MEDICINA SOLIDARIA Y POPULAR

Una escultura de Cunqueiro contempla la belleza arquitectónica de Mondoñedo 
Por José Losada
En 1959, el escritor Álvaro Cunqueiro escribió una carta a su amigo Francisco Fernández del Riego, uno de los fundadores de la Editorial Galaxia. En ella le anuncia que, acompañando a la misiva, va el original del libro que ha estado escribiendo sobre “esos curadores”, como llama a sus protagonistas. Cunqueiro pedía a su editor mil quinientas pesetas que necesitaba para completar el pago de la matrícula de uno de sus hijos en la Universidad Laboral de Lugo. De lo perentorio de aquella solicitud da idea esta frase: “Debo tenerlas el miércoles por la noche, o el jueves por la mañana, porque el viernes salgo para Lugo para arreglar esto”. El escritor pide ese adelanto por los derechos de autor del nuevo libro que le envía, así como por su novela “Si o vello Silbad volvese ás illas”. Tras avisar a su amigo que, en breve, le llamará por teléfono, termina diciendo: “Estoy cansado, fastidiado, enojado. Nunca se sale de esta rueda”.  La carta está escrita en gallego y me he permitido la licencia de traducirla.

Cunqueiro y Fernández del Riego
Sin embargo, a pesar del patetismo de la situación de Cunqueiro, esta entrada no versa sobre las estrecheces económicas de uno de los más grandes escritores en castellano y gallego del siglo XX. Deseo que haya alcanzado el Parnaso, como sin duda se merecía; más concretamente, la sección galaica del mismo. En un programa que le dedicó Documentos de Radio Nacional, Don Álvaro, que tuvo que someterse en sus últimos días a un régimen dietético más que estricto, explicaba la inmensa añoranza que sentía de comer, al aire libre y rodeado de amigos,  unas sardinas asadas, o un pulpo “á feira”, así que me gustaría que en esa sección, que imagino bastante poblada, no faltasen ni los amigos ni los manjares ni el clima de Mondoñedo a los que él se refería.
No. En esta ocasión le ha tocado el turno al libro que acompañaba a tan desalentadora misiva. Se publicó al año siguiente bajo el título de “Escola de menciñeiros”, con  prólogo del Dr. García Sabell (para saber algo más de él: http://esprituycuerpo.blogspot.com.es/2014/04/la-memoria-viva.html ). El cambio del término “curandero” por “menciñeiro” me parece muy acertado, porque la primera palabra esconde un matiz peyorativo del que carece la segunda. En el diccionario de la Real Academia Galega, “menciñar” es sinónimo de “medicar” y se define como “administrar menciñas”, es decir, “medicinas”. Cunqueiro quiere alejarse del mundo esotérico y de la interminable procesión de meigas, trasgos, mal de ojo, conjuros y hechizos que, a veces, se identifican como una de las principales señas de identidad de la Galicia “profunda”. Al contrario, en la nota introductoria al libro el autor asegura que no aborda un retrato humorístico sino real de personas capaces de curar las enfermedades, a pesar de no ser médicos. En otras palabras, Cunqueiro pretendía, con la "Escola", rendir homenaje a la sutileza intelectual y al profundo conocimiento que los menciñeiros tenían de los secretos órdenes de la Naturaleza. El prologuista es de la misma opinión y recomienda al lector que haga una primera lectura rápida, que a buen seguro le hará reír, pero que dedique una segunda más reposada, en la que los personajes y sus andanzas harán vibrar las fibras más íntimas del lector. En un apartado que significativamente titula “La ciencia del curandero”, el Dr. García Sabell describe al menciñeiro como un  hombre con sentido del humor pero, sobre todo, con psicología, que se sabe poseedor de facultades suficientes para sanar a sus semejantes, que inspira respeto en la aldea y cuya sabiduría está respaldada en la cultura heredada. Destaca que la Medicina moderna y sus intentos por “conquistar la realidad de la persona enferma” no está tan alejada de la práctica de estas personas de pueblo que, gracias a su habilidad manual, a su experiencia o al conglomerado de conocimientos que constituye el saber popular, prestan servicios a sus  paisanos, normalmente, sin pretender enriquecerse con ello.

Así, Cunqueiro nos habla de una serie de menciñeiros inolvidables, como “Perrón de Braña”, que diagnosticaba las enfermedades por la voz y se quedaba en la cabecera de la cama de los enfermos para verlos dormir, porque en su terapéutica era parte fundamental el sueño, hasta el punto de que, algunas veces ,prescribía cambios de orientación de la cama o que se durmiese sin almohada o con una manta menos. “Borrallo da Lagoa” comenzaba el tratamiento de un enfermo mental cambiándole el nombre, inventándole una vida nueva o, simplemente, enseñándole a leer. “Lamas Vello” pensaba que somos nosotros mismos quienes introducimos la enfermedad en nuestro cuerpo. A veces a causa de un sueño, una angustia, un mal pensamiento, un deseo insatisfecho o la envidia; y, para curarla, proponía darle un nombre humano y susurrarlo al oído del enfermo, o procurarle matrimonio o hacerle reír. Cunqueiro cuenta que curó la enfermedad de un prestamista que alternaba sudores fríos y calientes mandándole que estuviese tres meses pidiendo limosna, porque su mal estaba en el “ansia”. Su tesis era que una persona humilde, callada, amiga y generosa, estaba inmunizada contra muchas enfermedades (esto es casi una bienaventuranza). En el sur de la provincia de Lugo hace años tenía justa fama un curandero de  la parroquia de Céltigos, en cuya casa se formaban colas similares a las de la consulta de cualquier afamado facultativo y que, según se contaba, daba a beber a los pacientes agua en una botella de gaseosa. Y solamente cobraba “la voluntad”. Conozco el caso de personas aquejadas de graves enfermedades incurables que, desahuciadas por los médicos, acudían a él con la esperanza de que diese solución a sus males, aunque no hacía milagros.
Junto a los remedios  del alma, los “menciñeiros”  recurrían a otros de medicina más tradicional. El ya citado Perrón era muy partidario de las sangrías y, entre una y otra, proponía un acertijo para que el enfermo se entretuviese. “Silva da Posta”, ante la escasez de medicamentos disponibles, solamente prescribía friegas urticarias y sinapismos (según el diccionario de la RAE, se trata de cataplasmas hechas con polvo de mostaza).
No faltaban los especialistas. En el libro “Os saberes tradicionais dos galegos”, de Xosé Antonio Fidalgo Santamariña, se contiene un elenco de esas especialidades: sacamuelas, componedores, parteras  y las conocidas como  “buenas mujeres”. Al hablar de los primeros Fidalgo recurre al libro de Cunqueiro que venimos comentando.  “O Licho de Vilamor” iba por las ferias ofreciendo sus servicios como sacamuelas. Se subía a un cajón y se colgaba del cuello un collar hecho con los dientes y muelas más grandes que había sacado. Destacaba entre ellas la del señor Cura de Abraldes (“¡Moita freba de lacón leva cortado!”, solía decir el menciñeiro sobre aquel ejemplar). No se sabía cómo lo conseguía, pero siempre las sacaba sin dolor. El autor cuenta que una tía suya, postrada por un fuerte dolor de muelas, se desmayó cuando lo vio aparecer de esa guisa, lo que provocó en Vilamor una sonora carcajada y un comentario misógino que me resisto a reproducir.  
De los “atadores” o “componedores” dice Fidalgo que se centran en el arreglo de músculos y huesos de personas y animales (de pequeño escuché el refrán: “ Se queres ver o teu corpo, mata o teu porco”, como testimonio del gran parecido que existe entre los órganos del cerdo y del hombre. No me refiero al aspecto exterior). En la parroquia de O Chao do Fabeiro, cercana a Monforte de Lemos, vivía un especialista de esta clase, con gran maestría en el tratamiento de esguinces, luxaciones, torceduras etc. Me imagino que la gente prefería acudir a él, antes que al médico, porque sería mucho más barato y, en el fondo, las técnicas de uno y otro tampoco debían de diferir tanto.  Por lo que sé, los resultados de sus tratamientos eran asombrosos.
Sobre las parteras existe una interesante entrada de Mari Angeles Boix en el blog “Ateneas, mujeres para la historia”( http://mujeresparalahistoria.blogspot.com.es/2014/10/un-espacio-casi-femenino-comadronas.html), que recomiendo muy vivamente. Una mis abuelas, Ramona Fernández, tenía esa habilidad, supongo que sedimentada a través de una dilatada experiencia junto con una destreza  manual notable y amplios conocimientos de la anatomía femenina. Apenas tengo un vago recuerdo de ella, porque murió cuando yo no había cumplido seis años. Al leer las páginas que dedica Fidalgo a las mujeres que se dedicaban a suplir a los médicos en tiempos de escasez económica y abundancia de partos, la vi retratada y  me emocionó recordar cómo mi padre, que ha ido a reunirse con ella, me contaba  que era muy prudente y que, en cuanto veía que podían correr peligro las vidas de la madre o el niño, ordenaba que se avisase el médico. Era, además, muy generosa: ya mayor,  no dudaba en adentrarse en las heladas noches de invierno, arriesgándose a coger un catarro o algo peor, para asistir en un parto, en  muchas ocasiones a cambio de nada. Caracteriza el autor a los curanderos gallegos porque no piden remuneración por sus servicios, si bien reciben la voluntad de los que van a consultar, y porque no se meten en problemas graves o complejos que ellos no dominan.
Para terminar, contaré un episodio que me acompaña desde los ya un poco lejanos tiempos de mi infancia. Resulta que estaba esperando que me atendiesen en la carnicería, enviado por mi madre para recoger el pedido semanal, cuando se entabló una conversación entre la carnicera y la otra cliente que estaba en el local a cuento de los padecimientos de esta última. Como quiera que surgió la posibilidad de que fuesen debidas a que tenía la “paletilla” baja, ambas mujeres pasaron a la trastienda, donde  se realizó la oportuna y misteriosa comprobación, tras la cual siguieron con la transacción como si tal cosa. ¡Cuánto daría por saber lo que ocurrió tras la puerta! Según se dice, la “paletilla” es un hueso imaginario que algunos sitúan en la espalda, entre los hombros, y otros en la boca del estómago, y cuya caída provoca falta de apetito, cansancio, fiebre, tos y un aspecto general demacrado. Hay remedios para levantarla.
Me despido hasta otra ocasión, mientras me dispongo a tomar una infusión de “pelo de maíz” que unos amigos me han recetado para evitar piedras en el riñón. Como es de rigor en la Medicina solidaria y popular, ellos mismos se ha ocupado de recogerlo y  secarlo.


Comentarios

  1. Un emotivo homenaje a los saberes tradicionales y a esas personas, tantas veces anónimas, que los ejercían en beneficio de la comunidad, en unos tiempos en que los vínculos de solidaridad social eran muy fuertes. Aunque no están tan alejados de nosotros en el tiempo, parece que estemos hablando de muchas centurias atrás, porque ya no somos capaces de reconocer esos oficios altruistas en nuestro mundo ultratecnológico pero profundamente egoista. Muy interesante el matiz diferencial que existe entre curandero y menciñeiro, que algo parece compartir de los poderes sanadores de los chamanes. Sería conveniente realizar un seguimiento histórico de la figura, para ver hasta dónde se remontan sus orígenes. Tal vez Cunqueiro cuente algo de ello.Tantos libros como he leído de este escritor y, qué casualidad, Escola de menciñeiros no está traducido al castellano. Habrá que leerlo en su lengua original y disfrutar de la magia literaria de Cunqueiro que, como muy bien dice el autor del texto, es uno de nuestros más grandes escritores, al que todavía no le ha llegado el reconocimiento universal que verdaderamente merece. Gracias, José, por descubrirnos estos temas un poco desconocidos de la etnología gallega y por sugerir líneas de investigación.

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  2. Me gustaría preguntar si el autor de esta entrada tan original e interesante tiene noticias acerca de si actualmente sigue existiendo esa tradición de menciñeiros en Galicia.

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    1. En mi opinión, el progresivo envejecimiento de la población gallega, el abandono del medio rural y,sobre todo, la existencia de un sistema sanitario público y universal configuran una situación poco favorable para el desarrollo de la medicina popular, pero eso no significa que no siga formando parte de nuestro patrimonio inmaterial y,como tal, exista. Muchas gracias por el comentario

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  3. Esta entrada me ha hecho disfrutar por muy diversos motivos. El primero, por el tema, ya que la Medicina siempre ha sido uno de mis temas favoritos, ya que era mi primera vocación, y dentro de ella, la Historia de la Medicina una de las áreas que encuentro más interesante, ya que es en este ámbito en el que inscribiría esta entrada.
    En segundo lugar, por la elogiosa referencia al artículo sobre las parteras, que me honra hayas citado, y que te agradezco de corazón.
    En tercer lugar, por hacer esta etnografía gallega que poco a poco vas desgranando, y que nos informa de un mundo tan lejano a pesar de la cercanía geográfica.
    Sacando un poco de denominador común de todo ello queda entender que el saber establecido e institucionalizado como tal no puede evitar adentrarse en un mundo de prácticas transmitidas por otros cauces que no son las enseñanzas reglamentadas como tales, sino en el que se mezcla la convivencia con alguien que lo ejerciera (un aprendizaje práctico), las dotes de observación y el "ojo clínico", tenido en muchos casos más como un don divino que como una habilidad propia del individuo, pero, sobre todo, el tratar a las personas como tales, con su nombre y apellidos, o más bien, motes, que es la identidad que más identifica en las comunidades pequeñas, y no como un número de historia clínica. Esa sí podría ser una gran diferencia entre los menciñeros y los médicos actuales, atados a la burocracia y a registrar exhaustivamente números que se nos antojan mágicos , ya que traspasar cierto límite nos puede poner más cerca de la tumba. En etnografía estudiamos las áreas de la enfermedad en las diferente culturas, y en todas ellas se entiende no como algo que se debe a unos niveles de "algo" dentro del individuo, sino como algo que no funciona en el conjunto de la persona o incluso del grupo familiar; ellos hablan de "mal de ojo" o de "embrujamientos", y la cura siempre son rituales que implican al individuo y se pueden extender al grupo. Cuando hablo con mis alumnos del relativismo cultural, lo hago a partir de nuestra idolatría por las pruebas que arrojan cifras y gráficos y les digo que intenten ponerse en la piel de alguien que no ha visto nunca nada de nuestra sociedad, y que entren con ellos a hacerse una radiografía; la recogen, van al médico que la prescribió, y esta persona mira un objeto rectangular y plano con manchas blancas y negras, y a continuación, escribe algo en un papel y la persona sometida a ese proceso empieza a tomar unas "cosas" como apariencia de piedrecillas que vienen envueltas de forma rara y a ir a otro lugar en el que alguien le pones lámparas y otros aparatos raros y lo toca con unos guantes....¿no les parecería a ellos tan raros nuestro tratamiento de un dolor cervical o lumbar como a nosotros ir al anciano de la tribu a que nos cantase y nos prescribiese unas normas de conducta?
    Para acabar, mi bisabuelo "arreglaba huesos", y parece que tenía buena fama en el pueblo!!!!!!
    Y la coda: el año pasado tuve una compañera en el instituto que me dijo lo de las infusiones de pelo de panocha para problemas renales e infecciones de orina. Ella lo tomaba, y aseguraba que funcionaba. Espero que a ti también te vaya bien.
    Muchas gracias por esta colaboración.

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    1. Bueno, a salvo de lo que pueda añadir el autor, tengo que felicitarte muy efusivamente por este comentario tan estupendo y recordarte que tienes pendiente una entrada para canalizar tus extensos conocimientos en la materia. No tardes.

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  4. Acabo de comprobar que existe una edición muy reciente del libro. Se llama Tertulia de boticas prodigiosas y Escuela de curanderos. Lo de curanderos le quita un poco de encanto. También he verificado que sí estaba publicado el libro en castellano y formaba parte de un volumen de ensayos de Cunqueiro.

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  5. Felicidades por la tan interesante entrada, que a ratos me ha recordado, salvando las distancias, con la Psicomagia de Jodorowski. Es indudable que a menudo lo que está enferma es el alma, no el cuerpo. Muy bonita la historia de la abuela Ramona, no la conocía. Saludos y felicidades otra vez.

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  6. Pepe, la entrada que has hecho sobre los curanderos me ha transportado a momentos de mi vida; muchos me resultan tan familiares como el de Céltigos o el del Chao do Fabeiro, pensando en ellos se me pierden en la realidad para convertirse en personajes de ficción; y ya no digamos sus nombres, yo esforzándome para nominar a las criaturas de mis relatos y ahora me rindo ante: Perrón de Braña, Borrallo de Lagoa, Lamas Vello, Licho de Vilamor...

    Magnífica entrada llena de uno de esos perfumes tan propios de nuestra tierra.
    Karlos Ferreiro.

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  7. Estupenda entrada, y muy interesantes comentarios. Felicidades! Confieso que no he leído nada de Don Alvaro Cunqueiro, pero cuando se me presente la ocasión , no lo dejaré pasar. Es muy interesante lo que nos contáis. Este artículo me lleva a muchas referencias sobre literatura y enfermedad y se me han activado los mecanismos de la memoria y el recuerdo se ha disparado hacia los momentos en que siendo muy niña, junto a mis hermanas, mi abuela materna nos acompañaba a realizar las tareas agrícolas en el campo, y no había hierbas, flores silvestres, raíces y hierbajos que no tuvieran remedio medicinal y tomábamos todas aquellas que mi abuela nos daba con el fin de combatir nuestra enorme galbana, en plena cosecha agrícola bajo los calores infernales de Castilla en pleno mes de agosto. " Venid hijas, nos decía, antes de que se me acaben los milagros!". De nuevo muchas gracias por tan interesante entrada ( Carmen Tejedor )

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    1. Muchísimas gracias por tu aportación. Es una información muy valiosa. Cunqueiro es un autor maravilloso, divertidísimo y muy inteligente. Los españoles no tenemos perdón de Dios por tenerlo tan ninguneado. Un abrazo.

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  8. Pues sí Encarna, siguiendo tu consejo le daré una oportunidad . A ver si funciona conmigo! No sé por qué obra sería conveniente empezar . Un abrazo enorme.

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  9. Pues a mí me entusiasma Las crónicas del Sochantre. Es una novela pasmosa. Te encantará.

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  10. Siguiendo tu consejo saqué esta novela de la biblioteca Azorín. Lo tenían en depósito , no prestable, pero haciendo una vez más una excepción me lo han dejado sacar. Les doy las gracias a los funcionarios una vez más.
    Bueno, decirte que me ha entusiasmado. Maravillosas estas Crónicas del sochantre de Pontivy!! con una prosa muy cervantina , y sumamente divertidas, pues estuve sonriendo de principio a fin. Qué mérito la de Cunqueiro escribir esta maravilla también en castellano . No quiero extenderme mucho, ya me conozco, pero creo que aquí sí estamos entonces en la misma onda. Bellísima la descripción del alma de este paisaje de Bretaña poblado de fantasmas, "de gente natural del sobremundo", ......gentes difuntas ...que conviven con los vivos "Las hieren los vientos y las noches por los innúmeros caminos, hasta que sólo queda de ellas un aliento frío". ... Y que extraordinario ese viaje del sochantre acompañando a las huestes del trasmundo, la Santa Compaña, a lo largo de tres años en que regresa a casa después de haber vivido esa fantástica aventura con ellos, camino del entierro al difunto que le deja en testamento un "pomar" , y para ello ha de amenizar las exequias con su bombardino , y de aquí saldrán otros relatos de cada uno de los difuntos ocupantes de la Compaña. GENIALES . Después de tres años regresa a casa y en silencio , como si saliese de un profundo sueño. Y las semblanzas dedicadas a todos los personales que aparecen en los relatos son extraordinarios, definición de estirpes y linajes cargados de "chismes", de leyendas, de mitos, cargadas de ironía, caricatura, humor , y a la vez de honda significación. Estas semblanzas las he disfrutado mucho. Y ya para terminar, el autor en " Epílogo para bretones" nos hace explícito el pacto ficcional diciéndonos que el Autor nunca viajó por tierras de Bretaña, partiendo de todas esa semejanzas que el siempre ha encontrado entre ambas Tierras Finisterre, que poblaron durante siglos el pueblo celta . El mundo onírico y fantástico, estrechamente pegado a lo real me ha fascinado. " Y en pie queda la pregunta: ¿ Quién es el que sueña?. La niebla que enredoma el distante país ayuda al misterio". " país de la imaginación y no tierra real". Todo el texto desprende el profundo amor que el autor venera por su tierra y por Bretaña y que siente propias. Y al tiempo el Autor en su enorme generosidad devuelve a las gentes la sabiduría que merecen y a buen seguro que dejaría un espacio para los ignorantes que entre estas gentes buscan su acomodo y donde yo podría encontrarme.
    Decirte por último que los temas tratados en vuestra entrada están muy presentes también aquí. Algunos críticos sostiene que los buenos escritores, aun variando sus contenidos y aun dando nuevos títulos a sus obras, en el fondo, una y otra vez, continúan escribiendo el mismo libro: sus amores, sus temas, obsesiones..... No se.... yo ahora sí deseo seguir leyendo más un poco más adelante.

    Muchas gracias por todo. Un abrazo Encarna. ( Carmen T.)

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    1. Muchas gracias a ti por sumarte a la cofradía de fieles de Cunqueiro. La verdad es que es un escritor que engancha. Nunca olvidaré que nuestro excéntrico catedrático de Romano, que venía de Galicia pero era maño, el primer día de clase nos recomendó esta novela y yo salí zumbando a comprarla. Fue un auténtico flash. Entonces no sabía que me iba a casar con un gallego tan apasionado por su tierra como Cunqueiro. Pues nada, tiene otros títulos buenísimos.

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    2. Buenas noches, la tradición de los Menciñeir@s sigue existiendo, de echo yo soy una de ellas, Vivo en Santiago de Compostela, os dejo mi telefono por si alguien me necesita, ya que como decia mi abuela, cada vez quedamos menos.
      UN SALUDO.
      ISABEL TLF: 629894193
      POR WhtAssp, Gracias.

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