobreza. Por eso, desde su infancia, sueña con convertirse en una dama y pertenecer a la aristocracia. Moll ve en el dinero la solución para acabar con su situación y conseguir su independencia. Por ello, durante la novela es capaz de cualquier cosa para conseguirlo desde casarse en repetidas ocasiones por interés hasta delinquir y ejercer la prostitución (negocio que la novela parece mostrar como el único en el que una mujer podía comerciar libremente).
Moll no ve al hombre como un compañero sentimental, sino como un medio para obtener dinero y una buena posición social. Es por eso que tras la muerte de su primer esposo, decide buscar un nuevo marido en los círculos más selectos de Londres.
Defoe no justifica las decisiones ni el pensamiento de su personaje pero tampoco los condena. Es más, en algunas ocasiones, el autor parece elogiar la habilidad de Moll para conseguir dinero y un buen estatus social a pesar de su humilde condición. 
Sin embargo, a diferencia de Robinson Crusoe (quien representa el ideal del hombre capitalista) Moll no siempre es digna de admiración ya que los métodos que emplea para enriquecerse no son éticos. 




                                                                                                                          ENCARNA LORENZO
Moll Flanders en la Mint

El segundo marido de Moll era un noble comerciante que, tomándola por rica, se lanzó a un tren de gastos que consiguió arruinar a ambos. En ese momento el comerciante decide marcharse a Francia para huir de los acreedores, no sin antes trasladar sus mercancías a la Mint para garantizar a Moll un medio de vida con su venta. La palabra "mint" significa ceca, es decir, el lugar donde se imprimía la moneda. En el siglo XVII la Torre de Londres albergaba la Royal Mint, que sustituyó a la que, en 1543, había creado Enrique VIII en Southwark, al sur de Londres, y que había sido demolida en 1557. El territorio perteneció antes de ello a monasterios católicos bajo el poder de los obispos y, tras la reforma protestante, se mantuvo la exención de la jurisdicción real, convirtiéndose en un distrito libre. El nombre con que se conocía a estos espacios era, precisamente, "liberties", permitiendo que en ellos se refugiasen los deudores y criminales sin miedo a ser apresados dentro de su ámbito acotado.

Plano de la zona donde en el siglo XVI y XVII se encontraba la Mint. Imagen de Wikipedia
En aquel espacio, que inevitablemente se convirtió en un entorno miserable y sórdido, podían dedicarse algún trapicheo con el que pagar sus deudas y poder volver a su vida normal pero, a la postre, muy pocos lo conseguían. Por una parte, el hecho de que esta zona estuviese bajo el nivel del Támesis hacía que fuesen frecuentes las enfermedades provocadas por el estancamiento de aguas residuales, por no hablar de la malnutrición. Por otro lado, los "duns", o buscadores de deudores, se apostaban en las calles adyacentes a la Mint a la espera de que aquellos se atreviesen a salir. Entonces los atrapaban y golpeaban. Sin embargo, había una excepción: los refugiados podían salir de su enclaustramiento en la Mint los domingos, día en que las deudas no podían cobrarse. Eran conocidos como los "caballeros del domingo", porque aparentaban cierta prosperidad para intentar engañar a los prestamistas y así conseguir fondos para poner fin a aquella suerte de prisión abierta en la que vivían.
La situación cambió radicalmente con el Acta de 1722, el mismo año en que "Moll Flanders" fue publicada, pues dicha ley abolió aquel refugio de criminales aunque, al mismo tiempo, también suavizó las durísimas condiciones previas de la prisión por deudas. Así, se suprimió esta para créditos impagados por importe inferior a 50 libras, lo que permitió que muchos residentes de la Mint pudieran abandonar el lugar sin temor a ser arrestados. En el siglo XIX se construiría en el lugar el puente de Southwark.
Los satiristas ingleses se refirieron con frecuencia a la Mint: Alexander Pope en la Carta al Dr. Arbuthnot, o John Gay en Trivia. También Defoe reflexiona, por boca de su protagonista, sobre la degradación moral de los hombres refugiados en la Mint. Allí no eran frecuente la presencia de mujeres y las pocas que se podía encontrar eran prostitutas, algo en lo que Moll también se convierte de alguna manera, lo que la pone en camino hacia el inframundo londinense. Moll afirma haber tenido relaciones de intimidad en la Mint nada menos que con Lord Rochester, el más famoso de los libertinos ingleses:
"Así y todo, todavía me mantuve a salvo, aunque empecé como la querida de Lord Rochester -cuya compañía yo deseaba pero no le permitía sobrepasarse-, a tener la mala fama de prostituta sin el placer".

John Wilmot (1647-1680), segundo Conde de Rochester, fue también una gran figura literaria de la Restauración, como autor de poesía y escritos satíricos, un género verdaderamente en auge en la época. Pero lo que me parece más relevante reseñar, desde el punto de vista de la antropología, es cómo regímenes terriblemente opresivos, que utilizan como castigo la prisión por simples deudas o sancionan la mayoría de los delitos con la pena capital, como ocurría en Inglaterra en el siglo XVIII, reconocían la necesidad de albergar en su propio seno una especie de santuarios de refugio, incluso permitiendo que existieran días en que esa libertad podía ampliarse, como los domingos. Parece claro que opresión y cierta libertad no pueden subsistir uno sin otro, ésta es la condición para que aquélla se mantenga.

La mujer como sujeto económico. Moll Flanders como novela protofeminista.


Resulta extraño comprobar cómo un personaje que se mueve con tanta facilidad en los ambientes criminales y que hace de la doblez, el disfraz y la mentira su medio de vida, puede no obstante resultar admirable para el lector. En ello reside parte de la magia literaria de Daniel Defoe. Este aborda en la novela un tema clave en la literatura del siglo XVIII, la mujer como sujeto social. En sus tratados reformistas, el autor defendía la plena capacidad económica de las mujeres y la necesidad de contar con instituciones para que las huérfanas aprendiesen a ganarse la vida, lo que no existía en Inglaterra, pues Moll dependió de la caridad de los Magistrados de Colchester en sus primeros años, tras conseguir escaparse ella sola de una banda de bohemios que la utilizaban para mendigar. Con ello ya demostró su espíritu independiente y rebelde, su firme determinación de hacer su propio camino en la vida. Solo las barreras sociales y legales impiden a las mujeres llegar a ser sujetos civiles plenos, dirá Defoe.

En la novela los hombres aparecen como débiles, descerebrados, adúlteros, engañosos... Solo Moll, a pesar de toda su degradación moral y delictiva, resulta un personaje atractivo, porque es una luchadora incansable en pos de su sueño de independencia económica. Comprendemos intuitivamente que si actúa así es porque, hasta su envilecimiento final que la lleva al arrepentimiento y a una cierta redención espiritual, la sociedad no le permite otro medio de vida. Aunque busca a los hombres para que la sostengan, pues ella carece de medios, las más de las veces acaba estafada e incluso arruinada por ellos. Defoe lanza una crítica durísma al mercado matrimonial, en el que nada tienen que ver las buenas cualidades personales sino el dinero que aporta la novia, que se ve cosificada como una mercancía más y sometida a la elección masculina sin ningún tipo de opción, ni siquiera poder investigar la reputación y bienes de los candidatos, que con frecuencia escondían sus miserias hasta que resultaba demasiado tarde para la esposa desposeída. Al final es la propia Moll quien se convierte en empresaria de su existencia, elevándose desde el más humilde de los nacimientos a la riqueza y prosperidad gracias a su esfuerzo y aptitudes negociales. Moll es, como Robinson, un ser naúfrago en la gran urbe metropolitana, que reduce a sus habitantes al más absoluto anonimato. Antes de la Gran Peste de 1665, había en Londres unos 600.000 habitantes, la mayoría de los cuales conseguían sobrevivir a duras penas. El dinero es la constante preocupación de casi todos los personajes de la novela, como también de la protagonista, y para conseguirlo esta tiene la flexibilidad mental y moral suficiente para adoptar el rol que resulta necesario en cada momento. Todo ello ha convertido a Moll en un icono feminista. Pero más allá de ello, Moll Flanders es una novela de tesis, muy típica de la Ilustración. La pregunta que resuena a lo largo de toda la obra es: ¿puede la sociedad permitirse el lujo de desperdiciar el enorme caudal de inteligencia y habilidad social y económica que todo ser humano posee, ya sean hombres o mujeres, a costa de imponer a estas a unas limitaciones opresivas e injustas? Como no podía ser de otro modo, la respuesta implícita de Defoe, dotado de una enorme lucidez y sensibilidad social, es un rotundo y clamoroso no.Para los que no conozcáis esta estupenda obra, os animamos a leerla. Tiene el mérito de ser, tras Robinson Crusoe (1719) una de las primeras grandes novelas en la literatura inglesa.


http://www.laguia2000.com/inglaterra/564

https://es.wikipedia.org/wiki/Esclavitud_en_los_Estados_Unidos

https://es.wikipedia.org/wiki/Destierro_penal

http://www.sparknotes.com/lit/mollflanders/

https://en.wikipedia.org/wiki/Liberty_of_the_Mint

Comentarios